Mi nombre es Angela, tengo 48 años y no puedo decir que me conserve mal. Mido 165 cm, mis ojos son castaños al igual que mi pelo recortado por los hombros. Peso 65 kilos y estoy bien distribuida empezando por una talla 120 de pecho, una cintura estrecha y terminando por un buen culo.
Aún a esta edad los hombres siguen volviendo la cabeza a mi paso. Estoy casada y tengo una hija de 24 años, que ya se ha independizado. Con nosotros también vive Don Manuel, el padre de mi esposo, un hombre de 75 años.
Mi esposo es comercial y está fuera de casa toda la semana, de lunes a viernes. Él es algo celoso pero nunca le he dado motivos para ello y nos llevamos bien.
Lo que les voy a contar sucedió hace algunos meses. En esa ocasión mi esposo tuvo que salir de viaje, como siempre.
Una noche, como de costumbre, cenamos, y una vez recogido todo, me fui a la cama. Tenía tanto calor que me despoje del camisón que llevaba y me quede tan solo con las bragas. Y así me quede dormida.
Cuando estaba profundamente dormida, me desperté sobresaltada porque pude ver la silueta del padre de Mario que se encontraba dentro de mi habitación. Yo me hice la dormida.
Bajo mi sorpresa, él apartó la sábana de mi cuerpo con mucho sigilo, dejando mi culo al aire.
El corazón me dio un vuelco, pero yo seguí haciéndome la dormida. Noté como él se recostaba en la cama, y pasaba suavemente su mano por mis piernas. Aquello me excitó, pero decidí seguir sin hacer ruido para comprobar hasta donde era capaz de llegar el viejo verde.
El se fue acercando más a mí hasta que noté su polla hinchada cerca de mi culo. Y empezó a frotarse contra mí de manera muy suave. Aquello me empezó a excitar, pero seguí haciéndome la dormida.
Noté como con una mano se despojaba del calzoncillo, mientras que con la otra pasó de acariciarme el muslo a pasar su mano por debajo de mis braguitas, comprobando la humedad de mi chocho. Después metió su polla bajo mis braguitas, notando su contacto en mi culo pero sin meterla.
Comenzó a subir y bajar por los exteriores de mi ano mientras que me metía un dedo en mi coño viscoso. Yo empecé a gemir suavemente. Aunque el debió de pensar que yo seguía dormida.
Mi suegro me quitó despacio las bragas, y comenzó a comerme mi almeja de manera que mi cuerpo se estremecía cada vez que su lengua rozaba mi clítoris.
Yo me seguía haciendo la dormida, pero ya no podía controlar mis espasmos. Su lengua era larga y a menudo la metía hasta encontrar sitios placenteros.
Cuando estaba a punto de llegar al orgasmo, paró y se tumbó encima de mí de tal manera que la punta de su polla tocaba los labios de mi vagina. Yo quería que me la metiese, pero él no hacía fuerza y jugaba en mi rajita. Aquello me desesperaba de placer y me ponía ansiosa, pero yo no le decía nada porque se suponía que estaba durmiendo.
Después de jugar un minuto rondando mi agujero, embistió con fuerza. Su polla entró deslizándose y encajando perfectamente, porque yo estaba mojadísima, como nunca lo he estado. Aquello fue un placer enorme, tanto que se me saltaban las lágrimas y tuve que gemir bastante más fuerte.
Estuvo embistiendo fuerte alternando con salirse y apoyar su verga en mis labios intentando no meterse. La última vez que lo hizo, yo empujé para abajo con fuerza para que entrara, lo que hizo sin dificultad, y entonces me folló muy deprisa durante unos minutos más.
Yo ya me había corrido dos veces no pudiendo contener un grito fuerte que ya no me importó, y que si mi suegro tenía alguna duda, acabó por confirmarle definitivamente que yo estaba despierta.
El empezó a urgar en mi culito con su dedo corazón. Yo ya estaba temblorosa, y le dije que lo hiciera. Metió muy despacio su dedo en mi culo mientras continuaba follándome con su verga.
Sin duda Don Manuel era un hombre con una gran experiencia en el terreno sexual y superaba ampliamente a su hijo. Su dedo entraba y salía dándome nuevo placer, gritando tan fuerte que debió de oirse a cinco kilómetros.
El seguía esmerándose tanto con el dedo, que tuve un tercer orgasmo de placer por el ano y después de cinco minutos más, sacó su polla de mí , me dio la vuelta y se corrió en mi cara, notando su chorro fluir por mi boca y por mi pelo. Después se quedó tumbado en la cama, acariciándome hasta que nos quedamos dormidos.
A la mañana siguiente, cuando se despertó, me comenzó a besar por todo mi cuerpo y yo le hacía lo mismo. Me chupó, lamió, pellizcó, tocó y sobó mis grandes tetas. Yo no dejaba de retorcerme, gemía como una loca en el clímax total.
