Amante madura

Primero me permitiré presentarme, soy alto y como buen mexicano soy moreno, ojos cafés claros, pelo quebrado del tipo fornido, pero sin llegar a estar gordo, 1.80 m., mi pene mide 17 cm, grueso y de grandes venas y tiene una peculiaridad especial esta curveado aparte de que es más moreno que mi cuerpo casi negro (el curveado y el color contrario a lo que pudiera pensarse les encanta a todas las mujeres con las que follado), y mis compañeras de trabajo dicen que soy bastante atractivo, sin embargo mi interés es sólo por las maduritas ya que las considero las mejores amantes.

Trabajo en un lugar donde desarrollamos nuevos materiales en la ciudad de Cuernavaca, México, ya que soy químico.

Hace como un mes aproximadamente entró a trabajar una nueva compañera de edad madura, calculo yo que como 40 años, grandes tetas que resaltan debido al escote que utiliza en sus vestidos pegados, cintura estrecha y un gran culo así como unas grandiosas piernas torneadas que llaman la atención cuando camina enfundadas siempre en unas medias, su única función en el trabajo es sacar copias a toda clase de documentos de los que trabajamos en y que requerimos constantemente. Fue así cuando la conocí, y desde el primer día le di la bienvenida:

-Hola, eres nueva ¿verdad?,

– Sí, así es, la chica encargada se casó y renunció, mi nombre es Norma,

-El mío es Adrián contesté a la vez que le daba un ligero apretón a su mano, mientras pensaba qué tremenda mujer acaba de llegar.

Desde que llegó no hubo día que no requiriera de sus servicios de copias, charlábamos unos breves momentos, me hablaba de sus hijos, de la monotonía de su vida etc., siempre ella sacaba mis copias volteada a mí mientras yo me deleitaba con sus formas pensando en ese soberbio culito y lo que podría hacer si fuera mío.

Un viernes casi como al mes siguiente de su llegada cuando requerí de su servicio de copias del día, ella portaba un vestido pegado blanco que aunque largo permitían visualizar su figura y sobre todo denotaban su ropa interior que me puso en ese instante mi polla de a millón.

En ese momento sin querer tiré unos papeles que inmediatamente levantó a recoger al igual que yo, pero quedando su trasero casi enfrente de mi cara, gran dios qué soberbio trasero tenía enfrente de mí, podía ver sus bragas color negro tras su vestido blanco, no pude evitarlo y me empalmé inmediatamente mientras mi lengua pasaba por mis labios una y otra vez, ella volteó y se dio cuenta de este detalle.

-Me traes ganas ¿verdad?,

– Sí lo siento no puedo evitarlo, discúlpame que te lo diga pero eres una soberbia mujer, pero si te molesta que te vea así créeme que nunca volveré a sacar copias contigo, ni vendré a saludarte (tenía que jugarme el todo por el todo), ella se quedó pensando un momento parece ser que mi gesto de caballerosidad le agradó y dijo:

– Mmmmmh, -sabes mañana sábado mi esposo y mis hijos van a salir a visitar a mis suegros, – por qué no me visitas, te espero a las 10, eso sí te pido que lo hagas con mucha discreción.

– Ok ahí estaré conteste un poco nervioso, y no te preocupes nunca busco dar problemas a una dama.

Esa noche no salí de mi casa a dar la vuelta y me fui a dormir temprano, pensando en el bomboncito que me comería y del tratamiento especial que le daría, aunque todavía tenía mis dudas ya que no sabía si Norma se arrepentiría en él ultimo momento, pero había que correr el riesgo.

Ese día llego así que decidido y tomando todas las preocupaciones posibles, toqué a su puerta. Ella me recibió con unos pantaloncitos cortos, y una blusa con un tremendo escote que mostraba sus tetas claramente, Norma me jaló hacia dentro, y en la sala tomándome por el pantalón me bajó el cierre y sacó mi pene, entonces notó mi peculiaridad aparte de que estoy totalmente rasurado ya que me encanta que me succionen las bolas y para evitar que les de asco los pelitos, los he cortado.

-Ahhh, vaya, vaya, qué tenemos aquí, empezó a masturbarme, luego lo acarició con su boca, dándole lengua desde las bolas hasta el glande, era notorio que era una gran mamadora y dijo: «vámonos al cuarto, aquí nos pueden ver por las ventanas».

