Prueba y aprueba III

Tres semanas y la juventud parecía haber vuelto.

Sueños, fantasías y numerosas perversiones inundaban mi mente.

Mi sumisa alumna había cambiado mi vida.

Aunque a veces sé que puedo parecerles cruel, nuestro juego forma parte de la vida, Ester no dejaba de ser mi presa, incluso podía estar orgullosa de ello.

Yo era su depredador.

Pero no se hagan una idea equivocada.

No soy el rey de la selva, mas bien una hiena carroñera, soy consciente de ello. Las hienas podemos ser crueles, pero también somos victimas.

Yo lo soy. Soy victima de mi mujer, de mi trabajo, de mis hijos…

De algún modo es justo que devuelva algo a la humanidad.

De todas mis fantasías, me decidí por el ‘Yang Tsu’. Imagino que los lectores de mi edad lo recordaran la legenda de su época hippy.

El Yang Tsu representa la posesión del alma por un espíritu del mal, es una versión de la magia negra en Taoísmo.

Los monjes Tsutianos desarrollaron manuales para el dominio del alma. Los chinos utilizaron el «Do», el libro sagrado Tsu, para conquistar el Tibet.

Después de numerosos fracasos solo el Do les mostró las técnicas de control del alma del Dalai Lama, incapaz ahora de florecer en un cuerpo que le haga fuerte.

La leyenda de la fuerza del Do se extendió en los años 70. Recuerdo una historia especialmente morbosa, que en aquellos momentos me pareció deleznable. Era un hechizo para poseer el alma de una mujer. Comenzaba de una forma nada sencilla, la victima debe acceder a que eyacules en sus tres cavidades…

Ester llegó a su última cita conmigo puntual. Tenía algo diferente de las dos anteriores. Algo más seria. Quizás, sí, más mujer. Su ropa, su maquillaje o su expresión eran de adulta.

Entró y seria dijo:

– ¿Nos vamos?

Su aspecto era simple y muy atractivo. Sin duda, esta vez, tenia claro que volveríamos al motel. Un vestido oscuro, de lino semitransparente, dejaba entrever que no tendría que insistir para que se lo quitara.

En el viaje estuvo callada. Estaba muy morena. Se nota que ya iba a la playa con frecuencia.

Su falda dejaba al descubierto sus largas piernas morenas.

Creo que apenas atendí a la carretera. Ni siquiera le di conversación. Miraba sus piernas imaginándola desnuda. Repitiéndome que aquello no era mentira.

Llegamos al motel y apenas cerrar la puerta de la habitación comenzó a desnudarse. Su expresión era fría y dura.

– Tranquila palomita.

Le dije.

– Acércate. Quiero que me beses.

Por supuesto lo hizo. Pero sus besos eran pequeños y desganados. Tuve que insistir con mi boca para lamer su dulce boca.

– ¿Ves? Así es mucho mejor. Sé buena y te trataré bien.

Ester continuó mecánicamente con los besos, hasta que realmente empecé a notar como aunque sólo fuera un poco, empezó a excitarse.

Sus brazos me rodearon y su cuerpo solo cubierto por unas minúsculas braguitas se apretó contra mí.

Empecé a desnudarme, y sin excesivo ímpetu, desde luego, si me ayudó a hacerlo.

Creo que la palomita no se sentía del todo incomoda en su papel de sumisa alumna.

– Túmbate bocabajo y quítate esas bragas.

Obedeció algo dubitativa. Creo que no esperaba esa orden.

– ¡Uhmm! ¡Qué culo tan bonito tienes Esther!

Mi mano jamás había pellizcado un culo tan duro y joven. Era perfecto. Parecía una de esas modelos artificiales. Lo que se desperdicia en los jóvenes…

Comencé a manosearla con mis manos. Recorrí la marca del bañador. Separé sus cachetes y seguí el pliegue de su piel hasta su ano.

No me detuve mucho. Ya llegaría el momento del Tsu. Solo presioné lo justo para ver como cedía. Y no lo hacía. Creo que nuestra chica tenia virgen el culo.

– ¿Te la han metido por aquí Palomita?

Le pregunte con una medio sonrisa.

-¡No!.

