Capítulo 2
- El padre de mi mejor amiga I
- El padre de mi mejor amiga II
- El padre de mi mejor amiga III
- El padre de mi mejor amiga IV
El padre de mi mejor amiga II
«Esteban, el padres de Leti (se acuerdan?), me llevó en sus brazos hasta el interior de la casa, recuerden que yo ya estaba desnuda. Me depositó suavemente en un sofá inmenso de la sala, y me volvió a besar.
Estás segura de querer seguir adelante?, me dijo. Sí Esteban, estoy intentando que me prestes atención desde el día que te conocí.
Sí, ya me había dado cuenta, pero pensaba que solo era un jueguecito de chiquilla malcriada, y no sabía muy bien como reaccionar, aunque me llamó mucho la atención tu cuerpo y tu audacia, a tus 16 años. Supongo que tendrás experiencia con el sexo.
Pues a decir verdad, le dije, nunca he estado con nadie desnuda, y mucho menos practicando sexo.
Solo algunos escarceos con amigovios, que no han pasado de algún besito robado o una caricia por sobre la ropa.
Pero tú eres el primer hombre que me ve desnuda y me besa como lo has hecho. Mis pezones han quedado incendiados, y todo mi cuerpo erizado.
Claro que deseo continuar, es más lo deseo con desesperación.
Sin decir nada más se arrodilló ante el sofá y me beso tiernamente en los labios, besó mis párpados, mi frente y volvió a chupetear mis labios. Lamió mis orejas provocándome un escalofrío de placer. bajo con su boca por mi cuello, y volvió a lamerme y esta vez mordisqueaba mis duros pezones, que estaban dentro de su boca caliente, ardiente.
Con sus manos recorría mi cuerpo una y otra vez.
Me separó las piernas y acarició mis labios vaginales, provocándome el primer orgasmo de mi vida, ya que yo a veces me tocaba y sentía placer, pero nunca había llegado a correrme, no sé, me daba miedo.
Pero este primer orgasmo me asustó de verdad. Pensé que se me iba la vida.
Tenía sacudones de todo mi cuerpo como convulsiones, sudaba a mares, me faltaba el aire, estaba mareada, creo que grité, una ola de calor recorrió mi interior, y de repente mi cuerpo se arqueó y me inundó una sensación de abandono placentero.
Como si flotara en el aire. Cuando me recobré, vi que Esteban me miraba con una dulce y tierna sonrisa. me besó en la frente y volvió a acariciarme.
Separó con sus dedos, empapados por mi corrida, mis labios vaginales y masajeó un ratito mi botoncito, que además de mojado y caliente estaba durísimo, ese masaje me encantó y volví a sentir que me erizaba toda.
Introdujo suavemente un dedo en mi chochito virgen y este apenas entraba, yo sentía como mis paredes vaginales lo apretaban y muchísimo flujo bajaba desde mi vulva hacia mis nalgas.
Entonces quitó el dedo dejándome una sensación de vacío.
Cuando agachó su cabeza hasta allí, no sabía lo que estaba por hacer, hasta que sentí el calor húmedo de su lengua recorrer mi interior y detenerse en mi botoncito, frotándolo con fruición.
Arqueé mi cuerpo pegando mi pelvis a su cara, y tuve otro glorioso orgasmo, pero a diferencia de aquél, en este no podía parar de correrme mientras sentía las delicias de su lengua entrando y saliendo de mi cueva mientras sus manos apretaban mis muslos y las mías apretaban su cabeza contra mí, como para que no dejara de hacerlo.
Era maravilloso, además esta vez lo estaba esperando y lo disfruté aún más, ya que fui consiente en todo momento de sus actos y mis reacciones y sensaciones.
Cuando separó sus labios de mi coño, me desplomé contra el respaldo del sofá con mis muslos abiertos como ofrendando mi virginidad a este dulce y maravilloso hombre culpable de darme tanto placer.
Pero su intención todavía no era esa.
Obviamente quería prolongar mi placer y al mismo tiempo se deleitaba postergando el suyo, en la seguridad de que sería apoteósico.
Luego me diría que hacía mucho tiempo que no tenía el inmenso placer de yacer con un muchacha virgen.
Se incorporó y entonces aprecié la carpa enorme que hacía su slip de natación, él notó mi asombro y el motivo del mismo siguiendo la dirección de mi mirada. Sonrió y me preguntó: nunca has visto algo así, no?.
Que va!, dije yo si nunca he visto un pene al natural, y no te duele tenerlo así. Es una sensación de dolor placentera. Pero quieres verlo libre? Pues sí, ejem, me gustaría.
