Un marido convence a su mejor amigo para que le haga un favor muy especial
Mi esposa Ana tiene 33 años, de 1.73m con largo cabello negro y ojos color chocolate.
Tiene unas piernas impresionantes y una colita de conejita de Playboy.
Sus senos son pequeños y firmes con pezones increíblemente largos y sensuales cuando se excita.
Siempre hemos sido muy abiertos en lo referente al sexo y hemos compartido nuestras fantasías durante nuestras sesiones amorosas.
Mi fantasía número uno ha sido siempre verla dar y recibir placer de otro hombre. Recientemente ella ha empezado a fantasear que es tomada por otro hombre, mientras yo soy obligado a sentarme y verles.
Después de mucho pensarlo, decidí que ya era tiempo de hacer realidad nuestras fantasías.
El sábado pasado invité a mi amigo Juan a pasarla bien, tomar unas cervezas y fumar un carrujo. No le dije a Ana que venía.
Al contrario, le preparé un baño caliente con sales aromáticas y velas y vino… Ya saben tratamiento completo.
Yo sé que después de un baño especial, ella se pone un atuendo sensual para mí y nos pasamos la noche haciendo el amor apasionadamente.
Juan llegó cuando Ana todavía estaba en el baño.
Nos sentamos a la mesa de la cocina y empezamos a tomar unas cervezas. Juan es un tipo muy bien parecido. Siendo soltero tiene su dotación de mujeres hermosas.
Yo había notado en el tiempo que llevamos de casados, un inocente coqueteo entre Ana y Juan. Incluso ella lo había mencionado en sus fantasías de tiempo en tiempo.
Pero después me decía que nunca cogería con él, pues era muy arrogante y vanidoso. Yo pensaba que esos sentimientos eran perfectos para su deseo de ser tomada por un hombre.
Le dije a Juan que hablara en voz baja pues Ana no sabía que él estaba en la casa y que si tenía suerte, ella bajaría en un atuendo audaz.
Él entendió inmediatamente y me dijo que no sería responsable de sus actos si ella se veía muy sensual. Pensé que esto seria pan comido.
Cinco minutos después, escuché a Ana salir del baño y dirigirse a la cocina. Cuando pasó por la puerta era una visión para recordar.
Llevaba una faldita corta negra, ajustada que apenas le cubría la grupa y una blusa blanca de tubo (Casi transparente) y podíamos apreciar que no traía sostén.
Completaba el atuendo con unas medias negras que la parte superior quedaba 15cm abajo del borde de su falda, calzada con sandalias negras de tacón alto marca «Puta»
Estaba vestida con su imagen cogelona, que ella sabe que es mi favorita (Tengo mucha suerte).
Inmediatamente detectó a Juan y tapándose la boca, hizo una exclamación, que no pude escuchar.
Estuvo congelada unos treinta segundos, altamente sonrojada antes de disculparse y decir que mejor se iría a cambiar.
Después de que Juan logró cerrar la boca le dijo que por él no se cambiara y que se veía increíblemente sensual.
Esto la hizo sonrojarse un poco mas y noté que su pezones habían crecido unos cinco centímetros a través de la blusa.
Yo dije que, que mas daba, que se veía muy bien y que bien podría sentarse con nosotros a tomarse una cerveza.
Ana suspiró y dijo que estaba bien y cuando caminó hasta la mesa trató de bajarse la falda para tapar sus expuestos muslos. Juan me dijo que recordara lo que me acababa de decir (De no ser responsable de sus actos) reí y le dije que no podría culparlo.
Mi esposa estaba furiosa, porque no la dejamos enterarse de nuestro chiste privado, pero tuvo que dejarse de niñerías y pararse a contestar el teléfono.
Era su hermana, así que Ana dijo que tomaría la llamada en la recámara, no serían mas que cinco o seis minutos.
Juan me dijo que él sabía que Ana era caliente pero que esto era demasiado para él.
Me imagino que lo impacté cuando le dije que si de veras la quería, porque no iba tras ella y la tomaba.
Entonces le hablé de nuestras fantasías y le explique mi plan.
Él me dijo que si estaba yo seguro de poder soportar ver a Ana cogiendo y mamando con él toda la noche, pues eso es lo que haría.
