Mis aventuras con Balma y Luis II

Aquí continúa el relato de mis aventuras con Balma y Luis

Pues demás está decirles que los chicos y yo nos lo pasamos fenomenal aquella mañana.

Al mediodía preparé una barbacoa, para recuperar fuerzas, descansamos un rato de siesta y al levantarnos volvimos a echarnos en la piscina para refrescarnos un poco.

Luego mientras descansábamos en las tumbonas, volvimos a conversar sobre lo disfrutado por la mañana, y ellos se mostraron contentos y excitados por lo que vendría luego. Que les ha parecido hasta ahora? chicos.

Balma: la verdad es que me encantó. He sentido muchísimo placer sobre todo con tu miembro en mi boca, tan grueso y sabroso, y el semen de ambos; fue increíble.

Jamás me imaginé que se pudiera disfrutar así ni que el sabor del semen fuera tan delicioso.

Luis: yo también disfruté mucho, con los dos!!, pero sobre todo con las mamadas que nos dimos, Benito y yo. Bueno, dije, ahora viene lo mejor. Pero me parece que va a ser un poco fuerte para Balma perder su virginidad conmigo, delante de Luis, y para Luis confirmar sus inclinaciones, si las confirma, mientras lo desvirgo delante de Balma.

Sí dijeron los dos creo que sí. Entonces, si estáis de acuerdo lo haremos así: Tú, Luis te quedas tomando el sol aquí afuera mientras Balma y yo nos vamos adentro, y luego al revés, Balma se queda afuera y tu y yo follamos. Les parece? OK.

Bien, pero antes Balmita quiero que le des a Luis un gustito y pruebes su polla. Balma sonriente se levantó de la tumbona y arrodillándose entre las piernas de Luis comenzó a lamer su dormida verga, con suaves pasadas de su lengua por el glande y los huevos.

Cuando logró una hermosa erección se lo llevó dentro de la boca y se la chupaba con fruición, entre jadeos suyos y de él, esta vez Luis sintió la proximidad de su orgasmo y le avisó, pero ella engolosinada continuó su faena hasta arrancarle un fabuloso orgasmo que llenó su boquita.

Tragó todo y luego siguió chupando y lamiendo hasta dejarle la verga limpita.

Se relamió sus labios y se incorporó, y tendiéndome su mano me invitó a entrar.

Se la notaba calentísima y me había parecido ver gotitas de flujo colgando de sus pelitos preivaginales.

Entramos y esta vez nos fuimos al dormitorio principal, a la cama de dos plazas.

Ni bien entramos se colgó de mi cuello y me pegó un morreo delicioso, para luego decirme: al fin seré mujer.

Pero tengo mucho miedo, por favor ve con cuidado. Yo mientras acariciaba su espalda hasta llegar a las nalgas, que noté firmes y de una tersura especial, le dije: tranquila, será algo hermoso que no olvidarás jamás.

Dicho esto la alcé en brazos y la deposité sobre la cama.

Preparé una cajita de condones sobre la mesilla de noche y me tumbé a su lado, y comencé a acariciarle con mi lengua todo su cuerpo, primero sus pechos, con especial interés en esas dos fresitas dulces, que me apuntaban, descendí por su abdomen impregnándome del olor y el sabor de su piel, que ahora mismo, cierro los ojos y vuelvo a sentir. Me detuve en su ombliguito unos segundos, y luego continué hacia el pubis.

Sus labios entreabiertos (separó sus piernas en cuanto llegué al pubis, como invitándome a seguir adelante) me dejaron ver el rosado de su vulva y la rojez de su botoncito caliente y húmedo, que tome entre mis labios succionándolo con placer, arrancándole el primer orgasmo.

Continué al interior con mi lengua, saboreando esa cuevita de las mil y una noches, y de paso lubricándola a conciencia.

Me puse un condón mostrándole como se hace y apoyé el glande contra su clítoris, frotando y restregándolo contra Él, lo cual pese a su ansiedad le provocó el segundo orgasmo, que la dejó temblando.

Despacito por favor.

Si mi amor, tranquila. Bajé mi verga hasta su entrada y comencé a presionar suavemente, sintiendo como se iba abriendo su canal al paso de mi ariete.

Ay, me duele, con suavidad, porfa. Si tesoro, y lo retiré para empezar de nuevo; en eso topé con su himen y tomando impulso, le dije respira hondo preciosa, y de un movimiento se la clavé hasta el fondo sintiendo como se desgarraba su preciada telilla virginal.

