Hola quiero contar la historia de la vez que mi cliente favorito me cogió junto con su hermano
Me presento mi nombre es Val soy un chica que vive en el este de Texas , mido 1.69 metros , piel blanca , ojos y pelo cafe gracias a la familia de mi padre tengo unas grandes tetas ya que mi madre esta muy escasa en ese ámbito ella me heredo sus caderas medianas y un poco de nalgas soy de familia mexicana y siempre he estado muy conectada a mi cultura mexicana , soy técnica en radiología y trabajo en un hospital pero por pasatiempo y mucha diversión me gusta ser prostituta .
Yo escojo a mis clientes; por lo regular son hombres que no son guapos para los estándares que impone la sociedad, pero me pone muy caliente solo de pensar que están dispuestos a pagar dinero por tener mi cuerpo, que están llenos de deseo y ganas por descargarse en mí eso me pone muy húmeda.
Conocí a Agustín (mi cliente favorito) un domingo por la tarde. Venía de hacer unas compras y tomaba un café helado. Por venir distraída, derramé el café en el asiento de mi carro. Antes de hacer más desastre, decidí llegar al car wash y que me limpiara mi desastre. Ese día me atendió Agustín. Les cuento, él es un hombre mexicano del estado de Chiapas, tiene 31 años , piel morena, ojos y pelo negro tiene bigote y de altura baja es más chaparro que yo.
Estaba muy enojada, esperando a que mi carro estuviera listo. En eso se me acerca Agustín y me pregunta si estoy molesta, a lo que yo respondí en automático: «Sí, mucho». Agustín se soltó a reír y me pregunta el porqué, y le comienzo a contar que se me derramó el café en el carro, y en eso él me interrumpe y dice: «¿Y en tu ropa?». Yo no había visto que mi blusa estaba toda manchada por el café derramado. Pongo mis ojos en blanco en señal de enojo y Agustín, tratando de calmarme, me dice: «Pero se le ven bonitas esas manchitas en su blusa», y se va riendo.
Él seguía limpiando mi carro, pero no dejaba de verme; eso despertó mi curiosidad y cachondería y yo comencé el mismo juego de quedarme viendo fijamente en él. Recorrí todo su cuerpo; se veían unas piernas duras y en eso vi su entrepierna que se veía abultada. En inmediato, mi imaginación se echó a andar y traté de adivinar cómo tenía su miembro: grande, pequeño, gordo, sería de huevos grandes o pequeños, ¿estaría todo peludo o sería cuidadoso y le daría mantenimiento a su miembro viril? Eso hizo que mi enojo se esfumara y comencé a ver el lado positivo a este derrame de café.
Agustín terminó, se acerca y me dice: «Señorita, ya quedó , si gusta verificar el carro o me dice si quiere que limpie algo más. Yo estaba algo caliente por todo lo que me había imaginado solo pude sonreír y decir: «Sí, déjame ver». El sentirlo cerca,sentir su respiración y su olor hizo que me calentara. Quise comenzar a tener una plática y le dije: «¿Eres casado?» a lo que él contestó que no, que era soltero y que vivía con un hermano, y él me pregunta: «¿Y usted en qué trabaja?».
Como al principio de esta historia dije que yo escojo a mis clientes y como estaba viendo que él podía ser un prospecto como cliente, le contesté: «Soy prostituta». Él abrió sus grandes ojos; no esperaba esa respuesta. «Es broma», me dijo, y yo le contesté: «No, a eso me dedico». «¿Y cuánto cobras?», me contestó.
Yo respondí 200 dólares.
Agustín comienza a decir: «El miércoles es mi día de descanso, ¿podría verte ese día, estás libre?».
