Capítulo 2
- Mi hermana cogió con el repartidor y me uní a ellos
- Las vergas favoritas de mi hermana
Después de aquel día con el repartidor, mi hermana y yo no habíamos hablado mucho. Dormir se me hacía difícil, pues recordaba su cuerpo recibiendo mi verga y me ponía durísimo.
Una noche, mi madre llegó a mi cuarto y me avisó de que se iría con su pareja, no iba a regresar hasta mañana. Yo me despedí de ella mientras subía a su carro y emprendía su viaje hacia la casa de su novio.
Mi hermana estaba en su cuarto, con la puerta cerrada. Pensé en que este día podría hablar con ella, sobre esa ocasión. Llegué a su cuarto y golpeé la puerta, preguntando si podía entrar.
— ¿Puedo pasar, Pao? — golpeé la puerta, otra vez.
— ¿Qué querés? — respondió.
— Quiero… hablar contigo. Nada más. — tragué saliva.
— Entra. — abrí la puerta al oírla.
Al entrar, la vi acostada en su cama, mientras usaba el teléfono. Me acerqué a ella y me senté a su lado. El ambiente fue incómodo, hasta que me llené de valor y le pregunté sobre cómo se sentía, me respondió a regañadientes. Saqué mi teléfono y lo acerqué a ella, así veía cómo borraba los videos y fotos que tomé.
Ella sonrió y se sentó, a mi lado. Empezamos a hablar, sobre que fue una locura aquel día. De pronto, me dió la curiosidad.
— ¿Haz cogido con ese señor varias veces? —
— No… es que… quería quedarme con el dinero, así que le ofrecí coger. —
Yo me sorprendí, no esperaba que mi hermana quisiera pagar unas pizzas con su culo. Me dió mas curiosidad saber cuántas veces había cogido entonces, para querer hacer tal cosa.
— ¿Haz cogido con muchos? —
— Sí… unos… 10, tal vez. —
— ¡¿Diez?! ¿Cuándo y cómo? —
— Pues… es que me dan muchas ganas. Y muchos me quieren coger, me dicen que soy culona y todo eso. —
— Pues sí, si estás bien culona. —
Ella sonrió al oírme, y mi verga empezaba a erectarse. Mi curiosidad por todas las vergas que habían entrado en ella, hizo que preguntará.
— ¿Y cuáles fueron tus favoritas? —
Ella me miró y se sonrojó. Después de un rato en silencio, empezó a contarme.
Una vez, conoció a un chico por Instagram. Le respondía las fotos que subía, llamando su atención. Ella vió su perfil y me dijo que estaba lindo, así que comenzó a hablar con él. De pronto, el chico le mando una foto de su verga y le gustó. Tuvieron un chat hot, en el cual habían quedado para coger, y así fue.
Una tarde, lo invitó a casa. Él tenía una moto, así que llego sin falta. Hablaron y empezaron a besarse, hasta que ella le sacó la verga. Me dijo que la tenía linda, eran unos 14 centímetros, morena y cabezona. Cogieron en el sofá y luego en la cama de ella. La cogió de perrito y le dió anal. Después de esa tarde de sexo, dejó de hablarle, me dijo que no le gustaba, aunque era bueno cogiendo.
Me contó de su ex, me dijo que él era el más grande. La tenía como yo, tal vez más grande, me dijo que tal vez eran unos 20 centímetros. Era larga, gruesa y rosada.
Casi todas las semanas se veían, así que cogían cada semana. Tal vez y fue él quien despertó ese deseo sexual en ella por tener una verga adentro. Me dijo que todos los días que lo veía, se la chupaba hasta que le llenara la boca de leche. Siempre se la cogía de misionero y varias veces le había hecho una rusa. Pero él nunca le dió anal, me dijo que le daba miedo por ser tan grande.
También que cogió con un amigo de ella, a veces quedaban. La tiene un poco grande, pero gorda. Me dió una medida con sus manos, parecían unos 15 centímetros. Me dijo que siempre le da anal, así cogen sin condón o sin pastillas.
Me sorprendí al oír las historias de mi hermana, pero me excité demasiado. Ella lo notó.
