Con una tía

En realidad debo decir que la persona con quién tengo no es una tía real, es de esas compañeras de trabajo de mi madre, que por respeto uno les dice «tía».

Su nombre es Susana, y es algo mayor que mi, debe tener al menos 20 años más, aunque ahora puede no notarse tanto la diferencia, en la época que esto sucedió, podría haber sido mi madre.

Yo la conocí en el hospital donde trabajaba mi madre, luego mi madre compró un departamento y ella también.

Eramos vecinos y ella tenía dos hijas, y con sus hijas erramos amigos así que yo pasaba mucho tiempo en su casa.

Ella y su esposo me decían que yo era como el hijo varón que nunca habían tenido, incluso, yo participaba de todas sus fiestas, ya fueran en su casa o en casa de algunos de sus familiares.

Yo la veía casi todos los días, al pasar del tiempo, yo fui creciendo y la empece a mirar como mujer, su cuerpo era más bien menudo, tenía unos pechos no muy grandes, pero para mí lucían muy atractivos, mis primeras masturbaciones fueron pensando en ella.

Con el correr del tiempo, yo ya era un joven, nada mal parecido, y con un buen trabajo, era vendedor de una empresa internacional de bebidas, como mi trabajo era en terreno, yo disponía de mi tiempo, así que de repente, empece a pasar a desayunar a su casa, aprovechando que Susana había jubilado por una incapacidad física.

Al principio ella bajaba a desayunar conmigo a su cocina, y siempre andaba con su camisón de dormir.

Un día, mientras ella preparaba café, yo miraba su cuerpo que se traslucía a través de su camisón, yo estaba tan preocupado de mirar su cuerpo, que no me di cuenta que se volteo y se percato que yo la miraba, en eso me dijo, creo que mi hijo ya está grandecito y le gusta mirar a las mujeres.

Yo me puse colorado, pedí disculpas, tomé mi café y me fui.

Me perdí varias semanas de su casa, hasta que un día, yo iba subiendo la escala hacia mi departamento, y me encontré con ella que venía bajando, me saludo como de costumbre con un beso en la cara y me pidió que luego pasara por su casa, pues tenía que conversar conmigo.

Yo le contesté que luego iría, pues debía primero bañarme y comer un poco, pues venía llegando recién del trabajo.

Ella me contesto que fuera tranquilo a hacer lo mío y que el café lo tomábamos en su casa, y así fue.

Estábamos tomando café cuando Susana me pregunto que por que me había perdido tanto tiempo, o si tenía vergüenza por que me había pillado mirándola, aprovechando que ella había tocado el tema le conteste que realmente sentía algo de vergüenza por lo sucedido, pero que no me arrepentía de hacerlos pues me parecía que ella era muy sensual, se rió y me dijo que ella podría ser mi madre y que así lo miraba, mi respuesta fue que cada uno miraba con sus propios ojos lo que quería.

Estábamos poniendo serios en la conversación cuando llegó su marido, así que cambiamos el tema y me sirvió otro café que tomamos los tres.

En eso estábamos, cuando comento con su marido que le habían escrito del sur para que fueran unos días, y como él iba a tener vacaciones podían ir para descansar un poco.

A el le pareció buena idea, y que podían irse el fin de semana.

Ella le dijo que podían darme una llave de la casa para que yo regara sus plantas esos días que no iban a estar, y que mañana me iba a hacer una copia, total para eso yo era su hijo varón y debía tener mi propia llave. Juan dijo que el no tenía ningún inconveniente.

Después de esa decisión me pare y me fui, Susana salió a dejarme a la puerta y me dio un beso, pero esta vez fue casi en la boca, en la comisura de los labios, se rió y yo me fui.

Al día siguiente fui a buscar mi llave, me la entregaron y me pidieron que no me descuidara de las plantas, y además Susana me dijo que Juanito estaría dos semanas fuera, pero que ella solo una, pues debía volver pues le había dado la tan esperada hora al médico.

