Soy Carlos, tengo ahora treinta y cinco años. Soy informático y trabajo autónomamente.

Estoy divorciado. Mi mujer, con la que me había casado siendo ambos muy jóvenes, se enamoró de un sudamericano y sin más nos dejó, a mí y nuestros tres hijos.

-Eduardo, con catorce años.

-Marcos, le llamábamos Marc, con quince años.

-David, con sus diecisiete años era el mayor

Nuestras vidas transcurrían con toda normalidad.

Éramos, dentro de lo que cabe, una familia corriente.

Una señora nos mantenía la casa limpia y la ropa aseada.

Las comidas eran más complejas pues, los chicos durante el curso comían en la escuela y yo, siempre de un lado para otro, ya me había organizado.

La cena era nuestro gran momento familiar, yo lo tenía como sagrado y, nada me hacía perder aquel momento.

Además, aprovechaba cualquier momento para estar junto a ellos siempre, sin coaccionarlos y dejándoles sus tiempos y espacios.

Entre ellos había una gran compenetración y una camaradería extraordinaria y, entre todos una gran unión y compenetración.

Vivíamos en un espacioso piso en un edificio de tres plantas.

Nosotros ocupábamos el piso superior. Mi hermano, Carlos, con su mujer y sus dos hijos, ocupaban el segundo. El primer piso lo ocupaba mi padre, Ramón y otro hermano mío, Jaime, soltero.

Esto hacía que nuestra familia estuviera muy unida. Cada uno en su casa y haciendo su vida, pero siempre muy próximos y muy relacionados.

Sexualmente yo llevaba una vida muy reservada. Desde que se fue mi mujer no había vuelto a follar con ninguna. Soy bisexual como lo es mi padre y mis hermanos. En este tiempo he tenido relaciones con mi hermano Jaime y con mi padre, pero esto ya es otra historia.

En casa siempre ha habido mucha libertad y esto del sexo lo hemos llevado sin grandes tabúes ni represiones. Con mis hijos no hemos tenido ningún pudor mojigato y me han visto desnudo, a mí y a su madre. Sabían cuando hacíamos sexo y les hablábamos claro de todo.

Pero nunca me había sentido atraído sexualmente por ellos.

Este nunca se desvaneció cuando llegó el día de esto que ahora os cuento. Me costó un poco aceptarlo, pero al final vi que era el mismo proceso mío y ahora estoy feliz.

Fue en los días del largo puente de la Constitución y Purísima. Disponíamos de la casa paterna situada en la montaña. Por una razón u otra mis hermanos y mi padre no podían ir. Nosotros si decidimos coger toda la semana para pasarla juntos. A mis hijos les encantaba pues era un espació muy bonito en el que podíamos hacer excursiones por los innumerables parajes que había.

Nos encontrábamos pues disfrutando de aquellos días cuando sucedió todo lo que cambió nuestra relación.

Mis hijos decidieron salir a” dar una vuelta” dijeron.

Yo tenía que hacer y les recomendé que no se alejaran demasiado.

Después de mucho tiempo y cuando yo ya había finalizado mis tareas decidí salir al encuentro de los muchachos.

Caminé sin saber hacia dónde podía encontrarlos.

Llegué a una vaguada en la que había un riachuelo con rincones deliciosos.

Siguiendo por un sendero me acerqué a un pequeño prado, en una de las orillas del riachuelo y me senté a contemplar el agua cristalina que suavemente reposaba en un meandro. Me tumbé sobre la fresca hierba y cerrando los ojos experimentaba una deliciosa sensación de bienestar.

¡La de veces que había follado yo allí!. Con mis hermanos, con mi mujer. Este recuerdo me excitó y comencé a sentir como la polla se me levantaba. Llevé la mano por entre el cinturón hasta tocarme el paquete por encima del slip.

Los pensamientos empezaron a rememorarme escenas de mis encuentros sexuales y me calenté más y más. Mi polla estaba totalmente dura. Me desabroché los pantalones y me bajé el slip, al poco estaba completamente desnudo haciéndome una paja. Llevado por las imágenes sexuales mis movimientos eran suaves pajeándome con gran placer.

Poco a poco, entre profundos gemidos y suspiros, mis movimientos masajeándome la polla se hicieron intensos hasta que de golpe me corrí soltando la leche sobre mi vientre.

Relajado y mientras esparcía mi leche con la polla un, “¡Joder papá, que corrida te has pegado!, me sobresaltó. Era Eduardo, el menor de mis hijos

*¡Chico, me pillaste! Ya ves, papá tiene también sus necesidades. Lo siento Edu, pero no sentí ni que llegaras: ¡Podías haber hecho un poco de ruido!

Por cierto, ¿dónde están Marc y David?