Le dije que adelante, que no podía esperar a que empezara y que no aceptara «NO» por respuesta de ella.
Cuando Ana regresó del cuarto, se sentó junto a Juan (¿Por puta?) y después de fumarnos un carrujo se inició el coqueteo y la conversación sobre sexo.
Noté que constantemente Juan ponía su mano directamente en la piel, arriba de las medias y debajo del borde de la falda de Ana, mientras miraba los pezones duros como piedras que sobresalían de su blusa.
Ella continuaba quitándole la mano, pero él era persistente. Ya estábamos un poco achispados para entonces y Juan no trataba de ocultar su calentura por Ana.
En este punto él volteó hacia mí y dijo en voz alta «Hermano, tu esposa está muy buena y me la voy a coger» Ana, parada junto a la mesa y encolerizada conmigo abrió la boca sorprendida y dijo «Yo no lo creo» Yo encogí los hombros y dije «Creo que eso es lo que ella quiere, mira que duros tiene los pezones» Ana trató de alejarse de la mesa pero Juan se paró y la arrinconó contra la pared.
Él se aplastó contra ella que trataba de empujarlo, pero él era mas fuerte que ella.
Ella trataba de pelear con él pero él se acercó mas y la besó, ella trató de voltear la cabeza, pero él estaba en una posición excelente para impedírselo, así que ella se vio obligada a regresarle el beso.
Las manos de Juan empezaron a recorrer el cuerpo de Ana y una vez que alcanzaron su trasero metiéndolas por debajo de la falda la escuché dejar escapar un gemido bajito.
Su resistencia empezaba a diluirse.
Él la volteó colocándola de espaldas a él y tomando la orilla de la falda la colocó sobre su espalda.
Ella no traía ropa interior, así que las manos de Juan ya le habían estado acariciando la piel desnuda, Juan pasó su mano por debajo de ella, me impactó verla que se agachaba y separaba las piernas para darle a los dedos de él acceso despejado a su chorreante y brillante vulva.
Él le besaba el cuello y jugueteaba con su clítoris y Ana estaba gimiendo descontroladamente.
Ella murmuraba un débil «No, por favor… No» pero su cuerpo la traicionaba con sus verdaderos deseos. Juan volvió a voltearla y le sacó la blusa por la cabeza, después se inclinó y tomó uno de sus pezones en la boca, mientras pellizcaba suavemente el otro entre sus dedos.
Después volvió a besarla y ella procedió a despojarlo de su camisa y en poco tiempo sorbía la lengua de él como si no fuera a haber mañana, colgada de su cuello y pegando sus senos desnudos al velludo pecho.
Ella le dijo que estaba muriendo porque él se la cogiera desde el primer día que los presenté.
Él le dijo que le iba a hacer cosas que ella solo se había imaginado.
Le ordenó que se arrodillara porque esa noche ella sería su puta y haría todo lo que él le pidiera. Una vez de rodillas Ana desabrochó el pantalón de mi amigo y se lo bajó.
Empezó a lamerle y acariciarle el miembro por encima del calzoncillo, ahora fue el turno de Juan para empezar a gemir.
Él le sujetó la cabeza con ambas manos y estaba jalándole la boca hacia su verga, cuando ella empezó a bajarle la trusa, le tomó el miembro con ambas manos y por primera vez en un buen rato manifestó conciencia de mi presencia en el cuarto. Volteó hacia mí y dijo:
«Mira Cariño, que vergota» Debo admitir que tenía razón, era como de 20cm de largo y bastante gruesa. Ella procedió entonces a lamerla desde la base junto a sus bolas, hasta la punta del glande, tomándose mas tiempo en lengüetear la cabeza.
Juan empezó a empujar su verga dentro y fuera de la boca de Ana y ella se detenía solo lo necesario para pedirle que se cogiera su boca.
Ella lo tenía sujeto por las nalgas y lo jalaba hacia ella.