Pues endereza tu cuerpo y estira tus manos y bájame el slip. Pero yo primero llevé mi mano hasta su bulto que me pareció (y luego confirmé) que era enorme, y me asustó su tamaño y dureza.
Al fin me animé y tomando el elástico del slip, lo separé de su pubis bajándolo suavemente, descubriendo en todo su esplendor ese hermoso atributo masculino, que tenía el inmenso placer de conocer.
Acerqué mi cara para verlo en detalle. Estaba erguido apuntando al techo.
Muy rojo y con su punta morada y húmeda, en donde se veía el agujerito entreabierto con una gotita de líquido blanquecino y brillante, que luego supe era su líquido preseminal.
El tronco debía medir como 20 cm y mis mano, al cogerlo no llegaba a abarcar todo su perímetro. Lo surcaban dos grandes venas azules y palpitantes. Al tacto era muy suave, y muy muy caliente. Y tenía la consistencia de un pepino.
Instintivamente lo acaricié subiendo y bajando mi mano a lo largo de su tronco, y él me cogió la otra mano y la llevó hasta su base, haciéndome acariciar sus cojones, que también eran grandes, colgantes, muy calientes y cubiertos de pelitos muy suaves, me encantó la sensación de su tacto y su peso (después me explicó que eso era porque estaban muy cargados de semen).
Lo miré asustada y le pregunté si era posible que semejante pedazo de carne entrara en mi estrechita vagina virgen, a lo que me respondió que la vagina se amoldaría sin problemas. Sí, pero dolerá un montón dije con lágrimas en los ojos.
Tranquila chiquita me dijo, ya verás que con una buena preparación de mi lengua y mis dedos no te dolerá tanto, solo al romper tu virginidad sentirás algo de dolor, pero muy pasajero y enseguida será reemplazado por un placer inmenso.
Pero de cualquier manera eso no será hoy. NO!!????, y porque Esteban? Verás Lisa no te gusta lo que has probado hasta ahora.
No es eso chiquilla, solo que creo que hay que ir de a poco. Quiero que sientas mucho placer y conozcas todo sobre el sexo, pero paso a paso. Vive cada momento y disfrútalo al máximo, que de placer también uno puede empacharse.
Dicho esto me tomó de los hombros y me levantó del sofá, estrechándome contra su pecho y haciéndome sentir contra mi abdomen (es mucho más alto que yo) toda la magnificencia de su erección.
Era delicioso sentir contra mi piel esa caliente dureza, mientras me acariciaba las nalgas apretándolas para frotar más su polla contra mí.
Se sentó en un taburete alto y ubicándome entre sus piernas me instó a seguir acariciando su falo. No me hice rogar ya que me enloquecía esa sensación en mis manos.
Me arrodillé ante él y sin dejar de mirarle a los ojos sobé una y otra vez ese majestuoso pene, llenándome de sensaciones, su tersura, su suavidad, su dureza, su calor, se transmitían a mi mano y dedos y llegaban a mi cerebro como una mezcla de placer increíble.
Siempre con mis ojos clavados en los suyos, que cerraba por momentos como queriendo disfrutar más de mis caricias (No sé por qué lo hice pero…..) en determinado momento le di un besito en la punta morada. Lo hice con miedo, pero me encantó el tacto de mis labios contra su glande.
Y seguí besando todo el glande, luego su tronco y finalmente sus cojones, cuyos pelitos me hicieron cosquillas en la nariz. Todo eso era de fábula, estaba en el séptimo cielo.
Cuando de repente me dijo pásale la lengua y luego chúpalo como una piruleta. Abrí mis labios y lamí su polla con frenesí. Era delicioso el sabor de su piel, tan caliente, saladita, y además olía muy bien.
Entonces él empujó un poco y su glande penetró en mi boca. Lo saboree y luego hice que penetrara más adentro, sin llegar a mi garganta para no hacer una arcada.
Mientras lo tenía adentro jugaba con mi lengua frotando su tronco y la puntita de su glande. Esto le provocaba mucho placer a tenor de las caras que ponía y los suspiros que emitía.
Mi sensación era de un placer indescriptible. El calor de su polla quemaba mi boca, recorría mis carrillos, masajeaba con el mi paladar.
Sentía como me llenaba toda la cavidad, transmitiéndome el calor de cada mm de superficie de su pene a mis mucosas. Me lo sacaba y volvía a meterlo.
Me pidió que apretara mis labios cuando lo estuviera sacando.
Eso hice, como si lo masturbara con mi boca, y mis sensaciones se multiplicaron y al parecer también las de él, ya que empezó a jadear y suspirar y tomando mi cabeza con las dos manos empezó un movimiento de vaivén de atrás hacia adelante como si estuviera follando mi boca. Diosss, que maravilla estaba haciendo este hombre conmigo.