* No lo sé exactamente. Han dicho que me adelantara pues querían hacer algo. Supongo que no tardaran en llegar.

Oye, papá. ¿Me dejas que te diga una cosa? ¿No te vas a molestar?

Le dije que entre nosotros había toda la confianza y, que porqué tenía que enfadarme.

*Me ha gustado mucho ver lo que hacías, como te tocabas la polla. ¡Ostras!. ¡Cómo te ha salido la leche!” ¿Que se siente?

Me quedé un poco desconcertado y no llegaba a encontrar la respuesta.

*¡Ay… hijo! No sé qué decirte

Pues… se siente mucho gusto

¿Qué quieres decir con que te gustó verme?

Edu se sentó a mi lado.

Yo aún estaba desnudo y la polla se me había puesto fláccida.

Una extraña sensación recorrió mi cuerpo: no me sentía incómodo, más bien al contrario

*¿Siempre lo haces solo? ¿Ahora que no está mamá no has hecho sexo con otra mujer?

* Pues no, no he estado con otra mujer. Me lo hago como puedo, muchas veces lo hago, así como tú me has visto.

Poco a poco me sentía desinhibido y continuaba la sensación especial. Cada vez veía más a Edu de forma diferente.

Entonces me dijo:

* Papá, ¿dejas que toque tu polla?

Me lo dijo con tal naturalidad que asentí sin más.

Entonces el muchacho, que solo llevaba un simple shorts se lo quitó quedando absolutamente desnudo. Tenía un cuerpo delgado pero que ya marcaba músculo en los pechos y en los brazos.

Me sorprendió ver su polla que era bastante desarrollada por su edad y que la tenía empalmada, supongo por ver-me cuando me hacia la paja.

Le dije sin más:

Joder, Edu, que polla tan grande! Nunca había puesto atención en ello.

Sonriendo me dejó que observara su polla meneándosela un poco.

Se sentó a mi lado y acercando su mano a mi vientre, la deslizó

hasta llegar a mi polla.

Al sentir su mano posarse sobre el tronco de la polla un estremecimiento recorrió todo mi cuerpo y reaccionó poniéndose dura.

* Ostras papá que gorda la tienes.

¡Se va poniendo dura!

*Pues claro que me gusta.

¿A ti, te gusta tocar la polla de papá?

*Si, me gusta mucho. Hace tiempo que lo deseaba, pero no sabía si a ti te iba a gustar.

* Pues ya ves: ¡mira, mira cómo se pone con tus caricias! Si, Edu, me gusta sentir como me la coges.

Oye: lo haces muy bien. ¿Es la primera vez que lo haces?

El muchacho se sonrojó un poco y sin dejar de masajear mi polla se sonrió diciendo.

* La tuya sí que es la primera vez que la toco.. ¡jejejejeje!.

Pero es verdad que si he tocado otras.

*Ah,! ¡Así que mi niño ya ha tenido experiencias sexuales!.¿Y las has tenido siempre con hombres?¿ O las has tenido también con alguna amiguita?

* Papá, solo he tenido experiencia con hombres. ¿Quieres saber con quién?

*No, si no quieres decir-lo no tienes por qué decir-me-lo.

*Pues sí que te lo quiero decir, pero no sé si a ellos les gustara que te lo diga.

*Mira no me lo digas y así no pones en compromiso a tus amigos.

Él volvió a sonreír y no insistí en saber con quién follaba mi hijo.

Mi polla estaba absolutamente dura a efectos de los masajes que me daba el muchacho y teniéndolo desnudo tan cerca de mí.

Le dije.

*Edu, ¿dejas que papá te acaricie la polla? ¿No te sabe mal que a papá le gusté tocarte la polla?

*!Que va¡ Me gusta mucho papá que me dejes tocar la polla y que te gusté tocar la mía! A ti,¿ no te molesta que yo tenga gusto de tocar la polla?

* No, no me sabe mal si es porque a ti te gusta y nadie te obliga a ello.

*Si, siempre lo he hecho porqué me ha gustado. Ya cuando te veía follar con mamá me sentía atraído al verte desnudo y gimiendo de placer.

Ante la franqueza y naturalidad con que se explicaba Edu me sentía mucho más atraído hacia él.

Comencé a abrazar-lo y acerqué mis labios a los suyos besándolo con suavidad.

El chico me recibió introduciendo su lengua en mi boca y buscando la mía. Estuvimos un buen tiempo besándonos. Lo tenía encima de mí y notaba como su polla tierna se había puesto dura y la apretaba con la mía. Era delicioso sentir con que pasión Edu me besaba y acariciaba.

Su lengua escrutaba cada rincón de mi boca y yo me dejaba llevar por su pasión.

