Mi querida y fiel esposa

Somos una pareja con 15 años de matrimonio, los cuales lo hemos pasado estupendo.

Durante un tiempo las cosas no iban muy bien, pues habíamos entrado en cierto adormilamiento en nuestra relación de pareja, como que ya no nos entendíamos tan bien como al principio, y a ratos nos sentíamos algo distantes el uno del otro, nuestra relación seguía siendo muy buena, con el mismo cariño de siempre.

Un día en una de nuestras conversaciones en las que sinceramente emitíamos nuestros conceptos sobre las personas que nos rodean, ella me contó que mi entrañable amigo Rodrigo le parecía muy guapo.

Sin mucha sorpresa y mas bien agradecido por su sinceridad le pregunte que tanto le gustaba y que si sería capaz de traicionarme con el, a lo que respondió que le aprecia bastante apetecible, pero que ella jamás había estado con otro hombre a parte de mi, y que me quería demasiado como para traicionarme, pero que, si yo la apoyaba le gustaría hacerlo con él, para experimentar la diferencia entre tener sexo y hacer el amor, así como yo que si había tenido alguna relación extra matrimonial, no se que me sucedió, pero me excitó la idea de que pudieran estar juntos en mi presencia, por lo que asentí a su propuesta, pero con la condición de que fuera en mi presencia, a lo que ella accedió, pidiéndome pero que la ayudara a generar el momento oportuno para llevar a cabo nuestros planes.

La ocasión no tardo mucho en presentarse, siendo así que en una noche que luego del trabajo nos reunimos con Rodrigo para conversar y departir amenamente como lo hacen los buenos amigos, me contó que se encontraba solo, pues su esposa había viajado fuera de la ciudad ha visitar a sus padres por lo que me pregunto que si lo podía acompañar a su casa a cenar ya que no quería hacerlo solo, en ese momento me pico la inquietud, por lo que le respondí que me encantaría pero que tenia que llevar a mi esposa a hacer alguna compra.

Se mostró apesadumbrado, pero inmediatamente acotó: no hay problema, vamos juntos hacen la compra y luego cenamos los tres en mi casa. La ocasión estaba dada, aunque yo no sabía si debía continuar con nuestro plan o no. Tenia dudas que ese excitante proyecto pueda ser el fin para nuestro matrimonio.

Superadas mis dudas mas por su sana insistencia de nuestra compañía que por mi capacidad para decidirlo, cogí el teléfono y llame a mi esposa para contarle donde cenaríamos y que se alistara para el efecto, a lo que ella me contestó riendo que tomaría una ducha y que estaría lista en una hora.

A partir de ese momento comencé a sentirme muy nervioso.

La hora paso volando, con Rodrigo pasamos por el supermercado camino a mi casa donde compre un par de botellas de vino en la marca que más le gustaba a mi cónyuge, a sabiendas que luego de un par de copas se pondría muy desinhibida.

Pasamos a recogerla y fuimos a casa de mi amigo a cenar.

Con Rodrigo y su familia llevábamos una muy estrecha relación, nos veíamos continuamente y llevábamos ya algunos años de buena amistad, por lo que nos teníamos mucha confianza, por lo que no fue nada fuera de lo común que galanteara a mi esposa que estaba muy rica cuando fuimos a recogerle, recién duchada con su cabello apenas húmedo, perfumada y con una licra que denotaba muy bien sus formas.

Mi esposa Andrea es alta, mide 1.72 metros y como profesora de aeróbicos que se mantiene en muy buena forma, trigueña de busto pequeño y firme y amplias caderas, con piernas muy bien formadas.

Con la confianza que brinda la amistad Rodrigo le dijo que estaba muy rica y que yo era muy afortunado por tenerla.

A él también le gustaba mucho Andrea, pero era mayor el respeto por ser mi esposa, según lo supe después.

Nos embarcamos en el auto y fuimos a su casa, la cena estaba lista, por lo que pasamos a la mesa cenamos y luego el personal de servicio se retiro, con lo que quedamos a nuestras anchas.

Me tocaba dar el primer paso, aquel que Andrea no se atrevía a tomarlo y que me había hecho prometer que yo lo haría.

Propuse en la sobremesa que jugáramos cartas, lo que fue aceptado por unanimidad, ya habíamos ingerido una y media botellas de vino, por lo que las bromas picantes y más comentarios en ese orden fluían normalmente, ya en el juego de cartas, Andrea propuso que apostáramos algo significativo en el juego, porque de otra manera se estaba poniendo algo monótono, aunque no para mí por la ansiedad que sentía.

Le pedimos a ella que sugiera que apostar a lo que nos respondió que apostáramos verdades.

Por tanto el juego consistía en que el que perdía cada mano de cartas, pagaba su perdida contando la resto una verdad sobre lo que se le preguntara.

Comenzó a transcurrir el juego y al fin de cada mano preguntas iban y verdades venían, nos hicimos preguntas de todo genero, hasta que a una pregunta muy indiscreta por parte de Andrea, Rodrigo se negó a responder, por lo que decidimos que debía dar una prenda, a lo que él entregó su reloj, luego pensaríamos en el tipo de penitencia que debía cumplir para retirarlo.

En respuesta al fin de la siguiente mano que perdió Andrea, mi amigo le hizo una pregunta que tampoco ella pudo contestar, por lo que entrego de prenda sus anillos.

Ya habíamos vaciado la segunda botella de vino y el juego se ponía cada vez más interesante, Rodrigo había perdido ya sus zapatos, suéter y medias, supongo que ya se imaginaba que algo pasaba, y estaba muy dispuesto ha seguir la diversión con sus queridos amigos, y si a mi no me importaba el matiz que iban tomando las cosas, a él peor.