Paso la semana de vacaciones de Susana y llegó el domingo a medio día, justo yo estaba regando sus plantas y ventilando la casa cuando llegó, me saludo y me dijo que había hecho muy bien mi trabajo.

Yo tenía que hacer así que me fui, nos despedimos de un beso, esta vez yo busque su boca, pero ella me esquiva, y solo se lo di en la mitad, me dijo que no fuera fresco, que ella era una mujer casada, se rió y me dijo que me esperaba al día siguiente para el desayuno.

A pesar de que en febrero en mi ciudad estamos en época de verano, ese lunes amaneció frío y con un poco de llovizna; yo me dirigía hacia mi ruta de venta, cuando me acorde de la invitación a desayunar, así que me fui directo al departamento de Susana; aprovechando que ahora tenía mi propia llave, entre sin ni siquiera golpear, y pregunte desde el living si había alguien.

Susana me contesto desde el segundo piso que subiera, pues hacía mucho frío y no tenía ganas aún de levantarse.

Cuando entre a su dormitorio, cual no sería mi sorpresa al encontrarla en cama y con una camisa de dormir totalmente transparente, estaba tapada hasta un poco más arriba de la cintura, por lo que pude ver sus pechos a través de su ropa.

Estos eran no muy grandes, la aureola era más bien pequeña para una mujer de su edad y madre de dos hijas, con un pezón pequeño, pero que se traslucía parado y muy duro.

Ella estaba viendo televisión, la que se encontraba encima de un ropero frente a su cama, por lo tanto, para estar más cómoda, tenía los brazos cruzados tras su cabeza.

Al saludarla con un beso, busque sus labios, pero solo encontré sus comisuras, me miró con cara de reprobación, pero no enojada, incluso pude ver una pequeña sonrisa en su rostro.

Luego me pregunto si andaba muy apurado, le conteste que realmente no mucho, entonces Susana me dijo que terminara de ver el programa de TV, que estaba muy entretenido, a sí que me invitó a tenderme a su lado, ella bajo la ropa de cama, y yo sobre, la abrace por detrás de su cabeza, y empece muy suavemente a rascar su pelo, ella hacia como que estaba concentrada viendo televisión, me miraba de reojo, y solo sonreía.

Luego de unos diez minutos en esos menesteres, le comente que hacia un poco de frío, pues yo andaba solo en camisa y corbata, elle me respondió que me quitara los zapatos y me acurrucara con ella bajo las ropas, aprovechando esa oportunidad me metí entre las sabanas y me puse de costado a ella, con una de mis manos bajo su cabeza y con la que seguía jugando en su pelo; mi otra mano se encontraba sobre su estomago.

A todo esto, mi pene empezó a sentir el calor de su piel, pues su camisa de dormir se había levantado dejando sus glúteos solo al roce de las sabanas, mi pene estaba completamente erecto y buscaba refregarse contra esos glúteos que yo jamas había visto al descubierto, pero que yo sabía que ahora si lo estaban.

Mi siguiente jugada fue él hacerme el dormido, y aprovechando esa condición, mis manos empezaron a hacer su trabajo, la que estaba bajo su cabeza llegó hasta las cercanías de su seno derecho, y la otra, empezó a recorrer su vientre, mientras yo seguía haciéndome el dormido.

Susana no tenía ninguna reacción contra mis caricias, e incluso creo que las disfrutaba.

Mi audacia y mi erección crecían casi paralelamente, a sí que una de mis manos busco más directamente sus pechos, mientras la otra jugueteaba por sus piernas y su vientre, también pase mi pierna sobre las de ella y aumente la presión de mi zona pélvica.

Susana no decía ni una palabra, e incluso el ritmo de su respiración subió un poco, mientras también hacia como que dormía.

Como estaba bajo ese estado de semi inconsciencia creo, empece a jugar con uno de sus pezones que se encontraba muy rígido, y busque el otro para besarlo, alcance a pasar mi lengua como dos o tres veces, cuan ella repentinamente se sentó en la cama, arreglo su camisa de dormir que estaba abierta, y me dijo que mejor bajáramos a tomar café, pues la situación estaba llegando a un límite muy extremo, pero no lo dijo disgustada, por lo que asumí que no le había disgustado.