Después de una larga y prolongada sesión de besos y caricias, con las polla totalmente enhiestas, lo coloqué de espaldas sobre la hierba y le contemplé con detención acariciando cada rincón de aquel cuerpo adolescente.

Y le comenté

*Edu, sigues la tradición familiar: ¡tienes una buena polla!.¡Mmm! sí, ¡me gusta!

*Pues seguro que sí. Tú también tienes una buena polla. Y quienes también la tienen muy grande son David y Marc.

*¿Ah sí? Pues así se confirma lo que te decía: todos los hombres de la familia estamos bien dotados.

Oye: ¿Qué os la habéis enseñado la polla con tus hermanos?

* Pues sí. Y te voy a decir más: Marc y David se han chupado sus pollas hasta sacarse la leche.

Yo los he visto como se “follan”

Es con ellos con quien he tenido

sexo

*¿Ah, ¿sí? Bueno es normal. Los dos ya son mayores. Es normal que disfruten haciendo sexo.

*Papá, yo también quiero hacer sexo contigo. Quiero chuparte la polla. Mis hermanos no me dejan porqué dicen que aun soy muy joven, pero yo lo deseo hacer. ¿Me dejas que te lo haga papi?

Veras que lo sé hacer bien.

Me quedé un poco cortado pero el deseo podía más y atraje a mi hijo pequeño hacia mi pecho y le abracé con fuerza

*Edu, cariño. ¿De verdad te apetece chupar la polla a papá?

Yo tengo mucho deseo que lo hagas. Ves, solo de pensar-lo se me ha puesto bien dura.

Mi hijo no dijo nada. Se liberó de mi abrazo, me abrió las pierna y se arrodilló en medio, asiendo la polla con la mano. Acercó su lengua hacia mi capullo comenzando a darle suaves lamidas.

*Ohhhh…Edu….que bueno. Cariño, que bien lo haces. Mmm.

Como me endureces la polla.

¿Te gusta? ¿Te gusta chupar la polla a papá?

El muchacho no respondía solo asentía y chupaba con fruición todo el tronco de mi polla.

Era verdad que lo hacía de forma experimentada. No era la primera polla que chupaba.

A cada lamida una profunda sensación me hacía gemir profundamente. El placer que me estaba dando mi hijo con su magnífica chupada era más de lo que podía desear.

*Agggg…Edu, que gusto estás dando a papá.

Así, sí, así. Chupa, chupa toda la polla. Que gusto tan bueno me estas dando hijo…Woff…hacía tiempo que no me comían la polla como lo haces tu.

Edu me había puesto la polla absolutamente dura y tenía que hacer esfuerzos para no correr-me. Le agarraba la cabeza y le hacía entrar y salir la polla dentro de su boca mientras él me miraba con pasión.

*Ostras papá. Tienes una polla deliciosa. Que grande y gruesa se te ha puesto. Me gusta cómo me follas por la boca. ¿Te gusta cómo te la chupo?

*Mucho me gusta Edu como chupas la polla de papá. Ya ves cómo me has puesto la polla. Ni tu madre lo hacía tan bien. Eres un experto cabroncete: ¿Dónde aprendiste a chupar así? Mira que si continuas, me aras correr

*Quiero que te corras papá. Quiero que me des toda tu leche. Me gustará mucho comérmela toda.

Estaba a punto de correr-me, pero quería disfrutar más con mi hijo quería gozar con aquel cuerpo tan lindo. Quería chupar aquella polla que sin ser muy gruesa era bastante apetitosa. Y quería comerme su culo. Era un culo redondo bien formado y sin una mota de pelo. Le pedí que me dejara disfrutar de aquel delicioso agujero y de todo su cuerpo.

Edu me mostró su culo. Lo que más me sorprendió fue descubrir que lo tenía muy dilatado, muy abierto.

*Joder, Edu, que agujero tan bonito. Mmmm…es muy grande

¿Qué ya te lo han follado? ¿No te la habrán metido tus hermanos?

Con las yemas de los dedos le acariciaba el entrante de su ano y con la punta de la lengua le penetraba y lamía todo.

*No, papá, nadie me ha follado aún. Quiero que tu polla sea la primera que me entre. Quiero que, tu, seas el primero.

¿Verdad que me lo aras?

Quiero que me folles como cuando lo hacías con mamá. Siempre lo he deseado desde cuando te vi por primera vez montado sobre mamá con tu polla metida dentro de su chocho.

No sabía que Edu me había visto follando con su madre.

Éramos muy liberales y hacíamos sexo cuando nos apetecía y donde fuera. Seguramente, los muchachos, nos habían pillado alguna vez.

*Pues claro que te voy a follar el culo, mi niño.

