Amor platónico
Amor platónico o como le puse los cuernos a mi marido la primera vez
Voy a relataros la primera vez que le puse los cuernos a mi marido después de casada pues como sabéis de soltera ya lo había hecho, y que fue el inicio de mis infidelidades las cuales cada vez han ido a más.
Ocurrió durante un bautizo en la finca de los padres de la criatura, había mucha gente, pero sobre todo mi amor platónico, Luis, rubio, ojos azules y un poco más alto que mi marido.
Al verle me fui a saludarle, él estaba con su mujer y sus dos niñas pequeñas, nos dimos dos besos en las mejillas y estuvimos charlando de cómo iban nuestras vidas, los hijos, vamos lo típico de una situación semejante.
Llevaba ya mas de dos horas en la fiesta cuando me fui al baño que estaba en la casa, al salir me di casi de bruces con Luis. Nos pusimos a charlar, y para estar más cómodos, nos fuimos a uno de los salones de la casa.
Yo me notaba excitada al tenerlo tan cerca de mí, de hecho, tenia que reprimir mis ansias de abalanzarme a su cuello y comérmelo a besos. Nuestras manos, sin saber como, se entrelazaron y no tardo en llegar el primer beso, ese beso por el que yo llevaba años suspirando.
Después de la impresión o sorpresa inicial le bese con pasión, nuestras lenguas se entrelazaron, mi mano bajo a su entrepierna mientras las suyas me abrazaban, luego él me toma de la mano y me llevo hasta un dormitorio.
Nada más cerrarse la puerta nos abalanzamos uno encima del otro, nuestras bocas se unieron en un interminable beso mientras nos desnudábamos el uno al otro.
Yo notaba mi coño mojado, cuando vi su polla, la polla de mis deseos, me lance a chupársela como no lo había hecho antes. Su pene estaba duro, él cerro los ojos mientras se la mamaba, luego me levanta y me besa.
Mientras nos besábamos note su duro pene en mi vientre, Luis me levanto una pierna y me penetro. En aquel momento sentí lo más maravilloso pues siempre había deseado hacer el amor con él, luego, con el tiempo, conocí otras pollas mejores.
Luis enseguida sé corrió y como yo todavía no había llegado al clímax le empuje hasta la cama, él se sentó y yo me puse a mamarle la polla hasta que la tuvo de nuevo dura, entonces lo eche y yo me puse encima, comencé a cabalgar mientras él chupaba mis pechos, yo me sentía transportada al mejor de los mundos, pues follar con mi amor platónico era algo que deseaba desde los 15 años, cuando me corrí él también lo hizo.
Nos vestimos y salimos de la habitación, primero yo y después él.
Después de esta experiencia extra matrimonial (la primera de casada) comencé a sentir la necesidad de tener más sexo y más variado.
Aquella situación morbosa y ‘prohibida’ me había excitado enormemente hasta tal punto que en el viaje de regreso a Barcelona ya estaba maquinando como y con quien tener otra aventura, pues lo ocurrido me había sabido a poco.
Me había olvidado ya del tema y vuelto a la rutina diaria, cuando un día al salir del trabajo tuve un pequeño percance con el coche, colisione con otro vehículo conducido por un señor de mediana edad y aunque al principio no me fije era bastante apuesto, vamos que estaba físicamente bueno. Enseguida bajo del coche y se deshizo en mil disculpas, después de tomar los datos del parte se ofreció a invitarme a un café, cosa que acepte.
Justo cerca del lugar del accidente había un bar, así que nos fuimos al mismo. Se presento como directivo de una multinacional, se llamaba Carlos tenia 40 años y estaba divorciado, sentados en una mesa me fije que tenia los ojos claros, Carlos tenia la conversación agradable y era muy educado. Al finalizar el café me pidió mi teléfono por si surgía algún problema con el parte del accidente, él me dio el suyo.
