Cierto día invite a Rosa a mi casa debido a que me iba a quedar sola puesto que mi madre se iba a salir a un viaje a debido a su trabajo.
Así que ella llego a casa como a eso de las 8:00 de la noche. Al escuchar el timbre fui y abrió la puerta.
Yo vestida con un pequeño short que dejaba ver mis largas piernas.
También llevaba puesto un top que resaltaba para resaltar mis pechitos redonditos y paraditos. Lo que quería era estar linda para ella.
– Pasa, me alegra mucho que hayas venido.
Entro y cerró la puerta.
– Hola bebe te vez muy linda hoy.
Puse mis brazos alrededor de su cuello, me pare de puntitas y le di un ligero beso en la boca y entonces ella dijo:
– Que te pasa, es así como te enseñe a besar bebe, tendré que hacerte recordar.
Llevo su mano hasta mi boca y me metió un dedo en ella me saco la lengua con sus dedos y me dijo:
– Lo que quiero ahorita es tu lengua.
Tomo mi rostro con ambas manos y me empezó a besar fuertemente metiéndole la lengua hasta donde podía.
Mi lengua apenas si podía hacer unos torpes movimientos, bajo sus manos hasta mi culo y empezó a apretujar mis cachas, después me sobaba en medio de ellas con una de sus manos por encima del short como si quisiera rompérmelo, cada vez lo hacía con más fuerza y yo empezaba a emitir pequeños pujidos. Después de tres o cuatro minutos paro.
Baje mis brazos de su cuello los enrede en su cintura y deje caer mi cabeza sobre sus grandes y musculosos pechos. Tomo mi barbilla y me hizo levantar el rostro para que la mirara.
Mi rostro estaba sonrojado y yo respiraba de forma más rápida. Entonces metió su mano bajo mi short para tocarme la conchita.
La sobo un poco con su mano solo para comprobar que yo ya estaba mojada y lista para coger.
Así me metió un dedo y di un pequeño saltito. Saco su mano de debajo del short y me mostró su dedo y como había quedado mojado.
– Eres una bebe muy cachonda mira cómo te has puesto solo por un besito. Eres una niña sucia.
Tomo mi rostro con una de sus fuertes manos para hacerme abrir la boca entonces me metió el dedo con mis fluidos en mi boca y me ordeno:
– Chúpalo.
Yo inmediatamente empecé a chupar. Le encantaba ver mi cara excitada chupando su dedo que parecía un pene entrando y saliendo de mi boca.
– Eso es bebe chupa más, te vez divina haciéndolo.
De pronto me saco el dedo mientras yo ponía una carita de no por favor.
– No te preocupes bebe que esto no ha terminada. Dime donde es tu recamara.
– Esta ahí.
– Entonces vamos a adentro traje unos juguetes para divertirme contigo. Has sido una niña muy caliente y tendré que castigarte para que aprendas a comportarte.
– Si necesito ser castigada ha sido muy mal portada.
Sentirme totalmente sometida a ella me ponía muy caliente y creo que a ella también.
Me tome de mi cola de caballo y me llevo caminando hasta mi cuarto. Cerró la puerta y me tiro al piso.
– Encuérate preciosa.
Yo rápidamente empecé a quitarme la ropa y lo mismo hizo ella. Se quedó parada con las manos en la cintura mientras yo estaba hincada en el piso besando y acariciando sus anchos y musculosos muslos que tanto me gustan. Se agacho un poco y me tomo de los cabellos y me dijo:
– Déjate de niñerías.
Entonces me hizo pararme. Tomo mis brazos y me los doblo hacia la espalda y me los amarro con una soga delgada que traía en el bolso. Ya bien amarradita de los brazos me hincó otra vez en el piso y me dijo:
– Aquí es donde te quiero tontita.
Y sumergió mi cabeza en su concha que ya estaba totalmente empapada. Yo empecé a mover mi lengua dentro de ella. Eso me puso más caliente.
– Así bebe, tomate todos los juguitos. Chupa más fuerte linda, más fuerte.
