Sandrita dulce inválida

Nunca me animé a contar a nadie esto que voy a relatar, tal vez porque me causa vergüenza, pero fué verdad, y aquí va:

Hace unos 4 años atrás antes de recibirme de ingeniero, para aliviarme un poco con los gastos daba clases a estudiantes secundarios, y la verdad que no me iba tan mal, aunque ocupaba casi todas las mañanas; casi que elegía a quién iba a dar clases, en especial elegía mujeres dentro de lo posible lindas, y tuve muchas alumnas y con varias de ellas tuve sexo, pero una de ellas fué muy especial, esta es su historia.

Sandra era paralítica, había tenido un accidente patinando y este desgraciado hecho la había dejado en una silla de ruedas, cuando la conocí ya tenía 17 años, y hacia 4 que no caminaba.

Su madre me convenció para que le diera clases durante todo el verano de 1998, Sandra era muy simpática, dulce, y siempre de buen humor, cosa que a muchas personas nos falta.

En las 2 primeras semanas de clases, llegué a enamorarme de su sencillez y su calidez, y nuestras mañanas transcurrían entre charlas y clases, me enteré de sus anhelos, problemas y demás.

Una de las cosas que más le dolía era que los chicos no la veían como mujer, siempre estaba ella para escuchar, y consolar a quien se lo pidiera, pero su vida no era lo que ella deseaba.

A menudo nuestras charlas derivaban en temas sexuales, y sin saber porqué, yo terminaba contándole mis aventuras sexuales, en realidad todo lo hacíamos inocentemente, hasta que un día, que nunca voy a olvidar, Sandra me dijo:

Quiero pedirte un favor; quisiera que me besaras.

Yo me quedé helado, pero la comprendí, Sandra nunca había tenido un roce con un hombre, y yo fuí su más cercano confidente, la persona en quién confiaba y la hacía sentirse ella misma, como mujer.

Acerqué mi silla a la suya y dulcemente nos besamos en los labios, Sandra temblaba y yo también por la tensión del momento, pero nuestros labios pedían más, así que estuvimos besándonos casi media hora, sus labios eran dulces y suaves, mi lengua acariciaba la suya, y mis manos se paseaban por su cabello.

Luego besé tiernamente sus mejillas, sus ojos, su nariz, cuando llegué a su oreja, un nuevo temblor la sacudió, y un fuerte suspiro salió de su boca, eran todos sus deseos reprimidos y su alma de mujer pidiendo a gritos dar rienda suelta a la pasión.

Ese día fué así, luego estuvimos abrazados, pero no me animé a ir más allá.

De esta forma pasaron 2 días más, yo solo pensaba en como sería el día siguiente, casi no dormía pensando en la mañana, ese viernes, Sandra llegó como siempre a las 9, apenas su madre se retiró me abalancé sobre ella y comenzamos a besarnos, la levanté de su silla de ruedas, y estando yo sentado la senté sobre mi, en ese momento supe que ya no había marcha atrás, a pesar de todo quería hacerle el amor, mientras nos besábamos, comencé a acariciar sus pechos, su espalda, y Sandra me decía: «nunca imaginé que estar con un hombre fuera tan lindo, te quiero mucho.»

Yo le dije, te voy a hacer el amor, quiero que te relajes, quiero que disfrutes, voy a ser hoy el mejor amante solo para vos.

La levanté y la llevé a mi dormitorio, la deposité en la cama y la desnudé toda, era muy difícil para mi tocar sus piernas muertas, pero de a poco fuí tocando todo su cuerpo, despegué mis labios de los suyos y comencé a bajarlos por su cuello, sus pechos, suavemente besé su ombligo, y su pubis estaba a unos centímetros, dulcemente besé sus pelitos y luego muy suave acaricié con mi boca sus labios vaginales, su conchita estaba muy mojada, y suspiraba y temblaba, realmente ella lo disfrutaba.

