Las ruinas de un antiguo monasterio
No sé qué pasa conmigo pero a veces actúo por impulso.
Quizás sea, simplemente que encuentro el momento adecuado para hacer las cosas.
Esta semana, durante una caminata en el campo, junto a otro compañero de trabajo, (el cual no es casado, pero tiene pareja), encontramos las ruinas de una casa abandonada.
Que supuestamente pertenecían a una Hermandad de Frailes Capuchinos que habían mudados sus facilidades al otro lado de una montaña.
Como habíamos caminado por sobre 30 minutos nos detuvimos a descansar en los balcones del lugar.
Había una vista espectacular de parte de la ciudad, incluyendo un puente.
De tanto observar de aquí y de allá nuestros cuerpos en distintas ocasiones se rozaron.
Tanta fue la tentación que terminamos besándonos en la baranda del balcón.
Ahí comenzó nuestra aventura.
Empezamos a besarnos con locura con un deseo indescriptible.
Él era muy guapo, de solo verlo te dan deseo de comértelo.
El tenia una fama de mujeriego increíble, aunque siempre lo ha negado.
Es como un adonis, alto, fuerte y abusador. Además besa muy bien.
Una cosa condujo a la otra y comenzamos a acariciarnos por encima de la ropa.
Con la cara de ángel que él posee jamás y nunca me hubiese imaginado que podría esconder tanta carne dentro de su pantalón.
De tanto tocarlo se le hizo un enorme bulto en su pantalón.
Cual mi sorpresa cuando pude desabotonar su pantalón bajar su cierre y libere su miembro súper erecto de aquel pedazo de tela que lo aprisionaba.
No pude resistir y baje corriendo a introducirlo en mi boca tenia que sentir que aquel monstruo gigante era todo para mí, y así lo hice.
Comencé a mamarlo como si fuera un caramelo.
Lo lamí con gusto.
Era rico y mientras más lo succionaba más crecía.
Lo introduje en mi boca y él comenzó un movimiento de mete y saca, que me envolvió hasta el final mientras más lo empujaba más adentro de mi boca lo quería tener.
Hasta que por fin estalló con una corrida que me inundo la boca, la cual yo deguste sin ninguna molestia.
El quedo un poco exhausto.
Deje que se sentara, pero luego de haber descubierto ese tesoro me resistía a dejarlo ir.
Me senté a su lado y empecé a besarle el cuello, mientras acariciaba su pecho desnudo seguí besándole la parte trasera de su nuca y sobándolo hasta que cerró los ojos y se dejó llevar.
De su pecho baje a su estómago y de ahí hasta su pantalón que seguía abierto.
Continué besándolo a la vez que comencé a masturbarlo.
Rápidamente se empalmo seguí así hasta que lo vi que no iba a poder contenerse y le solté el pene.
Me gire y lo introduje en mi boca él comenzó a gemir y me pidió que me quitara el pantalón y me dejara penetrar a lo que me negué.
Le dije que se relajara y que se corriera de nuevo en mi boca y así lo hizo.
Descargó todo su semen muy adentro en mi garganta.
No sé por qué, ni para que se vistió, por que en menos de cinco minutos otra vez lo deje desnudo frente a mí, yo creo que esta situación me excitaba mucho, tenia el control, y eso me gustaba.
Empecé a frotar el miembro de nuevo hasta que nuevamente obtuvo una erección.
Esta vez yo deseaba sentirlo dentro de mí.
Me puse de espalda a él y le indiqué que me tocaba a mí disfrutar ahora de su hombría.
Sin pensarlo puso su pene en la entrada de mi cono, y como yo estaba en cuatro me penetro de una sola embestida.
El dolor que sentí fue inmenso por el tamaño de su aparato pero el empezó un movimiento suave de cintura y esto me puso a cien y rápidamente el dolor se convirtió en un gozo cuando empecé a disfrutar de las primeras ondas de mi orgasmo, y uno vino tras el otro hasta que obtuvo un tercer y último orgasmo mientras él se corría en mi interior.
Espero con ansias salir a caminar de nuevo, no saben el gusto que le he cogido a los ejercicios cardiovasculares.