«Papito», «Cariño» o «Amorcito mío»

Soy Giuliana, actualmente tengo 25 años y recontaré cosas que me sucedieron cuando era una niña, con el tiempo descubrí de haber sido víctima y haber sufrido violencia sexual, pero a la edad de siete años no tenía ni experiencia ni criterio para discernir que cosa era esa violencia, debo aclarar que jamás me sentí atacada y que todo se desarrollaba en una completa “normalidad”, creo que lo disfruté desde un principio y me encantaban las cosas que me hacían, gozaba y me hice adicta a ellas, ahora expondré como fue que sucedió todo esto.

Papá decía que a todas las chicas les gusta tener tetas grandes y que para tenerlas más grandes que todas, había que estimularlas, así que de pequeñita recuerdo que él me subía la remera y acariciaba mis pechos planos y lamía mis pezones, decía que esto debía ser nuestro secreto, porque él quería que yo fuera la chica más linda del colegio y las otras chicas y chicos no se debían de enterar de nuestras sesiones secretas, también debíamos mantenerlo oculto de nuestros amigos y vecinos, mi padre para mí era mi todo, me compraba todo lo que yo quería, resolvía todos mis problemas y yo me sentía protegida por él.

También como a la misma edad, papa dijo que mi vagina comenzaba a oler mal y que debía ser mantenida muy limpia, así que me aseaba con su lengua, recuerdo de haber sentido esas cosquillas que me hacían enloquecer de muy niña, quizás a esa edad tuve ya mi primer orgasmo, me hacía feliz el tener un padre así dedicado a mí y por supuesto protegía nuestros secretos, es más, lo quería solo para mí, las veces que lo vi con mujeres de su edad sentí celos y siempre lloraba y le pedía de no ver ni salir con otras “tías”, él me complacía y siempre terminábamos en una de nuestras sesiones de “higiene y belleza”, porque había comenzado a meter sus deditos en mi vagina para ayudarme a transformarme en una bellísima mujer, yo lo que más deseaba era ser linda para él.

Si se están preguntando donde estaba mi madre … pues yo jamás la conocí porque ella se había ido al cielo en el momento que yo llegué al mundo, papá decía que ella nos amaba y nos protegía, nos miraba desde esas nubes blancas donde ella se había convertido en un angelito, cada vez que pensaba en mamá, mis ojos se iban al cielo y si había alguna nube blanquita, más de una vez me encontré hablando con mamá, pidiéndole de proteger a papá y conservarlo solo para mí, temía quedar sola en este mundo.

Se sentía tan rico cuando el me bajaba mis braguitas y acariciaba mis muslos, había días en que él no me tocaba y yo me sentía deprimida, fea, no deseada y eso me ponía de mal humor, así que hacía cosas que instintivamente lo provocaban, le pedía que me ayudara a cambiar mis bragas pues las mías no olían bien, o que sentía un prurito en medio a mis piernas, le pedía que me espalmara alguna cremita hipo alergénica, poco a poco aprendí a insinuarme y era un jueguito que me gustaba mucho, pues la recompensa era un bellísimo orgasmo.

Cuando cumplí once años, me llegó mi primer ciclo menstrual, me asusté mucho al ver que sangraba de aquel lugar donde recibía tanto placer por parte de mi padre, papá dijo que eso era normal, que no debía preocuparme de nada y me compró mis primeros tampones, mis tetitas habían crecido gracias a las frecuentes lamidas de papá, el se preocupaba por mi desarrollo y me regalo una media docena de sujetadores, me sentí tan agradecida que me atreví a tocar lo que él tenía entre sus piernas, papá hasta ahora no me había dejado ni siquiera verlo, pero yo me daba cuenta de la evidente protuberancia que papá tenía cada vez que me tocaba.

Papá me lamía y yo sentía esas cosquillitas en mi barriguita, luego chupaba los pezones de mis tetas que cada día crecían más, ninguna de mis amigas vestían sostenes, yo me sentía muy orgullosa del desarrollo de mis senos, las chicas hablaban de chicos y a mí no me interesaba pues mí chico era mi padre y él me hacía muy feliz, una de las chicas comento que había metido en su boca la cosa de un compañero de colegio, sentí como si mis bragas se hubiesen humedecido y lo único que quería era llegar a casa e intentarlo con papá, era un poco temerosa de que él no me lo permitiera.

Esa noche papá regresó tarde y lo acompañaba una mujer, ¡uuuggghhh! ¡que rabia!, se me cayeron las lagrimas pues yo le tenía una sorpresa, me dormí sollozando abrazada a mi osito de peluche, pero antes me asomé a la ventana para ver si había alguna nubecita blanca, afortunadamente había varias nubes que lucían límpidas, puras y blancas, así que le pedí a mamá que me ayudara a conservar a papá solo para mí.

