Capítulo 2

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Un incesto diferente II

Después de lo sucedido Con mi tía Imelda y de masturbarme con mi consolador, nuestro padre me dejó ir con mi hermana, Sandra, de vacaciones con unos parientes a Hermosillo, mi hermana Sandra es menor que Yo por 2 años, es morena, con un cuerpo apenas en desarrollo, todavía lo tiene de niña.

Nos llevábamos muy bien, nos contábamos todo, incluso le conté lo sucedido en el cine con la tía Imelda, a partir de ese día ella me hacia preguntas sobre sexo, le llegue a mostrar mi consolador y le enseñe a masturbarse, recuerdo la primera vez que lo hizo.

Esa noche nuestros padres salieron, era muy raro que nos dejaran solas, así que después de cenar, nos dirigimos a mi cuarto, me desnude por completo, Sandra no dejaba de mirarme, comencé a pellizcarme los pezones, hasta que estos se pararon, luego seguí hasta tocar mi panocha, estaba húmeda y metí un dedo, así estuve un rato, de pronto se me ocurrió una idea, – Sandra, pásame la caja que estas bajo la cama-, ella lo hizo sin preguntar y cuando me la dio, saque el consolador, abrió los ojos, luego me recosté en la cama y abrí las piernas, dejando mi panocha a su vista, -metemelo, por favor-, le dije, -pero esta muy grande, te vas a lastimar-, me respondió.

Por toda respuesta la tome de la mano y la puse sobre mi panocha, la cual esta superhumeda, -no te preocupes-, ella tomo el consolador, le enseñe a ponerle el condón era el ultimo que me había dado a guardar mi prima, luego se coloco entre mis piernas y puso el consolador en mi panocha, empuje la cintura hacia arriba, metiendome un trozo, luego Sandra logra meterlo todo, comenzando un mete y saca que me hace gritar de gusto, – Aaaggggghhhhh uuuuuhhhhmmmmm, asiiiiiiiiiii, no te detengas-, le decía gritando como loca, ella por su parte lo hace mas rápido mientras Yo muevo las caderas y pellizco mis pezones, siento que me muero, por fin tengo mi orgasmo y me quedo quieta con el consolador dentro.

Cuando recupero el aliento Sandra me dice sorprendida, -estas bien-, le contesto que estoy mejor que nunca, -quieres probar-, -no eso me partiría en dos, es muy grande para mi- me responde-, -no te lo meteré, solo te enseñare a masturbarte- y sin darle tiempo de responder, tome su vestido por abajo y se lo quite, Sandra quedo en corpiño y pantaleta, la acosté en mi cama y le quite el corpiño, metí mis manos en su pantaleta, de algodón con florecitas, y se la quite, tenia su panochita libre de pelitos, le tome su mano y se la pase por sus pezones, Sandra cerro sus ojos y se dejaba llevar, pronto se le pararon, luego baje su mano por su vientre hasta llegar a su panochita, hice que se sobara el clítoris y se metiera un dedo. Pronto ella lo estaba haciendo sola, así que me senté a su lado observándola, ella gemía, -aaaaaaghhhh, mmmmmmm-, yo por mi parte también me masturbaba, las dos gemíamos sin importarnos que nuestra hermana menor se diera cuenta de lo que hacíamos, era un concierto, -quee ricooooo es estooooo-, ella decía, nos corrimos juntas. Yo quise comerme esa panochita, hacerle sentir lo que mi tía me había hecho sentir a mi, pero en ese momento escuchamos la puerta, eran nuestros padres que habían vuelto, ella se puso su vestido y salió corriendo a su cuarto, yo por mi parte me hice la dormida. Cuando escuche que mis padres entraron a su cuarto, tome la pantaleta de mi hermana y la olí, así me quede dormida.

Al día siguiente, mientras desayunábamos, nuestro padre nos dijo que tenia que hablar con nosotras dos, yo creí que mi pequeña hermanita nos había delatado, nos pusimos nerviosas, el dijo-he pensado mandarla un tiempo a casa de sus tíos a hermosillo, eso como premio de sus buenas calificaciones-, el escuchar eso nos devolvió el alma al cuerpo, nos alegramos y corrimos a preparar las maletas.

En la tarde nos llevaron a la central de autobuses y nos subieron a uno, el cual estaba casi vació, nos sentamos en la ultima fila, cerca del baño, Sandra se mareaba muy fácil cuando viajábamos, el autobús comenzó andar y pronto la ciudad quedo atrás. Sandra iba mirando el paisaje, los de mas pasajeros estaban en sus propios asuntos, Yo estaba caliente todavía por lo de la noche anterior, así que se me ocurrió una idea.

Me acerque mas a mi hermana y puse mi mano sobre su pierna, Sandra se sorprendió al notar los dedos explorando sus piernas.

La primera reacción de Sandra fue la de retirar mi mano de su pierna, le susurre al oído, -no te preocupes, nadie nos ve, nuestros asientos quedaban casi ocultos-, me miro directamente a los ojos, estaba a punto de decirme algo, cuando mi mano llego a su pantaleta.