Así comenzó mi historia con Agustín, pero el cuento de mi primer encuentro con él se los dejaré para otra ocasión. Eventualmente, se convirtió en mi cliente preferido, ya que me gustaba mucho platicar con él, reírnos, pasar el rato después de tener sexo; me contrataba 2 o 3 veces al mes. Un día llegué a su casa para prestar mis servicios; siempre me recibía su hermano Joel. Él es 2 años más chico que Agustín , es más alto y es igual de moreno pero sin bigote y mucho mas delgado . La primera vez que lo conocí, me llamó la atención que fue muy callado, a lo que Agustín me dijo: «El es muy timido , solitario y reservado , casi no tiene amigos ; cuando entre en confianza contigo ya veras que se pone a platicar como perico». Las veces que tocaba que Joel me recibiera, solo me daba una sonrisa y me indicaba que pasara al cuarto de Agustín. Hasta ese momento era toda la interacción que habíamos tenido Joel y yo. Ese día no fue la excepción. Llegué y me metí al cuarto. Agustín ya me esperaba, sentado en un sofá completamente sin ropa y con una cerveza en la mano.
Lo saludé con un beso y él tocó mis nalgas. —¿Cómo estás? —le pregunté en lo que yo me quitaba la ropa y quedaba en una tanga de encaje negro, ya que le gusta penetrarme, haciendo mi tanga a un lado y, posteriormente, al calor de la noche, le gusta a él quitármela. Me respondió: —Estoy un poco molesto, ya sabes, problemas en mi casa en México. Yo solo puse mi mano en su pelo negro y le dije: —Tranquilo, aquí estoy para hacer que pases un rato rico y te olvides.
Agustín acercó su boca a mi seno derecho y comenzó a lamer mi pezón y con su mano tocaba mi panochita que ya se comenzaba a poner húmeda y caliente. Poco a poco yo iba poniéndome muy caliente. Mee puse de rodillas y comencé a pasar mi lengua en su verga que aún estaba dormida;pasaba mi lengua por sus grandes huevos,, los tocaba, los acariciaba,, pero veía que su verga no se ponía dura. Hice una pausa y le pregunté: «¿Todo bien?». Él solo dijo: «Sí, perdona, es que no me puedo concentrar». Le dije que si quería que lo dejáramos para otro día y él solo dijo con la cabeza la señal de no; hubo un momento de silencio y después de esa pausa me dice: «Sé que ya estás muy cachonda. Si te vas, irás a buscar verga con otro cabrón y no quiero que pase eso; quiero que sea aquí donde se te quiten esas ganas de verga que traes. Esta noche eres mi puta y yo te voy a mandar». Abrí mis piernas en señal de aprobación y le dije: «Quiero sentirte dentro de mí».
Me tiro en la cama, tomo lubricante y comienzo a meterme su dedo índice; yo sentía cómo ese dedo duro, rasposo, entraba en mí panochita . Comencé a gemir y a pedir otro dedo y otro dedo. Ya tenía 3 dedos de Agustín dentro de mí y yo me movía, gemía y pedía más y más. En eso me pregunta: «¿Y si te coge mi carnal?». Yo estaba muy caliente, muy deseosa de verga, quería ser penetrada y accedí de inmediato.
Agustín se va al sillón donde me recibió y se sienta de nuevo. Hace un gesto con su mano y me indica que me siente en sus piernas. Yo, como su buena puta que soy, me siento y él comienza a gritar: «¡Joel, Joel, ven!». Joel se pone en la puerta, pero no la abre. Agustín le dice: «Ven, pasa». Joel entra al cuarto y se queda viendo la escena en la que yo estoy en las piernas de su hermano, los dos sin ropa y Agustín acariciando mis pezones .
Joel se queda viendo fijamente mis senos y Agustín le dice: «¿Qué, wey? ¿Te gustan?». Joel solo dice con su cabeza que sí. Agustín le pregunta: «¿Te la quieres coger?», y Joel vuelve a asentir con su cabeza. Agustín le dice: «Pues, ándale, wey, encuérate y cógetela que esta panochita quiere verga».
Joel se quita su short y se queda en playera; mis ojos se pusieron fijos en sus huevos, que eran grandes, muy grandes, mucho más grandes que los de Agustín, y arriba de eso se veía una verga dormida, muy peluda, con sus pelos largos y negros, con un gran prepucio; aún no podía saber cómo se veía parada esa cosa dormida peluda que estaba viendo y que ya quería probar.
