Cambio de mamá

Dolly Gómez, era la directora ejecutiva de Beauty & Creations, una gran empresa de alto nivel de ropa femenina.

Dolly dirigía la empresa con un férreo autoritarismo de disciplina… Es una bonita mujer, de 38 años, con el pelo oscuro, de 180 cm de altura y unos 88 kilos de peso.

A esta mujer le gusta disfrutar frecuentemente de las mejores comidas y bebidas y también disfrutar saliendo con hombres y mujeres sumisos, generalmente jóvenes y haciéndolos humillarse a sus viciosos placeres.

Mientras desempeñaba este importante cargo, Dolly tuvo la misma secretaria, Bet, por más de 20 años… Pero a Bet por fín le llegó su jubilación y ya no pudo seguir estando a su abusivo servicio.

A Dolly esto le dolió porque durante todo el tiempo que estuvo con Bet se aprovechaba de ella, haciéndole trabajar largas horas y correr de un lado a otro hasta dejarla agotada, sin importarle la edad que ya le pesaba… Dolly tenía una mesa plegable de masajes en su oficina y hacía que Bet le diera masajes a su cuerpo con aceites e incluso le atendía a su pedicura cada semana.

Unos días antes de irse, Dolly pensó, una vez más, que debía castigar a su secretaria por trabajar demasiado lento… Ella estaba modelando un traje de baño de talla grande cuando Bet entró a su oficina y le dijo:

– “Señorita Ponce, he terminado de escribir esto.”

– “Cállate y ponte de rodillas, vieja perra”, le ordenó Dolly.

La sumisa Bet se puso de rodillas y luego se arrastró hacia su escritorio a cuatro patas… Entonces Dolly se levantó y se sentó en la espalda de la pobre mujer… Y naturalmente, Bet cayó al suelo al cabo de unos segundos y casi se desmaya al no poder soportar el peso del enorme culo de Dolly.

– «Estas cada día más floja, abuela», le dijo Dolly bruscamente mientras hacía rodar a la frágil mujer sobre su espalda, pero seguía poniéndole todo su peso en su estómago… Luego, Dolly puso sus dos pies descalzos en la cara de la mujer mayor… Bet gimió de nuevo y luego se desmayó… Más tarde, Bet se despertó y se marcho del despacho… Ya no volvió más a su trabajo, ni se despidió de ella.

Rossa McNeal trabaja directamente a las ordenes de Dolly como la jefa de ventas… Ella tiene 55 años… Su pelo es gris corto y mide tan solo 150 cm de alta y pesa sobre unos 45 kilos… Está divorciada y es una mujer muy conservadora… Tiene una hija que vive con ella, que está desempleada… Rossa trabaja muy duro y hace un trabajo razonablemente bueno, pero con frecuencia es acosada por su jefa.

Pasaron las semanas y Dolly sabía que necesitaba una nueva secretaria… Rossa entró en la oficina de Dolly para entregarle el informe de ventas del mes… Dolly se puso de pie y se acercó a ella.

– «Rossa, quiero que te ocupes también del trabajo que hacía Bet ya que todavía no tengo secretaria», le dijo Dolly.

– «¿Qué necesita, señorita Ponce?», le preguntó Rossa.

– «Para empezar, me vas a dar un masaje y una pedicura, ya que Bet me lo hacía muy bien y tú debes aprender», afirmó Dolly.

Rossa puso la mesa de masaje rápidamente y Dolly se tendió sobre ella completamente desnuda y boca abajo.

Rossa comenzó a trabajar con aceites la espalda de su jefa y luego se ocupó del culo y las piernas.

– “Pon más aceite en mi culo”, le ordenó Dolly.

La pequeña señora Rossa puso más aceite en sus manos y las llevó al enorme culo blanco que miraba al tenerlo frente a ella… Se sintió humillada preguntándose cómo Bet lo hacía todas estas tareas tan denigrantes que nada tenían que ver con el secretariado.

Observó como su jefa estaba comenzando a excitarse por como veía que aumentaba su respiración y jadeaba.

– «Ahora usa tus dos manos y sepárame bien separadas las nalgas de mi culo», le exigió Dolly.

Rossa estaba realmente humillada pero obedecía, presa de miedo por si peligraba su puesto de trabajo y era despedida.