— ¿Se te puso dura, no? —
— Y cómo no… Me imaginé cómo te daban en cuatro y se me levantó. —
Ella se rió y me besó. Respondí lentamente, hasta sentir su mano entrando en mis pantalones, acariciando mi verga lentamente. No aguanté más y me separé de sus besos, para ponerme de pie en la cama y liberar mi verga de mis pantalones. Ella la miró y se lanzó a ella, agarrándola con sus labios. La metió en su boca y empezó a chuparla. Jalé su cabello, mientras penetraba su boca. El cuarto se lleno de gemidos y los golpes de mis huevos contra su mentón en cada embestida.
Saqué mi verga de su boca y la cachetie con ella. Paola sonreía mientras acariciaba mis huevos.
— La tenés bien grande. —
— ¿Perfecta para tu culote, no? —
— Ay sí… quiero que me rompas el culo hoy. —
Se levantó y se quitó la camisa, luego el sostén. Sus tetas salieron rebotando, me acerqué a ella y empecé a morder sus pezones, mientras frotaba mi verga parada en su panza. Se agachó y colocó entre sus tetas mi verguita. Empezó a masturbarme con sus pechos, mientras lubricaba con saliva. Moví mis caderas, disfrutando de esas tetotas.
Se levantó y se bajó los shorts, dejando ver sus nalgotas blancas y bien redondas. Mis ojos se clavaron en ellas, mientras se ponía de perrito. Antes de penetrarla, me puse a lamer ese coñito. Ella gemía y movía un poco sus caderas, buscando meter mi lengua más en su vaginita rosada. Jugué con su clítoris y me levanté un poco, para lamer su culo. Le metí la lengua a su culito rosado, me apretaba, y palpitaba. Me levanté y metí mi verga en su coño, empezando a bombear bien rápido.
Paola gemía en cada embestida, pidiendo que sea más lento.
— ¿La querés lento? ¿Tantas vergas que te dieron duro y no aguantas a tu hermanito? —
Le di más duro y ella gimió más fuerte. Bajé la intensidad, y la penetraba lento, calmando sus gritos. Acerqué mi dedito a su culo, aún dilatado por mi lengua y empecé a penetrarlo. Movía mi dedo lentamente, manteniendo el ritmo de mis caderas.
— Méteme otro… — meneó el culo.
Al ver sus nalgotas sacudirse empecé a bombearla más rapido, mientras jalaba su cabello hacía mi. Cumplí su petición y metí otro dedo en ese culo. Ella intentaba callarse, pero los gritos salían inconscientemente. Metí toda mi verga, haciendo que perdiera la firmeza en su postura, dejándose caer en la cama. Me levanté, sacando la verga bien mojada por sus jugos. La agarré y lubriqué entre esos jugos y mi saliva, para acercar la cabeza en su culo bien dilatado.
Metí lentamente mi cabecita y sentí ese calor de aquel día. Paola mordió las sábanas para ahogar sus gritos y yo seguía bajando, hasta chocar mi pelvis con sus nalgotas. Saqué mi verga y volví a meter toda. Las piernas de Paola empezaron a temblaron y yo seguí metiendo y sacando mi vergota entre sus nalgas.
La velocidad entre mi mete y saca aumento, moviendo la cama en cada embestida. Mi cuerpo hervía y se bañaba en sudor, mientras que mis piernas empezaban a cansarse mientras penetraba aquel culazo. Cansado, empecé a bajar la intensidad, hasta quedarme quieto para descansar.
— Sigue… Cógeme más. — sacudió las nalgas.
Pao comenzó a moverse, adelante y atrás, metiendo lentamente mi verga en su culo. Sus nalgas se movía bien ricote, haciendo que mi verga se ponga más dura y caliente.
Agarré sus caderas y empecé a bombearla con todo. Mi hermana gritaba mientras golpeaba esos cachetotes. Al rato ya no aguantaba, así que metí todo al fondo, hasta pegarle los huevos. Eché un grito y empecé a sacar toda mi leche de la semana. Paola nomás meneaba el culo, mientras me apretaba bien gacho. Mi verga estaba exhausta y la saqué de su culo. Estaba completamente cubierta de semen.
Caí rendido de espaldas en la cama. Paola se levantó y se miró en el espejo, mientras movía su culo el cual derramaba leche. Al ver mi verga medio erecta y llena de leche, se acercó a mí y empezó a chuparla.
— ¡No! ¡Espérate! — grité.
Mi cuerpo temblaba y la verga me dolía, pero ella seguía mamando. Ya al ratito saqué más leche, así que le agarré la cabeza para que la tragara toda. Al acabar, sacó mi verga, bien limpia. Se acostó conmigo y nos quedamos juntos, por un rato.