Mi nombre es Samantha y soy una mujer de piel morena, de cabello largo y negro, y con curvas pronunciadas. Soy chaparrita y tengo un cuerpo delgado. Mi trasero es algo grande, mis pechos son firmes y de tamaño mediano.
En un relato anterior les platique sobre Carlos el jefe de mi ex marido, y ahora quiero platicarles mi primera infidelidad y fue con el jefe de José mi ex marido. Hace algún tiempo, mientras mi ex el cual llamaré José trabajaba horas extras en la comandancia de policía, yo empecé a notar que su jefe Carlos me miraba de manera inapropiada cuando iba a dejarle comida a José. Un día, decidí ir con una licra debido al calor sofocante, sin imaginar lo que estaba por suceder.
Recuerdo muy bien que cuando llegué a la comandancia, me fui a la sala de descanso donde se encontraba mi ex marido y sus compañeros. Todos me saludaron amablemente, pero note que Carlos me miraba con una intensidad inusual, me acerque a José, nos saludamos con un beso y luego nos sentamos en una de las sillas que estaba ahí.
Empecé a destapar la comida y a platicar sobre nuestro día mientras los otros policías continuaban con sus actividades. Sin embargo, podía sentir la mirada Carlos clavada en mí, cada vez que yo levantaba la vista el me lanzaba una sonrisa pícara.
Traté de ignorar sus insinuaciones, pero por dentro no pude evitar sentirme intrigada por la actitud de Carlos. Era un hombre apuesto, de unos cuarenta años y una mirada penetrante.
Después de un rato, José fue llamado para atender una llamada urgente y tuvo que dejar la sala de descanso. Me quede allí sola con los otros policías, incluido Carlos. Al ver que mi ex ya no regresaría, decidí irme a mi casa, pero cuando iba por la calle, Carlos se acercó con su vehículo de la policía.
Carlos: Oye, hace mucho sol y veo que te diriges a casa a pie. ¿Quieres que te lleve?
Yo: Oh, no es necesario Carlos, pero gracias por ofrecerte. Mi casa está cerca y me gusta caminar.
Carlos: Estoy seguro de eso, pero hace demasiado calor. Además, podríamos aprovechar la oportunidad para seguir charlando mientras te llevo.
Yo: Bueno, si insiste… Sería muy amable de tu parte.
Carlos: Entonces, sube te llevaré a tu casa.
El trayecto fue tranquilo; el me hacía preguntas y yo respondía sin problema. Pero al llegar a mi casa y en una de sus preguntas aprovecho la oportunidad para invitarme a salir esa noche mientras José iba a estar de servicio.
Carlos: Oye Samantha ¿Tienes planes para esta noche?
Yo le dije que no realmente. Y que planeaba pasar una noche tranquila.
Carlos: Bueno, me preguntaba si te gustaría salir esta noche. Podríamos ir a un antro.
Me sentí halagada por su invitación, pero también un poco incomoda ya que era el jefe. Sin embargo, no quería ser grosera o rechazarlo.
Después de pensarlo por un instante finalmente dije: Bueno… supongo que no hay ningún problema en salir como amigos, además, ya tenía rato de no salir.
Carlos: ¿Qué te parece si paso por ti a las 10:45?
Yo: Esa es una buena hora. Nos vemos entonces.
Carlos: Por cierto, ¿me podrías dar tu número de WhatsApp para ponernos de acuerdo?
Yo: Claro, no hay problema. Y le di mi número.
Después de intercambiar números y despedirnos, pasaron las horas hasta que finalmente llegó el momento de nuestra la cita. Me metí a tomar una ducha rica, dejando que el agua me recorriera todo mi cuerpo y me relajara. Después de secarme, fui al clóset y busqué un vestido sexy que realzaba mis curvas, me fui al cajón y encontré una tanga de color lila que hacía juego con mi bra.