Dio un respingo, en ese momento supo que no era buena idea negarse. La mire a sus ojos, brillaba el deseo. Mis dedos le masajeaban la panocha con delicadeza aunque con insistencia.

Sus labios estaban húmedos. Seguro que la excitaba mi forma de hacerlo. -Por favor… -, Fue casi un susurro, mientras que cerraba sus piernas lo más que podía de poco servía, pues mi mano estaba bien enterrada en su panocha, mis dedos frotaban una y otra vez su clítoris a través de la pantaleta.

Su vulva, comenzó a hincharse, como cuando se masturbaba. Me miró furtivamente, Yo parecía ajena a todo lo que mi mano hacía, mirando hacia otro lado.

Pero mis dedos seguían el ritmo que habían iniciado.

La sensación de calor empezó a hacerse más fuerte, ya no podía negarlo: estaba excitándose, y de una forma que nunca antes había experimentado. Desesperada se movió, sus piernas se abrieron más.

No se dio cuenta de que las tenía completamente separadas, mi mano insidiosa obraba con total libertad.

Miró a su alrededor. La mayoría dormitaba, el resto no miraba ni remotamente en nuestra dirección, solo rostros aburridos.

Comprendió que no había de que preocuparse, y dejó que mis dedos de fuego siguieran frotando su pantaleta, mojada ya por sus propios fluidos.

Sandra empezó a mover la cintura adelante y atrás, muy suavemente. Por un momento empezó a gustarle aquella situación, le gustaría venirse bajo la masturbación a la que la sometía. Su excitación era demasiado intensa. Nada importaba, solo seguir sintiendo mis dedos en su gruta.

Siguió moviendo su cintura. La mire por un breve instante. Una fugaz sonrisa de comprensión apareció en sus labios, luego volvió a hacerse la desinteresada, aunque la intensidad y rapidez de los movimientos de su cintura aumentó.

Sandra pasó de una reacción inicial de rechazo a una aceptación y atrevimiento total, mientras mis dedos se movían sobre su panocha.

De repente hizo algo que me sorprendió, llevo sus manos a la cintura y alzando su falda tiro hacia abajo su pantaleta, la tenia ahora en las rodillas, rápidamente se la bajo hasta los tobillos acabando por quitársela, metió en su bolso y se sentó.

Nadie se había percatado de lo que había hecho, Nadie excepto Yo, por supuesto, que sorprendida, contemple de reojo la operación.

Sandra abrió las piernas, invitándome a proseguir el juego. No la hice esperar, mis dedos ahora empezaron a hurgar en su interior, mojándose a medida que la frotación continuaba. Emitió un suspiro inaudible, empezando a moverse de nuevo.

Aquello era el delirio. Nunca había imaginado que pudiera ocurrir algo así, pero ahora no quería que acabase nunca. Se movía cada vez más rápido, como mis deditos juguetones, que pasaron a moverse de forma circular, rápidamente, con los movimientos exactos que la propia Sandra utilizaba para llegar al éxtasis cuando se masturbo.

El orgasmo no se hizo esperar, llego en lentas oleadas de placer intenso, húmedo y caliente al mismo tiempo. Empezó a temblar de gusto.

Muy pronto se derramo sobre mi mano tan cachonda que apenas podía controlarse. Mordiéndose los labios para no gritar de placer, apretando entre sus puños su falda, se vino como nunca en su vida lo había hecho.

Sintió el orgasmo empezando en su vagina y expandiéndose por todo su cuerpo.

Otro gemido involuntario que no pudo impedir escapó de su garganta en el momento en que pequeños chorritos de flujo vaginal escapaban de panocha, dejando bañados mis dedos que se movían velozmente sobre su jugosa fruta.

Casi perdió el conocimiento por el intenso placer.

Poco a poco se fue relajando, mis dedos aflojaron la presión, hasta separarse definitivamente de ella.

Entre suspiros, limpie mis dedos en un pañuelo mientras me relamía los labios ante lo que había provocado en ella.

Nos miramos, ahora tranquilas.

Una mirada de comprensión, de agradecimiento mutuo. Sandra me dio las gracias y un beso en la boca, que me calentó mas, mis pezones se marcaban en mi blusa, me dolían por la caliente que estaba, mi pantaleta estaba muy húmeda, Sandra quiso hacerme lo mismo pero le dije que ya tendríamos tiempo.

Yo traía puesto un pantalón, además quería comerme esa panochita y que ella hiciera lo mismo, mientras olía el pañuelo con sus jugos. Nos quedamos dormidas hasta que llegamos a Hermosillo.

Cuando llegamos a Hermosillo nos estaba esperando nuestros tíos, después de los saludos de rigor nos dirigimos su casa, durante el trayecto nos preguntaron que si como había estado el viaje, Sandra y Yo nos volteemos a ver y nos sonreímos, fue una sonrisa de complicidad.