Cuando cumplí los doce años, papá me llevo a cenar y terminamos comiendo helados en el centro de comidas del mall, pasamos por una tienda de ropa interior para damas y le pedí a papá que me comprara bragas nuevas como las de los maniquíes en muestra en vitrina, papá un poco reticente accedió y terminamos comprando una serie de indumentos íntimos, al final él estaba tan excitado como yo al ver todas esas prendas tan refinadas y elegantes.

Llegando a casa le pedí a papá que no se fuera a acostar, que quería su parecer sobre las nuevas bragas y los nuevos sujetadores, también me había comprado dos ligueros y medias negras, así que mientras el se iba a la cocina a prepararse un café, me dijo que me cambiara y que vendría a mi cuarto a verme, yo estaba tan contenta y excitada que me fui corriendo a mi cuartos con las bolsas de compras, rápidamente me desnude y me calcé los nuevos indumentos, por alguna extraña razón, mi almejita estaba muy caliente e hinchada, no me dolía nada, al contrario, sentía cosas placenteras, no pude evitar meterme un dedito como hacía papá.

Papa entró a mi cuarto con una tacita de café en sus manos, su expresión jamás la olvidaré, su boca abierta tanto como sus ojos y no le salía el habla, balbuceaba como un bebé, me hizo sentir ternura por él y quería que me tomara y lamiera mis tetitas, quería sentir sus dedos en mi vagina, ‒ papá me encuentras linda ‒ le pregunté con mis manos en mis caderas ‒ ¡dios mío nenita! … como has crecido … si me parece ver a tu madre … ella era tan bella como tú ‒ me dijo papá haciéndome voltear para mirar mis nalgas desnudas, pues la parte posterior del tanga era nada más que un hilo que se perdía entre mis redonditos cachetes, me sentí muy orgullosa de que papá viera en mi a mi madre.

Papá se sentó en mi cama y subiendo mi sostén hacía arriba, dejó mis pequeños senos expuestos, sus dos manos estaban en mis glúteos, me besaba y mordisqueaba mis pezones, con mi rodilla yo toque su protuberancia y el me miró a los ojos ‒ ¿quieres ver como me pongo cuando te veo? ‒ me preguntó, yo me mordí mi labio inferior e hice un movimiento afirmativo con mi cabeza, papá se levanto y bajo sus pantalones y bóxers hasta sus tobillos, luego volvió a sentarse, instintivamente mi mano aferró esa cosa caliente y dura de papá, por fin mis manos tocaban un pene y estaba contenta que fuese la verga de papá.

Sentía curiosidad de verla de cerca, así que me arrodillé y me encontré con una polla gruesa como mi antebrazo y muy larga, ya que mis manitos no alcanzaban a cubrirla hasta el tope, quizás si hubiese tenido cuatro manitos pudieran haber sido suficiente para cubrirla toda, además, era muy desproporcionada para que mi mano pudiera completar su contorno, demasiado gruesa para mis manos de adolescente, a pesar de todo sus dimensiones me subyugaban, no me atemorizaban para nada.

Mi padre no tuvo que decirme nada, lo miré a los ojos y mientras lo hacía, mis labios besaron esa cabezota ancha de su cosa grande, luego él puso su mano en mi cabeza y yo engullí parte de su polla, mi boca estaba plena de ese sabor salino exquisito, me gusto de inmediato el sabor de mí padre, ahora estaba entendiendo también porque a él le gustaba tanto el sabor de mi vagina, pero ahora mí acción principal estaba en gozar de su miembro y hacer gozar a papá, él me había hecho gozar tantas veces y ahora me tocaba a mi retribuir sus exquisitas atenciones para conmigo.

El pene de papá estaba durísimo, yo lo mojaba con mi lengua y jugaba con esa especie de funda que cubría su cabezota cada vez que movía mis manos hacía arriba y hacía abajo, papá permanecía sentado en mi cama con su vientre hundido y sus manos que acariciaban mis cabellos, a momentos empujaba mi cabeza más al fondo y su miembro me producía arcadas, pero no me desagradaba, trataba de controlar mi garganta para que eso no sucediera.

Papá se recostó en mi cama y me llevó con él, me hizo girar en modo que él me chupaba mi concha, mientras yo continuaba a lamer su verga, me parecía aún más delicioso, jamás había estado con mi padre en mi cama, estaba orgullosísima de estar con él casi como una mujer y lo que más deseaba es que me prendiera, que hiciera florecer mi flor escondida, papá finalmente me quitó las pequeñas bragas y sus labios se unieron a mis labios vaginales en un beso que me hizo estremecer, sentía la palpitación de su pene en mi boca y esos temblorcillos que atacaban mis muslos haciéndome tiritar con escalofríos enloquecedores.