Le dije: «Siéntate en la cama, quítate la playera, quiero verte todo sin ropa y abre las piernas». Joel no decía nada, solo obedecía a mis órdenes. Abrió sus piernas y yo me pongo de rodillas; con mis manos toco su verga que ya se iba parando y me la meto poco a poco a la boca. Sentía cómo se iba parando, cómo iba creciendo esa verga, cómo se hacía grande y gorda; sentía cómo una vena le saltaba en ese tronco grueso y topaba en mi boca.
Me saqué su verga de mi boca y la tomé con mis dos manos y aun así sobraba verga de lo grande que era. La comencé a lamer, pasé mi lengua por todo el tronco, lamí sus huevos, que sabían deliciosos. Esa sensación de sentir mi lengua en semejante vergota hacía que mi temperatura estuviera muy alta. Muy despacito bajé su prepucio y pude conocer esa gran cabeza que tenía escondida entre tanta piel. El ver esa gran cabeza hizo que mi panochita se dilatara y se pusiera muy mojada; ya quería sentirla, tenerla dentro de mí.
No podía esperar para saber cómo se siente que esa verga abra y destroce mi vagina. Respiré hondo y dije en mis pensamientos: «Tranquila, no te desesperes, disfruta esta verga y en un momento más la tendrás dentro de ti». Joel tenía sus ojos cerrados y él solo disfrutaba que yo estuviera jugando con su verga. Volteó a ver a Agustín y estaba fumando y tomando una cerveza, viendo cómo agarraba la vergota de su hermano. En eso Agustín dice: «Está riatudo, mi carnal, ¿no?». Yo, como un putita que ya estaba completamente en celo, contesté que sí. Agustín me ordenó: «Métela toda, quiero que te la metas toda a la boca, tú puedes, mami, anda, enséñale a mi carnal lo que esa boquita puede hacer». Yo comencé a meterme la verga de Joel, pero estaba batallando, ya que era grande. En eso, Agustín me grita: «Métetela toda, como la buena puta que eres», y se para de donde estaba, toma mi cabeza y comienza a empujarme hacia la verga de Joel. Mientras seguía gritando «toda putita, toda cabrona, quiero que te la tragues toda», me repetía una y otra vez: «¿Querías verga, no? Pues aquí tienes verga de sobra, así que mamale toda la verga, mi hermano «. Yo estaba muy cachonda, excitada, gozando cómo Agustín me daba órdenes, mientras que Joel solo disfrutaba y en ocasiones emitía algún gemido. Yo seguía de rodillas mamándole la verga a Joel e hice un cambio y me puse en cuatro, separando muy bien mis piernas.
Agustín seguía diciéndome que me tragara la verga de su hermano. En eso le digo: «Cállate y mejor ponte a comer, mi panochita, que eso sí sabes hacer muy bien». Agustín se tira de panza y comienza a pasarme su lengua por mi panocha; la besaba, lamía, succionaba, y eso hacía que me pusiera más cachonda y que me quisiera meter más la verga de Joel hasta el fondo; ya mis ojos lloraban, las lágrimas se me salían, rodaban por mi cara.
Seguía mamando la verga de Joel y cada que me la sacaba de la boca, salía la verga escurriendo de mi saliva. Ya tenía todo mojado a Joel con mis babas y ya no pude aguantar más; mi cuerpo necesitaba ser penetrado. Me puse de pie y le dije a Joel: «Cógeme, por favor, ya te quiero tener adentro».
Joel se acostó en la cama. Agustín me ayudó a que me sentara viendo de frente a Joel.