Así me tuvo sujetada como 15 minutos hasta que empecé a sentir que se iba a venir. Hundió aún más mi cara en su pucha y se vino. Sentí como salían sus líquidos de ella sin estar segura si eran de la venida o una mirada.
Tomo mis cabellos de mi pequeña y me separo de su concha.
Mi cara estaba echa un desastre. Lamió todos los jugos que quedaron en mi cara y me hizo abrir la boca para soltarme su saliva dentro de ella.
– Trágatela puta.
Me hizo que me parara y me aventó a la cama. Saco de mi bolsa una de esas tangas como la de la vez en su oficina y se la puso y dijo:
– Mámala perrita.
Yo empecé a mamar ávidamente.
Me tuvo que separar la boca del pene porque estaba realmente muy concentrada en eso. Se subió a la cama, se sentó y recargando su espalda en la cabecera.
Extendió sus preciosas piernas.
Y me indico que me subiera en él. Poco a poco sentí como se me iba hundiendo en mi pequeña puchita, mientras mi cara era de una mezcla de dolor y placer.
Empezaba a jadear. Me tome de las nalgas me empezó a subir y bajar rápidamente excitándome cada vez más.
Su rostro quedaba al frente del mío y así podía ella contemplaba burlona mi expresión de dolor y placer.
– ¿Te gusta bebe, si quieres puedo parar ahora?
– No por favor cógeme más, mas, esto es maravilloso.
De pronto apreció notar algo en la puerta y me tomo de la cintura y la levanto para sacarme el pene.
– No dejes de cogerme, que haces no por favor.
– Espera cariño creo que hay alguien en la sala.
Salió de la habitación y yo la seguí quedándome en la puerta de mi cuarto viendo lo que pasaba.
Sentada en el mueble vi mi mama de masturbándose con la falda levantada y con las chichis de fuera. No podía creer lo que veía. Mi madre nos había estado viendo y se había excitado.
Mi madre es muy parecida a mí. Más o menos de la misma estatura, con 35 años de edad, es hermosa y un poco menos delgada. Por la expresión de Rosa adivinaba que le había encantado
La divertida que se iba a dar con ella. Mi madre abrió los ojos y se asustó al ver a Rosa ahí parada viéndola.
La impresiono ver al atlético mujerón de 1.85 de estatura totalmente desnuda y con un pene apuntaba directo a ella. Vaya, vaya que tenemos aquí. Ella la veía inmóvil y asustada.
De pronto se paró y tartamudeando dijo:
– Yo… este….
– Tu eres la madre de Paty verdad? Parece que eres igual a ella de mirona y caliente. Creo que a tú también necesitas ser castigada como tuve que hacer con ella cuando la conocí.
Mi madre intento alejarse de ella pero Rosa la tomo de un brazo y rápidamente y sin darle tiempo a nada le quito la falda.
– ¡¿Qué hace?! ¡Suéltame!
Rosa le dio una fuerte cachetada que le hizo llorar los ojos.
– Calladita. Aquí mando yo. Ya te habrás dado cuenta de que soy mucho más fuerte que tú, así que no intentes nada o solo te ira peor.
Se sentó en el mueble de la sala para después acostarla en sus rodillas y me ordeno acercarme.
Rosa se veía enorme junto a mi mama. La hacia ver insignificante e indefensa y yo creo que así se sentía mi madre.
– Mira como castigo a tu mami con unas nalgaditas. ¿Era así como ella te castigaba de niña?
Bajo la tanguita de mi mama y la empezó a nalguear con fuerza mientras mi madre decía:
– No por favor. Esto es humillante. Mi hija nos ve.
– De eso se trata pequeña mami. Quiero cogerme a las dos a la vez.
Las manos de Rosa hacían ver pequeños los glúteos de mi madre y sus poderosos muslos no tenían comparación con las piernas de mi ella.
Rosa seguía azotando a mi madre y le decía:
– ¿Así que te duele?
– Si me duele mucho, por favor para ya.
– ¿Ahora sabes bien quién manda?
– Tú mandas, tú.
– Ahora tu como tu hija me llamaran ama al dirigirse a mí, ¿Entendido?
