Hola, mi nombre es…, era una noche bastante tranquila, me encontraba en casa viendo una película y tomando algo para pasar el rato. Me sentía caliente, pero no tenía ganas de masturbarme, era una sensación rara, me calentaba la travesura pasada con la puerta entreabierta y deseaba experimentar esa sensación, pero ¿cómo?
Para distraerme decidí salir a manejar, llevaba un pants ligero de color negro, sin ropa interior y una playera gris, puse algo de música y durante el trayecto fantaseaba con ese recuerdo de la señora viendo mi erección y yo parado como si nada viéndola y hablando con ella desde la puerta de la casa. Entonces, en un momento me encontré una gasolinera que era atendida por un hombre algo avejentado, pasado de peso y que estaba sentado con los brazos cruzados, se veía algo adormilado (no lo culpo, ya pasaban las 12 de la noche) y en una de las bombas estaba una chica de unos 25 años, delgada, alta, con el cabello negro y despistada en el celular, mi excitación me impulsó a un acto arriesgado, pero divertido.
Fui a la gasolinera y me puse en la
bomba en que aquella chica recargada, al llegar ella guardó su celular en la bolsa de su pantalón y se acercó a la ventana del copiloto, «buenas noches patrón, ¿qué va a ser?», dijo ella con una voz tierna, tímida y por demás, excitante. «Me checas las llantas, por favor, que queden parejas de presión». Ella inmediatamente me preguntó a qué presión deberían de estar y se puso a checar, empezando por la llanta de enfrente del lado del conductor.
Mi corazón se aceleró y comencé a acariciar mi pene encima del pants negro, inmediatamente pude sentir una erección, enseguida me bajé un poco el pants, no tanto como para quedar descubierto, apenas lo suficiente para que, con un movimiento rápido, mi pene estuviera visible. Ella pasó a la llanta trasera del lado del conductor y en ese momento me decidí, me bajé el pants por completo mientras me acariciaba con movimientos lentos, pero firmes. Pasó a la otra llanta trasera y, cuando pasó a la llanta delantera del copiloto me quedé quieto, con el pene en la mano y ella concentrada en su labor, al terminar se acercó a la ventana del copiloto y me dijo «llantas listas» y le dije que le agradecía mucho, del tablero tomé un billete de $50 y se lo di, mientras yo acariciaba mi pene.
Ella puso una cara de sorpresa y tartamudeando me agradeció y se fue, yo me quedé masturbándome y ella, tras medio minuto tal vez se acercó y me dijo «¿quiere que le de cambio de este billete?». Le dije que no, pero que me gustaría que me dijera dónde encontraba una farmacia 24 hrs.
Yo estaba eufórico, mi pene estaba erectísimo y yo me masturbaba con mayor velocidad mientras aquella chica, nerviosa me daba instrucciones, me volteaba a ver y quitaba la mirada, me excitaba saber que ella estaba tan cerca, viéndome, me sentí tan excitado que eyaculé en una explosión que coincidió cuando ella volteó a verme. La chica me vió y dio un paso hacia atrás, pero yo sólo le dije «gracias, voy a ver si encuentro servicio», con tanta tranquilidad que yo mismo me sorprendí.
Así con el pene erecto y manchado de semen me despedí de ella, la chica me dijo «buenas noches» con la voz nerviosa y me fui. No podía creer que lo había hecho, tampoco podía creer lo delicioso que había sido.
Unos meses después regresé a esa gasolinera y la chica estaba ahí, pero en otra bomba, de nuevo me acerqué e iba vestido como aquella noche. Ella con una actitud igual de dulce, pero más seria me preguntó «sus llantas están bien, ¿joven?», sonreí para mis adentros y esta vez le pedí llenara el tanque, ella lo hizo y se puso a atender otro vehículo que había llegado.
Cuando la bomba cortó el paso de gasolina, saqué un billete para pagar ($200) y me bajé por completo el pants, ella se acercó a cobrarme y puse mi mano con el billete, de tal manera que ella tuviera que meter un poco la mano al carro para tomarlo, y cerca de mi pene para que me
viera, ella dijo «gracias, que le vaya bien» y se fue.
Esta segunda vez no fue tan interesante, pero también me excitó.