Cuando bajó a mi coño formamos un 69. Mientras él hacía su parte en mi chocho, comencé a besar y a lamer su polla, me la metí de un solo bocado en la boca y comencé a chupársela hasta que nos corrimos los dos al mismo tiempo, yo le llené su boca de mi líquido y él me llenó la mía de su cálida leche que me fui tragando, sin dejar chorrear nada.
Nos abrazamos y besamos un largo rato, hasta que de repente sentí que su pene comenzaba a chocar contra mi cuerpo, lo que indicaba que ya tenía la polla dura otra vez y lista para seguir.
Le dije que me penetrara, me abrió las piernas y se situó encima de mí. Agarró su trozo de carne dura y tiesa, la puso a la entrada de mi coño, fue empujando y penetrándome.
Poco a poco fue aumentando el ritmo de sus embestidas, yo gemía y me estremecía, estaba en el paraíso, le decía sigue así más rápido ahhhh, mmmmmmmm siiiiiiii me gusta suegro mío, mételo hasta el fondo.
No aguanté más y me corrí, él seguía con el mete y saca hasta que sentí sus espasmos y su leche calentita invadiendo el interior de mi coño, lo que hizo que me corriera por segunda vez. Luego lo sacó y yo se la empecé a chupar para limpiar los restos de leche que le quedaron.
Nos metimos en la ducha y me enjabonó y lo hacía con deseo e intensidad, después que estaba toda enjabonada lo enjaboné yo a él y por primera vez sentí todos los entornos de su cuerpo.
Era espectacular lo bien que se conservaba mi suegro, a pesar de su edad. Nos terminamos de bañar, vimos la tele pero esta vez los dos sentados en el sofá tocándonos y besándonos y al llegar la noche dormimos juntos a partir de ahí.
Hasta que llegó el fin de semana, con lo cual regresó mi marido a casa y todo volvió a la normalidad en el aspecto familiar.
Aunque tanto mi suegro como yo sabíamos que cuando llegase el lunes y de nuevo se marchase mi marido yo ya no sería sólo su nuera sino también su compañera y amante.
Al vernos la mañana del lunes, y después de que mi marido se había ido de nuevo, me agarró y me acostó en mi cama, su nueva cama y me quitó la ropa y yo a él, nos besamos y tocamos y cuando se estaba situando encima de mí, le dije que había un problema, me preguntó cuál y le respondí que me había venido la menstruación, él me dijo que eso no sería problema, pero para mí sí lo era, porque me siento incómoda, pero el pronto encontró la solución, fue al baño y buscó vaselina, me puso a cuatro patas y me dijo relájate. ¿Qué vas a hacer? Voy a hacer que sientas una nueva experiencia, te voy a follar por tu culazo espectacular.
Yo respondí, no, me va doler. Pero me convenció, se llenó el dedo medio de vaselina y lo comenzó a meter lentamente y daba movimientos circulares, mientras yo le hacía una paja para excitarlo.
Luego cambió al pulgar el cual me hizo quejar un poquito, cuando lo vio medio dilatado me puso su polla en la entrada de mi culito y empezó a empujar suavemente, me dolía muchísimo, me aguantó por la cintura hasta que logró meter toda la cabeza.
Yo lloraba del dolor y le decía que parara, luego metió otro poco, no aguantaba el dolor y de un empujón sentí su vientre chocar contra mis nalgas, lloré y le rogaba que lo sacara. Me dijo que no que ya lo había metido todo.
Comenzó a moverse lentamente y empecé a cambiar mi llanto por gemidos de placer, ya no me dolía tanto. Aceleró las embestidas mientras me agarraba las tetas que se bamboleaban con su movimiento, me hizo tener tres orgasmos.
Cuando en el último sentí su chorro de leche que entraba con una presión que no había sentido antes, gracias a que le había provocado el mejor orgasmo de su vida, según me manifestó él posteriormente, y fue en mi culo.
La sacó cuando ya estaba flácida y mi agujero dilatado como 3 o 4 centímetros dejaba salir su cálida leche, la cual agarraba con la mano y me la llevaba a la boca.
Luego le chupé su miembro para limpiarlo por completo, lo que ayudó a que se pusiera duro en mi boca y lo comencé a chupar, le chupé las bolas mi suegro gemía mientras me pedía que no parara.
Según me decía nunca le habían chupado la polla de esa manera y lo ponía a mil, mientras él se masturbaba lo cual provocó que echara todo su semen en su estómago que lamí hasta dejarlo limpio.
Desde entonces duermo, me baño y soy pareja de mi suegro, por semana y de mi marido el fin de semana. Y cuando estamos en la casa hacemos el amor cada vez que nos apetece e inventamos nuevas posiciones o técnicas para mejorar nuestra relación como pareja.