Capítulo 3

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Si bien el Cura se tomó su tiempo para cumplir su fantasía de lamer el culo de Gallo, este, una vez que conoció las delicias de recibir sexo oral anal fue madurando rápidamente la idea de sentirse penetrado.

Muchas veces vio videos porno gays deseando ser el activo que comía ese culo en el clip, pero ahora su atención se centraba en como seria el placer de una pija moviéndose dentro de su ano, necesitaba saber si gozaría tanto como cuando siente la lengua de su amigo darle placer. Había una gran diferencia entre la verga de Gallo de 19 cms y la verga del Cura que tendría cerca de 15 cms; Gallo nunca le había chupado el pene al Cura, y en contadas ocasiones lo había masturbado mientras lo cogía, pero ahora el morbo lo incitaba a querer probar cosas nuevas, ahora cuando se masturbaba jugaba también con su ano.

En una de esas tórridas tardes de sexo, Gallo sintió que había llegado su momento, mientras hacían el 69 Gallo no buscó el culo del Cura, sino que en su boca metió el pene de su amigo, chupándolo por primera vez. El Cura sintió su verga rígida, dura, a pesar de que Gallo no tenía experiencia disfrutaba de la sensación.

-Quiero probarla, quiero sentirla adentro. Cogeme – le dijo Gallo ardiente y ansioso.

El Cura estaba acostado boca arriba, Gallo sentado sobre el fue guiando el pene a su agujero lubricado, aguantando el dolor con estoicismo, una vez que la tuvo toda adentro le pidió que no se moviera por unos instantes, quería acostumbrarse a la penetración y lentamente fue buscando el ritmo mientras pensaba que estaba cumpliendo su sueño, ya tenía una pija adentro, ya sabía lo que era sentir su culo abierto y ahora quería más porque realmente lo estaba gozando.

El Cura aumento el ritmo de sus embestidas, Gallo le dijo que se quería poner en cuatro ahora desatando poco a poco su lado pasivo, sintió entrar la verga de su amigo y le pidió que le agarre las caderas y se la clave hasta el fondo. Estaba encendido, quiso probar una pose más, piernas al hombro, y descubrió que era la posición que más le gustaba.

Veía el rostro de placer del Cura, veía sus propias piernas abiertas, veía como se la metía deliciosamente, experimentaba otra nueva forma de placer y le encantaba, se sentía poseído, tomado, y como después comentaría, se sintió bien puto cuando sintió la leche llenando sus entrañas y su ano dilatado.

La versatilidad era parte nueva del juego, ambos necesitaban sentir la verga del otro jugando dentro de sus culos y soltaban la marica interior en sus encuentros, íntimamente Gallo deseaba cada vez más ser pasivo y no tanto activo.

Él seguía viendo videos pornos, donde hombres maduros, velludos, de grandes y gruesas vergas eran su ilusión.

Necesitaba sentir que un macho pijudo lo tomaba y lo dominaba, un hombre que no anduviera con delicadezas ni sutilezas, el Cura no cumplía esos requisitos de hombre dominante.

Así que secretamente se metió en una de esas primeras páginas de chat y conoció a Pato, un maduro cincuentón que tenía todo aquello que su nueva sexualidad buscaba.

Compañeros de trabajo

Compañeros de trabajo II