Ya en la cocina, estábamos bebiendo café en el más absoluto silencio, ella seguía con su camisa transparente; de repente rompió el silencio y me pregunto que por que había hecho eso, y yo muy suelto de cuerpo le conteste que para mí era una mujer super atractiva, que a pesar de los años de diferencia su cuerpo era muy hermoso, y que me encantaría mantener relaciones con ella.

Además yo pensaba que yo también era atractivo para ella, a pesar de mi edad, pues jamas rechazaba de plano todos los trucos que yo usaba para poder tenerla.

Ante lo imprevisto de mis respuestas, ella trato de argumentar que todos los jóvenes buscábamos poder hacer nuestra práctica en materias sexuales con mujeres mayores, y que luego las olvidaban.

Y que además una mujer como ella y con la experiencia que tenía, me podía dejar en ridículo las veces que quisiera.

Yo le conteste que eso habría que verlo, y le dije que yo siempre había soñado con poder hacerle el amor, y que estaba dispuesto a corre cualquier riesgo.

Ella termino su café y me dijo que ya era hora de irme a trabajar. Le pregunte si en la tarde podía volver a tomar café, a lo que ella contesto si solo tomaríamos café.

El resto del día yo anduve como loco esperando que pasara la hora. Solo pensaba en Susana y en las fantasías eróticas que había tenido con ella.

Como a las ocho de la noche llegue a mi departamento, me encontré una nota de mi madre que decía que se había ido a ver a mi abuela a la casa de mi hermana, pues se encontraba un poco aquejada de mala salud.

Pensé para mí, que esta era mi oportunidad, así que me bañe, me afeite, me puse un jeans ligeramente suelto, un slip sunga, una camisa bien suelta con botones por sobre el pantalón y unos zapatos de temporada sin calcetines.

Físicamente me encontraba preparado para una incursión de sexo, y mentalmente también. Sabía lo que tenia que decir y hacer.

Llegue a su casa, estaba preparando café, nos bebimos un café, casi sin hablarnos, solo nos mirábamos a los ojos.

En un momento mire la hora y le dije que podríamos ver las noticias, ella me contesto que del televiso de abajo estaba malo (cosa que yo sabía), pero yo le conteste que viéramos arriba.

Ella me contesto que bueno, pero que nada de cosas raras, que ella podría ser mi madre, a lo que yo conteste bueno «mamacita».

Se rió y subió la escala, yo detrás de ella le veía sus piernas su trasero moviéndose para los lados, mi pene ya andaba por lo menos a 100.

Nos recostamos en la cama, pero en lugares cambiados a los que habíamos estado en la mañana.

Ella acurrucada a mi espalda, empezó a rascarme la cabeza muy suavemente, mientras yo trataba de ver noticias; en un comercial de las noticias, yo le dije que me dolía mucho la espalda, así que por que no me hacía un masaje.

Ella accedió y con sus manos de ángel empezó a realizar tal maravilla. Luego de un rato le pregunte si quería cambiar de posición a lo que ella accedió.

Se puso de «guatita» y yo al costado de ella empece por frotarle la espalda, luego las piernas y volví a su espalda, le dije que para que ambos estuviéramos más cómodos me hincaría sobre ella, me contesto que yo era el masajista y que viera la mejor posición para hacer mi trabajo, a mí que me dijeron me arrodille dejando su cuerpo entre mis piernas, y apoye toda mi zona genital sobre su trasero, empece suavemente a masajear su espalda, luego mis manos llegaron hasta sus glúteos, no hubo ninguna mala reacción, así que mi próximo paso fue sacar su blusa de la falda mini que llevaba puesta, a estas alturas yo podía ver el comienzo de un cuadro color negro con encajes, mi erección no daba mas, y yo creo que ella podía sentirla en su trasero, empece a pasar mis manos nuevamente sobre su espalda, pero esta vez por debajo de su blusa, en forma premeditada me enrede en el elástico de su sostén, por lo que le dije que lo soltaría para poder hacer mejor mi trabajo, me respondió que yo sabía lo que hacía.