Joel me pregunta: «¿Te la metes tú solita o quieres que yo te la meta?». Yo le contesto: «Déjame metérmela yo, quiero disfrutarla a mi ritmo». Él solo dijo: «Está bien». Puse su glande rojo caliente ardiendo en medio de mi panochita, que ya estaba toda lubricada por la boca de Agustín, y poco a poco me la fui introduciendo; sentía cómo mis paredes se iban abriendo, cómo esa verga me penetraba, cómo sentía a Joel dentro de mí hasta que la tuve completa y toda adentro. Comencé a moverme despacio, a cabalgar lento; quería sentir cada centímetro de Joel dentro de mí, quería que Joel sintiera cómo mis labios apretaban su tronco, que el calor de mi conchita le diera ese placer , el mismo placer que él me estaba dando al meterme su verga
Sus pelos púbicos rozaban mis nalgas; yo le acariciaba sus huevos y empecé a moverme más y más rápido, hasta que llegó el momento en que le dije: «Joel, te toca, cógeme a tu manera». Joel me preguntó: «¿La vas a aguantar?». A mí me gusta coger rudo. Yo, como toda una puta, le contesté: «Cógeme».
Joel le dijo a Agustín: «Siente, quiero que veas cómo me cojo a tu putita».
Me puso en cuatro y él se puso de pie detrás de mis nalgas, me levantó un poco la cadera y comenzó a penetrarme fuerte, muy rápido; me metía y sacaba la verga con mucha fuerza, me daba nalgadas, me jalaba el pelo, escupía en mi panochita para que resbalara mejor y seguía metiendo su verga. Yo solo gritaba y pedía más; estaba en un éxtasis de placer devorando esa rica verga.
Agustín se comenzó a jalar su verga y veo que ya por fin la tenía bien parada. Yo no iba a desaprovechar esa verga erecta y le dije: «Ven, te la quiero mamar». Ya que despertó. La verga de Agustín es una verga mediana de unos 14 o 15 centímetros y gruesa; tiene un buen pito. Si la comparo con la verga de Joel, se ve pequeña, pero en realidad, comparando con las otras que me he comido, la de Agustín está muy de buen ver. Agustín me pone su verga en mi boca y yo comienzo a mamársela toda. El sentir una verga dentro de mi cuerpo, abriendo mi panochita una y otra vez y una verga llenando mi boca, topando en mi garganta, hizo que tuviera un rico caliente y húmedo orgasmo, pero yo quería más, quería seguir disfrutando a estos hermanos. En eso, Agustín se sienta en la cabecera de la cama con sus piernas abiertas, me jala y pone en medio de él, dándole yo la espalda, abre mis piernas y le ofrece mi panocha a Joel. Le dicen: «Ven, wey, métesela». Yo le agarro las piernas.
Agustín toma mis piernas y Joel se pone arriba de mí, en medio de mis piernas, se agarra la verga y la pone en la entrada de mi panocha y comienza de nuevo a penetrarme duro y fuerte hasta que sus huevos pegan en mis nalgas. Nuestros cuerpos por un momento estaban conectados, pegados; se sentía como uno mismo y después sacaba su verga y yo sentía un vacío que me daba una necesidad de que lo volviera a llenar con esa vergota. Yo seguía gimiendo y gritando de placer, pidiendo más y más. Después de un rato, las metidas de verga se hicieron más intensas, la respiración de Joel aumentó mucho más y, de un momento a otro, sin avisar, sentí como un chorro de leche caliente entraba dentro de mí. Sentí cómo el glande de Joel palpitaba dentro de mi panocha y cómo me la dejó mojadita llena de sus mecos.
Joel sacó su verga, me dio un beso en cada seno y un beso en la boca y se fue a limpiar y a su habitación.
Yo seguía acostada, abierta y llena de la leche de Joel. En eso, Agustín se para y me dice: «¿Te los echo adentro?». Yo le contesté que sí. Me dice: «No los saques, vamos a usarlos como lubricante». Se subió arriba de mí en posición de misionero y comenzó a cogerme. La cogida con Agustín fue más tranquila, pero más pasional. Agustín me la metía, pero a la vez me besaba, chupaba mis senos, me metía sus dedos a mi boca, mordía mi oreja, me decía que era su putita, que le gustaba mucho; lamía mi cuello y yo mordía su oreja y eso lo vuelve loco. Estaba a punto de venirse y de repente paró y me dice: «Ven, vamos a bañarnos».