La lengua de papá recorría todos los vericuetos de mi chocho ardoroso y me hacía mover mis caderas en forma lujuriosa, yo estaba concentrada sintiendo esos nuevos sabores de su verga de donde emergían gotitas de su líquido masculino, mi cabeza se movía arriba y abajo rápidamente, no se como sucedió pero esas gotitas se transformaron así sin previo aviso en chorritos, yo movía mi boca para atraparlos todos, pero era mucho para mi pequeña boca y algo escurrió por la comisura de mis labios, terminando en su vello púbico, era blanquecino y espeso, recogí todo con mi lengua, no podía dejar que eso tan maravilloso de papá se perdiera.

Papá mientras emanaba su líquido en mi boca, no cesaba de mover su lengua en lo profundo de mi cosita, me hizo temblar al momento de atrapar mi clítoris y centrar sus lamidas sobre eso, primera vez que me hacía gritar ‒ ¡ooohhh! papi … que rico que me chupas … ¡aaahhh! ¡ssiii! … papito rico … ‒ me hizo corcovear como un animalito encima de su rostro refregando mi chuchita minúscula en su cara, un orgasmo fabuloso recorrió todo mi cuerpo y también refregué mi rostro con su pija que se había ablandada bastante.

Me sentía maravillosamente bien, nunca hasta ahora había tocado la pija de papá, ni menos lo que después supe era su semen, papá me hizo acostar a su lado y me abrazo dulcemente, nos encontrábamos dándonos tanto amor y ternura, me apasionaba estar así con mi padre, me hacía sentir protegida, me hacía sentir que yo le pertenecía tanto como él a mí, mi padre era completamente mío y yo dichosa de que fuera así, estábamos en una nueva etapa, yo había aprendido a dar sexo oral y por meses lo hicimos así, a veces él me buscaba y otras yo me arrodillaba ante él para beber su lechita tibia, siempre papá me regalaba uno o más orgasmos esplendorosos.

Un día mientras esperaba a papá vestida con los atuendos que se que a él le gustaban, noté que él había bebido, se estaba comportando un poco brusco, lo que a mi no me disgustaba, me senté en sus piernas y mientras el me besaba yo acariciaba su pecho viril de hombre con pelo en pecho, de siempre papá ha tenido muchos bellos en sus pectorales y vientre, a mi me han fascinado desde pequeña, cuando me hacían cosquilla en mi piel, papá me metió dos dedos en mi panocha mojada de excitación, en pocos días cumpliría trece años y yo esperaba ser su mujer de verdad, ya sabía muchas cosas y esperaba que me eligiera como su mujer.

‒ ¿Te gusta, papá? ‒ le pregunté gimiendo aturdida de placer, él me tenía con los muslos separados, lamiendo mis pezones erectos y dos de sus gruesos dedos bañados en mis fluidos ‒ vamos a mi cama, nenita … ahora te enseñaré algunas cosas nuevas … estas muy linda ‒ mientras me decía eso, me tomó en sus brazos, me beso en los labios y nos fuimos a su dormitorio … ¡su dormitorio!, jamás me había llevado a su dormitorio, me sentía casi como una esposa, al fin papá tomaría los brotes de mi florecido capullo.

Delicadamente me depositó sobre el lecho matrimonial, se desvistió completamente, tampoco nunca había visto a papá totalmente desnudo, su polla dura como palo se mantenía erecta como el mástil de una embarcación, quería engullirla ya, pero papá mantuvo su peso sobre mí y me daba unos besos exquisitos, su lengua sabía de licor dulce y me parecía una droga intoxicante, mí frágil cuerpo de adolescente estaba en estrecho contacto con el cuerpo de papá, sintiendo los latidos de su corazón en mi piel que ardía de pasión con la fuerza de su labios y su lengua en combate con mi lengua.

Sus hábiles dedos jugaban con mi coño, todas sus caricias me encendían como hembra y así apasionadamente abrazados como amantes, sentía su torso presionando mis incipientes senos y mis pezones erectos pulsaban contra sus pectorales, su peso me tenía casi inmovilizada y yo solo atinaba a estirar mis manos tratando de coger su verga, finalmente la agarré con la punta de mis dedos y poco a poco me apoderé de ella, comencé a mover su funda felpada de piel a todo el largo de su pija caliente y palpitante, emanaba una energía y una calidez que se transmitía a través de mis venas hasta mi chochito que se estremecía con escalofríos de exquisito placer.