Minutos después de haberme alistado, recibí un mensaje de Carlos que decía:
Carlos: Hola, Samantha. ¿Ya estás lista? Ya voy para tu casa.
Como no quería que los vecinos me vieran entrar en un carro y comenzaran a especular cosas, le respondí:
Yo: Hola, Carlos. Sí, ya estoy lista. ¿Podríamos encontrarnos en la esquina de mi casa? Así evitamos malos entendidos.
Esperé su respuesta mientras me aseguraba de tener todo lo necesario para la noche.
Carlos: Claro, no hay problema. Te veo en la esquina entonces.
En ese momento tomé mi bolso y salí de mi casa, cuando llegué a la esquina, vi el carro de Carlos estacionado. Caminé hacia él con pasos decididos, pero mi corazón latía desbocado por la adrenalina. Me detuve frente al carro y ahí estaba Carlos, mirándome con una sonrisa.
Carlos: Hola, Samantha. Estás preciosa.
Sonrojada por su cumplido, respondí tímidamente:
Yo: ¡Hola, Carlos! Gracias. Tú también te ves muy guapo.
Carlos abrió la puerta del copiloto para que me subiera y luego se dirigió hacia su lugar en el conductor. Nos miramos brevemente antes de que Carlos rompiera el silencio. En el transcurso del camino hacia el antro estuvimos platicando.
Carlos: No esperaba que aceptaras salir conmigo. Debo decirte que he estado esperando este momento desde el día en que te conocí y no sabía cómo.
Yo: Sí, decidí darte una oportunidad es porque se ve que eres muy buena onda jejeje.
Carlos: Me alegra escuchar eso. Realmente me atraes mucho desde que Jose nos presentó.
Yo: Gracias, Carlos. Eres muy amable.
La conversación continuó mientras nos dirigíamos al antro, Carlos dejó claro sus intenciones de tener algo más que una simple amistad conmigo.
Al llegar al antro pidió una mesa, la música estaba a todo lo que daba, nos llevaron unas bebidas ahí estuvimos platicando muy bien y me pude percatar de lo encantador y divertido que podía ser cuando no estaba en el trabajo.
Después de unas cuantas bebidas, Carlos agarró valor y me tomó de la mano, llevándome a bailar. Entre las bebidas y el ambiente, empecé a soltarme más y a moverme mejor. Podía sentir cómo él frotaba su dura verga en mis nalgas.
La música estaba alta y el lugar muy ambientado. Bailamos pegados, moviéndonos al ritmo, mientras Carlos acariciaba mi espalda y mis caderas. Yo cerraba los ojos y me dejaba llevar por la sensación.
Lentamente, Carlos fue bajando sus manos hasta llegar a mi trasero, apretándolo con fuerza. Sentía un escalofrío en mi cuerpo y me pegaba más a él, sintiendo su bulto rico.
A medida que el calor de la música se apoderaba de nosotros, nuestros cuerpos se acercaban cada vez más. El deseo comenzó a brotar dentro de mí, y podía decir que a él también le estaba afectando. Después de una canción lenta, nos dirigimos de vuelta a la mesa para tomar unas bebidas más.
A media noche Carlos sugirió que fuéramos a su apartamento. Me sentí un poco nerviosa, pero también estaba emocionada, así que acepté su oferta. Cuando llegamos a su apartamento, yo me sentía ya algo tomada, pero Carlos sirvió más bebidas mientras conversábamos en la sala.
La conversación se volvió más íntima y personal; compartimos nuestros deseos y fantasías más profundos. Me confesó que siempre me había encontrado muy atractiva y sexy desde el primer día.
Eso me hizo sentir halagada y también un poco coqueta. Pues pude ver cómo sus ojos me recorrían lentamente, desde mis piernas hasta mis pechos.
No pude evitar sentirme cada vez más caliente y húmeda bajo su mirada intensa. Sin dudarlo, se acercó a mí y me besó tan rico que su lengua se topaba con la mía, no me importaba ser infiel en ese momento, él había despertado algo en mí.
