Mis amigos del edificio

Este relato me pasó cuando llegué a vivir a la ciudad y conocí a dos chicos que eran mis vecinos y me enseñaron como se podía divertir una chica un día domingo en el cual no había nada que hacer.

Mis padres me enviaron a Lima apenas cumplí 18 años para que yo viera si me gustaría vivir en una ciudad grande, a diferencia de la vida de pueblo donde el tiempo transcurría sin que pase nada.

Mi vida en provincia había transcurrido en una forma totalmente inocente, donde mi única diversión se limitó a nadar en el lago con mis amigos de colegio, e ir al cine los fines de semana.

Yo quería estudiar y fue así como mis padres arreglaron en conseguirme una habitación, en un edificio del centro de la ciudad. Debía vivir unos meses ahí y ver por mi misma si deseaba quedarme definitivamente.

En el edificio donde vivía, de vez en cuando me cruzaba con un par de chicos que estudiaban en una universidad de la ciudad y que ya llevaban varios años viviendo ahí.

Ellos eran también de provincia y de la misma forma que a mí, sus padres les pagaban un departamento.

Ellos se habían conocido en la universidad y compartían los gastos del departamento.

A diferencia de mis amistades masculinas en el pueblo donde vivía, se notaba que los de la ciudad eran mas mandados y siempre estos chicos me invitaban a que los fines de semana los visitará en su habitación.

Fue así como un día me animé a visitarlos ya que no tenia nada que hacer ese domingo. Ellos tendrían algo de 24 años cada uno y siempre que los veía me piropeaban y me decían que era una chica muy linda y esas cosas.

En la mañana que los encontré fuera del edificio, les pregunté si podría visitarlos. Ambos me dijeron que si y que nos podríamos encontrar en su departamento por la tarde.

Luego de almorzar, descansé un rato y luego me bañe para estar mas fresca.

Me puse un vestido entero de vuelo, que usaba los domingos y me puse unas pantimedias del color de mi piel, ya que estábamos en otoño y hacia un poco de frío.

Me puse mis zapatos de charol e hice una cola en mi cabello y subí dos pisos hasta llegar a su puerta.

Toqué y uno de ellos salió a abrirme. Me invito a pasar, diciéndome que estaba muy linda esa tarde vestida así.

Siempre me han gustado los halagos, aunque donde vivía antes los chicos no se esmeraban por piropearla a una mucho. Usaba los vestidos un poco sueltos ya que siempre he sido de senos un poco grandes, y además de eso mi trasero sobresalía si me ponía ropa ajustada.

Me invitaron a sentar en la sala y me dijeron que cosa me gustaría hacer esa tarde. Les dije que no tenia idea y que ellos propusieran algo, así que uno de ellos me sirvió un refresco que era burbujeante y noté que tenía un poco de alcohol.

Ellos se sirvieron lo mismo y comenzaron a preguntarme sobre mi vida. Les dije que no había mucho que contar ya que la vida de pueblo era un poco aburrida y que el único juego de salón que conocía era la gallina ciega, y los tres nos reímos sobre ello.

Uno de ellos me dijeron que no era tan mala idea y que para matar el tiempo podríamos jugar eso.

Sirvieron mas licor, según ellos para estar un poco mareaditos y que la gallinita no encontrará tan rápido a quienes buscaba.

Nos acabamos una botella de sidra y sorteamos a quien tendríamos de vendar primero. Perdió uno de ellos y yo lo vendé y su compañero y yo nos alejamos.

Como el departamento no era muy grande, el que estaba vendado caminaba, estirando sus manos y trataba de agarrarnos.

En uno de sus intentos no me di cuenta de su cercanía y con una de sus manos me agarro los pechos. Yo hice como que no había pasado nada, pero su compañero si se dio cuenta de eso.

Luego que nos encontró a ambos, tocó que me vendaran a mí. El licor ya me había subido un poco a la cabeza y una vez que tenía los ojos vendados empecé a buscarlos.

Caminaba a todos lados pero no lograba tocarlos y así estuve un rato caminando con cuidado para no tropezarme y golpearme las piernas en algún mueble.

La venda que tenia en los ojos se movió un poco y cuando bajé la mirada, pude verlos a ambos que estaban agachados en el suelo mirando debajo de mi vestido. Seguramente habrían podido ver mis braguitas blancas a través de mi pantimedias.