No sabes cómo me gusta que papá sea el primero en hacer-lo.

Así que, ¿siempre has soñado en que papá te metiera la polla en el culito? ¡Y por qué no me lo pedías!. Papá no lo sabía y como comprenderás no te lo iba a pedir yo.

¿Te gustó ver como papá follaba a mamá? Te lo voy a hacer igual si así lo deseas.

Edu sonriendo me dijo que le había gustado mucho ver cuando follaba con su madre y que siempre se había sentido atraído por mi polla.

Lo abracé, le besé, le lamí todo el cuerpo. Hicimos un sesenta y nueve: me lo puse encima y mientras él me chupaba otra vez la polla con gran destreza yo le chupé la polla, los huevos y sobre todo el culo.

Penetrar con la lengua aquel culo tan tierno me ponía a cien y mi polla se endurecía cuando sentía que Edu movía su esfínter cuando lo penetraba con la lengua.

Lo dejé bien lubricado. Le introduje los dedos, pero mi hijo tenía un culo bien dilatado. La polla le entraría sin dificultad.

*! ¡Venga papá, quiero que me folles! Estoy muy caliente y quiero sentir tu polla entrando en mi culo.

¡Ostras, que gorda se te ha puesto! Mmm…qué bueno ser follado por la polla de mi padre!

Edu, se puso de espaldas sobre la hierba. Su polla, delgada pero larga estaba totalmente erecta.

Le hice una buena chupada.

Le abrí las piernas y le indiqué que las levantará. El muchacho se abrió bien y me ofrecía su lindo culo con el ojo bien enrojecido y abierto.

Me unté con saliva la punta de mi cipote que estaba enrojecido y lo acerqué hacia la boca del culo de mi hijo que movía la delicada abertura de su ano como la boca de un pez.

*Voy para allá mi niño, hacia el interior de tu culo. Oh,, que bonito Que ganas tengo de follarte.

*Sí papá, sí. Mete-me-la bien dentro, como se la metías a mamá.

¡Folláme! ¡Folláme! Que lo deseo con todas mis fuerzas.

Acerqué el capullo al agujero de mi hijo y le hice un suave masaje por todo su culo. Después comencé a empujar introduciendo, poco a poco y

sin ninguna dificultad, mi polla hacia el interior de Edu que me recibía con grandes suspiros de placer.

No sé si era mi excitación, lo caliente que estaba o la de mi hijo, pero mis huevos chocaron con las nalgas de Edu. Tenía toda mi polla dentro del culo de mi hijo.

*¡Joderrrr! Papá. Qué bueno. Aggggg… Que gustooooo! Siiiiiii

¡Cómo me has clavado tu polla en mi culo! Agggg….Aggggg… Sí, sí me gusta, me gusta papáaaa…

¡Ahora follame, follame fuerte!

Ostras, que bueno, que bueno. Así, así, ¡papá…bien dentro del culo…!

*Ay, Edu, que gusto, que gusto tan bueno.

Hijo, nunca había sentido tanto gusto. !Ni cuando me follaba a tu madre¡

Joder, que culo tan bueno tienes, hijo. ¡Cómo te tragas la polla de papá cabroncete!

Woffff….no se si podré aguantar mucho. Me vas a hacer correr de tanto placer.

Toma, toma, toda la polla de papá para ti mi niño.

Aaaa…que gusto, que gusto aaaa…aaaaa…!

La verdad era que estaba como enloquecido con el gusto que experimentaba. No me controlaba y mis embestidas en el culo de mi hijo eran enormes.

Él gemía y se masturbaba diciéndome que no parara de follar-le de aquella manera tan salvaje.

Un estremecimiento agudo que arrancó de lo más profundo de mi inició la descarga de mi leche: Me iba a correr. Sentía la leche recorrer el tronco de mi polla ubicada en el interior de mi hijo.

* Edu…Yaaa…Yaaa…Yaaa…voy a correr-me… Wooo…woooo! YA, YA…Ahí….llegaaaaaaa!……Wooooooo…Woooooooo…Aggggggg….

Ay, hijo, ¡que gusto correr-me en tu culo!

Hacía mucho que no había sacado tanta leche. El culo de mi hijo recibió los primeros lechazos y quedó lleno a rebosar y, conforme fui retirando la polla de su interior, la leche salía a borbotones. Una vez fuera aun solté unos cuantos lechazos que embadurnaron las nalgas de Edu.

El muchacho ante la corrida de su padre también llegó a correrse meneándosela frenéticamente. Su barriga acogió la leche que manaba con espasmos.

Así, fue como inicié con mi hijo más joven una relación que, como una onda se extendió a mis otros dos hijos, Marc y David. Pero esta es otra página que cuento más adelante.