Poco a poco, Carlos comenzó a bajar sus manos, deslizándolas por mi espalda hasta llegar al cierre de mi vestido. Con habilidad, lo desabrochó y sentí cómo el vestido se aflojaba alrededor de mis hombros hasta que finalmente el vestido cayó al suelo, dejándome solo en tanga y con mi bra.
Luego fue mi turno, mi deseo era tanto como el suyo y en segundos arranque los botones de su camisa uno tras otro sin detenerme hasta dejar todo ese torso desnudo, levante sus brazos para quitarle la camisa completamente.
Sin perder más tiempo, me arrodillé frente a él y desabroché el cinturón de su pantalón y deslicé el cierre hacia abajo para luego bajarle el pantalón y quedarse solo en boxer.
Podía su trozo de carne grande y gruesa por encima de su boxer blanco como de unos 18 cm. Estaba completamente húmeda. Sin poder resistirme, pasé mi lengua por encima del boxer mientras lo miraba fijamente a los ojos. Pude sentir lo caliente de su verga y me estremecí de excitación.
Yo veía como Carlos gemía cada que pasaba mi lengua por encima de su boxer.
agarré el borde del boxer y lo fui bajando, liberando ese rico pitote de Carlos, estaba tan caliente y goteaba ese rico líquido que tanto me gustaba.
Carlos: Te gusta, ¿verdad?
Yo: Mmm sí, me encanta.
Agarré su verga con una mano y empecé a oler, a lamer y chupar la punta de esa rica verga ufff.
Carlos: ¡Así, putita! Toma mi verga en tu boca putita».
Tomé toda su verga en mi boca, sintiendo cómo llenaba cada rincón. Lo chupaba desesperación, disfrutando de lo caliente y dura que estaba, yo buscaba la manera de tragarme todo ese trozo de carne.
Carlos: Sí, así… eres una mamadora de primera.
Yo le chupaba la verga de manera rápida y con fuerza mientras Carlos gemía de placer y lo podía notar en sus ojos.
Carlos: Quien te viera lo puta que eres mami.
Sonreí satisfecha y me puse de pie frente a él.
Carlos: Ahora es mi turno, mientras me quitaba la tanga y el bra.
Tenía una mirada con deseo mientras dejaba al descubierto mi cuerpo desnudo.
Carlos: Dame esa panochita rica para comerla toda,
Me subí al sofá y abrí las piernas, ofreciéndole mi panocha depilada, mojada y ansiosa de probar su lengua, se arrodilló frente a mí y empezó a lamer mi panochita con su lengua experta.
Yo: Ahh… sí, así… cómetela toda, Carlos. Hazme tuya ufff papi que rico papi.
Carlos siguió lamiendo y chupando mi panocha toda húmeda, mientras introducía sus dedos en mi interior.
Carlos: «Estás tan mojada, putita. Quien te viera que te encanta que te coma la panocha.
Carlos aumentó la intensidad de sus lamidas en mi clítoris, llevándome al borde del orgasmo, no pude contenerme más; Y me corrí en chorro en su boca. El jugo de mi panocha mojaba la cara de Carlos mientras él seguía lamiendo y chupando mi clítoris hasta que terminé de temblar y estremecerme de placer.
Carlos: ufff mami que rico te vienes.
me acomodó en el sofá y me puso en posición de perrito. Agarró mis caderas, haciendo que mi culo se elevara en el aire, arquee mi espalda lista para recibir una rica cogida. Yo como toda una puta le ofrecí una vista de mi culo redondo y apetitoso. Carlos se colocó detrás de mí y agarró mis caderas mientras acomodaba su verga en la entrada de mi panocha.
Yo: sí papi, cógeme, mientras sentía la punta de su verga rozando mi entrada.