Me abrazó con fuerza y dijo: SSSIIIIIIIIIIIIIII, por dios métemela hasta el fondo, asíiiiiiiiiiiiiii, me duele mucho pero es hermoso, riquísimo, más, muévete más, OOOHHHHHHHHHHHHHHH, que goce, y me envolvió con sus piernas la cintura presionándome contra su pubis, y profundizando mi penetración.

Mantuve el ritmo de mete-saca hasta que le llegó una oleada de orgasmos increíbles, que provocaron mi primer corrida, abundantísima, por suerte dentro del preservativo.

Quedamos abrazados, ella encima mío (me giré para eso)y con su cabeza reposando en mi hombro, notando como se iba tranquilizando su respiración.

Cuando recuperó el habla, me dijo: Oh Benito eres maravilloso, me has hecho tocar el cielo, ha sido increíble. pero sabes qué, me gustaría sentir tu corrida dentro mío. Sí mi amor, pero eso no es posible ya que podrías preñarte.

Pero tengo una idea, dije yo mientras ella me acariciaba la verga con sus muslos, y provocándome otra erección, date la vuelta boca abajo. Se volteó y tuve una visión celestial de su culito en pompa.

Me arrojé sobre ella apoyando mi verga entre sus hermosas nalgas, que estaban hirviendo y comencé de nuevo a besarla desde la nuca y las orejas, que lamí intensamente, bajando por el surco de su espalda hasta llegar a su raja posterior, y con esfuerzo separé sus duras y musculosas nalgas con mis manos para seguir lamiendo esa deliciosa senda que me llevó hasta su volcán posterior, que palpitaba al contacto con mi lengua.

Lo chupé a conciencia poniéndola a mil revoluciones, y ella respondía apretando su culo contra mi cara.

Cuando me cansé de saborear ese manjar y acariciar sus nalgas casi perfectas, me incorporé y la puse en cuatro, como una perrita, con su cabeza apoyada en la almohada. Ella adivinando lo que venía me dijo Cuidado, por favor!!, no me hagas daño, mientras se cogía con ambas manos del cabezal de hierro de la cama. Apoyé mi glande rojo, hinchado y caliente, descubierto (sin pres.) contra su agujerito palpitante y comencé a presionar firme pero suavemente, hasta que cedió el esfínter y penetró la punta de mi verga en aquél ardiente volcán. Ahhhh, que dolor y que placer sentir tu espada ardiente en mis entrañas, me dijo.

No!!, no la saques, gritó en cuanto sintió mi movimiento en ese sentido, que hice impulsivamente al notar su dolor. Ahora que ya entró déjalo allí.

Solo dame tiempo a acostumbrarme a él. Yo sentía que mi polla se abrasaba en ese fuego y su ano me apretaba rítmicamente como si me estuviera ordeñando.

Al cabo de unos segundos empezó a moverse hacia atrás y adelante instándome a seguir con su desvirgue posterior.

Por supuesto no me hice rogar y volví a mis acometidas suave pero rítmicamente, introduciendo cada vez un cm más de mi polla en su recto, disfrutando de ese culito de antología y esa hembra de campeonato, a quién estaba terminando de desvirgar en ese acto casi divino (primero la boca, luego el coño y ahora el final, su precioso culo.)

En cuanto sintió mis cojones contra su piel, se unió a mi rítmico vaivén y formando un solo cuerpo, unidos por mi ardiente estaca, nos embarcamos en un frenesí sin igual hasta llegar juntos al orgasmo más maravilloso que logré en mi vida, estallando dentro de su culo mientras ella profería increíbles gritos de placer.

Al final ella cayó sobre la cama como inerte, jadeando y resoplando, y yo sobre ella, abrazándola tiernamente y trasmitiéndole todo el calor y seguridad que necesitaba en ese momento.

Así nos quedamos dormidos un ratito.

Al despertarnos nos sorprendió la presencia de Luis en la habitación mirándonos con una mezcla de ternura y envidia por la escena que estaba presenciando.

Perdonen, pero es que escuché gritos y luego un silencio sepulcral y todo este tiempo no oí más nada, y me preocupé.

Tranquilo, es que nos quedamos dormidos agotados por el esfuerzo, dije, y Balma sonrió picaramente y se levantó al váter a lavarse.

La visión del semen corriendo por el interior de sus muslos nos enmudeció a los dos y provocó una inmediata reacción entre las piernas de Luis.

Al pasar junto a él le acarició la verga semierecta diciéndole: ahora te toca a ti, eh!!! Y yo que no estaba para más trotes dije: sí es cierto, antes de otra cosa quiero que ahora sí, probéis llegar hasta el final vosotros.