Yo estaba asombrado de ver como ella se metía totalmente este enorme tronco. Juan volteó a verme y me dijo:
«Tu esposa me la está mamando tan bien que creo que pronto voy a venirme en su boca» entonces volteó a verla y le dijo:»¿Quisieras eso Nena?» Ana levantó la mirada hacia él y sin sacar la estaca de su boca asintió con la cabeza. Cuando él empezó a venirse, Ana empezó a acariciarle los huevos con una mano mientras con la otra ordeñaba la larga estaca hacia su boca. Ella trató de tragarse todo pero fue demasiado.
Mientras Juan continuaba viniéndose, ella continuaba jalándosela para que descargara todo sobre sus labio y sus pezones.
Cuando por fin terminó Juan, Ana se metió el semi rígido tronco completo a la boca y lo limpió totalmente con la lengua.
No me di cuenta que yo me había desabrochado los pantalones y estuve acariciándome el miembro todo el tiempo que duró esta increíble actuación.
Era lo mas caliente que había visto en mi vida y mi estaca estaba húmeda con mi líquido seminal.
Una vez que Juan terminó de recibir la mejor mamada de su vida de mi adorable esposa, la ayudó a levantarse del piso y le dijo que fuera a lavarse, limpiarse los dientes y arreglar su maquillaje y le dio instrucciones de alcanzarnos en la recámara.
Le dijo que se quitara la falda pero se dejara las medias y las zapatillas.
Mientras Ana estaba en el baño arreglándose, Juan me pidió que lo proveyera con condones, vaselina y cuatro o cinco mascadas o corbatas.
Le di lo que me pidió y me dijo que me sentara en una silla junto a la cama, me dijo que había entendido que parte de la fantasía para ella era que la tomaran mientras yo era obligado a verlo, así
que colocó mis manos detrás de la silla y me ató las muñecas. Cuando Ana salió del baño había una mirada animal en sus ojos.
Me vio atado a la silla y le dijo a Juan: «No me hagas esperar mas por ese enorme tronco, por favor cógeme ya» Él dijo: «Paciencia Nena, aquí se hace lo que yo digo»
Entonces le dijo que se acostara boca abajo en la cama. Tomó dos mascadas y le amarró las manos a la cabecera, le dijo que abriera las piernas y le amarró por los tobillos a los pies de la cama.
Ahí estaba, extendida sobre la cama, amarrada boca abajo. Él le dijo que levantara las nalguitas y ella lo hizo, los hinchados labios vaginales estaban pidiendo estaca.
Ana volteó a verme y me dijo: «Apenas puedo esperar a que tu amigo me clave su enorme estaca, por favor ya cógeme Juan»
Éste totalmente desnudo se subió a la cama colocándose entre las abiertas e invitantes piernas de Ana y con las manos le separó los cachetes de las nalgas.
Ana estaba nuevamente gimiendo en éxtasis.
Juan inclinó la cabeza y pasó la lengua por el interior de los muslos de mi mujer. Fue moviendo su boca mas y mas cerca de su vulva hasta que le estaba lamiendo los labios.
Cuando con su lengua tocó el clítoris, Ana dejó escapar un sonoro «¡Sssssííííííííí! Y su cuerpo empezó a convulsionarse.
Ella dijo: «Dios mío, me estoy viniendo, me estoy viniendo en tu cara» Ante eso Juan introdujo su lengua en su vulva y la sujetó por los muslos jalándola hacia su cara.
Ana estaba corcoveando, gimoteando y suplicándole a Juan que le abriera la vulva, éste se estiró y tomando la vaselina se la untó en el culo y se arrodilló detrás de ella colocando su estaca sobre la hendidura de su trasero.
Ella continuaba empujándose hacia atrás tratando de que le hincaran la estaca, pero Juan quería mantenerla en ascuas.
Él empezó a pasarle la estaca desde el agujero del culo hasta el clítoris una y otra vez hasta que ella se volvió a venir.
Mientras Ana se estaba viniendo Juan volteó hacia mí diciendo: «Eres un tipo afortunado, tu mujer es un buen palo y todavía no me la cojo»
Para este momento Ana estaba casi llorando: «Por favor cógeme, por favor cógeme ya»
Juan le dijo que ya la había hecho esperar suficiente, así que se plantó un condón y colocó su glande a la entrada de la vagina y le abrió los labios con los dedos mientras empezaba lentamente a penetrarla.
Ana lanzó un fuerte grito que opacó con la almohada y una vez mas trató de empujar su trasero hacia atrás contra él.