Me quité la venda pero ellos ya se habían parado rápidamente y les dije que ya no quería jugar a eso porque me había dado calor.

A ellos también se les notaba acalorados, no sé sí por los tragos o por haber visto mis intimidades.

Me senté en el sillón y ellos se sentaron cada uno a mi costado.

Mientras seguíamos tomando para calmar la sed, uno de ellos empezó a hablar de que había visto un programa en el cual una chica se había implantado siliconas en los senos, y me dijo si yo tenía siliconas ya que mis pechos eran grandes.

Les dije que no las tenía y uno de ellos me replicó que se lo demostrara y como una tonta les pregunté, que como lo podría hacer.

Uno de ellos me dijo que le mostrara mis tetas para verlas, ya que estaba seguro de lo que afirmaba y yo les dije que si, pero que solo me quedaría en sujetador.

Ambos aceptaron eso, así que me baje el cierre trasero del vestido y me quedé en sujetador. Nunca cuando viví en el campo algún chico me había propuesto algo semejante, así que me dio curiosidad los juegos que estos dos me querían enseñar.

Estando así con el vestido hasta la cintura, me volvieron a decir que así no valía porque no se notaba si tenía alguna cicatriz en mis pechos y para terminar de convencerlos, me quité también el sujetador.

Ambos veían con la boca abierta mis pechos y curiosamente no me avergonzaba mostrárselos, ya que hubo veces que cuando era chica, me bañe con mis amigos en la provincia solo en braguitas y ellos no mostraban mucho interés por mis pechos desnudos aunque en esa oportunidad no tenían el tamaño actual.

Les conté sobre cuando me bañaba en el lago así, y me dijeron que el juego de la gallinita ciega les había dado mucho calor y que porque no nos bañábamos en la ducha?. Desnudos? les pregunté.

Y al mismo tiempo contestaron que si, ya que ellos también eran de provincia y que no había ninguna malicia en ello.

En ese momento me pareció natural lo que me dijeron y nos fuimos los tres al baño, donde se encontraba una ducha.

Quitémonos la ropa, me dijeron. Y se empezaron a despojar de la suya y yo también deje caer mi vestido y me saqué los zapatos y las pantimedias y me quedé solo en braguitas y ellos en calzoncillos, aunque a través de estos se les podía notar sus penes parados y a uno de ellos se le podía ver el vello púbico de tan parada que la tenía.

En anteriores ocasiones a mis amigos de pueblo los había visto en este estado, pero una vez que nos metíamos al lago se les bajaba, por lo que pensé que una vez que estuviéramos bañándonos se les bajaría también.

Los tres entramos a la ducha y como no había mucho espacio en la ducha, prácticamente estábamos pegados uno contra otro y yo estaba en medio de los dos.

Uno tomó el jabón y me preguntó si quería que me enjabone la espalda y le dije que si ya que nunca me la habían enjabonado. rápidamente tomó el jabón y comenzó a pasármelo por la espalda, mientras que el otro pedía también el jabón para enjabonarme por delante.

Las erecciones que tenían no bajaban en ningún momento y podía sentir el pene del que tenía detrás en medio de mis nalgas por encima de mis braguitas y la verga del que tenía delante apuntando directamente a mi coño.

Entre los dos me pasaban sus manos jabonosas por todo el cuerpo y el que estaba adelante, agarraba con sus dos manos mis tetas, afirmando que efectivamente eran naturales.

El que estaba detrás no hacia caso a lo que su compañero de habitación decía y me pasaba las manos por las nalgas. Yo pensaba que tendría que irme sin truza a mi cuarto ya que mojada como estaba, no me la podría poner una vez que saliéramos de la ducha.

Ellos dijeron que mejor nos sacáramos la única prenda que nos cubría y la verdad me dio curiosidad ver que forma tendrían sus vergas sin el calzoncillo y acepté hacerlo. Nos quedamos desnudos los tres mientras el agua nos caía en el cuerpo y ellos se pegaron mas a mí, dejándome sentir el latido de sus penes por delante y por detrás de mi.