Ambos me miraron interrogatoriamente y con cara de susto.

Pero vamos, dije no me dijerais que no lo deseáis? Además yo necesito recuperarme, que no tengo vuestra edad. Y tranquilos que yo los guiaré.

Así que cuando ella volvió del váter, con su carita encendida y sus ojazos brillantes que denotaban lo vivido en ese último rato, y lo que estaba por venir, los hice echarse en la cama en donde inmediatamente comenzaron con los jueguitos previos que les enseñé.

Besándose con ternura, y mientras ella acariciaba el miembro de su amigo, este introducía un dedo entre sus labios vaginales, explorando con dulzura esa cavidad recién estrenada, como lo demostraban esas manchitas de sangre en la sábana.

Entre suspiros y jadeos, alcanzaron un estado de hiperexcitación tal que sin mi ayuda Balma lo puso de espaldas le colocó un preservativo y sentándose sobre su enhiesta verga, se ensartó sobre ella y comenzó a cabalgarlo, mientras le ofrecía el tesoro de sus pezones para que Luis los chupara.

Se corrieron casi simultáneamente, y ella se bajó para descender su cabeza hasta el falo chorreante sacándole el condón, y abriendo su boca se lo zampó de un solo movimiento, dándole una mamada que me dio envidia y me provocó una nueva erección.

Yo me acerqué a ellos y la hice girar para que quedaran en posición de 69 así él también podía degustar ese manjar y los jugos que destilaba, volviendo ambos a correrse juntos.

En una actitud egoísta de mi parte no los animé a continuar por detrás (quería que ese monumento de placer fuera solo mío, al menos por ahora), y Balma que supongo estaba algo dolorida de su culo, tampoco lo hizo.

Los dejé solos un rato para que se repusieran y hablaran de ello, y yo me fui a tomar un trago.

Sobre la medianoche, invité a Balma a salir al jardín para ver las estrellas mientras yo me encerraba con Luis para completar la faena.

Que tal Luisito, te ha gustado? Vaya que me ha gustado, ha sido hermoso, es que es tan guapa y caliente!! Pues sí que lo es.

Pero quieres seguir adelante con esto? Sí por favor, quiero terminar con mis dudas.

Vale me senté a su lado y comencé a recorrer su cuerpo con mis manos hasta llegar a su precioso culo, que acaricié detenidamente, pasando una y otra vez por su ano, hasta que lo penetré con un dedo, provocando un respingo de su parte. Me agache a lamerlo, era muy suave, ya que no tenía pelos allí.

Luego de lubricarlo un rato, yo ya estaba empalmado por las sensaciones, le ofrecí mi verga para que la lubricar, cosa que hizo con muchas ganas y disfrutando de ello.

Cuando ya la tenía bien mojada, lo puse de espaldas a la cama y con sus piernas sobre mis hombros enfoqué mi cañón y se la metí de una estocada, lo cual le dolió bastante ya que profirió un grito desgarrador.

Yo me quedé quieto dejando que se acostumbre a la presencia invasiva en su culo, pero por la expresión de su rostro adiviné que le estaba gustando y el dolor dejaba paso al placer.

Se relamía los labios y su verga estaba hinchadísima pese a los dos orgasmos previos con su amiga del alma.

Así que comencé a bombearlo, hasta metérsela por completo, notando su verga caliente golpear contra mi abdomen.

Se la tomé con las manos y lo acaricié dulcemente, mientras seguía enculandolo. Se la saqué y lo gira poniéndolo en cuatro, y volví a metérsela hasta el fondo.

Ahora el se unió a mis movimientos y gozamos mucho los dos hasta que nos corrimos casi juntos.

Yo llenándole el culo y el sobre mis manos que no dejaron de pajearlo en ningún momento.

Nos separamos y se recostó entre mis piernas y mientras me decía: que maravilla tío, gracias, se llevó mi verga a la boca y me la mamó hasta dejarla limpita, pero luego continuó hasta provocarme otro orgasmo que llenó esta vez su boca y que él bebió y tragó ávidamente.

Cuando volvimos a la ciudad, ambos me agradecieron lo vivido, y unos días después me encontré con Balma que me dijo que Luis y sus padres se mudaron de ciudad, pero que él le había dicho que ahora sabía quién y qué era, y ella me pidió volver a encontrarnos para disfrutar del sexo, que por ahora no quería saber de nadie más en su vida sexual.

Yo por supuesto encantadísimo de poder disfrutar de ese cuerpo adolescente y sobre todo de ese culo primoroso.