Mis fantasías la colmaban de placer pero parece que esta era demasiado.

Yo quería que ella se acostara con un perro.

Dicho así parecía ir muy lejos o estar totalmente enfermo, pero la verdad es que esa fantasía vivía en mí desde que una ex que tuve me lo contó y nunca pude verlo.

– Dicen que es una experiencia única. Que te va a encantar.

– Yo con animales no me acuesto y al final vos sos un animal.

– No seas mala, Si vos lo haces yo hago lo que vos quieras.

– ¿Estás seguro?

Paso casi un mes cuando tuvimos la oportunidad estábamos de vacaciones y habíamos alquilado una casa en una playa. Cuando llegamos el lugar estaba bastante desértico y a los pocos días las casas vecinas se empezaron a ocupar.

El lugar era bastante alejado, no era un pueblo sino una bahía con cuatro o cinco casas pequeñas de uno o dos ambientes así que todas eran parejas u hombres solos en busca de buena pesca.

Uno de estos pescadores tenía un perro llamado Fausto, un Gran Danés, negro, que parecía muy bravo. Cuando el tipo se iba de pesca él cuidaba su casa y era común verlo rondando nuestro pequeño jardín.

Un día me animé y le acerque un poco de comida que nos había sobrado y el perro la devoró con gran velocidad. Así fuimos haciéndonos amigos y al poco tiempo respondía a mis órdenes.

Gladys se fue imaginando mis intenciones y no hacía otra cosa que amenazarme – ¿Estás seguro que después vos vas a hacer lo que yo quiera?

Esa misma noche se dio la oportunidad, escuche que Fausto raspaba la puerta de entrada buscando las sobras de nuestra comida. Lo hice entrar y dije – Gladys mira quien vino a cenar… El perro era enorme, para en dos patas era más alto que yo. – ¿Y cómo vas a lograr que el perrito quiera comer lo que tú le has preparado?

Le pedí a Gladys que se desnudara y ella lo hizo, la recosté en la alfombra de la sala y la empecé a tocar donde a ella más le gusta. Fausto miraba echado a los pies de ella. Enseguida Gladys empezó a gemir y Fausto la miraba, lo llame y él se acercó le llevé el hocico hasta la vagina de ella y el instintivamente lo empezó a chupar, Gladys no estaba convencida pero al sentir la lengua áspera en su clítoris fue aflojándose y empezó a gemir. Pronto ella se movía y presionaba la tropa del can. Yo los acariciaba a los dos, pero no sabía qué hacer para que Fausto se excitara. Hice de tripas corazón y empecé a masturbarlo. Su pene empezó a crecer y lo demás fue cuestión de su naturaleza. Gladys se puso en cuatro patas y Fausto le lamió el ano y a los pocos segundos como nunca lo hubiera pensado me pidió que lo penetre.

Acomodé a Fausto, que no necesitaba a esa altura de grandes consejos, y enfile su polla hasta la vagina de Gladys. Su pene no era tan grande como lo imaginaba pero a Gadys le gustó. Fausto bombeaba y ella se dejaba. –Está creciendo, mas, y más, Vamos lindo perrito. En unos segundos Gladys no lo podía creer y hasta le dolía. Yo creía que estaba exagerando pero acababa y lloraba al mismo tiempo. – Basta, y más se mezclaba en su voz. Yo le puse mi pene en la boca y le acabé a la segunda mamada.

Es que la escena me había puesto re loco. Fausto le llenó la vagina con su leche y Gladys sintió que todo por fin había acabado. Intentó sacarse esa tremenda verga de su alma pero Fausto seguía abotonado… Unos diez minutos más tarde y luego de haber experimentado varios orgasmos más con el perro acuestas se pudieron separar. Fausto se echó en el piso y Gladys se quiso bañar… En el baño me relato su experiencia y me agradecía haberla hecho realidad. Esto me ponía más contento ya que pensé que estaría enojada y que me iba a reprochar toda la vida. Una hora más tarde me pregunto – ¿Vos vas a cumplir tu palabra?

Una hora más tarde me pregunto – ¿Vos vas a cumplir tu palabra?