− Te gusta esto y quieres más … ¿verdad cariño? – me preguntó papá besando mi cuello y lóbulo − ¡oh! Papito … sí, dame más besitos … quiero que me des más, papito – le respondí apretándome más a él, realmente estaba disfrutando de sus dedos moviéndose en mí conchita impúber, mis estrechas carnecitas envolvían sus dedos y se bañaban con inagotables fluidos, rápidamente sus hábiles dedos deshicieron el apertura de mi sujetador y me encontré solo con mi liguero y medias, con sus rodillas abrió mis piernas y mis gemidos aumentaron en intensidad, me aprontaba a recibir lo que más ansiaba en ese momento, la verga de papá.

Miré su pene que brillaba con gotitas perladas, papá espalmó esas gotitas en todo su miembro mientras no quitaba la vista de mi pequeña conchita virgen, instintivamente abrí más mis rodillas, papá me miró y sonrió en modo dulce y encantador, yo subyugada con su verga magnifica, abrí con mis deditos mis labios mayores, dejando expuesto el capullo de mi clítoris erguido y el apretado boquete de mi chocho.

Papá me miraba intensamente, como en un trance, lograba trasmitir algo muy rico a las maripositas de mi barriga, con su pene en mano, lo refregaba de arriba abajo en la rajita de mi sexo, cuando tocaba mi clítoris hacía que mi espalda se encorvara y pequeños chillidos escapaban de mi garganta, luego hizo presión en mi canal vaginal, yo abría mis piernas y él empujaba su verga, el esfuerzo mancomunado dio sus frutos, con un grito estridente y un apriete de mis muslos, sentí que su pene duro traspaso la abertura de mi panochita, volví a abrir más mis piernas cuando la presión de su miembro en mis rosadas paredes vaginales, se hizo más soportable.

Papá no quería hacerme daño, así que se mantuvo casi inmóvil por largo rato, solo con el peso de su cuerpo la penetración continuaba inexorablemente, luego de un tiempo que me pareció una eternidad, sentí que su verga finalmente toco fondo, afortunadamente el dolor era mínimo, él inició un mete-saca muy suave, yo sentía como mis delicados pliegues se ceñían a su verga, quería volver a sentir ese cosquilleo hasta alcanzar mi propio placer, papá puso sus manos en mi estrecha cintura y comenzó a dármelo todo, ya mi himen no existía, mi primera verga había colmado plenamente mi fecunda conchita y se aprontaba a llenarme de su lechita tibia, papá levantó mis piernas hasta que mis rodillas casi tocaban mi rostro, yo gemía y enterraba mis uñas en su piel, él me hacía gozar, me acurruqué debajo de él, mi cara enterrada en su pecho, rápidamente él comenzó un furioso pistoneo a mi chuchita, era tan rápido que no podía seguir sus movimientos, me parecía como estar en un sueño con papá dándomelo todo enérgicamente, casi ahogándome en gemidos grité – así papito … más … quiero más … dámelo más fuerte … quiero que me llenes, papito hermoso … dámelo papá … lo quiero todo … ssiii … − me corrí como una loca corcoveando debajo de él.

Papá me cogía con todas sus fuerzas, mi coño absorbía sus embates violentos y mi orgasmo se prolongaba sin final, él gruñendo y balbuceando incoherentemente palabras entrecortadas, explotó dentro de mi concha, pasé mis piernas sobre sus glúteos y me lo tiré todo dentro – que rico que me coges, papito … que rico me haces sentir – lo había arañado sin querer dentro de mi convulsionado orgasmo y todavía mi vientre sentía ese calor y algunos temblorcillos placenteros, mi primera relación sexual plena la había consumado con mi hermoso y viril papá, su pene todavía palpitaba dentro de mi chochito y mi corazón latía al ritmo del pulso que me transmitía su miembro en lo profundo de mi ser, con pesadumbre sentí que su pene se deslizó fuera de mi conchita que le lanzaba mordisquitos para no dejarlo ir.

Nos quedamos el uno al lado del otro besándonos y acariciándonos apasionadamente nuestros cuerpos desnudos, con un poco de angustia me toqué mi chochito vacío, pero con regocijo sentí que mi sexo emanaba el semen de papá, estaba muy contenta de haber copulado con papá, ser su hembra, su mujer, su esposa, papá es mi dueño, le pertenezco en cuerpo y alma, el me ha dado todo y yo dependo de él, mi mano aferró su miembro flácido y estruje su suave piel sintiendo que algunas gotitas salían de su cabezota, besando sus pectorales, vientre y siguiendo hacía abajo, apoye mi mejilla en sus vellos púbicos y me dedique a admirar esa verga majestuosa y de piel rugosa que poco instantes atrás ocupaba todo mi sexo, mi lengua se fue solita a acariciar ese glande lustroso y también a escarbar en ese orificio pequeñísimo en su punta, el sabor de papá es inconfundible, me deleité a absorber todo los que pude de su semen exquisito.

