Familia feliz
Me llamo Ramón y tengo ahora 65 años. Soy viudo desde hace unos años y vivo con mis hijos ahora felizmente casados y los nietos.
Vivimos en una gran casa de campo situada en un valle pirenaico que nos permite vivir holgadamente con la explotación forestal y una buena cabaña de ganado vacuno.
Uno de mis nietos, Javier, es quien ha introducido la informática en casa dándome la posibilidad de acceder a Internet abriéndome esta amplia ventana al exterior que me ha gustado mucho.
Sobre todo me ha gustado mucho al encontrar este espacio donde compartir la experiencia sexual.
Vengo a contaros pues mi deliciosa experiencia que espero os guste. Y si alguien quiere hacer algún comentario, siempre desde el respeto, será bien recibido.
Mis inicios.
Aunque parezca extraño fui el único hijo de la unión de mis padres. Al nacer yo murió mi madre y mi padre no se casó.
Crecí con los cuidados de Carmen, una mujer que desde muy joven había trabajado al servicio de la abuela y de mi madre.
Estaba casada con Miguel que trabajaba con mi padre en la explotación agrícola y forestal. Tenían una hija que nació más o menos cuando nací yo. Se llamaba Beatriz pero todos la conocíamos como Bea.
Yo era muy niño aun pero lo recuerdo bien: Carmen y papá tenían sexo.
Los había visto desnudos en la habitación de mi padre abrazados y gimiendo.
Cuando cumplí los ocho años participé activamente en una de las folladas que tuvieron mi padre y Carmen.
Lo recuerdo como una cosa agradable y como el inicio de mi vida sexual.
Aquel día no había ido a la escuela, no sé bien porque razón.
Estaba por la casa cuando escuché risitas y rumores provenientes de la cocina.
Al entrar me encontré a Carmen de espaldas sobre la mesa con las faldas sobre el vientre, sus pechos al aire y las piernas abiertas.
Mi padre tenía su cabeza hundida entre las piernas de la mujer que gemía y se agarraba a la cabeza de mi padre.
Carmen me vio entrar y sonriéndome me indicó que me acercase.
Me acerqué y vi que mi padre estaba lamiendo unos labios abultados que sobresalían de entre una espesa pelambrera color castaño.
«Hola Ramón» me dijo mi padre al verme. «¿Qué? ¿Te gusta esta boca que tiene la Tata entre las piernas?
Eres muy joven aun. ¡Ya veras, ya, cuando te hagas un poco más mayor!
¡A papá le gusta mucho!
Ven, acércate y mira como chupo este higo dulce… ¡hummm… es como un higo! Mira, Ramón, mira como se pone rojo. Mira, mira como le gusta a la Tata que se lo chupe….mmmm…!!!
Yo miraba absorto sin saber bien que era aquello que me decía mi padre. Solo veía su lengua pasearse por aquella boca que babeaba y se enrojecía haciendo que la Tata gimiese y gritase.
Veía en aquel rojizo agujero como brillaba la baba de mi padre, pensaba yo, pues cada vez que me miraba sus labios chorreaban de un líquido denso como la saliva.
Después de una larga chupada mi padre se incorporó y vi en su entrepierna un enorme bulto.
Con gran rapidez se desabrochó el cinto y dejó caer sus pantalones.
Mis ojos se desorbitaron al contemplar su enorme polla.
Él sonriéndome dijo:
¿Qué te parece Ramón? Sí, papa esta caliente, por eso está así de gorda. Ven, acércate, que me vas a ayudar a ponerla dentro de la Tata».
Hice todo lo que mi padre me decía mientras me explicaban y enseñaban lo que era follar.
Yo disfruté mucho y mi tierna polla se puso bien dura.
Mi padre puso primero su polla en el culo de la Tata y mientras la hacia entrar y salir me invitó a que acercara mi boca al chocho y que lo lamiera.
Me dio un poco de corte y una cierta aprensión ver aquel agujero tan rojo y brillante de líquido.
Me lancé sin más, animado por mi padre, hacia la entrepierna de la Tata y, un fuerte olor me penetró produciéndome una agradable sensación.
Mis labios se posaron sobre la tierna carne del chocho de la Tata y me gustó su sabor. Ella al sentir mis labios sobre su coño exhaló un profundo gemido. Vi que mi padre le hundía hasta el fondo su polla.
Yo, inexperto, daba bocaditos sobre aquellos pliegues carnosos y mis morros se llenaban con el líquido que inundaba toda aquella cavidad.
Mi padre le preguntaba a la Tata si le gustaba como le chupaba el coño y ella, gimiendo decía que le volvía loca lo que le estaba haciendo el niñito.
En una de estas noto como la polla de mi padre resbala hasta que su cabezón enrojecido queda junto a mis labios.
No me lo pienso mucho y comienzo a dar lametazos sobre aquella especie de champiñón gigante. Mi padre me pone su mano sobre la cabeza y me aprieta.
Su polla se encasta entre los labios del coño de la Tata y mi boca.
