Capítulo 2

Al final del capítulo anterior…

Mi hermanita dijo -nunca he dormido con sostén puesto, ¿me permites dormir sin nada puesto en mi pecho? – Mi erección se volvió incontrolable sobre mi bóxer…

-No sé, qué… decirte- le dije en un tono balbuceante, estaba muy nervioso por el solo hecho de estar junto a mi hermanita, que tenía años sin ver, juntos en una habitación ambos en ropa interior. Ella vio mi erección, era tan notable que casi se me salía por un lateral del bóxer -¿por qué tienes tus partes así?- me preguntó, -Verás hermanita, lo que te dije en el centro comercial acerca de que me tienes completamente enamorado, es cierto, y no puedo evitar mirarte como lo que eres, una jovencita hermosa con atributos físicos que encienden mis más profundos deseos- le respondí, a lo que ella me miró con una cara que denotaba inocencia, y dijo -no soy experta en estos temas, como te dije soy completamente virgen, pero estoy dispuesta a aprender para que seas totalmente feliz en tu cumpleaños hermano- se quitó el sostén, descubriendo esos hermosos senos de tamaño mediano con sus pezones marrones -¿Qué tengo que hacer?- me preguntó, yo estaba completamente cegado por la lujuria incestuosa, en mi bóxer ya se estaba haciendo una pequeña mancha por la humedad que desprendía mi pene.

Yo le respondí, -Primero quiero estar completamente seguro de que no te sientes obligada por mí, apenas nos estamos reencontrando después de tanto tiempo y lo último que quiero es generarte incomodidad hermanita- ella se acercó a mí y me abrazó con sus senos desnudos y me dijo al oído, en un tono muy tenue apenas audible para un espectador externo -Estoy muy segura de querer que seas tú quien me convierta en una mujer- al escuchar esas palabras supe que me estaba dando luz verde para tomar su virginidad, así que lo primero que hice fue decirle, -acuéstate boca arriba en mi cama y relájate, voy a tratarte como a mi princesa, si algo de lo que haga no te está gustando, me lo dices y me detendré- ella asintió con la cabeza, se giró para dirigirse a mi cama y tomó la posición que le indiqué, yo la seguí y me posicioné sobre ella, arrodillado encima de su cuerpo, sus dos piernitas estaban en el centro atravesando ese pequeño puente que formaban las mías arrodillado encima de ella.

Sus braguitas color turquesa con estampado de corazones blancos, en esa posición acostada, se marcaban en su entrepierna dibujando la forma de su vagina cerrada, me dispuse a bajárselas y ella me detuvo con una mano y dijo, -hermanito, antes tienes que prometerme que nunca me vas a abandonar y que no vas a permitir nunca más que nuestro padre controle mi vida- a lo que yo le respondí -te juro que no vas a volver a su casa, mañana yo iré por tus cosas y le haré saber que no es dueño de tu vida, ahora que pude recuperarte, no te abandonaré, eres libre y aquí va a ser muy feliz- su carita se iluminó y se sonrió, se sentó para que su boca estuviera al nivel de la mía, puso sus manos en mis mejillas, me dio un corto, pero delicioso beso en los labios y me dijo al oído -te creo hermanito, ahora puedes continuar- retomó su posición acostada y yo bajé sus braguitas descubriendo su vagina, la cual tenía unos delgados y poco abundantes pelos en su monte de venus, el resto de su vagina era totalmente lampiña, con sus piernas cerraditas se veía perfectamente la delicada rayita.

-Arquea las piernas y ábrelas- le dije, asintió con la cabeza y lo hizo, nunca vi una vagina tan delicada y perfecta, los labios de su clítoris eran delgados y de un tono rosadito claro que se iba tornando un poquito oscuro a medida que las capas se plegaban hacia adentro, en el centro de su preciosa y virgen vagina se podía observar su himen, esa pequeña tela blanquecina que cubre la cavidad vaginal, la cual era la prueba contundente de su castidad, no me había mentido, realmente estaba frente a una chica de 21 años que nunca había sido penetrada. Acerqué mi cara a su vagina y comencé por besarle los labios vaginales como si fuera su boca, ella inmediatamente empezó a soltar leves gemidos los cuales encendían aún más mi lujuria -que rico- no paraba de decir entre gemidos y un tono chillón muy caliente, mi lengua empezó a ingresar a su vagina, dándole masajes circulares al interior, intenté romper su himen con la lengua pero estaba bien adherido, seguí chupándole esa deliciosa vagina, esta vez a manera de succión y con mis dedos agregué más placer, frotando su clítoris a lo cual ella respondió con un fuerte gemido y gritó -así que así se siente un.. un… ahhh- tuvo su primer orgasmo en mi boca empapándome la cara con sus deliciosos jugos orgásmicos.

Continuará…