No te gustaría agarrarlas?, me pregunto uno de ellos y yo les dije que si y tomé cada una de ellas con cada mano y las empecé a palpar.

Una de ellas era muy grande y la otra no tanto, pero me daba placer tenerlas en mis manos y empecé a moverlas de tal forma, que hacia que la piel que las recubría se replegara y saliera una cabeza roja.

Las estaba mirando con detenimiento mientras ellos seguían jugando con mis tetas, cuando me pidieron que me las meta a la boca. Para que? les pregunté asombrada, y ellos me dijeron para que sienta el sabor que tenían.

Me arrodillé quedando ambos delante mío de pie y empecé a mamar una por una y ellos me decían que me las meta las dos a la vez. Abrí más mi boca y metí ambas vergas a mi boca. El único sabor que sentía era la del agua y así se los hice saber.

Nos enjuagamos y secamos el cuerpo y así los tres desnudos, nos fuimos hasta la habitación que tenía el departamento.

Me senté al borde de la cama y nuevamente ellos se acercaron hacia mí, con sus vergas paradas y me dijeron que lo haga de nuevo.

Volví a meterme sus vergas y pude saborear un liquido espeso que salía por el orificio que tenían en la cabeza de sus penes. Me gusto el sabor que sentí y notaba que la respiración de ambos estaba agitada y la mía también.

Me di cuenta de que esto se trataba de algo más, cuando me pusieron boca arriba y uno de ellos se puso encima mío, metiendo su verga por mi chochito.

Sentí un dolor agudo, pero luego me relaje alejándose el dolor.

El otro se arrodilló sobre la cama a la altura de mi cabeza y apoyándose en el respaldar de ésta, puso su verga sobre mi boca.

Al tenerla ahí lo que hice es abrirla y empezar a chuparla. Sentía unas cosquillas deliciosas en mi parte baja y me gustaba estar en esa posición con los dos metiéndome sus penes.

De pronto sentí que el que tenia encima, soltó un liquido caliente dentro de mí, haciéndome sentir un placer que hasta ese momento no había sentido nunca y salió de mí y se tendió boca arriba a mi costado.

Al que se la había estado chupando, saco su verga de mi boca y se puso encima de mí, de la misma manera que había estado el otro y empezó a bombear pero con mas fuerza, mientras con sus manos me agarraba las nalgas y me besaba en la boca.

El también soltó su liquido dentro de mí, dándome placer como lo había hecho su amigo y ambos quedaron tendidos uno a cada costado mío, yo me fui a lavar lo que me chorreaba del coño para no manchar las sabanas de la cama.

Me había gustado lo que habíamos hecho, pero yo quería tener más y así se los hice saber, así que me pidieron que se las chupe nuevamente y se las mamé pero con mas fuerza, haciendo que se paren rápidamente.

Te vamos a enseñar cosas nuevas me dijeron y yo la verdad estaba deseosa de aprenderlas.

Uno de ellos se quedó echado boca arriba y se movió hacia el centro de la cama y me dijo que íbamos a hacer la pose del 69, yo no sabia que era eso así que me deje guiar.

Puse mis piernas a la altura de su cabeza quedando mi culo casi encima de su cara y el otro que estaba fuera de la cama, me ayudo a inclinarme hasta la altura de la verga del que estaba debajo mío, y su verga quedó al alcance de mi boca.

Ahora chupalo me dijo, y yo comencé a chupar.

Luego de eso me hizo ponerme encima de él, pero mirándolo de frente y me la metió por la chucha, dejando mi culo para que el otro metiese hábilmente sus dedos por mi ano.

Sentía que metía los dedos y también lo lamía, mientras sentía que el que estaba debajo mío se movía rítmicamente.

Pensé que el que estaba debajo mío se vacearia para que entrara el otro, pero grande fue mi sorpresa cuando su amigo se puso detrás mío y me metió la verga por el ano.

Nunca pensé hacer el amor de esa manera.

Los dos me estaban culeando a la vez y de tanto movimiento y lengueteos yo sentía que me corría varias veces, hasta que ellos descargaron su semen dentro mío, por ambos lados.

Quedé satisfecha por la cogida que me habían dado y prometí visitarlos mas seguido de ahora en adelante, y les escribí a mis padres haciéndoles saber que la vida en la capital me había gustado mucho.