Gritó

– Y ni se le ocurra. ¡Cerdo asqueroso!.

Un buen puñetazo bastó para callarla. Eso sí, una vez más, comenzó a llorar.

No cese en mi ritual. Ahora lloraba pero seguía bocabajo con las piernas separadas. Algo me decía que pese a sus sollozos no se encontraba mal del todo.

Continué el viaje de mi dedo hasta alcanzar su vagina.

Se podía notar que era verano. En los labios, en su fluido. De algún modo, la playa, el mar y el sol ya estaban invadiendo sus labios. El sudor, el tacto o el olor de su coño eran sin duda estivales.

No lo duden, esa niña estaba húmeda. Ester era sin duda una buena puta.

Agarré sus cachetes con mis manos y mis pulgares jalaron para separar sus nalgas. De rodillas entre sus piernas me dispuse a degustar mi ostra de dieciocho primaveras.

Hundí mi rostro entre sus piernas. Sus cachetes presionaban mis mejillas, pero mi lengua alcanzaba su coño.

Lo lamí con devoción. Bañe mi lengua en su flujo. La paseé de arriba abajo disfrutando sus rincones. Bebiendo de mi copa de dioses.

En muy poco tiempo los sollozos de mi alumna favorita se convertían en tímidos jadeos. La niña estaba disfrutando.

Creo que no le importó que mi barba sin afeitar varios días se clavara en su culo.

Cuando estaba realmente caliente fue el momento de probar nuevos sabores.

Fui subiendo con mi lengua para encontrar de nuevo el orificio de su culo. Y ¡voila! Lo encontré. Un sabor más amargo llenó mi boca.

Pero esta vez no ofrecía ninguna resistencia cedió completamente al empuje de mi lengua. Comencé a sodomizar a la niña con mi lengua.

Y les aseguro que no se quejaba. Mis manos pudieron abrir tanto su culo que mi lengua entraba entera. Incluso dejo el esfínter tan relajado para meter mi dedo.

Mi lengua luchaba contra mis dedos por disputarse ese culo virgen. La sensación era inimaginable.

Sentir como su estrecho orificio se iba relajando era increíble. Mi baño de saliva la estaba excitando. Levantaba su vientre para ofrecer un mejor panorama.

– ¡Ahora no te muevas!

Le grite. Imaginando lo que le iba a pasar, gritaba nerviosa, con miedo y poca oposición

– No no no no n…

Su ultima palabra quedó entrecortada por una aspiración. Mi polla entró de un fuerte empujón en su culo dejando sus ojos muy abiertos. Su respiración se paró. Incluso me asustó. Creí haberla matado.

Unos largos instantes después retomó la respiración casi al borde de la asfixia. Gritaba. Lloraba.

Me rogaba que saliera. Lo suplicaba. Pero todo bajito. Mi polla excitadísima había alcanzado su máximo tamaño. Estaba loca si pensaba que pararía.

Continué a pesar de sus suplicas disfrutando de aquel culo virgen hasta que lo llene de mi leche. Yo si grite bien alto al llegar.

Aquella fue la última vez que estuve con Ester.

Le puse un seis sobre diez. Sé que pueden pensar que podría haberle puesto más nota. Pero no se la merecía. Después del verano Ester organizó un fuerte revuelo al denunciarme. Sus padres presentaron una querella contra mi y la Universidad. El Rectorado consiguió acallarlo todo y que desestimaran la querella.

¿Qué como me afecto? No se lo van a creer, pero mis compañeros han empezado a valorarme. Incluso gastaron alguna broma animándome.

Al final de este último curso me eligieron Secretario del Departamento.

Tuve una alumna destacada, Mámen, que sacó un nueve sobre diez. ¿Se imaginan como?

De Ester no supe mucho más.

Tuvo que dejar la Universidad y la ciudad. Me dijeron que estaba embarazada.

Quizás la legenda del Do sea verdad y yo me quedé con su alma.

Por azares de la vida le prometí al ex-novio de Ester que lo confesaría todo, y así lo he hecho.

No creo que él desde la cárcel pueda leerlo esto, pero ustedes si. y ni siquiera he cambiado los nombres.

No falté a mi palabra…