Cuando llegamos a la casa, nos enseñaron el cuarto que nos habían preparado, el cual era amplio y quedaba algo retirado de las demás habitaciones, nuestro tío no dijo –disculpen esta muy retirado, pero creo que se la pasaran mas cómodamente, además tiene baño propio-, claro que ha nosotras nos encanto, luego nos dejaron sola para que pudiéramos descansar.

Sandra dijo que le gustaría bañarse primero, mientras ella lo hacia Yo acomode la ropa, cuando termine me dirigí al baño, justo cuando entré ella salía de la ducha y se secaba con una toalla blanca.

Me saludo con picardía y me quedé pasmada al verla tan de sensual, solo envuelta en esa toalla.

Mientras se secaba me dejó ver sus bellísimos pezones parados, su cabello mojado le caía sobre los hombros y jugaba con la toalla para no dejarme ver mucho.

-¿Te gusto? -me preguntó.

-Estás buenísima -no pude contenerme en responderle y me acerqué decidida a todo.

-¿Te provocó? -insistió.

-A que te beso -le respondí y la tomé por los cabellos como para besarla.

Fue entonces cuando mis instintos me dominaron. La tenía tomada por lo cabellos por lo que la bese justo en la boca. Ella no opuso resistencia, se me entregó en un beso apasionado.

Nuestras lenguas se entrelazaron descubriendo cada rincón de nuestras bocas.

Seguí por su cuello hasta llegar a sus senos. Olía divino, sabía a pasta dental y respiraba entrecortado.

Así nos recostamos en la cama y ya encima de ella besé sus pezones deliciosos. Sé que Sandra estaba tan excitada como yo.

Se me salió el instinto lésbico y con mis uñas la rasguñé suavecito por el vientre.

Ella me abrazó duro y me besaba locamente, nos empezamos a acariciar con lujuria y a saborearnos todo. ¡Qué senos más ricos, cabía casi todo y mi boca se daba un manjar que no quería abandonar!

Ella estaba entregada. disfrutándome, chupaba mis senos, metía sus manos bajo mi pantalón buscando mis nalgas. Me desvestí en dos movimientos, nadie impediría experimentar esa fantasía que tanto me rondaba por la cabeza. no aguante más y me fui a chupar esos labios que empezaban a destilar ese flujo rico donde flotaba su clítoris hinchado.

Por pura inercia nos envolvíamos en un 69 fantástico. Le metí la lengua suavecito hasta el fondo. Con mis dedos le abrí la concha y le pasaba la lengua por esos lugares que la hacen a una gemir de puro placer, Yo como mujer sabía bien dónde y como la haría venir.

Mis toques delicados y certeros la hacían contonearse de placer a la vez que intentaba darme batalla metiendo dos dedos en la panocha con firmeza y ritmo, eso fue riquísimo. Así estuvimos cambiando de posiciones, la puse de espaldas y chupe sus nalgas, clavé mi lengua justo en su ano, mientras le saboreaba su panocha caliente.

Sandra aullaba de placer, -aaaaaugggggg, queeeeee ricoooooo, sigueeeee, no te detengasssssss hermanita, me matas-, mientras Yo seguía gozando de sus dedos en mi panocha.

Seguimos experimentando poses, caricias, mordidas y besos, hasta que nuestros sexos se pegaron uno contra el otro con las piernas entrecruzadas, moviéndonos como locas, presionando con fuerza.

Subíamos y bajábamos ya gritando de placer para terminar en un éxtasis orgásmico que duró casi un minuto entero.

Así quedamos abrazadas una con la otra, por un rato no hablamos nada, luego Sandra me dijo que le había parecido increíble lo que había sentido. Yo le confesé que así también había sido mi primera vez, y que además estaba dispuesta a hacerlo con ella las veces que quisiera y sin ningún tipo de rollos ni prejuicios, además de seguir siendo su hermana y amiga.

No vestimos, y fuimos a cenar, esperábamos que alguien no digiera algo, que a lo mejor nos hubieran escuchado, pero le cena transcurrió normal, con excepción de que nuestra prima no estaba en casa, se había quedado a dormir con una amiga. Nos despedimos u nos fuimos de nuevo a nuestro cuarto, vimos un poco la televisión.

Le dije a Sandra que ahora me tocaba a mi darme un baño, que falta me hacia, me dijo que si quería me acompañaba con una sonrisa picara, nos desvestimos y después comenzamos a besarnos y terminamos haciendo el amor otra vez pero ahora en el baño, bajo el agua tibia, tocando nuestros clítoris con la intensidad exacta para venirnos juntas en el suelo, llorando de placer y restregando nuestros cuerpos húmedos uno contra el otro en busca de más placer, cosa que no fue difícil porque la tercera venida fue la mejor de todas.

Por fin nos acostamos y nos quedamos dormidas, seguras que esas vacaciones gozaríamos mas, además todavía no habíamos visto a mi prima, por cierto es la que medio a guardar los condones, así que ya se imaginaran cuanto deseo tenia de verla.

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