Carlos me agarró del cabello y jaló hacia atrás, exponiendo mi cuello. Comenzó a besarlo y morderlo mientras empujaba lentamente su verga dentro de mí. Sentí como su trozo de carne recorría cada centímetro me llenaba por completo, haciéndome gemir de placer.
Carlos: ¡Qué rico muerdes mi verga con tu panocha! Ufff que rico perrito tienes.
Yo: Mmm sí, papi, mi panocha quiere devorar toda tu verga. ¡Cógeme duro papi! ¿Te gusta cómo te muerdo la verga papi?
Carlos: Eres toda una puta caliente, siempre lo supe.
Yo: Sí, papi, soy una puta.
Carlos: ¿Te gusta cómo te clavo? ¿Cómo te hago sentir como la zorra que eres?
Yo: Sí, papi, me encanta. Me haces sentir tan puta y deseada, papi, soy toda tuya. Hazme venir una y otra vez.
Carlos: ¿Qué te parece si cambiamos de posición, nena? Quiero que te montes en mí.
Carlos se acostó en el sofá y yo me acomodé sobre él, tomando su verga en mi mano su rica verga y guiándola hacia mi panocha toda abierta.
Yo: Mira cómo me clavo en ti, papi.
Comencé a mover mis caderas hacia arriba y abajo, sintiendo cómo su verga me llenaba por completo.
Carlos: Eso es, nena. Muévete para mí.
De pronto y como pude empecé a brincar sobre su verga, sintiendo cómo me hacía gemir de placer una y otra vez. Mis nalgas rebotaban con fuerza sobre el, creando un sonido riquísimo.
Carlos: Me encanta cómo me cabalgas.
Yo: Sí, papi. Soy toda tuya.
Continuamos cogiendo en esa posición durante varios minutos más, cada embestida llevándonos más cerca del borde del orgasmo. Mis pezones estaban duros como piedras y mi panocha estaba empapada con nuestros jugos.
Finalmente, no pude contenerme más y sentí un intenso escalofrío recorrer todo mi cuerpo mientras alcanzaba un rico orgasmo. Mi panocha se apretó alrededor de su verga cuando llegue al orgasmo.
A la vez pude sentir cómo su verga se hinchaba dentro de mí mientras disparaba chorros calientes de semen en mi panocha yo me levanté y pude sentir como goteaba su rica leche.
Después de unos segundos, me acosté a su lado, completamente exhausta. Me quedé allí, sin poder creer lo que acababa de pasar. Había sido el mejor sexo de mi vida y no podía evitar sentirme un poco culpable por haber engañado a mi esposo.
Me quede dormida hasta las 6 de la mañana con él, cuando desperté rápidamente me bañe y me vestí y salí del apartamento de Carlos. Sabía que había sido un error hacerlo.
Antes de regresar a mi casa pase por la farmacia y me compre una pastilla del día siguiente y traté de actuar normalmente frente a José que aún estaba por llegar a casa. Cuando llegó mi ex marido no se dio cuenta de nada extraño, en el fondo, sabía que la experiencia con Carlos había cambiado algo dentro de mí.
A partir de ese momento, empecé a fantasear cada vez más con Carlos mientras me masturbaba. A veces imaginaba a Carlos cogiéndome de nuevo, pero también empecé a pensar en otros hombres: compañeros de trabajo de José.
No podía evitarlo. Por mucho que quise ser una buena esposa y no engañar a José, simplemente no podía evitar sentirme excitada por los pensamientos prohibidos que invadían mi mente.
Y así, mi vida sexual se convirtió en una especie de doble vida. En público, era la esposa fiel y dedicada a la casa. Pero en privado, cuando nadie me veía, era una puta insaciable lista para satisfacer a Carlos, de verdad Carlos despertó algo en mi oculto en mí.
Disculpen si el relato es extenso pero quise ser lo mas detallada posible y recordar todo…. ufff escribirlo me hizo sentir excitada…..
Mas adelante publicaré mas relatos….