Luego me desnudé, y me acosté al lado suyo, y mientras nos besábamos, le pedí que me acariciara la verga, Sandrita con sus tibias manos me acariciaba de arriba hacia abajo una y otra vez, fué una sensación muy agradable, a pesar de que yo había estado con muchísimas mujeres, Sandra realmente era la más especial.

Luego separé sus piernas y me arrodillé entre ellas y muy despacio acariciaba su concha con la pija, de a poquito en cada caricia al pasar sobre su agujerito la metía un poco, era maravilloso ver su hermoso rostro mientras suspiraba.

Lentamente metí la cabeza en su conchita y allí sentí su virginidad, impidiéndome el paso, entonces me acosté sobre ella y mientras besaba sus labios, le dije: te quiero tanto, ella cerró los ojos y me besó con más fuerza, fué entonces cuando mi pene entró en su vagina, tanta excitación tanto tiempo deseándolo, mi verga temblaba en su interior, en unos 4 movimientos hacia atrás y adelante de mi pelvis, Sandrita tuvo su primer orgasmo, fuertemente me clavó las uñas en mi espalda y luego se aflojó, saqué mi verga de su concha, y me senté sobre su vientre, y apoyé la verga sobre sus pechos y ella con sus manos me la acariciaba muy dulce, entonces sí, largué mi semen desparramándolo desde sus pechos hasta su cuello.

Nos quedamos mirándonos totalmente enamorados por lo que habíamos hecho, seguimos abrazados y así uno frente al otro estando de costado, al sentir que mi pija crecía nuevamente pasé una de sus piernas por sobre mis caderas y se la metí otra vez, fué una gran sensación sentir todo su cuerpo entre mis brazos que la rodeaban mientras la penetraba fuertemente, luego de que Sandrita tuvo un nuevo orgasmo, la dí vuelta dejándola boca abajo, y sentándome sobre sus piernas, yo de cuclillas se la metí de nuevo en la vagina, allí ví su hermoso ano, que acaricié con un dedo pero no me animé a ir más allá, mientra mi verga entraba y salía suave de su vagina, sentí mi orgasmo que se me venía, saqué la pija y solté mi esperma sobre toda su espalda, y comencé a desparramarselo por toda su piel, incluyendo sus piernas, «fué un masaje maravilloso», me dijo.

Al otro día, apenas llegó a casa para sus clases, le pregunté si se sentía bien, y me dijo: de maravillas!

En ese mismo instante la levanté de su silla de ruedas, y así alzada como la tenía le saqué la bombachita,

y levantándole la falda, la apoyé en el borde de la mesa, y me dice; metémela que vengo mojada desde casa esperando verte, eso me excitó de sobremanera, y se la encajé de un envión, la cogí un rato sobre la mesa, y luego en el frenesí de la pasión, la levanté y ensartada como la tenía la apoye contra el piso y ahí sí, estando encima de ella, la agarré de los hombros y se la metía con fuerza, sintiendo como los testículos me chocaban en sus nalgas, siguiendo el ritmo esperé a que ella tuviera su orgasmo, y cuando yo iba a tener el mío se la saqué y descargué el semen sobre su vientre.

La verdad que cada vez que teníamos sexo era maravilloso, lo más lindo de todo era que lo disfrutaba mucho, y yo la cuidaba, en todos los aspectos, incluso en no tener mi orgasmo dentro de ella, justamente hablando de este tema con ella, me pidió que quería sentir mi semen dentro de ella, le dije que eso era peligroso y podía quedar embarazada, pero un día de aquellos mientras teníamos sexo, yo la había sentado encima mío y mientras la penetraba metía uno de mis dedos en su ano, y le pregunté si quería que probara a meterle la pija por el ano, que allí si podía tener un orgasmo dentro de ella, y ella accedió, así que la llevé a la cama y la puse de costado, y yo desde atrás, refregaba mi pija sobre su ano, presioné varias veces pero se salía, le dije que se relajara y luego comencé a pasar mi lengua por su ano, suave y lento, se la metía y la sacaba un poquito, y le besaba a los costados, luego recorría con la lengua desde donde comienza la raya de su cola hasta donde termina su clítoris, y lo hacía muy suave, Sandra no pudo evitar otro orgasmo que casi me corta la lengua pues la tenía dentro de su ano y las contracciones se sienten muy fuertes allí.

