Capítulo 1

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Atado con una corbata I

El siguiente relato es de la vida real, lo hemos escrito entre los dos, aunque yo le hice unas modificaciones a lo que escribió Pablo porque a veces era un poco confuso o tenía errores de sintaxis. Sin embargo, los dos estuvimos de acuerdo en el texto final.

(J) Despertarte con ese dolor es desconcertante. Imagínate, yo estaba profundamente dormido y me despierto casi sin poder respirar y con un dolor en los huevos que me hacía retorcerme, aunque no podía retorcerme, porque él me lo impedía .

(P) No sé de dónde saqué valor para hacerlo. Fue más bien un impulso, si lo hubiera pensado no lo hacía. Juan, el novio de mi hermana (entonces lo era, ahora ya no), es un año mayor que yo y está que se parte de bueno, es un verdadero potro. No era la primera vez que se quedaba a dormir en casa, eso lo hacía habitualmente y siempre dormía en mi habitación. Lo curioso era que ese día, venía a visitarme a mí, porque él sabía que yo estaba solo en casa.

(J) Después de esa mañana, todo cambió con Pablo, y para bien. Yo había ido a visitarlo y me había quedado a dormir, aunque Eliza no estuviera; porque él y yo nos llevábamos muy bien y a mí me encantaba pasar tiempo con él.

(P) Juan dormía siempre desnudo, y ese día no era la excepción. Hacía tiempo que yo me había fijado en él: de cara no es especialmente lindo, aunque no está mal, pero su cuerpo sí es un espectáculo.

(J) Debo admitir que yo estaba super confundido, y a partir de ese día, gracias a Pablo se me aclaró todo. Yo siempre disfrutaba mucho pasar mi tiempo con él, a tal punto que pasaba más con él que con mi novia.

(P) Juan era ambiguo, a veces parecía que éramos muy camaradas (hacíamos algún deporte juntos) y que él era decididamente heterosexual. Otras veces, tenía conductas exhibicionistas (como dormir desnudo) o a veces hacía bromas que daban lugar a dobles interpretaciones, hablarme muy cerca de la cara, tocarme el culo o abrazarme exageradamente. Lo que me encendió decididamente la llama, fue algo que sucedió una vez que estábamos jugando de mano.

(J) Mi «cuñado» y yo jugábamos de vez en cuando a las luchas. En uno de esos juegos, él me hizo una toma por la que quedó detrás de mí. A pesar de que yo podía librarme de él (no fácilmente, pero podía hacerlo) porque soy más robusto que él; por algún motivo me quedé así. Creo que estaba disfrutando de sentir su cuerpo contra el mío.

(P) De repente comencé a sentir una erección y me dio mucha vergüenza, por eso traté de zafar rápidamente y disimular. Pero me quedé muy nervioso por varios días; como que deseaba repetir la experiencia y mantenerlo así sujetado.

(J) Era obvio que el se había excitado cuando su cuerpo quedó detrás del mío y muy pegados. Yo quería volver a experimentar eso pero me daba como miedo. Durante mucho tiempo tuve fantasías con ese tipo de cosas, siempre lo incluían a él en diferentes situaciones, pero en todas estábamos los dos en posiciones muy eróticas.

(P) Esa mañana estábamos solos en casa, Juan dormía boca abajo, desnudo como siempre, y con el calor se había destapado por completo, estaba con las piernas semi abiertas. Todavía no sé de dónde saqué el valor para hacerlo, pero seguí mi impulso.
Fui a buscar una corbata vieja de mi padre y le hice un nudo corredizo doble. Vine agitado a mi habitación, y sin pensarlo dos veces, metí mi mano izquierda entre sus piernas e iba tanteando hasta encontrar sus huevos. Cuando los encontré, los agarré firmemente para que no se me escaparan, y apoyé todo el peso de mi cuerpo sobre mi rodilla, la cual había puesto entre sus omóplatos. Fue todo en una fracción de segundo.

(J) No podía moverme, estaba aplastado y los huevos me dolían muchísimo, también me resultaba difícil respirar. Estaba completamente confundido y no podía reaccionar. Me invadió el pánico; hasta que me di cuenta que era Pablo el que estaba sobre mi espalda. Me dije para mis adentros que era otra lucha y empecé a forcejear, pensando que era uno de esos juegos de mano que nosotros acostumbrábamos a tener, aunque esto parecía un poco diferente.

(P) Él es más fuerte que yo, en realidad es un toro; por eso cuando empezó a moverse, tiré más fuerte de sus huevos y aumenté la presión con la rodilla.

(J) Si alguna vez te tiraron de los huevos, sabrás de lo que hablo: aparte del dolor que se siente en los huevos y que entra en lo profundo del abdomen, sentía que la piel de la bolsa de los huevos me quemaba ¡qué ardor! Eso es lo que se siente cuando te tiran con fuerza del escroto, como un fuego; y además el dolor en los huevos que es mortal.

