El retorno del panqueque

Hace algún tiempo relaté la fabulosa experiencia que tuve al tener sexo con Julio, un muchacho rudo y fuerte cuyo distintivo principal es una enorme verga con un cabezón del tamaño de un pan mexicano llamado Panqueque…

Por diversas razones dejamos de vernos un tiempo hasta que hace dos semanas…..

Regresó con el pretexto de saludar y hacer una consulta de tipo legal.

No soy abogado, pero tengo fama de ser buen mediador en asuntos de relaciones humanas.

Le recibí sin reproches y salimos luego a tomar una copa.

Regresamos a mi departamento con las últimas dos cervezas, las «camineras» como se dice en México a las copas del final de la juerga, sin que haya habito tal juerga.

Estábamos sobrios los dos.

Empezó preguntándome si podía darse un baño, yo accedí de manera natural, pero la verdad…. ansiaba volver a ver esa verga cabezona….

Como si tal cosa se desnudó frente a mí y en su semierección se advertía esa bola palpitante que tiene por glande.

Disimuladamente, retrajo el prepucio y la cabeza brilló.

Para esos momentos, yo estaba ya al punto máximo de mi erección.

Entró al baño, se metió bajo la ducha, yo le miraba absorto mojar su cuerpo y enjabonarse, al llegar a su pubis, agitó su vergota y ésta tomó forma…. una forma por demás tentadora.

No aguanté más y me uní al baño… empecé a enjabonarlo, a recorrer su cuerpo con la esponja espumeante…. el olor del jabón de tocador, los residuos de su sudor agridulce y el rico frescor del agua de la ducha acabaron de excitarme. Inicié una mamada que logró llevarlo al borde del paroxismo… gemía, pujaba, gritaba y de pronto: un torrente de leche inundó mi garganta.

Fue una venida colosal.

Terminamos de bañarnos, fuimos a la cama, terminamos la cerveza, llevó mi mano a sus huevotes, empecé a masajearlos, cobraron su rigidez y la verga de nuevo se hinchó.

Me pidió entonces que me colocara en posición de 69 y el juego empezó…. fue fascinante.

No pasó mucho tiempo antes de que me pidiera sentarme sobre su cabezona tranca y lo hice….. estaba derritiéndome de deseo…. me la metí toda de un golpe, mi culo se estremeció pero disfrutó la furia de su trozo…. le cabalgué frenéticamente, sin tocarme, solté mi ardiente leche sobre su estómago y él la recogía con sus dedos y los llevaba a su boca jadeante….. de pronto hizo explosión dentro de mi…. fue un caudal de líquido caliente en mi interior…..

Con trabajos me retiré del arma que tenía inserta en el intestino, me recosté a su lado, nos dimos un apasionado beso jugueteando con nuestras calientes lenguas y…. nos quedamos dormidos.

La mañana siguiente fue aploteósica.

Se volvió a repetir la historia.

Fue excitante.