LISA!!! por dios tesoro que maravilla, no me puedo creer que esta sea tu primera vez, sigue, por favor sigue chupándome así mi amor.
Escuché bien, pensé, dijo «mi amor», y entusiasmada con solo eso seguí chupando con ahínco, dándole a mi primer hombre todo el placer posible, dentro de mi inexperiencia, mientras me extasiaba con su maravillosa polla.
Entonces, sin darme lugar a que retirara la boca, ya que no me enteré de lo que estaba por suceder ( no sabía lo que significaba el brusco hinchamiento de su glande ni los espasmos que notaba en mi boca acompañados de sus cada vez más fuertes gemidos y empellones) explotó en un increíble orgasmo llenando mi boquita por primera vez con chorros y más chorros de un líquido espeso y caliente, entre salado y ácido, su semen, el jugo de su placer extremo, sin saber que hacer, tragué todo lo que pude, lo saboreé hasta el cansancio y mientras, seguí succionando la punta del pene con fervor, con placer y fruición, tratando de sacarle todo el jugo que pudiera, que fu e muchísimo. Tanto que pese a tragar y tragar, una buena parte acabó sobre mis pechos luego de escurrir por mis labios.
Aquella experiencia me llenó de placer y además me mostró como en un segundo se puede pasar a controlar la voluntad de un hombre, ese hombretón que dependía pura y exclusivamente de mis labios y lengua, fuera de toda razón. Mi placer fue tal con su corrida que tuve otro orgasmo múltiple mientras saboreaba el semen que resbalaba por su tronco hacia sus huevos, que también lamí hasta dejar totalmente limpitos y su tronco brillante con mi saliva.
Cuando más o menos se recuperó me dio un delicioso beso en la boca y me recostó sobre el sofá, cubriéndome con su cuerpazo, alojando su inmensa verga todavía enhiesta como una lanza entre mis nalgas, y comenzó a frotarme con ella dándome un placer total, hasta que volvió a correrse descargando esta vez todo su semen sobre mi espalda.
Se arrodilló entre mis piernas y con sus manos me masajeaba la espalda desparramando su semen por todos lados, incluso por mis pechos, y bajando hasta mi culito, me llenó el agujerito posterior de ese excelente lubricante y así introdujo poco a poco un dedo en mi estrechísimo y virgen ano.
Me asusté y pegué un salto, pero enseguida mas tranquilizo con dulces palabras y siguió follándome el culo con su dedo haciéndome sentir un placer inimaginable hasta ese momento por mi mente, haciéndome desear que no se acabara nunca. Sin saber como me encontré moviendo mis caderas en círculo para aumentar aún más ese place; entonces quitó su dedo y al igual que antes en mi vagina, comenzó a introducir su lengua en mi ardiente volcán trasero.
Creo que solo tardé una milésima de segundo en correrme como una posesa, gritando y gimiendo de placer: no pares por favor no pares, Esteban sigue, sigueeeeee, ahhhhhhhhhhhhhhhhh, papito, mi amor, dame más , mássss lengua, porfa!!!!! Hasta que sentí la necesidad de volver a comerme su polla, y se lo dije, entonces me giró sobre él quedando en un 69 maravilloso y mientras el seguía dándome lengua entre el culo y la vagina yo volví a comerme su tranca, que me pareció más gruesa y caliente que antes. Ahora tenía su lengua en mi coño, su dedo en mi culo y su polla en mi boca.
Era increíble poder sentir tantas sensaciones placenteras juntas. Pensé si tengo que morir, dios mío que sea ahora, en medio de este inmenso placer.
Y nos corrimos los dos al mismo tiempo yo apretándole el dedo con mi esfínter y bañando su cara de flujo mientras el me llenaba nuevamente la boca de semen. OHHHHHH, creo que fue lo más maravilloso de mi vida. Con su polla en la boca me quedé dormida.
Como a las 19:30 me despertó con suaves besos en mi cara diciéndome que debíamos vestirnos porque en un rato volverían Leti y su madre, y había que limpiar el estropicio de semen y flujo que había sobre el sofá (menos mal que era de piel) y ventilar la sala ya que olía a sexo en forma brutal.
Así que limpiamos todo, abrimos las ventanas y mientras se ventilaba nos fuimos a duchar. Allí con mucha ternura me enjabonó toda y luego se enjabonó él.
Pero cuando llegaba a su pene le quité el jabón y continué yo. Cuando nos enjuagamos, me arrodillé y se la volví a chupar, hasta que logré comerme toda su lechita caliente y le dije: me debes todavía lo más importante…
Deuda que pagaría unos días después. Pero eso os lo contaré en la tercera parte.»