Descubriendo mi lado sado I: Entrenando a Pilar
Yo había sido destinado a Barcelona y había tenido que dejar a mi familia en Madrid y alquilarme un pequeño apartamento en la zona de Sants.
A medida que pasaban los días me aburría mas y una noche acudí a uno de esos bares donde van los solitarios buscando un polvete.
Había, por supuesto, muchos más hombres que mujeres y de estas ningún bombón precisamente pero eso era lo que había.
Me acomodé en la barra, pedí algo de beber y me dispuse a esperar mi oportunidad. Pero pasaba el tiempo y no había muchas.
Una mujer me llamó la atención casi al otro lado de la barra, era una madura de unos cincuenta años, entrada en carnes y más pintada que una puerta.
No es que fuera guapa, es que me recordaba a alguien y no sabia a quien.
Como si hubiera sentido mi mirada alzó la cabeza y me miró, entonces la reconocí, era Pilar, la ex -esposa de un primo de mi mujer.
Ella también me reconoció a mí y, tras dejar a su acompañante, se me acercó, la besé en las mejillas y me la quedé mirando.
-Hola ¿qué haces tú por aquí?
-Bueno, cuando me divorcié me vine a vivir a Barcelona con mi hermana.
La pregunté por su hija
-¿Y Mar?
-Vino conmigo claro, me dieron la custodia aunque ahora ya es bastante mayor.
La invité a tomar algo y nos sentamos en una mesa, charlamos de todo un poco y finalmente fue ella la que hizo la pregunta que empezó todo.
-¿Y tú que haces en este bar?
-Pues lo mismo que todos -contesté- buscar un polvo fácil.
-Si – me dijo mirándome a los ojos – yo también.
La blusa escotada dejaba ver el canal de unos pechos enormes y la falda estaba bastante subida como para insinuar que más arriba había una cueva muy, pero que muy húmeda.
-¿Qué tal si lo echamos juntos?. Pero a lo salvaje…..
Se sonrió y se humedeció los labios
-¿Muy salvaje?
-Muy, muy salvaje, desde luego.
Yo estaba lanzado y alargué una mano y la acaricié un pecho a través de la blusa. Ella suspiró y cerró los ojos.
-¿Tienes sitio?
-Vamos a mi apartamento -contesté- a estas horas no hay ni portero y está cerca.
Salimos y fuimos al edificio donde estaba mi apartamento, durante el camino la miré desnudándola, era tan alta como yo, y estaba «metidita en carnes», grandes tetas y un culazo como una plaza de toros pero me estaba poniendo a cien.
En el ascensor la besé en la boca metiéndole la lengua hasta la garganta mientras la metía ambas manos al culo bajo las faldas.
Llevaba esa lencería con agujeros en los sitios apropiados. La miré y ella se sonrió
-Es por si hay que echar un polvo rápido.
-Eres un poco puta -la dije y apreté las enormes nalgas- ¿Echas muchos?
-No muchos, no te creas, al principio muy lanzados pero luego os rajáis, apenas paso con casi ninguno de un magreo o una mamada en los servicios…..
había algo en su forma de pasarse la lengua por los labios que llamaba a mis instintos más salvajes, llegamos al apartamento, entramos y nos dirigimos al salón
-¿Quieres comer algo?
-Si -me dijo tocándome el paquete- varias raciones de esto…..
Me senté en el sofá dejándola a ella de pié y la pedí que se desnudara.
Lo hizo muy lentamente, se quitó la blusa y se desabrochó el sujetador enseñándome unas tetas como melones maduros, las tenia caídas pero enormes y los pezones estaban disparados, se cogió una con las dos manos y se la llevó a la boca , le dio un par de lametones al pezón y miró la polla que me acababa de sacar de la bragueta para evitar reventarla.
Después se quitó la falda y quedó con el liguero, unas medias negras y las bragas que, efectivamente, llevaban agujeros en los sitios indicados.
Tenia barriguita y cartucheras en las caderas y un coño afeitado con los labios salientes que se veía chorrear desde donde estaba.
Con una sonrisa perversa se lo abrió y masajeó su clítoris.
-Puta…. -mascullé- me vas a hacer correrme, ven aquí y chúpamela…..
Sin dejar de comerse su pezón y de acariciarse el clítoris avanzó hacia mí mirando golosamente mi tranca a punto de explotar.
-De rodillas
Para mi sorpresa acentuó aún mas su sonrisa y se arrodilló entre mis piernas, tomo mi polla con las dos manos y empezó a lamerla.
Pero yo , que estaba para explotar de un momento a otro, quería prolongar aquel placer:
-Sin manos, cerda, pon las manos a la espalda.
Puso las dos manos a la espalda y se tragó la polla hasta los huevos, decididamente Pilar actuaba como una sumisa y eso me excitaba cada vez más.
Había que probar.
Cuando me vio desabrocharme el cinturón sus ojos se encendieron y redobló su mamada, me incliné sobre su espalda y enlace sin la menor resistencia sus manos, dejándola atada, bajé las manos a sus colgantes tetas y la pellizqué los pezones.
Gimió y siguió mamando. Era una sumisa y yo iba a aprovechar aquel cuerpazo en todas sus posibilidades.
Cuando sentí que me iba a correr la aparté tirándola del pelo y me corrí en el suelo.
-No te mereces mi leche, guarra, lámela del suelo.
Y sumisamente tal y como estaba fue buscando los chorreones por las baldosas y lamiéndolos.
Acababa de encontrar una esclava…..
Continuará…