Nuevamente la acomodé de costado, pues era la única posición ya que sus piernas no tenían ningún movimiento, y mientras le besaba su espalda y la nuca enredándome entre sus cabellos, mi verga empezó a entrar en su ano, lentamente la sacaba un poquito y empujaba un poco más, Sandrita entre suspiros me decía «me duele mucho, despacio, por favor, despacio», y el ano a pesar de todo pedía más, así muy de a poco, casi a los 10 minutos sentí su ano apretándome la base del pene, la había penetrado completamente, cuando empecé a sacarla y meterla, me dice Sandra, por favor sacála que me hago caca, por favor le pedí que aguantara, pero me dijo que no me moviera que ya se hacía, lentamente se la saqué y la levanté y la llevé al baño y la senté en el inodoro, mientras ella evacuaba, me sonreía y yo parado al lado de ella sosteniéndola, con mi pija en todo su esplendor, ella se compadeció de mi, y me la comenzó a acariciar con sus manos y como tenía un poco de olor en el pene, me dijo que me lavara, la solté y me enjaboné el pene y lo lavé bien, al instante Sandra desde el inodoro me pidió que me acercara y me siguió acariciando el pene con sus manos, suavemente se inclinó un poco y me la comenzó a besar, eran besos dulces, sentía sus labios cálidos, miraba su cara, como jugaba con mi pija acariciándose los labios, le dije; por favor métela en tu boca, fué maravilloso sentir mi glande dentro de su boquita, mientras su lengua hacía círculos alrededor del glande, sentía mi orgasmo muy próximo y se lo dije, Sandrita dijo que ese semen lo quería dentro de ella, en ese momento y para enfriarme un poco, la levanté del inodoro, y apoyándola sobre el lavatorio le limpié el ano, alzándola nuevamente fuí hasta el sofá y la senté encima mio, y allí muy despacio comencé a penetrarle nuevamente el ano, en un momento mis brazos se aflojaron debido al gran esfuerzo de manteneme soportando su peso, y como sus piernas no podían sostenerla, cayó sobre mi, y mi verga practicamente se incrustó en su ano hasta la base, Sandra dió un fuerte grito, penetrada como la tenía le pedí perdón, ya que no quería hacerle daño, entre sollozos me dijo que estaba bien y que no parara, asi que poniendo mis manos en sus nalgas comencé a subirla y bajarla sobre la verga, pasaron unos 3 minutos en que mi pija entraba y salía de su ano, y Sandrita me dijo; quiero sentir tu semen dentro mio, eso fué como el gatillo para mi orgasmo, nos abrazamos fuertemente mientras nos mirabamos y le dije ahí va, un temblor me recorrió el cuerpo comenzando desde el vientre y solté sus nalgas dejando que su cuerpo cayera por completo sobre mi pene, Sandrita tiró la cabeza hacia atrás y dió un suspiro justo en el momento en mi esperma comenzaba a salir, ella me decía; «siento una sensación rara, tu líquido esta caliente dentro mío, siento que resbala dentro de mí» nos quedamos así hasta que su ano fué sacando mi verga de su interior, y en medio de besos, nos decíamos cosas dulces, realmente sentir su cuerpo pegado al mío era hermoso.

La verdad es que estoy teniendo un orgasmo por el solo hecho de contar esto, y muchas veces le dediqué mis masturbaciones a Sandra, a la cual llevo en mi corazón para siempre, aunque ahora este muy lejos de mí, ya que sus padres la llevaron a Francia para un tratamiento que nunca dió resultado según me cuenta en sus continuos mails, pero el año 98 fué donde ella descubrió que era una mujer completa a pesar de sus piernas sin vida, y yo descubrí que una mujer es el ser más hermoso que Dios creó por encima de cualquier defecto que esta pueda tener.