– “Ok” dijo Rossa.

– «Ahora dame un poco de lengua en mi ojete marrón, pequeña perra tonta!», le dijo insultándola.

Rossa no podía creer lo que le estaba diciendo, pero se dio cuenta de que debía cumplir ya que realmente necesitaba mantener su trabajo en esta firma… Así que de mala gana bajó la cabeza y metió la lengua en el ano de su dominante jefa.

Dolly se sintió complacida mientras sumaba a su larga lista, otra conquista… Tener a una mujer bajo su control total y humillarla para conseguir su placer era algo que le agradaba de sobremanera.

Después de 15 minutos de analingus, Dolly se giró de espaldas y le dijo con total desfachatez e impudor:

– «Es hora de que pruebes mi productos… Adelante.»

Rossa entendió perfectamente la indirecta y comenzó a masajear la gran vagina y el clítoris de Dolly con su pequeña lengua… Dolly gimió cada vez con más euforia hasta que se corrió pero le mantuvo con su mano la cabeza a Rossa para que siguiera ‘trabajándola’.

Después de correrse varias veces en la boca de la mujer, Dolly continuó exigiéndole más cosas para humillarla totalmente.

– “Lame bien mis pies…. Y Rossa se metió cada dedo de sus pies en su boca, sintiéndose cada vez más humillada y degradada.

En un momento, el teléfono sonó y Dolly contestó, entablando una conversación que duró casi 25 minutos mientras le lamían sus pies… Cuando Dolly colgó el teléfono, le preguntó a Rossa:

-«¿Ya tenemos entrevistas para el puesto de secretaria?»

– «Todavía no», respondió Rossa.

– «¡Ya pasaron dos semanas y me estoy cansando de no tener una secretaria… Ten a alguien aquí mañana o de lo contrario tendrás problemas conmigo, le amenazó Dolly.

– «Sí, señora», respondió Rossa… Ella sabía que esto sería casi un imposible en menos de 24 horas… A su jefa no le había importado nada la humillación a la que se sometió con tal de complacerla.

Más tarde esa noche, Rossa llego a casa… Su hija Anna estaba recostada en el sofá viendo la televisión.

Anna también es pequeña como su madre… Mide lo mismo que ella de altura y su peso es similar… Tiene 24 años, pero todavía no se ve con cuerpo de mujer y su pelo rubio le ayuda a ser más juvenil.

– «Hola mamá, cómo fue el trabajo», le preguntó a Anna.

– «Estoy muy agotada… Mi jefa me está desgastando… El problema es que ella no tiene secretaria y yo estoy haciendo también ese trabajo.. Y encima quiere que tenga alguien allí mañana como secretaria o me la puedo cargar”, le contestó su madre.

– «Tal vez yo podría hacerlo, mamá… Para que buscar a otra… Yo tengo un título de secretariado», contestó Anna.

Rossa vaciló, pudiera ser una buena idea, pero ella no quería exponer a su pequeña hija a esa jefa tan opresiva y viciosa… Aunque, pensándolo bien, quizá Dolly no maltrataría a Anna porque la vería muy joven y no se atrevería hacerle nada, pensó Rossa para sí misma.

– «Bien, cariño… Podemos intentarlo», dijo Rossa.

– «¡Genial, por fin tendré mi primer trabajo», respondió Anna.

Al día siguiente, Rossa le estaba mostrando las cosas a Anna en la oficina cuando todas escucharon el sonido característico de los grandes tacones de Dolly… Ella se acercó al verlas.

– «Hola señorita Ponce», inició Rossa.

– «Hola, y ¿a quién tenemos aquí, Rossa?», le preguntó Dolly.

– «Esta es mi preciosa hija Anna… Si Vd quiere, ella será su nueva secretaria ejecutiva», respondió Rossa.

– «Bueno, eso estaría bien… Quiero el informe de Anna en mi oficina en diez minutos», le dijo a Rossa como si Anna no estuviera allí.

Unos minutos después, Anna entró en el despacho de su jefa… Dolly estaba impresionada con la linda y pequeña hija de Rossa… Era su tipo, pensó para sí misma.

– «Toma asiento Anna», dijo Dolly.

