Soy una chica lesbiana, que siempre me vi como dominante, hasta que una me hizo cambiar totalmente.

Al principio no me gustaba que me llamará «perra» :’eres mi puta». Más bien no era que no me gustase, es que nunca había sido tratada así, sino al contrario.

Ella 15 años menos que yo, con cara de inocente, pero mucha experiencia. Le encanta sobretodo desvirgar a otras mujeres, solo con sus dedos y yo fui uno de sus trofeos.

Abrió mi coño totalmente, antes dos dedos me dolían, luego de eso, con todos sus grandes dedos que ya no encontraban barrera necesitaba aún más.

Le pedía que me penetrara duro, hasta el fondo de mis entrañas, mientras estiraba mis pezones (antes no me gustaba nada eso).

No era suficiente y llegué a pedirle que me dijera que era su única perra, su putita. Lo que junto a eso le pedía que soltara toda su saliva, ufff, sentirla bajar caliente hasta meterse dentro de mi, era el máximo placer.

Y cuando me escupìa mientras me follaba, y decía perra, sucia, eres la puta que nadie supo hacerte saber antes. Es cierto, ahora solo quiero ser su perra y obedecerla.

A ella le gusta que hombres a los que domina, me follen y humillen mientras ella mira y les dice cuando y cómo hacerlo.

Yo no imaginé nunca esto. Que hasta diez hombres estuvieran allí para follarme, correrse donde querian (donde ella quería).

Yo sabía que no debía hablar, ni quejarme, sino ella me dejaría. No me avergüenzo, porque soy su mejor perra y tengo mi premio.