(P) Como yo tenía mi mano derecha libre, le dije que pusiera sus muñecas en la espalda, y lo até con la corbata que ya tenía preparada.

(J) No tenía opción, obedecí de inmediato. Cuando te tienen agarrado de los huevos y con ese castigo, obedeces cualquier orden, te lo aseguro. Yo hasta ese momento pensé que era otro juego de mano, pero más sofisticado.

(P) Ahora lo tenía en mis manos… pero no sabía cómo seguí. En realidad no había planeado nada, sólo seguía un impulso. ¡Qué paradoja! Su cuerpo me enloquecía y ahora que lo tenía a mi disposición, no sabía qué hacer con él.

(J) ¡Qué alivio cuando me soltó las bolas! Mientras me tenía agarrado de los huevos, la sensación de indefensión era total. Ahora lo que sentía era un dolor terrible en los testículos, pero al menos no tenía ése quemor en el escroto y también podía respirar normalmente.

(P) ¿Y ahora qué hago? No sabía cómo actuar. Yo ya había tenido relaciones con chicos, pero esto era totalmente nuevo; no lo había soñado ni en mi más loca fantasía.

(J) Por fin me enderecé en la cama. Yo lo miraba como diciendo ¿y ahora qué? Me quedé parado y él me miraba. El hecho de yo estar desnudo y él vestido me hizo sentir como en inferioridad de condiciones (amén de tener las muñecas atadas a la espalda). Sentía como que él era el gato y yo el ratón. Encima me miraba sin decir nada, como sacando ventaja de la situación.

(P) Cuando yo ya no sabía qué hacer o qué inventar, ya lo iba a soltar; no podía sacarle los ojos de encima, pero no hacía nada… en ese momento veo que su pene empieza a crecer.

(J) De alguna manera, esta situación tan bizarra me daba cierto morbo. Eso me confundía mucho y también me daba vergüenza, no lo entendía, pero yo estaba disfrutando el estar así, a su merced y desnudo. No podía creer lo que me estaba pasando: ¡se me estaba parando la pija!

(P) Cuando vi lo que pasaba, sin mediar un segundo me puse a chuparle los huevos «¿viste cómo te está gustando?» Le decía mientras le pasaba la lengua por las bolas.

(J) «No… yo no…» decía, pero al mismo tiempo separaba más mis piernas. «No… mmh… nmm» su lengua iba desde los huevos hacia a tras, me estaba desarmando. No sé cuánto tiempo lo hizo, pero fue genial. Yo mismo no lo podía creer, por un lado no me animaba a aflojarme, pero por otro lado, todo esto era más fuerte que yo, y lo dejé hacer…

(P) Fui a buscar gel, y luego seguí chupándole los huevos, pero él quería que siguiera chupándole el culo, se notaba en sus movimientos; me hice rogar un poco y luego le hundí la lengua en el culo ¡qué gozada! En ningún momento le toqué la verga, porque no quería que acabara antes de tiempo, quería hacerlo durar.

(J) Yo empecé a sentir la necesidad de que me masturbara, pero no me atreví a decir palabra, sólo trataba de seguir sus movimientos. De repente se paró y se desvistió, vi cómo se ponía un condón y me asustó un poco, pero no dije nada. Cuando sentí la cabeza de su verga en mi culo, por un lado me daban muchas ganas; pero no sé porqué, intenté zafarme.

(P) Tuve que asirlo por la cadera para poder penetrarlo ¡qué fuerza que tiene! Tuve que hacer fuerza, pero al final se entregó, luego del primer envión lo recibió gustoso.

(J) Al principio duele como la mierda, pero luego que te relajas, es como estar en el cielo. Más tarde, Pablo me explicó que eso era la próstata; pero ahora sé que un hombre no sabe lo que es un verdadero orgasmo, hasta que descubre la próstata. Con cada envión yo sentía un placer indescriptible y una gotita de pre semen me salía por la punta de la verga, embestida era una gota nueva que me salía por la cabeza del pene.

(P) Empezó a gemir, en realidad podía gritar todo lo que quisiera, la casa estaba vacía. Pero no lo dejé. Con un brazo rodeé su pecho y con la otra mano le tapé la boca para no dejarlo gritar. Me gustaba sentir que era yo el que mandaba.

(J) Al taparme la boca, volvió a mí la sensación que experimenté cuando me tenía agarrado de los huevos. Me tenía totalmente dominado, atrapado, poseído por él. Tanto morbo me dio esa sensación que en la próxima embestida estallé.

(P) ¡Por Dios! ¡Cómo acababa ése chico! Luego supe que hacía varios días que no se descargaba ¡Se notó mucho!

Mientras acababa, me apretaba mucho la pija con el esfínter. En cuanto pude se la saqué, lo rodeé y lo hice acostarse; me masturbé sobre su pecho y abdomen.

Cuando lo desaté, lo abracé y nos quedamos acurrucados por un buen rato, sin decir palabra. Luego nos levantamos y lo llevé a la ducha y lo bañé con mucha ternura.

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