Mi frustrada madre
Me llamo Guillermo. Soy un chico de 20 años, de cuerpo atlético, muy sano, bien proporcionado y cuando digo esto, creo que es importante puesto que mi pene mide unos 21 centímetros.
Desde los 14 años vengo teniendo relaciones con chicas, es decir que para mi el sexo es algo habitual.
Sin embargo se que las personas de otras generaciones como las de mis padres no han podido vivir de la forma que lo hacemos ahora.
Mi madre por ejemplo, es una mujer todavía joven; tiene 40 años es muy guapa.
Se caso con mi padre a los 20, cuando éste tenía 40; es decir que es 20 años mayor que ella. Además, cuando la conoció ya era calvo, regordete y bastante feo.
Mi madre no se casó con él por amor o por que le gustara sino porque tenía la necesidad de ello. Salir adelante. Así ha sido en muchas familias.
Bueno, luego ha sido una madraza. Se ha dedicado a mi por completo.
Nunca me ha faltado de nada. Mi presencia física, ya digo no tiene nada que ver con la de mi padre que tiene ahora 60 años.
Creo que lo que mi madre ha tenido siempre es represión.
Lo noto muchas veces cuando me mira paseando sin camisa, o a otros chicos jóvenes.
También me he dado cuenta cuando alguna de mis amigas viene a casa, me acueste o no con ellas.
A veces me parece que está muy tensa. Si suena el teléfono da un respingo.
Es como si estuviese disimulando su sufrimiento; como si tuviese celos y lo ocultase, incluso a si misma.
A veces me he fijado que me mira en la entrepierna.
Esto se lo he contado a una amiga muy inteligente, que me dijo que podía hacer algo.
Exhibirme desnudo un día haciendo como que yo no me daba cuenta o algo así.
Darle una oportunidad de disfrutar. La verdad es que esta amiga es un poco extravagante pero es así.
En mi habitación hay una puerta corredera, que si la cierras del todo con un enganche, te pueden ver desde fuera.
Quiero decir que se puede quedar ligeramente entreabierta.
Si es por la parte derecha no pasa nada pero si es por la izquierda da a un pasillo y al salón, que es donde esta el teléfono.
Si alguien está allí sentado en el sofá hablando te puede ver tumbado en la cama. Esa ha sido mi gran preocupación a la hora de hacerme pajas.
Ese lado la puerta tiene que estar cerrada porque si no te ven.
Una tarde quise hacer caso a mi amiga.
Me estaba pajeando tumbado y desnudo sobre la cama con todo mi miembro viril. La puerta corredera estaba algo abierta por su lado izquierdo.
Sabía que mi madre estaba en el salón.
Sonó el teléfono. Y me quedé allí tumbado con toda naturalidad. Oí a mi madre sentándose en el sofá y descolgar el auricular.
No. Aquí no es- me pareció oírle decir.
Luego no se percibía ningún sonido.
Los sofás son viejos y siempre se oye cuando te sientas o te levantas.
Debía estar quieta. ¿Me estaría viendo?. Posiblemente. ¿Por qué estaría haciendo caso a la loca de mi amiga?.
Yo me masturbaba muy despacio. Levanté un poco la cabeza y por un momento me pareció ver a mi madre que miraba y luego oí el ruido del sofá.
Dos días después volvió a pasar lo mismo.
Sonó el teléfono y yo estaba haciendo lo que estaba haciendo.
Entonces vi que mi madre me miraba con una sonrisa y no se levantaba. Yo soy moderno, me levanté completamente desnudo, entré en el salón, cogí de la mano a mi madre y la llevé a mi habitación. Esta vez si que cerré la puerta.
En mi dormitorio hay dos camas.
Me volví a tumbar en la mía y me madre en la otra. «Relájate», le dije. «No pasa nada». Mi madre no dejaba de sonreír, mirándome.
Entonces se quitó el vestido. De todas las chicas que había conocido, mi madre tenía uno de los cuerpos más bonitos, mejor formados.
Lleva el pelo corto y rubio. Sus pechos no son grandes pero son puntiagudos. Su cara sigue pareciendo la de una niña.
No hace aeróbic y sin embargo lo parece. Jamás había sentido una erección así. Pero ella no se atrevía a tocarse. Yo si, arriba y abajo.
