Libertinaje

La historia que les voy a contar es absolutamente verídica. En realidad todo comenzó el verano pasado.

Fuimos al lugar de veraneo de siempre.

Al pueblo de mi madre que está en el sur, en la playa. Yo como siempre me ligaba a todas la chicas puesto que soy muy guapo (es lo que dicen ellas).

Me dicen que me parezco a Brad Pitt. Sin embargo mis dos hermanas son atractivas pero no están tan bien como yo.

Tengo 25 años. Elena 21. Es algo más baja que mi otra hermana. Tiene el pelo claro y corto y más rellenita. En cambio Laura, de 20 años, es más alta, estirada, delgada y morena. Los tres tenemos los ojos azules.

Somos parecidos en que no paramos de cepillarnos al primero o primera que se nos ponga por delante. Esto yo creo que se debe a la mala educación que nos dieron nuestros padres.

Nunca se separaron y sin embargo se consentían mutuamente las infidelidades y nos llenaban y nos llenan la casa de amantes. Es increíble. En un ambiente así uno se hace no liberal sino libertino.

Lo peor ha sucedido este año.

No fuimos al lugar de vacaciones acostumbrado sino que fuimos al norte.

Allí no conocíamos a nadie y casi estábamos aislados puesto que estábamos en la montaña y por si fuera poco un mes entero.

Nuestros padres como tenían que trabajar solo iban los fines de semana. De manera que los días los pasaba con mis dos hermanas viendo la televisión, bañándonos en un lago o en un río y paseando por el bosque.

Vimos una película erótica en televisión y creo que fue Elena, que es la peor de los tres la que propuso que hiciésemos una sesión de porno duro, con la condición de que que no lo fuésemos a hacer nunca más. Elena me confesó que se derretía por mí.

Y luego Laura afirmó que tenía mucha lujuria y que me deseaba. Estas declaraciones me la pusieron muy dura y acepté. Me fijé como me miraban la entrepierna y como se les endurecían los pezones.

Nos preparamos y aseamos convenientemente para que no tuviésemos desagradables sorpresas por falta de higiene y nos untamos de aceite.

Allí desnudos. Yo enloquecía al verlas y ellas respiraban agitadamente mirándome de arriba a abajo. Fuimos a mi habitación.

Me tumbe en la cama y Elena sobre mí haciéndonos un 69. Laura aprovechó para chupármela. Yo lamía un coño y las dos me comían la polla. Pasaban sus lenguas por mis huevos y aspiraban haciéndome daño.

Me puse de pie sobre la cama y me proponía follarme a Elena pero me detuve.

– ¿Qué te pasa?- me dijo.

– Que no me atrevo no tenemos condones.

– Yo si que tengo uno – dijo Laura.

– No…espera- dijo Elena- no te lo pongas. Follanos sin nada. Si lo vamos a vivir que lo gocemos del todo.

– Es verdad se disfruta mucho más sin condón- reiteró Laura.

Eso me hizo explotar. Se la metí a Elena por su vagina. Ella estaba a cuatro patas sobre la cama. Yo bombeaba no muy rápido pero con sabiduría. Mis hermanas se miraron con complicidad como diciendo: «Nuestro hermano si que sabe follar».

– Méteme la lengua en el culo Laura- le suplicó Elena.

Y así lo hizo. Mientras yo me la follaba la otra le lamía el culo. Lo que provocó que Elena jadease con tal fuerza que parecía que se ahogaba.

Yo también y Laura suspiraba. Las gotas de mi sudor caían sobre su espalda. No pude contenerme más y me aceleré, oyéndose el golpe de la jodienda. Elena gritó y se corrió.

– Nunca me había sucedido esto- dijo-.Túmbate anda.

Lo hice.

– Levanta las piernas- me dijo Laura.

Elena me la chupaba y Laura me lamía el culo.

– Cómeme el culo, cómemelo- decía yo suspirando.

Atrapé a Laura e hice un 69, y Elena era la que me chupaba el culo ahora. Moviendo mi lengua con destreza conseguí que mi hermana, la delgada, gritase de placer.

Tumbé a Elena y le metí mi polla por su culo con firmeza pero suavemente. ¡Que gozo me produjo aquella estrechez!. Y la cabeza de Laura la tenía pegada a mi cintura.

– Cuando la saque de ahí me la chupas – le dije.

Así lo hice. Presioné y presioné y la saqué y fue directamente a la boca de Laura. Del culo de Elena salió un poco de agua.

Las babas de Laura me caían sobre las piernas. Tuvo una pequeña arcada.

Cogí por el pelo a Elena y las obligué a que me la chuparan las dos a la vez de una boca a la otra.

Un espasmo violento me tiro hacia atrás y parte de mi corrida que es la más intensa que he tenido en mi vida empapó sus caras hasta el punto de que no podían abrir y cerrar los párpados.

Y grité también emitiendo una especie de llanto. Me había pasado.

– Eres un cerdo- me dijo Laura.

Desde aquel día no me volvió a hablar. Y en cuanto a Elena ahora mismo me está acosando.