A propósito del ultrafeminismo

Estimado escabel, hace tiempo que leí tu relato en internet Escuela de hogar feminista, y me he decidido a escribirte, ya que me siento identificada con el estilo de vida que describes.

Mi nombre es Carolina, tengo 28 años y resido en Valencia.

Tanto yo como mi novio decidimos en su día llevar a cabo una relación un tanto peculiar: yo mando y él obedece.

Nos conocimos en la facultad de económicas, y rápidamente llamó mi atención. Yo era una chica independiente, muy lazada y bastante caprichosa, y en cambio él parecía tímido y parado.

Yo llevaba la iniciativa en la relación, sin embargo desconocía todo lo relacionado con la dominación -sumisión y fue él quien me propuso todo este tipo de juegos.

Yo consideraba que ya lo había probado todo y no me importaba nada jugar a esto, al fin y al cabo el juego era sencillo, yo llevaba las riendas de todo y ponía los límites, con lo que me sentía muy cómoda con la relación.

Lo que fue en principio un juego se fue desarrollando hasta convertirse en un estilo de vida.

En un tiempo compartimos piso, con lo que pude disfrutar al máximo de mi autoridad.

Además me siento orgullosa de algunas órdenes que mi pareja cumplió pese a que suponían un gran sacrificio para él. Comenzó a encargarse de las tareas domésticas y a mi cuidado personal.

Le hice desprenderse de todas sus cosas y de todos sus amigos y él aceptó.

Actualmente aceptamos algunos patrones de conducta, en publico tratamos de ser discretos, aunque mi pareja lleva un aparato de castidad masculina que adquirimos por internet. Esta fue una de nuestras mejores decisiones, puesto que ha conseguido mejorar nuestras relaciones sexuales.

Yo llevo la llave en una cadenita de oro que él me regalo y me proporciona una sensación de poder muy placentera, y conociendo su carácter sumiso supongo que le será placentero conocer que su miembro me pertenece en exclusiva y que en los urinarios públicos no puede orinar si no lo hace como una mujer. De esta forma consigo que esté las 24 horas pendiente de mí.

Mis amigas ven extraño el comportamiento de mi novio en público, tan discreto y sin mirarles directamente a la cara, aunque sólo mi amiga más íntima conoce los pormenores de nuestra relación. (me siente una envidia sana). Yo la he animado a practicarlo con algún chico con los que sale habitualmente.

En privado nuestra relación es mucho más profunda, de acuerdo con el deseo de dos personas que la aceptan libremente y disfrutan con ella ¿Qué hay de malo en eso?.

Creo que el ultrafeminismo, como lo llamas, tiene mucho futuro, porque hay un gran número de hombres que fantasean con ser sumisos y muchas mujeres que van descubriendo las ventajas de ser amas:

No trabajos domésticos, atención a su persona 24 horas al día, posición activa en el sexo etc.

Para concluir te animo a seguir con las doctrinas del ultrafeminismo para lograr más adictos y sobre todo para que más mujeres se animen como yo a probarlo.