En ese momento me di cuenta que sobre su velador había un tubo con crema liquida para cuerpo, le pregunte si quería que le echara crema, a lo que Susana respondió que le parecía genial, pues Juanito jamas hacía ese tipo de cosas y muchas más.

Ahora empezaría mi gran jugada, le dije que se soltara toda la blusa y dejara su espalda al descubierto, lo hizo pero sin sacarse completamente la blusa.

Empece mi trabajo de masajista, pero esta vez con crema en su espalda, cada vez que yo pasaba mis manos por su espalda, aprovechaba de empujar mi pene contra su trasero, y como única respuesta escuchaba un quejido de ¡hummm que rico!

Luego busque una toalla que estaba sobre una cómoda, y se la puse sobre su trasero, me senté en un piso a un costado de la cama, y empece a echarle crema en sus piernas, masajee sus rodillas, sus pantorrillas y cada uno de los dedos de sus pies, luego le abrí un poco las piernas y empezó mi trabajo un poco más arriba en sus muslos, me eche bastante crema en las manos y me dispuse irme a sus muslos, mis manos corrían suavemente sobre la ya suave textura de la parte alta de sus muslos.

Ella se estremecía cada vez que yo pasaba casualmente mis manos cerca de sus entrepiernas, en varias ocasiones, alcance a tocar la orilla de sus cuadros.

Yo estaba que reventaba de excitado, me dieron ganas de bajarle sus cuadros y así mismo penetrarla, pero era algo que podía resultar molesto para Susana y se podía acabar toda la magia del momento.

En eso se me ocurrió una idea, le pregunte si quería que masajeara sus piernas por delante a lo que ella accedió inmediatamente, mientras estaba en esa tarea le pregunte si le gustaba mucho, y me contesto que le encantaba, en ese momento hice la pregunta ¿de verdad «te» gusta? Yo jamas la había tuteado y ahora por primera vez me atrevía.

Ella me miro a los ojos y me respondió con una mirada en que se notaba su excitación que si que le gustaba mucho y que por favor siguiera.

Yo volví a sus muslos, esta vez sin toalla de por medio, y me aventure un poco más arriba.

En eso decidí hincarme nuevamente pero esta vez sobre sus muslos y empece a masajear su estomago, luego abrí un poco su blusa dejando al descubierto sus hombros que también quedaron llenos de cremas. Su cara se veía llena de excitación así que me la jugué definitivamente.

Llene nuevamente mis manos con crema y me abalance sobre su estomago y mis manos pasaron directamente sobre sus senos echa reacciono un poco asustada, pero mis manos ya recorrían sus senos y pellizcaban suavemente sus pezones, me abalance sobre ella la bese en la boca, luego en el cuello, hasta que me apodere de un lóbulo de su oreja, mientras ella me decía que no, que estaba mal, que qué diría Juanito, y yo no la escuchaba, yo solo le decía «te deseo, te deseo». Por fin mis labios encontraron un lugar final, uno de sus pezones, se lo besaba, se lo chupaba hasta se lo mordisque un par de veces. Susana a esas alturas ya estaba a mil también, su mano jugaba con mi pene sobre el pantalón, el ritmo de sus manos más el tiempo que yo ya llevaba excitado, me hicieron eyacular, pero una gran eyaculación, mientras una de mis manos afirmaba su seno, la otra se encontraba en su entre pierna, mientras Susana seguía tocándome de una manera descomunal y me repetía al oído que esta cosita, masajeándome el pene jamas entraría donde yo tenia mi mano.

Era tanto lo mojado que tenia mi pantalón que me aparte un poco y le dije a Susana lo que me había ocurrido, ella me dijo que mejor me limpiara y me fuera luego a casa.

Pero antes me pidió que la besara en los labios, como despedida, me acerque a su boca, y ella tomo mi cabeza y me dio un gran beso nuestras lenguas se retorcían una contra otra, a mí me faltaba hasta la respiración.

