En otro relato les hablé de mi primera experiencia a solas, me llené de curiosidad y obviamente seguí haciéndolo, era algo nuevo y muy placentero, esa combinación para un adolescente es adictivo.
En una ocasión un amigo de la escuela fue a comer a casa y se quedó a hacer tarea, mis padres no se encontraban, solo la señora que nos ayudaba a hacer las labores domésticas pero ella se encontraba en la planta de abajo y nosotros arriba, empezamos a platicar de las niñas que nos gustaban y en esta edad de despertar sexual comentábamos acerca de sus cuerpos, si x compañera tenía los pechos grandes, si preferíamos el trasero de la otra, con quien nos gustaría tener una experiencia sexual, etc.
Esto me llevó a hacerle una pregunta «¿tú te has sacado los espermas?», aunque había practicado la palabra masturbación aún era desconocida para mí. «No, ¿tu sí?» respondió, le dije que sí y le platiqué qué tenía que hacer, lo que se sentía y cómo se veía el «esperma». Se veía interesado en el tema «¿tú ya tienes vello?» preguntó, «no ¿y tú? respondí, «si un chingo» me dijo, «si quieres vamos al baño y te digo como hacerlo para que salga el esperma» le dije.
Nos metimos al baño, cerramos la puerta, traíamos el pants escolar así que eso facilitaba, me bajé el pantalón y el boxer, él hizo lo mismo y no pude evitar mirar, me llamaba mucho la atención el contraste en cuanto al vello, ver mi pubis aún lampiño y el suyo lleno de vello oscuro y largo mi pene quedaba muy expuesto y el de él apenas alcanzaba a verse entre toda esa selva. «Ya viste como tengo un buen» me dijo, «no manches y yo no tengo nada» le respondí, «bueno, te enseño, te empiezas a tocar así como quieras, como sientas chido, ya que se pare un poco la agarras con la mano y te la jalas» le explicaba mientras estimulaba mi miembro para que despertara un poco, el comenzó a tocarse al igual que yo, «¿así?» preguntó, «si se te va a ir parando, mira» dije, mi pene comenzaba a ponerse duro, lo tomé con mi mano y empecé a jalarlo, quizá él se excitó un poco con ello porque ya lo tenía totalmente firme, comenzó a jalarlo, «si así sigue hasta que salga, no lo aprietes mucho, vas a sentir como ganas de orinar, tu deja que salga, no importa» le dije, nos estimulamos un buen rato cada quien con el suyo, yo estaba dirigido hacia la taza del baño y él en diagonal, como para poder vernos pero al mismo tiempo sin querer vernos directamente, porque no fuera a pensar el otro que me gusta su verga y viceversa, entonces tratamos de aferrarnos a nuestra masculinidad jaja pero era inevitable mirar de vez en cuando, los miembros se parecían un poco, ambos circuncidados, morenos, el tamaño no era tan diferente… sentí el calor inundarme la cara «ya casi sale» le dije «¿quieres ver?» yo estaba de frente a la taza, me hice de lado para que él pudiera ver, respiré hondo, lancé un pequeño gemido y mi semen comenzó a fluir, caía a chorros en la taza «te sale un chingo» dijo mientras su mirada se fijaba en mi miembro aún erecto y con algunas gotas saliendo de él. «A ver si puedo yo» dijo mientras seguía estimulándose, me hice a un lado, tomé un poco de papel y me limpié, «creo que ya» dijo, me puse a su lado «sigue un poco más» le dije, «ahhhh» gimió, mi mirada estaba fija en espera, la de él era de sorpresa como un niño destapando su regalo para ver qué es, el estaba expectante de aquello que saldría de su verga, la leche comenzó a correr no había diferencia con la mía, era blanca, espesa y también en gran cantidad. «No mames, también me salió un chingo» dijo, «ya nada más te limpias y en un ratito se baja» le dije, nos subimos el pantalón y salimos del baño, yo aún con mi cara caliente y aún con mi pene erecto, ya en el cuarto nos pusimos a ver tv, hubo un par de comentarios al respecto y seguimos con nuestra amistad normal.