Nos metimos a bañar, abrió la regadera y bajo el agua nos comenzamos a besar. Agustín me voletea y me dice: «Hoy te dejé ser muy puta con mi hermano y tienes que pagar, ¿sí sabías?». Yo, en mi calentura, solo respondí: «Sí, lo que tú ordenes», y bajé la mirada hacia su verga que seguía parada.
Agustín me dio una nalgada y ese sonido de sus manos en mi nalga bajo el chorro de agua fue mágico. Ese sonido hizo que Agustín tomara un rol de dominante perverso y me dijera: «Incante, quiero que estés de rodillas; ahorita tu lugar va a ser debajo de mi verga». Yo, como toda una puta obediente, me puse de rodillas ante él.
—Abre la boca —me ordenó. Yo abrí la boca pensando que quería que se la chupara, pero mi sorpresa fue que comenzó a salir un chorro amarillo de su verga. El muy cabrón me estaba orinando. —Pruébala —me decía—, quiero que la pruebes. Yo le obedecía y probaba por primera vez orines de un hombre. Me bañó con su líquido dorado, me puso muy, muy cachonda. Me alejé y le dije: «Detén el chorro, espera». Se asustó, cortó su chorro y abrió sus ojos muy grandes, pensando que me había enojado, pero yo en ese momento quería experimentar , sentir más cosas nuevas. Deseaba que Agustín me hiciera más cosas sucias; a lo que le dije: «Méteme tu verga y orina dentro de mí, quiero sentir tu líquido caliente dentro». Agustín hizo una sonrisa con sus labios y me metió su verga. Unos segundos después, empecé a sentir ese chorro caliente recorriendo mi vagina, saliendo de ella, rodando por mis piernas. Terminó y siguió cogiéndome, usando los restos de semen que aún quedaban de su hermano y su líquido amarillo como lubricante. Agustín gemía y decía: «Te quiero dar por el culito, te lo quiero romper, déjame, por favor».
Yo sí quería sentir a Agustín rompiéndome el culo, pero no era el momento y no estaba preparada para hacer eso, así que solo le dije: «Sí, te dejaré que me rompas el culito, pero hoy no». Él solo dijo: «¿Me lo prometes, que dejarás que te coja por este hoyito?» y me lo comenzó a tocar; yo le dije que sí, te lo juro.
Eso lo puso más cachondo y se sacó la verga y me dice: «Póntete de rodillas». Me inqué de nuevo frente a él y comenzó a jalarse la verga. Yo de rodillas jugaba con mis pezones, los pellizcaba, los acariciaba, mientras Agustín seguía jalándosela hasta que no aguantó y me dijo: «Abré bien la boca y cómetelos todos, no dejes ni una gota». Yo, como siempre, obedeciendo sus órdenes, tragué toda su leche caliente. Al final quedaron unas gotas en su glande y con mi lengua lo limpié.
Me ayudó a pararme y él me enjabonó muy suave y cariñoso; después me ayudó a secar.
Nos fuimos a su habitación y Joel va de nuevo y nos preguntó si queríamos una hamburguesa, que iba a ir por unas. Cenamos, vimos una película y me quedé dormida en los brazos de Agustín. A la mañana siguiente me desperté y ellos ya se habían ido a trabajar, ya que entran muy temprano. Tenía un mensaje de Agustín donde me daba los buenos días, me decía que desayunara lo que quisiera, que tuviera un bonito día en el trabajo y que en el buro había algo para mí. Veo el burofax y era el pago por 400 dólares. Joel también había pagado por lo que me había hecho la noche anterior. Me bané, desayuné, cerré bien su casa y me fui a trabajar con una sonrisa después de una deliciosa cogida con esos hermanos.
Esta es la primera historia que les comparto; tengo muchas más que quiero contarles, como la primera vez que Agustín me cogió por atrás, de cuando mi tío me quitó la virginidad anal, de todas mis cogidas con el hermano de mi padrastro y muchas más historias de clientes o de mis novios. Espero les guste. Se las comparto por este medio, ya que solo mis clientes y con los que me acuesto conocen a la verdadera puta que soy. Para los demás, soy solo una chica que trabaja en el hospital y le gusta sonreír.