Capítulo 3

Al final del capítulo anterior…

Le provoqué el primer orgasmo a mi hermanita y se corrió en mi boca empapándome la cara con sus deliciosos jugos orgásmicos…

Bebí sus fluidos cuanto pude, y aún así la cama estaba empapada con su esencia, yo tenia el pene duro y erecto como un roble, listo para penetrar y romper su himen virginal, aún tenía el bóxer puesto, y ella tiraba en la cama, agotada por el orgasmo -te quiero hermanito, siento que también estoy enamorada de ti…- me dijo, en un tono de mostraba agotamiento -…eres el mejor hermano del mundo- procedí a sacarme el bóxer y ella al ver mi vigoroso pene erecto ya se imaginaba lo que seguía -ahora yo quiero tomar el control- me dijo recuperando el tono de la voz y sentándose en la cama.

-Claro que sí mi amor, soy todo tuyo- ella al escuchar el calificativo “mi amor” abrió los ojos reflejando sonrojo – ¿te molesta que te diga así? – le pregunté porque mi primera impresión fue de que al parecer se había sentido incómoda, a lo que ella me abrazó y respondió -no me molesta en lo absoluto, contigo siento seguridad y tranquilidad, sensaciones que se habían desvanecido de mi realidad hace mucho tiempo- y continué diciéndole -volviendo al tema principal, puedes hacer lo que quieras conmigo, hermanita- cortamos el abrazo lentamente, ella me sonrió, hizo mirada de picardía y complicidad y me dijo -recuéstate en la cama hermano- asentí con la cabeza, hice lo que me pidió, ella sentó sus nalguitas desnudas sobre mi pecho dándome la espalda tomó mi pene con ambas manos – es muy grande ¿cuánto de mide? – me preguntó, a lo que yo le respondí -son 21 centímetros- (sin exageraciones eso me mide) y ella continuó -está muy caliente y duro- expresó con un tono de sorpresa.

-Nunca he hecho esto, pero he visto algunos videos, si hago algo mal me avisas hermanito- me advirtió, y yo le respondí – ¡adelante hermanita, ya no aguanto más! – exclamé en un tono desesperado, ella se agachó y comenzó dando pequeños lengüetazos en mi glande, cada roce de su lengua en mi caliente pene hacía que mi cuerpo entero se estremeciera de placer, al estar sentada en mi pecho agachada disfrutando de mi pene como si fuera un helado, yo podía observar su ano, ese delicioso hoyito que era blanco como su piel, y se volvía rosado hacia el interior hacía que la lujuria se apoderara aún más de mi mente, no pude controlarme y poco a poco fui metiéndole mis dedos en su culito, primero uno, luego dos y así hasta que la dilaté y le cabían cuatro dedos, tenía su boquita ocupada en mi pene, por lo que no la escuché gemir, sin embargo, al sentir como mis dedos abrían su ano, podía notar como cerraba su agujerito alrededor de mis dedos.

Ella pasó de los lengüetazos a darme una mamada intensa, por un instante cuando mi pene entró en su boca sentí el roce de sus dientes en el glande, por el leve dolor que me causaba, saqué mis dedos de su culito, le apreté una nalga y le dije -cuidado con los dientes amorcito- el dolor cesó y empecé a disfrutar el cómo esa deliciosa boquita humedecía mi pene de la punta a la base, cada chupada de mi pene la hacía más profunda que la anterior, llegué a sentir como esos 21 centímetros le llegaban a la garganta, pues en un dado momento, sus labios llegaron a tocar la parte superior de mi escroto, esa franja donde termina la base del pene y empiezan los testículos. Ella llevaba aproximadamente 5 minutos mamando y yo empezaba a sentir ese característico cosquilleo previo a la eyaculación, y le dije -detente hermanita, quiero guardar mis jugos para lo que sigue- ella obedeció, se sacó el pene de su boquita, dando por terminada la rica y húmeda mamada que me estaba proporcionando.

Ella seguía con sus nalguitas sentadas en mi pecho, se volteó para verme a la cara y me preguntó -Ahora me vas a quitar la virginidad, ¿verdad? – a lo que respondí -sí hermanita, es ahora cuando te voy a convertir en toda una mujer- la agarré de la cintura y la volteé hacia la cama, quedando ella acostada y yo encima sentado en su vientre. – ¿Me va a doler? – me preguntó con una dulzura e inocencia en su voz que no había sentido antes -Solo al principio hermanita preciosa, si sientes deseos de gritar hazlo, no hay nadie en casa- le respondí, ella asintió con la cabeza, me bajé de su vientre hacia atrás para acercarme a sus piernas, las cuales estaban estiradas de forma recta en la cama, usé mis manos para separarlas y arquearlas un poco, teniendo nuevamente esa dulce y rosada vagina frente a mí.

Tomé mi pene para dirigirlo a la entrada de esa hermosa florecita virgen, comencé frotándolo de arriba a abajo, desde su clítoris hasta el perineo, ella no podía resistir y dejaba escapar gemidos tenues – ¿Lista hermanita? – le pregunté y ella dijo -Creo que nunca se está lista para ser desvirgada, pero adelante hermanito, hazme tuya-. Posicioné mi pene en su canal vaginal y de un vergazo en seco, lo introduje completamente, pude sentir el momento de forcejeo entre mi pene y su himen virginal y esa deliciosa ruptura que marcaba el fin de su virginidad, el grito de ella fue inminente, mezclado con un llanto, -Ahhh hermano…me duele…siento que me partiste por dentro…me duele mucho…sácalo por favor, sácalo ya… – puso sus manos en mi cintura intentando librarse de esa situación, pero era demasiado tarde, en ese momento yo no era su hermano, era un animal montado en una hembra en celo, era imparable.

Me acerqué a su carita, con mi pene aún adentro de ella -te prometo que el dolor es pasajero mi princesa, en pocos instantes estarás gozando- le dije para tranquilizarle y le di un apasionado beso, que ella correspondió, su lengua jugaba con la mía, aprovechando que se estaba tranquilizando mientras la besaba, saqué mi pene lentamente, empecé a meterlo y sacarlo para que su vagina se moldeara a mi pene, empecé con movimientos suaves y lentos que fueron aumentando la velocidad progresivamente, más pronto que tarde, el llanto se convirtió en gemidos, ella cruzó sus brazos por mi cuello y ponía mi cara entre sus hermosos senos, a partir de ese momento supe por sus gemidos y su postura de comodidad que lo estaba disfrutando, me dispuse a chuparle los pezones imaginando que ella estaba lactando y yo bebía su leche materna.

Continuará…