En eso me soltó y me repitió nuevamente que me fuera a limpiar. Y que al salir cerrara la puerta y olvidara lo que hoy había ocurrido.

Yo baje al baño me limpie, me arregle un poco y me acerque a la puerta, la abrí, y la cerré, pero yo me quede dentro del departamento.

Subí la escala sin zapatos para que no me escuchara, me agache al llegar a la puerta, y la vi a medio vestir estirada en la cama, sus manos tocaban su entrepierna, y ella se mordía los labios con los ojos cerrados. Se estaba masturbando. Había quedado con ganas.

Me acerque silenciosamente hasta la orilla de su cama, me tendí de lado, tome sus manos y las afirme contra sus piernas, y empece a pasar mi lengua contra su vulva, ella quiso cerrar sus piernas, pero no pudo, pues mi cabeza no se lo permitía, mientras yo me deleitaba tragándome sus jugos productos de la excitación, luego de un par de pasadas más ya no se resistía, saque mi cabeza de entre sus piernas, la mire a los ojos y con una sonrisa en mis labios le dije que no me gustaba irme de una casa debiendo algo. Ella no dijo nada y yo volví a esconder mi cabeza entre sus piernas, mi lengua se deleitaba jugando con su clítoris, yo sentía toda la fragancia de su sexo en mi nariz, en mi cara.

Mientras ella se movía de placer por lo que estaba sintiendo, me pregunto si me había limpiado bien, a lo que yo respondí que más o menos.

Ella me dijo que como ella era la responsable de eso, a ella le correspondía limpiar, desabrocho el botón de los jeans y bajo el cierre, mi pene salió bruscamente de su encierro y ella lo tenía frente a su cara, primero lo tomo con una mano, luego le beso un costado al glande, después de eso, solo recuerdo sus labios subiendo y bajando a través de mi endurecido pene, lo besaba, le pasaba la lengua por todas partes, me masajeaba con sus manos mis testículos, que también conocieron sus labios y su lengua.

Estaba tan caliente el momento, que decidí abrazarla y ponerla sobre mí, y nos dejamos llevar por el juego y la excitación, finalmente, ella apretó sus piernas a mi cabeza, mientras sus labios y su lengua hacían maravillas en mi pene.

En ese momento, ella exploto de placer, y yo recibi todos sus jugos en mi boca, yo le limpie su vagina hasta dejarla solo con la humedad de mi lengua, mientras ella seguía con mi pene en su boca haciendo y deshaciendo con él.

Hasta que llegó el momento en que no aguante más y descargue por segunda vez mi semen, pero esta vez no en mi ropa interior, sino que dentro de su boca, con su lengua limpio todo mi semen.

Luego de eso me tomo de la mano me levanto de la cama, me termino de desvestir mientras nos besábamos, se saco su ropa y me invito a ducharnos.

En la ducha seguimos con nuestros besos, nos besábamos locamente, como unos chiquillos, en un momento ella me dijo que su esposo era tan fome que jamás lo hacían en otra parte que no fuera la cama.

No hubo necesidad de decir más; la abrace, le apoye la espalda en la muralla, tome sus piernas las puse en mi cintura y puse sus pies en el borde de la tina, y empezamos de nuevo, yo le metía mi pene con toda mi fuerza, era un animal en ese momento, y a ella le gustaba, se apretó a mi cuello y me pedía más, me pedía que se lo enterrara con mucha más fuerza, entre sus gemidos y mis empujes terminamos nuevamente.

Salimos mojados de la ducha y nos sentamos en la alfombra de su living y apoyamos nuestras espaldas húmedas en el sofá.

Luego yo me tendí en el suelo y nos pusimos a conversar.

Yo le contaba que tenía varios sueños eróticos, pero los que más ansiaba era que me hicieran un masaje en el cuerpo con los senos, y el otro era uno que había visto en una película porno, que era despertar mientras me hacían sexo oral.

Ella sonrío y empezó a cumplir el primero de mis sueños.