En el cuarto no perdí tiempo, me abalancé sobre ella dándonos la lengua, probando su saliva, enroscándose nuestras lenguas una y otra vez, mientras mis manos acariciaban sus nalgas por encima de sus pantaloncitos, sintiendo mis manos la marca de sus braguitas blancas, me quité mi playera y empecé a desnudarla, cuando le quité la blusa de tan excitado que estaba le rompí el brassier pero no me importó, sólo quería mamarle esos blancos senos y esos pezoncitos parados y grandes, primero succioné uno y luego me dediqué al otro, estaban durísimos, los mordisqueé un poco a la vez que alternaba con unas pequeñas lamidas llenas de mi saliva, mientras ella seguía acariciándome el pene y las bolas gimiendo de placer.

Luego le saqué el pantalón y quedó en bragas, me quité el jean y le puse mi boca en su pene, ella empezó a mamar fue una de las mamadas más maravillosas que me han dado de mi vida, mientras yo le decía: «succióname las bolas mamita me encanta que las chupen»,

-Ahhh con cuidado preciosa no tan duro, – ahhhh, cuando sentía que me venía la paré la abrí de piernas, le quité los calzones a la vez que los aspiraba y les pasaba mi lengua, era un rico olor a hembra, y ese sabor saladito, terminando de hacer esto la besé en la boca para que ella también probara de sus jugos, luego alcé sus piernas y poniéndolas en mis hombros la penetré, sin preguntarle nada- cuando sentía que venía, paré un momento, puse sus manos en mí y la cargué con mi polla dentro de su concha, la apoyé en la pared y empecé a embestirla salvajemente.

-Ahhh qué rico cabrón sigue. – Ahhhh dónde aprendiste a tratar así a las mujeres decía, -ahhhh qué rico cabrón sácame los jugos, bastaron unas cinco embestidas para venirme en su conchita mientras la volvía a depositar en la cama , por fin tenía esa jugosa panocha llena de mi leche, le acaricié el coño, se lo empecé a lamer mientras le metía dos dedos, al tiempo que ligeramente le mordía su clítoris el cual era bastante gordo y grande que parecía iba a explotar, mientras seguía mamándosela mi pene volvía a la carga, entonces masturbé un poco mi pene y la volví a penetrar de a cucharita, yo estaba tan excitado que más rápido la embestía; ella gritaba y gemía de placer como una loca, cuando sentía que me venia me detenía de súbito quedando pegados por un breve momento hasta que volvía a la carga, por lo cual ella gritaba más duro de placer, entonces me vine en su coño, cuando se la saqué empecé a rozarle el pene por todo el cuerpo hasta la boca, luego nos pusimos en posición de 69, yo tenía aquel coño chorreando de leche y jugos que me volvían loco y ella mientras tanto me lamía los restos de semen que había en mi pene.

– Qué rico papi me has dado la mejor cogida de mi vida, – ahhh qué rico tu pene chueco decía mientras lamía mis restos.

Yo mientras tanto escupía su culito para ensalivarlo mientras mi lengua lo perforaba una y otra vez, la volvía tomar la puse en cuatro patas, y me dispuse a penetrarla por atrás, Dios qué culito, imaginen mi pene curveado tratando de perforar ese precioso agujerito, estando de perrito cuando sentí que todo mi pene estaba dentro me subí más en ella de tal forma que casi la esta montando con mis dos piernas sobre su cadera y mi pene dentro de su agujero, mientras con una mano con una mano le acariciaba los senos y con la otra metía mis dedos en su boca.

Ella gritaba un poco de dolor porque no estaba acostumbrada pero le encantaba y a mí me tenía como loco la cogida que le estaba dando.

Cuando me vine por última vez en su culo quedamos ambos tendidos en la cama, le besé la boca le lamí los senos y me fui al baño donde me lavé el pene, me cambié y al salir de la casa quedamos que la semana siguiente le iba a ayudar a instalar una antena para su televisor pero esa es otra historia, así como otras que faltan donde les contaré cómo hice para follarme a una señora que vive unas cuadras de mi casa, otra soberbia y sabrosa madurita casada.