Pocos días después Carlos me llamo al despacho para interesarse por mí, como estaba el coche y cosas por el estilo, ya me despedía, pues estaba atareada, cuando me pidió para salir a cenar, primero le dije que no, que estaba casada y que no solía salir con desconocidos. Carlos insistió con mil argucias, así que finalmente accedí a ir a cenar con él al día siguiente.
A mi marido le dije que tenia una cena con los compañeros del trabajo, así que tome un taxi y me fui al restaurante en que me había citado con Carlos, yo me había puesto falda y una camisa de seda, no llevaba sostenes y medias negras con liguero y una tanga.
Al llegar Carlos ya me esperaba, me saludo con dos besos en la mejilla y pasamos al interior donde nos acomodaron en un pequeño reservado.
Durante toda la cena Carlos estuvo hablando de él, y siempre que podía, eso sí, disimuladamente, me tomaba de la mano.
Al finalizar la cena me dijo de ir a tomar una última copa a un lugar tranquilo, como no era excesivamente tarde le dije que sí. Me llevo a un bar tranquilo de ambiente muy acogedor y apropiado para parejas.
Llevábamos un buen rato sentados cuando note su mano en mi rodilla, quise retirársela pero me recordó como conocí a mi marido, así que deje a ver que sucedía.
Carlos al ver que no me inmutaba prosiguió avanzando hacia mis partes más intimas.
Sin yo quererlo Carlos me estaba excitando. Le dije que era tarde y debía regresar a casa, al salir del bar me toma de la mano, al llegar al coche y abrirme la puerta nuestras miradas se cruzaron y nos besamos.
Quizás era por el efecto del alcohol, pero cuando me di cuenta estábamos entrando en su casa, nada más cerrar la puerta me cogió por la espalda y comenzó a besarme detrás de la oreja, cosa que me excita muchísimo, mientras sus manos me desabrochaban la blusa, al quedar mis pechos libres los tomo en su manos, me dio la vuelta y se puso a chupármelos con una gran maestría.
Me echo en la cama y me separo las piernas, su lengua comenzó a jugar con mis labios vaginales, cerré los ojos y me deje transportar por un placer sin igual.
Notaba como su lengua, con gran habilidad, entraba y salía de mi coño, como me mordisqueaba el clítoris, mis piernas le rodearon necesitaba sentirlo mas cerca de mí. Apreté mis piernas y me corrí.
Sin cambiar de posición Carlos me penetro, comenzó lentamente para ir subiendo de intensidad a cada embestida, luego me levanto y me puso encima de él, su polla se clavo dentro de mí mientras yo cabalgaba cada vez con más intensidad. Ambos nos corrimos a la vez.
Después de fumar un cigarrillo, me puse a chuparle la polla mientras Carlos me introducía sus dedos en mi coño.
Cuando su pene estuvo duro me puso boca abajo, su lengua comenzó a recorrer mí cuerpo, primero el cuello, detrás de la oreja (cosa que me excita mucho) para ir bajando muy lentamente hasta llegar a mi culo.
Su lengua acariciaba mi ano, Carlos me puso a mil, mi coño estaba completamente mojado, él se puso encima de mí y su duro pene me enculo, su polla se hundió hasta que note sus huevos en mis nalgas, la retiro suavemente y me la volvió a clavar con ímpetu.
Carlos se puso a bombear mi culo con furia hasta que note un chorro de leche caliente dentro de mi, él se dejo caer a mi lado y nos dormimos.
Llegue a casa cerca de las seis de la mañana, mi marido dormía.
Mi relación con Carlos duro casi un mes, nos veíamos casi a diario, y naturalmente follábamos.
Tuve que romper con él pues se estaba enamorando y yo no quería ese tipo de relación.
Pero he de reconocer que como Carlos con pocos hombres he disfrutado tanto.
Desde entonces cuando voy por la calle, en el trabajo, siempre me fijo en el paquete de los hombres y me pregunto que tamaño la tendrán.