Me puso boca abajo y se sentó en mis piernas y empece a sentir sus pechos en mi espalda, sentía como sus pezones rozaban mi columna hasta bajar a mis nalgas, una nueva erección termino con mi masaje en la espalda, tuve que darme vuelta, pues la presión de mi pene sobre la alfombra me empezaba a molestar.

Una vez de espalda ella siguió con su masaje, esta vez era mi cara mis ojos, mi boca, para luego bajar por mi pecho hasta mis tetillas, ahí se mantuvo un rato, mientras con una de sus manos masajeaba mis testículos, luego siguió bajando con sus senos y llegó a mi ombligo, la sensación de esos pezones duros más lo terzo de su piel hacían que yo estuviera nuevamente a mil, luego siguió por mi vientre hasta llegar a mi pene, eso ya fue sensacional.

Empezó a pasar uno de sus pezones por la punta de mi pene, y con el jugo de este se mojaba el resto de su seno, luego cambiaba al otro seno, así se lo llevó un buen rato, hasta que se subió sobre mi, dejando toda su conchita en mi cara, yo no me hice de rogar y metí mi lengua entre sus labios y su vulva, ella empezó a darme una mamada de maravilla, se metía la mitad de mi pene y lo chupaba un poquito hasta sacar mis jugos preliminares, luego pasaba su lengua rápidamente por la punta de mi glande y me volvía a cada momento más loco, yo por mi parte, con mis dedos le tome sus labios y se los abría y podía ver en todo su esplendor una vagina de cuerentitantos años en mi cara, empece a morder suavemente su clítoris y sus labios los tomaba con los míos y se los mordía suavemente, ella gemía de placer cada vez que lo hacía, luego nos pusimos de lado y en un momento en que lamía mis testículos paso su lengua por mi ano y me dijo que ella también tenía sueños incumplidos.

Yo entendí inmediatamente y volví a ponerme de espalda. Empece a pasar mi lengua por su vagina y en un momento yo también pase mi lengua por su ano, su esfinter se recogió bruscamente y seguí pasando mi lengua por aquel hoyito, trataba de entrar con mi lengua y ella apretaba cada vez más, me moje mis dedos en sus jugos y empece a meter suavemente uno de mis dedos en su ano.

Ella gemía con cada intento de mi dedo, mientras ella seguía lamiendo mi pene y mis testículos; después de haber eyaculado ya tres veces, me era difícil hacerlo tan pronto nuevamente, aunque mi pene estaba a tope, seguía con mi lengua en su vagina, mientras ya mi dedo había entrado completamente, y el segundo ya empezaba ajugar por su orilla para también entrar, luego de unos intentos más, ya tenía dos dedos dentro de su anito virgen, ahora le tocaba el premio mayor.

Le pedí que se parara, la puse en el borde del sillón con su cara apoyada en uno de los cojines, con mis manos abrí sus nalgas, y mi pene empezó a forzar la entrada de su ano, ella seguía gimiendo de placer y también me decía que le dolía bastante, mi respuesta fue que para gozar, primero hay que sufrir, y cuando termine mi frase, empuje con todas mis fuerzas, mi pene entro hasta el fondo, yo tenía razón, pues en el empuje mi pene también me dolió una barbaridad.

Tome sus brazos, y me afirme de ellos, mientras yo empezaba con un frenético mete y saca, en eso miré su ano y mi pene y ambos estaban rojos de sangre, yo supuse que era su ano, y seguí en mi tarea, hasta que en un momento no aguante más y termine dentro de su anito, ella al sentir la explosión de semen en su ano, también grito y cayó rendida en el sofá, al sacar yo mi pene, venía todo manchado con un liquido medio rosado; era mi semen más nuestra sangre, yo también me había roto los cueritos de mi pene en el momento de penetrarla.

Ella al ver mi pene así, lo tomo con sus manos, mientras con su lengua me hacía un aseo completo, yo me tire en la alfombra mientras Susana me seguía limpiando.

En esa forma me dormí.