Un rato después yo había perdido algunas prendas también, Andrea había perdido todo excepto la ropa que llevaba puesta, no tenía ni zapatos tampoco y desde hacía algunas manos ya no pedíamos verdades, sino que el que perdía entregaba directo una prenda.

La siguiente mano la perdí yo, y como no tenía más que entregar, entregue mi pantalón, quedándome solamente en calzoncillos y camisa, los dos me embromaron y continuamos jugando, a la mano siguiente Rodrigo perdió, y entrego su camisa, Andrea le dijo que mejor hiciera como yo y entregara su pantalón, porque el estar sin camisa le podría enfermar, a lo que él respondió que tenía sus razones para hacerlo a su manera. Mi amigo es muy velludo, lo que yo sabía que excitaba mucho a mi esposa, esto sumado al juego y al vino, me denotaban que estaba ya muy caliente.

Ella perdió las siguientes dos manos, entregando en la primera mano su blusa, y en la segunda su licra, pues ahí estaba ante los atónitos ojos de Rodrigo, solo en ropa interior, el sostén y tanga negros

Rodrigo la veía con ojos intensos de deseo.

Seguimos jugando y Rodrigo perdió la siguiente ronda, no tuvo otro remedio que entregar sus pantalones y oh sorpresa, sus razones para entregar primero la camisa fueron que no llevaba calzoncillos.

Andrea tenia sus ojos como platos y su mirada clavada en el grueso miembro de mi amigo que por la erección que mantenía demostraba estar sumamente excitado.

En ese momento yo dije que el juego terminaba, pues mi amigo había perdido, no tenía mas prendas que entregar, a lo que él rebatió que no había perdido aún, pues aunque no tenía mas prendas podíamos jugar aún mas, pues nosotros si teníamos todavía que perder, y que si el perdía nuevamente el juego concluiría.

Andrea lo apoyo en su argumento, por lo que repartimos las cartas una vez mas, y en esta ronda perdió mi esposa, entregando su sujetador, al sacárselo se develaron sus deliciosas tetas, esta visión se reflejó en la pinga de mi amigo que comenzó a soltar cierto lubricante y ha querer estallar de la excitación que tenía.

La siguiente mano la perdió Andrea nuevamente, aunque no sé si intencionalmente, pero se levanto y ante nuestros excitados ojos se despojo de sus bragas quedando totalmente desnuda.

Mi amigo no pudo resistir más y se lanzo a comerle el clítoris, Andrea se abrió de piernas y lo dejo llegar, la lengua de Rodrigo le recorría hasta lo más recóndito de su vulva en una lamida que le arrancaba intensos gemidos de placer, ella desesperada ante lo intenso de la caricia buscaba saciarse de lo primero que encontrara, como un naufrago en tormenta.

Lo único que encontró su mano fue el tieso y goteante miembro de Rodrigo, aferrándose de él como si de ello dependiera su vida, se le notaba que se aproximaba al clímax, y en medio de la excitación busco llevarse ese pene a la boca, quedando los dos enlazados en un perfecto 69.

Andrea se vino con mucha fuerza en la boca de mi amigo, y en medio de sus contorsiones de tan intensa venida, él le dio vuelta y se la clavó hasta los testículos, de un solo envite, de tal manera que el clímax de Andrea se multiplicó, él sobre ella la clavó con un bombeo lento y profundo, que en cada acometida provocaba en ambos gemidos de placer tan intensos, que yo temí que se escucharan en las casas vecinas, luego se dieron vuelta y Andrea cabalgándolo alcanzo su segundo orgasmo casi al mismo tiempo que Rodrigo que se vino de tal manera que su leche desbordó la vagina de mi esposa que le succionó con su vagina, hasta la ultima gota de semen, para después recostarse a su lado exhausta y semi desvanecida.

Con su sexo chorreante de los líquidos de los orgasmos de ambos.

Yo no sabía que hacer, me encontraba ahí habiendo satisfecho una fantasía rara, pero de pareja, me enfurecían los celos, normales de hombre, lleno de dudas, y para colmo sumamente excitado.

Seguía sumido en mis pensamientos, semi abstraído y con las imagines recientes pasando una y otra vez por mi mente, hasta que Andrea me saco de mis cavilaciones.

Se acerco a mí, olía fuertemente a sexo y eso me excitaba, me beso apasionadamente, y ante mi falta de reacción me hizo el amor de una manera que nunca antes había sentido.

Fue una sensación súper excitante penetrar en su vagina mojada y dilatada por el encuentro anterior y eso me éxito dé tal manera que comencé ha hacerle el amor con una motivación que no había habido entre nosotros desde la noche de bodas, me excitaba también que nuestro amigo nos observara, pero eso ya no importaba, lo único que importaba era la manera como en ese momento nos reencontramos con Andrea, después de tanto tiempo, acabamos al unísono, en un orgasmo de una intensidad irrepetible, es la vez que con mas fuerza se había venido en mis brazos, y a mi me sucedía lo mismo, no se de donde me salía tanta leche.

Quedamos tendidos los tres en la alfombra sin saber como vernos las caras, hasta que yo reaccione, explicando a mi amigo que lo que nos había sucedido es una experiencia única, y que se debía a la gran amistad y confianza que teníamos.

Ya en el auto de regreso a nuestra casa Andrea me beso apasionadamente y me agradeció por ayudarle a ser mas mujer, y que esa era una razón para amarme mas aún.

Y desde esa noche nuestra relación como pareja ha mejorado mucho, nos conocemos mas y nuestra confianza mutua mejoró notablemente, y hoy luego de 15 años de matrimonio nos llevamos de maravilla y nos queremos y hacemos el amor como si fuéramos adolescentes.