Dolly comenzó a caminar por la oficina diciendo lo que esperaba de su nueva secretaria… Luego se puso de espaldas a ella y le mostró sus grandes nalgas al colocarse mirando al escritorio para que Anna se lo viera.

– «¿Crees que puedes manejarlo?», le preguntó Dolly con descaro.

– «Sí… Haré lo mejor que pueda por usted, señorita Ponce», respondió la pequeña Anna.

– «Perfecto», le respondió Dolly mientras se quitaba los zapatos de tacón y ponía su gran culo sobre el escritorio… Mientras continuaba explicándole los detalles del trabajo que debía hacer, apoyó sus pies descalzos en los muslos de Anna… Anna pensó que eso que hacía era inusual e incorrecto pero optó por no decirle nada.

Pasaron las semanas y las cosas iban bien con Rossa y su hija Anna… Cada una hacía su trabajo y no tenía exceso de carga.

Un día, Dolly llegó tarde y llamó a Rossa por el intercomunicador.

– «¡Ven a mi oficina ahora!»… La mujer se apresuró a ir a la oficina de Dolly y se la encontró reclinada en su sillón… Le dijo a Rossa:

– «Ya sabes la rutina»… Al escuchar eso, la pequeña mujer se acercó a Dolly y se arrodilló ante ella… Dolly tiró sus zapatos y extendió su pie descalzo hasta Rossa… Ella, con humillación, comenzó a lamer y chupar el gran pie de su jefa.

Luego, Dolly se puso de pie, se inclinó sobre el escritorio, se levantó la falda y le mostró sus enormes nalgas a Rossa.

Rossa, sabiendo lo que ella quería, obedeció y comenzó a separarle sus grandes nalgas, mientras le palpaba todo el culo.

Rossa encontró esto denigrante y odiaba hacerlo, pero pensó que era mejor así, para mantener a Dolly alejada de su hija.

En ese momento entró Anna.

– «Dios mío, no sabía que ustedes estaban así.»

– «No pasa nada, cariño… Tu madre me estaba besando el culo, que sabe que me gusta mucho… Toma asiento y lo ves”, respondió la jefa

No solo Anna se sentía incómoda, también su madre… Ella estaba en una posición completamente comprometida y Dolly lo sabía… Anna se sentó en la silla tratando de no mirar, pero sintió la necesidad de verlo y, naturalmente, se calentó… Esta mujer tenía totalmente dominada a su madre y hacía con ella lo que quería.

Dolly estaba disfrutando como una loca ahora y decidió quitarse la blusa y mostrar sus enormes tetas… Luego se desabotonó completamente la falda y miró hacia donde estaba sentada Anna.

– «¿No quieres que te lame más, señorita Ponce?», le preguntó Rossa nerviosa, ya que ella quería distraer a la mujer de su pequeña hija.

Sin apartar los ojos de la joven le respondió:

– Siéntate en la silla de mi escritorio y disfruta del espectáculo que voy hacer con tu hija”

Con su gran cuerpo voluptuoso caminó hacia la pequeña secretaria.

– «No te importa si me siento en tu regazo, cariño», le dijo

Anna tartamudeó y respondió:

– «No… No me importa.»

Y Dolly puso sus grandes nalgas en el regazo de Anna, mostrando sus enormes pechos gigantes a Rossa, que miraba asustada e indignada por tanta guarrería que tenía que soportar.

– «Bien cariño, no pienses», le dijo Dolly a su secretaria, cogiendo su cara con una mano y empujando su pequeña boca a su pezón.

– “¡Qué delgada estás, cariño!… Pensé que tu madre estaba flaca hasta que te ví a ti… Seguro que tu madre no te pudo alimentar bien… A partir de ahora te voy a dar de mamar mucho y verás como engordas”, dijo Dolly.

A Anna le gustaba que le hablaran así con su madre sentada allí mirándolo todo… Sin embargo, Rossa, completamente humillada, veía ya que sus mayores temores se estaban haciendo realidad y no había nada que pudiera hacer.

Ahora Dolly se puso de pie y dijo:

– «¿Qué tal te iría lamer mi coño ahora, pequeña?», le dijo.

De repente, Rossa sintió que su instinto maternal se activaba, corrió hacia Dolly y saltó sobre su espalda, ahogándola por detrás.