Juan le propinó una sonora nalgada y le dijo: «Yo te estoy cogiendo, no me estás cogiendo tú a mí, así que sí continuas lanzando tu trasero contra mí, voy a retirarme» con eso Ana dijo: «No por Dios, lo siento, no lo vuelvo a hacer.
Por favor cógeme, hasta sacarme la mierda si quieres» él le dijo que si se portaba bien, recibiría la cogida de su vida, la tomó nuevamente por las caderas y le dejó ir la estaca entera dentro de ella.
No podía yo creer que le cupiera totalmente, pero estaba tan lubricada que se ajustó la estaca perfectamente en la vulva.
Ana volteó a verme y me dijo: «Tu amigo me esta cogiendo, Pepe y se siente taaan bien» Juan empezó a llevar un cierto paso y ahora estaba jalándola vigorosamente de las caderas hacia él.
Ana solo gruñía y gemía, pidiéndole que no parara. Él la estaba machacando a pleno poder, cuando sintió que ella se volvía a venir le metió un dedo en el culito y ella se retorció en el mas glorioso orgasmo en que la haya yo visto.
Ella gritó «Este es la mejor cogida que he recibido, adoro tu estaca» No lo creí posible pero Juan empezó a cogérsela aún mas fuerte.
De pronto dijo: «Ya voy a venirme» Ella le pidió que se viniera en su culo, entones el sacó su instrumento de Ana y se arrancó el condón y colocó el glande a la entrada del ojete de mi mujer y oí que le dijo a mi esposa «Ya me estoy viniendo».
Disparó su carga sobre las nalgas, espalda y la parte trasera de los muslos. Decir que ella se veía espléndida es la declaración fuera de contexto del año.
Después de un momento la desamarró y ella inmediatamente se colgó de su cuello llenándolo de besos y metiéndole la lengua en la boca y aceptando la de él en la suya.
Movió ella su mano para acariciar sus huevos y mientras les daba un suave masaje inició un recorrido de besos por el cuello y el vientre de él hasta llegar a la punta del glande.
Una vez ahí procedió a limpiarlo nuevamente con boca y lengua.
Juan le dijo que se acercara a mí y me acariciara la estaca por encima de mis pantalones, mientras él quedaba listo otra vez. Ana vino hacia mí e introdujo su lengua en mi boca.
El olor de otro hombre en ella era embriagante.
Ella colocó su mano sobre mi regazo palpando mi estaca encima del pantalón.
Le preguntó a Juan si podía abrirme la bragueta y él dijo que si pero sin bajarme los calzoncillos.
Ella estaba ahora acariciándome las bolas por encima de mi ropa interior y diciéndome que, que buen palo es mi amigo, que había sentido su estaca palpitar dentro de ella y que nunca había experimentado algo así.
Estaba a apunto de venirme, cuando Juan dijo «Ven aquí Ana, ven y siéntate en mi estaca» Fui forzado a mirar durante otras dos horas, mientras ellos cogían de todas la formas y posiciones posibles.
Una de tantas veces que Ana le estaba dando una sabrosa mamada, mientras él estaba sentado en la cama de frente a mí, ella estiró la pierna hacia atrás y colocó su pie sobre mi regazo, con eso tuve, me vine en mis pantalones.
Después del que yo conté como su quinto orgasmo (Ella dice que solo recuerda cuatro) Ana finalmente cerró los ojos y se quedó dormida.
Juan vino hacia mí y me desató las manos (Que por cierto ya hacia rato que había perdido la circulación).
Me dijo: «Hermano, es la mejor cogida que he tenido jamás, no sé que decir» Le contesté que un «Gracias» era mas que suficiente y que yo también le agradecía lo feliz que nos había hecho a mi mujer y a mí y que ¿Quién sabe? Quizá algún día repitiéramos la función.
Bueno, desde esa noche, Ana y yo hemos estado cogiendo como conejos.
Sin duda el episodio ha añadido un muy necesitado entusiasmo a nuestra vida sexual y creo que ahora nos amamos mucho mas que nunca.
Ella dice que ahora está en deuda conmigo y ¿Quién sabe? Quizá pronto tenga otra historia.