Papá acariciaba mis cabellos mientras yo lamía y toqueteaba su pene, sus huevos, sus muslos, papá gemía y abría sus piernas para darme mejor acceso a su miembro, sentí que su verga comenzaba a endurecerse una vez más y las cosquillitas en mi concha también me hacían apretar mis muslos y con una mano toqué mis labios hinchados y mojados – hazme el amor, papá … quiero sentirte dentro de mí, papito … − le dije mirando hacía arriba buscando su ojos, papá se enderezó y miro su pene entre mis tetas y me tomó un hombro, tirándome suavemente hacía arriba, me besó con suavidad y dulzura, luego sentí como abría mis nalgas hasta alcanzar mi conchita y sentir con su dedos la humedad de mi coño, me separó las piernas y luego me deslizo lentamente hacia abajo empalándome despacito en su verga ya tiesa, me hizo gemir a alta voz y la presión de su polla en mi boquete vaginal, casi me hizo acabar instantáneamente.

Mi padre-amante sintió la estrechez de mi coño que daba la bienvenida a su polla, aprisionándola en los pliegues elásticos de ese túnel de amor, toda su longitud entraba y salía de mi conchita, la vibración de los embates de papá hacía estremecer a mi clítoris, papá me daba el mejor sexo de mi vida, mi cuerpo respondía con convulsiones y espasmos de placer, cuando mi orgasmo recorrió mi cuerpo, mis piernas se enrollaron en torno a sus piernas para sentir todo su pene pulsando dentro de mí, como loca le mordía su cuello y arañaba su espalda, papá giró su rostro y aplacó mis gritos sellando mis labios con los suyos, el pene de papá lo sentía que giraba dentro de mi vientre estimulando todas mis paredes vaginales, lo apreté contra mis pequeños e incipientes senos y me corrí una vez más, ola tras ola mi orgasmo me hacía refregar contra el cuerpo de mi padre, respiraba afanosamente tratando de recuperarme de este fabuloso placer, mientras mi mente buscaba de permanecer consciente.

− ¿Estás bien nenita? … − papá sonreía en forma picara mirándome a los ojos, viendo como todavía no lograba superar el aturdimiento de mi esplendido orgasmo, movía mi cabeza de lado a lado, mis manos estaban crispadas, como así también los dedos de mis pies, sus manos estaban sobre mis nalgas y se sentían muy ricas acariciando mi piel − ¿dejaras de ver a esa zorra con la que saliste ayer? – le pregunte con los ojos cerrados y abrazándolo tiernamente – ¿a quién te refieres? – preguntó él – a esa rubia teñida con la que saliste ayer, papá … no te hagas … − le dije denotando un poco de fastidio en mi respuesta − ¿es eso lo que quieres? … ¿estas sintiendo celos, nenita? – me dijo levantándome con sus poderosos brazos para mirar mí rostro – papi … tú no necesitas a nadie … me tienes a mí … sabes que haría cualquier cosa por ti – le dije fijándolo con mis ojos de enamorada – además de tu hija … soy tu amante, querido papá … lo tienes todo conmigo … ¿Qué más quieres? … − le dije mientras coquetamente me incliné a mordisquear sus labios – tienes razón, nenita … con lo que me has dado hoy, no necesito más nada … solo a ti – dijo estrechándome en sus brazos.

Como dije al inicio, tengo 25 años y mi padre actualmente tiene 45, es un apuesto hombre adulto que demuestra muchos años menos, me ha regalado los mejores años desde mi infancia, hace muchos años nos transferimos al extranjero y la gente que hoy en día conocemos, siempre nos ha relacionado como pareja, no tenemos vínculos familiares en nuestro país de origen y funcionamos como un matrimonio común y corriente, solo en la soledad de nuestro lecho y en las apasionadas noches que compartimos, yo lo llamo “papito”, a sabiendas que eso es lo que es, pero también es mi amante y me he acostumbrado a llamarlo “cariño” y “amorcito mío”, cuando hay otras personas que se admiran y regocijan con nuestro intenso amor de pareja, jamás he pensado mi vida en modo diverso de lo que he vivido hasta hoy, soy feliz y mi padre también lo es.