Entre gemidos de placer comienza a moverse. Su polla se endurece hasta tal punto que es como una barra de hierro.
Hábilmente sus movimientos hacen que su polla penetre hacia el interior de la Tata y en mi boca.
Los gemidos de mi padre y los gritos de placer de la Tata eran ensordecedores, yo estaba absolutamente alucinado por todo aquello y concentrado en el chupeteo de la Tata y mi padre
De pronto la Tata comenzó a gemir diciendo que se iba a correr.
Noté como aquellos labios se movían y en medio de grandes gemidos comenzó a manar un jugo espeso que se hacía más abundante cuando la polla de mi padre salía de su interior.
Entonces fue mi padre el que, dando un gemido profundo, dijo que se iba a correr, que sentía su leche correr hacia fuera. Sus movimientos eran incontrolados, su mano sobre mi cabeza impedía que yo me separase.
Sus embestidas eran seguidas y la dureza de su polla era enorme, sus gemidos eran ya gritos con frases ininteligibles que terminaron con un «Aaaaaaaaaaaaaa…..!»
De golpe un inmenso chorro de líquido blancuzco inundó mi boca y la boca de la Tata. Salía disparado embadurnándolo todo.
Su olor era fuerte y su gusto como salado. Lo lamí y me tragué un poco. Con la lengua lo esparcía por los labios del chocho de la Tata que volvió a correrse.
Mi padre, después que ya dejó de sacar leche, me levantó la cabeza de en medio de las piernas de la Tata, sonriéndome me dijo si me había gustado probar su leche y lamer el coño de la Tata; que me había parecido aquello que había visto y si me gustó.
Yo le respondí que me había gustado mucho y que quería volver a repetir.
Limpiándome de los restos de su leche y de los jugos de la Tata dijo que podría participar siempre que quisiera.
La Tata, que se había incorporado, me abrazó y atrayéndome hacia su cara me lamía todo diciendo que la había hecho gozar mucho.
Des de aquel día ya sabia lo que se sentía chupando una polla o el chocho de una mujer.
Des de aquel día la Tata me mimaba. Yo no tenía ninguna dificultad en tocarle sus pechos o poner mis manos en su coño.
En alguna ocasión me pedía que le hiciera una chupadita en su coño hasta que le hacía correr.
También, des de aquel día, mi padre me dejaba dormir en su cama y, en más de una ocasión le había chupado la polla hasta hacerle correr o, era él quien me ponía su polla entre mis piernas y hacia como si me follara.
En una ocasión me pidió que le pusiera mi polla dentro de su culo pues me dijo que le daba mucho gusto. «Cuando seas mayor veras que bueno es que te pongan la polla en el culo» me decía.
Supongo que lo debía ser pues recuerdo que en una ocasión en que follaban con la Tata y Paco este clavó su polla en el culo de mi padre mientras él la tenía metida en el culo de la Tata.
Mi padre decía que le gustaba mucho.
En otras ocasiones había visto como mi padre metía la polla en el culo de Paco o como se hacían una chupada mutua (me dijeron que aquello era un sesenta y nueve).
Recuerdo bien un día en que mi padre y Paco me llevaron con ellos a visitar una de las propiedades más alejadas. Tenía entonces once años.
Era un viaje de todo el día. La Tata nos preparó la comida pues no había posibilidad para comer en algún restaurante.
Había solo una antigua casa que servía ahora como refugio para los pastores o para cuando se talaban los árboles.
Llegados casi al medio día y acompañe a papá y Paco que miraban los árboles que se habían de cortar y los espacios que necesitaban ser limpiados o replantados.
Terminada la inspección y todo lo que tenían que hacer nos fuimos a comer a la casona.
Después de la comida Paco y mi padre se aposentaron en el sofá rustico que había delante de una lumbre que en aquel tiempo estaba apagada.
Yo sin más me fui a sentar sobre la falda de mi padre quien me acogió y me abrazaba jugando con mi cabeza mientras Paco se adormecía.
Al poco sentí como la polla de mi padre se ponía gruesa y apretaba con mis nalgas.
Yo pasé una mano por entre mis piernas hasta notar como abultaba la polla de papá quien al sentir mi mano me apretó más y me susurró «Ramón, que me estas poniendo caliente.
¿Notas como le crece la polla a papá?» Yo sonreí y asentí acercando mis labios a su boca besándolo y él me correspondió mientras sentía como una de sus manos me acariciaba la entrepierna.
«¡Ay Ramón, hijo, que me estoy poniendo caliente!…Mira, mira como se ha puesto de dura la polla…¿Te gusta verdad que a papá se le ponga así de gruesa?
En estas que se despertó Paco y con un sonoro, «Ostias», se nos quedó mirando. Mi padre me había descabalgado de su regazo diciéndome que me desnudara al mismo tiempo que él se estaba ya desnudando.
Cuando se quitó el slip su polla estaba totalmente tiesa.