Asentí sin saber lo que planeaba, después me arrepentí. Yo esperaba que me lo dijera de una vez pero se hacía rogar… Para que cumplas mi fantasía tenemos que descansar un poco. Dormimos un par de horas y cuando me desperté, ella ya estaba levantada, con una bata transparente que a mí me calentaba muchísimo. Tomaba un vaso de vodka con Naranja y con una sonrisa se acercó hasta mí.

Estás listo para mis deseos, No contesté pero mi pene se alzó como una piedra se tiro en la cama y empezó a acariciarme, bien como a mí me gustaba. Me despojó de mis calzones y me miró. Quise penetrarla pero se alejó. – Vamos a la sala. Me pidió con so voz más sensual. No sabía, ni imaginaba que es lo que estaba tramando pero yo no tenía miedo es más, el misterio me excitaba.

Se sacó su bombachita negra, húmeda me la puso en la cabeza, de forma tal que no podía ver nada y me recostó en el sofá. Yo no percibía nada pero lo que tramaba me iba a gustar. Cuanto más suspenso mejor, pensé. – No puedes sacarte la venda hasta que yo lo indique. Y se alejó en busca del vaso con vodka.

Yo la sentía hacer preparativos pero no entendía que es lo que hacía. Parecía como si estuviera chupando un falo. Al rato me acomodó en el sofá de rodillas y con los codos en el respaldo como si estuviera rezando. Fue ahí que lo sentí por primera vez.

Fausto me empezó a lamer el ano, como un experto, mientras ella me masturbaba sin prisa, me besaba el cuello y yo estaba que volaba, La lengua del perro se introducía y yo iba abriendo mis piernas, para ayudarlo. Cuando Gladys vio que yo estaba por acabar me pidió otro minuto y yo no lo podía soportarlo… ¿Qué más quería? La respuesta no se hizo esperar. Apoyó las enormes para delanteras de Fausto sobre el respaldo y sentí como su mano enfilaba el pene de animal hacia mi orificio. Yo no lo podía creer. Como el aparato del perro es finito no tardó en abrir mí ya dilatado esfínter y comenzó a penetrarme sin piedad.

Ese pene lo sentía un poco más grueso que el dedo de Gladys pero mucho más gustoso, al minuto y por sentirse aprisionado por mí recto el pene comenzó a crecer, cada golpe que Fausto me daba por detrás, yo sentía que me desgarraba. Mi pene eyaculaba como una canilla abierta y el perro no dejaba de bombear. Sentí que su leche inundaba mi cuerpo y por fin se dejó de mover. Fue cuando ya cansado de estar parado sobre las dos patas traseras quiso descansar.

No sé cómo hizo pero giró todo su cuerpo y su pene dentro de mí y quedamos culo contra culo. Gladys Se masturbaba y yo seguía teniendo orgasmos pero esta vez no eran del pene sino por el ano.

No pensaba en nada, seguía encapuchado con los calzones sobre mis ojos solo gozaba de tener semejante chorizo dentro mío.

Cuando pude zafarme del monstruo aquel quedé tumbado en el piso muy dolorido. Gladys se acercó y me lamió el orto, tragándose la inmensa cantidad del semen canino y sangre que por mi ano circulaban. Yo nunca había tenido relaciones sexuales con un hombre y lo más que había gozado era de dos o tres dedos de mi novia en el ano. Esto fue superior en todos los sentidos.

Gladys me ayudó a levantarme, me llevó hasta el baño y llenó la bañadera de agua tibia y me dejó descansar.

Yo estaba postrado en la bañadera, todavía tenía su bombacha en mi cabeza, me daba vergüenza mirarla.

Ella se acomodó en el piso del baño y me preguntó – ¿Te gustó? Me dio un beso profundo en la boca, me sacó la capucha y se rio, con ironía y siguió – A mí, me gustó verte. Agregó.

Yo estaba furioso, porque no sabía cómo decirle que me había gustado sin parecer un putón. Pero para sacarle esa sonrisa de sus labios le contesté, que sí. Y ella para mí sorpresa me dijo. – Yo soñaba con verte así. Fue la experiencia más excitante que viví nunca.

Me volvió a besar y mi alma volvió al cuerpo.

Luego se levantó saco a Fausto al jardín, lo acarició y le regaló un pedazo de carne que había sobrado.

Él se la comió de un tarascón y se fue despacio hasta la casa de su amo.