– Si ama.
Le dio unos azotes más mientras con la otra mano le pellizcaba los pezones hasta endurecérselos.
Dejo de azotarla y le metió dos dedos en su concha haciéndola brincar. Los saco todos empapados por los jugos de mi madre y se los mostró.
– Mira como estas. Eres igual de caliente masoquista como tu hija.
Le empezó a meter un dedo en el ano bombeando. Yo me empecé a masturbar.
No creí que ver a mi madre sometida y excitada por la musculosa de rosa me excitaría tanto.
Mi mama empezaba a jadear de placer y también a pedir más. Rosa metió un segundo dedo a su ano y mi madre gritó como poseída. Rosa la tomo del cabello y la hizo voltear hacia mí.
– Mira cómo se masturba tu bebe. Le encanta verte así de excitada. Dime, quieres probar su tierno coñito.
Mi madre solo me miraba con el gesto de dolor y lujuria que le producía la penetración de Rosa.
Rosa le jalo más fuerte el pelo y le dijo:
– Responde puta. Te mueres por chupar el coñito de tu nena ¿no es así?
– Si, si quiero.
– Eres una zorra pervertida. Te encanta tu hijita y su coñito.
Entonces Rosa la bajo de sus piernas y la llevo a donde yo estaba sentada masturbándome. La puso a gatas y le puso la cara en mi concha.
– Chúpala, chupa su conchita.
Mi madre empezó a chuparme suavemente. Mientras que Rosa aprovecho para colocarse detrás de ella y meterle el pene de plástico en el ano y empezar a bombear.
Mi madre soltó un enorme grito al sentir el enorme falo de Rosa dentro de su pequeño ano. Pareció calentarse aún más por que empezó a chuparme más fuerte y hasta mordisquearme el clítoris. Las dos estábamos vueltas locas y Rosa complacida de tenernos como gatas en celo.
– Así zorritas. Como me excitan.
Yo no podía más, mi madre me metía la lengua hasta el fondo y la imagen del mugieron de Rosa tomando a mi mamá de las caderas y dándole por el culo, metiendo y sacando su pene de plástico agitando sus enormes tetas. Empecé a gritar que me venía y así lo hice.
Mi cuerpo tuvo un fuerte espasmo y me vine en la cara de mi mamá. Ella también se vino y abrazando fuertemente y llorando como un bebe.
Rosa saco su pene de mi madre y le dio un par de azotes.
– ¿Te gusto mamita?
Tomo a mi madre de los cabellos y la levanto. Mi madre parecía una muñequita, totalmente sin fuerzas. Le empezó a lamer todos mis jugos que habían quedado en su cara.
– Sabe rica la conchita de tu niña, ¿no?
A mí también me levanto y desato y nos llevó al baño y yo ya sabía para qué. Me tiro al piso y puso en cuclillas a mi mama sobre mi cara y le dijo:
– Ahora orina en la boca de tu bebe.
– Pero que…
Rosa tomo del pelo a mi madre y le dio un buen jalón.
– Que la orines te digo. A Paty le encanta que la humillen así.
– Si mami orina en mi boca.
– Lo vez. Además quiero que tú te tragues mis meados. Así que abre tu boquita.
Mi mamá se empezó a frotar su conchita hasta orinar mientras ella bebía los de Rosa.
Después nos hizo que nos besáramos para mezclar los meados y saliva.
Luego Rosa nos ordenó bañarla y así lo hicimos frotando y enjuagando todo su musculoso cuerpo que tanto nos excitaba a las dos.
Luego nos ordenó dormir desnudas por si quería coger en la noche.
Ella se acostó en medio de las dos y nos acurrucamos en sus enormes tetas.
Desde entonces vive con nosotras y seguimos el juego de ama y esclavas.
Cada vez que se despierta en la mañana nos tiene ya a las dos comiendo de mis tetas como dos bebitas ya que nos encanta chupárselas.
Si tiene ganas mientras le chupamos las tetas, ella nos masturba.
Con el tiempo hemos jugado de muchas formas excitantes donde ella nos castiga y nos cojea como sus putitas que somos.