Paco soplando de placer se había bajado los pantalones y blandía su enorme polla diciendo:
«Joder Pepe como te has puesto. No querrás follarte a Ramón solo. Que bueno está el chico, madre mía, no me extraña que te hayas puesto con la polla así. A mi me pone igual»
Entonces mi padre me cogió por detrás pasando sus brazos por mi cintura y me atrajo hacia él metiendo-me su polla por en medio de los muslos.
Yo sentía el calor de aquel enorme falo entre mis muslos y sobre la boquita de mi culo aun virgen así como los suspiros profundos de papá que me mordisqueaba los lóbulos de la oreja mientras se movía como si me estuviese follando.
Con estas Paco vino a arrodillarse ante mí y agachándose comenzó a lamer el glande de mi padre y mi polla mientras se masturbaba con fuerza.
Yo le puse mis manos sobre su cabeza apretándolo para que chupara bien la polla de mi padre y la mía.
Paco era habilidoso y chupaba todo cuanto encontraba, incluso mi culo recibió sus lametazos.
Mi padre continuaba susurrando, mientras me lamía el cuello y mordisqueaba las orejas, lo mucho que le gustaba, el placer que sentía.
Yo le respondía que a mí también me gustaba mucho sentir su polla y la chupada que nos hacia Paco.
Por cierto, Paco ya me estaba introduciendo la lengua en mi culo. Era una cosa que nunca me habían hecho y me daba una sensación de placer enorme.
Finalmente Paco se tumbó sobre el suelo, abrió sus piernas y pidió a mi padre que lo follara.
Tenía el agujero del culo muy grande recubierto de pelo negro.
Mi padre se arrodilló en medio de las piernas de Paco, lo cogió por las piernas poniéndoselas alrededor del cuello y me dijo que observara bien. Entonces Paco me dijo que, para verlo mejor, me pusiera encima de él.
Así lo hice: me puse sobre el pecho de Paco mirando hacía su polla y su culo.
Él me abrió las nalgas y comenzó a chuparme otra vez el culo mientras veía como mi padre metía su polla hacia el fondo de su agujero.
Yo agarré la polla enorme de Paco que estaba durísima, la tenía que agarrar con las dos manos. No era muy larga pero si enormemente gruesa, con una cabeza que parecía un gran champiñón.
Mi padre comenzó a follar el culo de Paco quien a los efectos de mi masajes sobre su polla y de las embestidas de mi padre comenzó a gemir de gusto dando profundas lamidas a mi culo y metiendo su lengua hasta el fondo como si me follase.
Al poco de estos movimientos mi padre comenzó a gemir diciendo que se iba a correr. Que ya sentía su leche arrancar del fondo de sus huevos.
Yo que de vez en cuando chupaba la polla de Paco, bueno más que chupar-la la lamía pues era imposible que mi boca se tragase aquel enorme misil de carne dura.
Los gemidos y las expresiones de placer de mi padre eran cada vez más chillonas y con un grito agudo y sacando de golpe la polla de dentro el culo, comenzó a correr-se.
El primer escupitajo de leche dio de lleno sobre el glande de Paco y yo me abalancé con mi boca a chupar-lo.
«Mira, mira, Ramón como se corre papá. Si, así, así, comete-lo todo. ¡Uf, que gusto!
¡Toma más leche de papá,… toma, toma!
La polla de mi padre parecía un surtidor. A espasmos espaciados iba sacando leche que se esparcía por mis labios y por la polla de Paco.
Este, al sentir la leche de mi padre también comenzó a gritar que se iba a correr, más que irse lo que hizo fue comenzar a manar leche.
El primer escupitajo salió hacía arriba y me dio en mi cuello pero después se corría manando seguido su leche. Papá y yo le chupábamos la polla recogiendo y compartiendo aquella leche.
Después de que los dos se hubieron corrido nos quedamos un buen rato, tendidos sobre el suelo, abrazados: yo de cara a mi padre y dando la espalda a Paco quien se había pegado a mí acomodando su polla entre mis muslos.
¡Ah, que buena follada, nos hemos pegado! Dijo Paco.
«Si, la verdad es que ha sido genial. ¿Te ha gustado Ramón?. Añadió mi padre
Le respondí que me había gustado mucho y que tenía ganas de correr-me como lo hacían ellos. Los dos sonrieron y dijeron que no me preocupara que ya llegaría el día, que no estaba muy lejos pues crecía muy rápido.
«¿Y, para que me metáis la polla en mi culo, tengo que esperar mucho? Pregunté yo rápidamente. Mi padre me miró con seriedad y dijo que, esto, no tenía porqué esperar solo que tenía que estar muy convencido que lo deseaba.
«Joder con el niño. Ya salió caliente como su padre. Esto si que es responsabilidad tuya Pepe. ¡Si alguien ha de desvirgar al muchacho eres tu!.» Dijo Paco sonriendo.
Mi padre dijo que estaba dispuesto a follar-me y que le gustaría mucho hacerlo. Pero lo haría en casa para tener cremas que ayudaran.
Estos fueron mis inicios sexuales de los que estoy muy orgulloso. Ahora viene cuando mi padre me desvirgo el culo y como yo desvirgué a Beatriz, que después sería la madre de mis hijos.