– «¡Aléjate de mi hija, perra gorda!», le gritó Rossa.

Por un momento, Dolly se sorprendió… La madre de Anna, a pesar de ser mucho más pequeña le sacaba ventaja en su ataque.

Anna probablemente podría haber ayudado a su madre, pero se quedó sentada allí, con sus lealtades divididas.

Dolly se agachó rápidamente, le dio un puñetazo en el estomago a Rossa, que la hizo caer al suelo… Dolly, aprovecho esto y bajó su gran culo desnudo sobre la pequeña mujer mayor.

– «No voy a despedirte», le dijo Dolly pero sepas que estas a mi servicio para siempre que te lo pida.

Dolly abrió el cajón de su escritorio y sacó un par de esposas… Se levantó y arrastró a la flaca mujer mayor a la silla de su escritorio la esposó y le dijo:

– «Ahora, disfruta del espectáculo que te voy a ofrecer.»

Dolly caminó de regreso a la pequeña y joven secretaria y le dijo:

– «Donde estábamos, cariño», poniéndose en una posición indecente con una pierna sobre el brazo de la silla en la que estaba sentada.

La joven y pequeña rubia sumisamente sacó la lengua y comenzó a lamer la vagina de su jefa.

Dolly giró sus caderas para que Rossa pudiera ver trabajar a su hija, mientras gemía de placer… Esta conquista era la que más morbo le produjo al tener a la madre de su amante mirando como le lamía su coño.

Anna se veía como una chica pequeña al lado de la escultural mujer y de las enormes caderas en las que estaba buceando.

Dolly la animaba, diciéndole:

– “¡Eso es cielo… Lame… Lame el coño de mamá!”

Anna estaba roja de vergüenza cada vez que miraba a su verdadera madre sentada frente a ella, sabiendo que veía perfectamente como su lengua lamía el coño de su jefa.

Mas tarde, Dolly caminó hacia detrás del escritorio, inclinándose sobre él para que su gran culo estuviera justo en la cara de Rossa… Llamó a Anna y le ordenó que se pusiera en el regazo de Rossa y le lamiera el ojete del culo

– «Dolly, la llamaste Rossa… ¿Por qué no dijiste que me subiera al regazo de mi madre?», le preguntó Anna.

Y Dolly respondió:

– “ Muy sencillo, cariño… Me acabas de llamar Dolly… De ahora en adelante, me llamas mamá y a ella le llamarás Rossa, ¿entiendes?”

Anna se sentó en el regazo de Rossa, luego miró a Dolly sumisamente y le dijo:

– » Sí, mamá… Lo entiendo.»

Rossa estaba totalmente humillada, ya que tenía que mirar y sentir las vibraciones de su pequeña hija que le proporcionaba el analingus que le estaba haciendo a esta viciosa jefa que ambas tenían.

A Dolly le encantaba que Anna le lamiera el culo y lo hizo durante casi una hora entera.

Finalmente, Dolly se puso de pie y se enfrentó a su nueva amante.

– “Dame un par de lamidas en el coño para que tengas buena suerte, cariño… Anna le respondió:

– Sí, mamá, lo que tu quieras… Y ella lamió y bebió el último jugo que soltó el coño de Dolly.

Cuando Dolly le puso por última vez su coño en la boca de Anna, le preguntó:

– «¿Quien es tu mamá ahora?»

– «Tú… Te amo, mami… La joven lo confirmó besando a Dolly en su boca y luego chupando el pezón de su enorme pecho.

Dolly exigió a Anna se mudara a vivir con ella para poder disfrutar al máximo.. Y Anna le respondió:

– “¡Te pertenezco ahora!… Si ese es tu deseo, lo haré… Pero te ruego que no te olvides de Rossa y la obligues a venir algunas veces a casa para poder disfrutar con ella o que vea como disfrutamos nosotras.

Rossa se sintió abatida al escuchar estas palabras tan horribles saliendo de la boca de su hija… Cuanta monstruosidad iba a tener que ver y participar.

F I N

Si alguna lectora desea comentarme o que le pareció este relato, tendré mucho gusto en responderle y mantener posible amistad… Mi correo es: (yanine35sum@hotmail.com)