Entonces se levantó con su vista clavada en mi polla, y me pasó la lengua; luego la beso; oso tocarla; la agarró con toda la mano; la agito; la volvió a lamer; y se la metió en la boca; aspiraba; movía la lengua; la volvió a besar.
Hizo un conato de levantarse pero antes volvió a pasar su lengua. Le gustaba mucho mi capullo. Finalmente se levantó y se fue.
Me quedé ahí tendido.
Una media hora después volvió a entrar en la habitación.
Sus ojos estaban encelados. Debía haber estado masturbándose.
Se volvió a quitar el vestido. Me dijo que me irguiese y me sentase en la cama. Entonces ella se arrodilló y se la metió en la boca.
Ahora la subía y la bajaba con ella dentro, sujetándola con la mano izquierda.
No dejaba de salivar. Yo todavía no me había corrido, pero lo que estaba haciendo me gustaba mucho.
Estoy acostumbrado a aguantar el orgasmo para que la otra chica disfrute.
Mi madre con la mano libre la derecha se estaba pajeando, se acariciaba el clítoris y se metía los dedos.
Su respiración era cada vez más intensa; se convertía en jadeos; y luego como gemidos, hasta que en unos minutos pararon. Luego volvieron de nuevo.
Debió tener dos orgasmos. Su boca estaba llena de mis jugos y su baba.
Cuando se marchó. Me fui al servicio y eyaculé con fuerza.
Dos semanas más tarde vino una novia a mi casa para despedirse de mí. Se iba de vacaciones a Holanda. El caso es que el adiós fue definitivo. Rompimos en ese momento.
Mi madre fue testigo de ello. De verdad que esa chica me gustaba bastante y me quedé un poco deprimido.
Estaba tumbado en la cama con los pantalones puestos.
Entró mi madre. Me dijo que me los quitara. Pero yo no quería. No estaba bien. Me fije que sus ojos estaban entornadísimos. Ante mi negativa salió de la habitación.
Una hora después explotó en mí el deseo más morboso. Le dije a mi madre que viniese. Me encontró desnudo con mi polla totalmente erecta, bamboleante.
Ella se quitó el vestido. Yo me senté como la última vez y antes de que se la metiese en la boca, literalmente se le estaba cayéndosele la baba.
Se puso otra vez arrodillada en el suelo y con una mano se acariciaba la vagina. Parecía no tan remilgada como las veces anteriores.
Me besaba, en el torso, pasaba su lengua, me mordisqueaba los pezones.
Se movía de forma muy agitada. Me lamió el cuello, los hombros. Y se la metió en la boca. La chupaba de una forma muy acelerada, yo cerraba los ojos disfrutando locamente. Sus gemidos eran bestiales. Sonaban maullidos.
Cabrón de hombre-me dijo.
Me beso en la boca y me metió la lengua. Luego otra vez a por mi polla. Fue bajando hasta mis testículos; apretó con su boca uno de ellos, pero me hacía daño y se lo dije. Entonces me lo lamió pero seguía doliéndome igual.
Levanta las piernas- me dijo-. Su voz parecía haber perdido el control.
Hice eso y se tiró a por mi sucio culo.
Mama. No-le dije.
Esto ya lo había hecho en alguna ocasión con alguna amiga pero los dos nos habíamos puesto antes enemas.
No me hizo caso. Mordisqueaba los glúteos y luego me lamió el ano. Metía su lengua, me lo comía. Se apretaba como si fuera a exprimirlo. Le encantaba.
Y con la mano izquierda me masturbaba, subía y bajaba mi pene. Me sentía incapaz de aguantarme con lo que estaba haciendo.
Me chupaba el culo mientras me pajeaba y ella se masturbaba. Tuve dos espasmos, se me escaparon dos flatos, salió un chorrazo de semen.
Puse la cama, la sabana, mi cuerpo y el suyos perdidos. El suelo estaba empapado de todo lo que había soltado ella. No se si incluso se había llegado a mear.
Mi madre lo limpió todo antes de que llegara mi padre.
No recuerdo haberlo hecho después con tanta pasión.
Sigo saliendo con otras chicas y alguna vez dejo que mi madre disfrute conmigo. Nunca hemos hecho el coito.
Lo que venimos haciendo últimamente es masturbarnos cada uno en una cama, mirándonos mutuamente.