La esposa-puta

Cuando te casas con un millonario tiene que estar dispuesta a satisfacer todas sus necesidades porque tiene mujeres de sobra que estarían dispuestas a hacerlo. Esta historia va de eso, de cómo es aceptar casi todo por vivir con lujos y comodidades, no me malinterpretes, tampoco es que sea una puta, solo que un hombre así espera eso de cualquier mujer.

Soy Laura, tengo 28 años y desde hace 3 años estoy casada con un hombre exitoso dueño de varias empresas al norte del país, no solo es un millonario sino también un hombre sumamente atractivo y elegante, alto (1.87 m) y de cuerpo muy atlético, a sus 40 años tiene el vigor de un veinteañero. No solo su atractivo es físico, es muy inteligente, siempre hablando de cosas muy interesantes, es decir, todo lo que impresionaría a una chica, a donde llega impone su presencia.

Obviamente cuando se fijó en mí no lo podía creer. Solo era una chica sencilla aunque reconozco que hombres no me faltaban. Era y aún lo soy delgada, de tal forma que sobresalen mis tetas, con un vientre plano y unas nalgas bien paradas y redondas. Mi piel morena clara luce con mis ojos color miel. Mi belleza ya había atraído a hombres adinerados pero no como él.

Poco después de casarnos, mientras cogíamos, me hizo una confesión: deseaba ver cómo me penetraban otros hombres. En ese momento lo tome a juego e incluso me pareció excitante, pero no solo era un juego, lo decía en serio.

– Sabes que te amo, ¿verdad? – me dice con ese tono serio que lo caracterizaba.

– Si, sabes que yo también – lo bese – solo que lo que me pides es muy serio.

– No te preocupes, yo controlaría todo – sabía que así seria, eso me puso un poco segura de hacerlo.

– Sabes que me encanta complacer tus caprichos, pero no estoy segura – me agradaba la idea pero tenía que hacerme del rogar un poco – pero si tu lo pides lo puedo hacer.

– Muy bien, que te parece después de la recepción del sábado – ese día iba a recibir un premio filantrópico.

– Tan rápido, eso es en dos días – sospeche que ya tenía todo preparado, sabía que iba a aceptar – espero y no te arrepientas.

Esa noche me entrega un bolso con la ropa que debería usar para después de la recepción. Una corsé rojo muy ajustado, delineaban muy bien mis testas y cintura, un mini falda negra de piel tan corta que prácticamente me quedaba a media nalga, liguero negro con medias de encaje y para terminar unos tacones negros muy altos, sin ropa interior pero lo que me sorprendió fue lo que me dio al final, en un estuche color negro estaba un plug anal con un diamante rojo. “Quiero que lo tengas puesto toda la noche”. No sé porque acepte, no quería contradecirle.

La recepción fue de lo más normal, charlas aburridas con ancianos egocéntricos que se alababan entre ellos, me moría de aburrimiento. Solo de vez en cuando, mientras estaba sentada me movía un poco para reacomodar lo que traía en ensartado en mi culo, sentía que se me iba a salir.

Alrededor de las 12:30 a.m. salimos de la recepción camino a un bar para tomar unas copas, el Ferrari F80 ya nos esperaba en la puerta. Cuando llegamos al bar nos sentamos en una mesa con un par de sillones alrededor, era un lugar privado en lo más oscuro del lugar, me levante al tocado dónde me puse la ropa que mi esposo me había dado. Cuando regrese mi esposo estaba con dos chicos no llegaban a los 25 años, creo.

– Podemos bailar con la dama – preguntó uno de los dos chicos, era alto y rubio con un cuerpo musculoso, muy bien parecido.

– Claro, porque no – voltee a ver a mi esposo y el asintió.

– Me permite hermosa – el otro chico, de raza negra extendió la mano esperando a que la tomase yo.

– Claro – me sentí muy incómoda, sabía que este era el momento.

Llegamos a una pequeña pista a un lado de la mesa, la música sonaba muy fuerte. El chico rubio se puso detrás de mí y el chico negro frente a mí de tal forma que estaba rodeada. Mire a mi esposo sentado, viéndonos fijamente, así que decidí darle lo que quería. Mientras bailábamos tome al chico negro, lo abrace por el cuello y lo bese mientras el rubio me tomaba de las caderas y me jalaba hacia él. Poco a poco me subió la falda hasta la cintura dejando por completo mi culo descubierto.

Con una mano empezó a meter y sacar poco a poco el plug, me dolía. Fue hasta que lo saco por completo que empecé a sentir una gran verga dura, con sus manos abrió mis nalgas y poco a poco fue metiéndola, sentía un fuerte dolor y una presión en mi intestino aunque no paso mucho tiempo cuando lo empecé a disfrutar, mi vagina empezó a lubricar tanto que llegue a pensar que me había orinado.

Sin dejar de besar al chico negro, con mi mano le saque la verga por el cierre de su pantalón, era increíblemente grande y ancha, moría por tenerla adentro de mi. En cuanto lo masturbe, su verga empezó a babear, la tome y la pase por mis labios vaginales hasta llegar a mi clítoris. Fije mi vista en mi esposo que ya tenía la verga de fuera con una erección que pocas veces había visto. Se estaba masturbando viendo como dos tipos me destrozaban el ano.

El chico rubio seguía metiéndomela muy fuerte, sus manos aun me mis caderas continuó cogiéndome con más fuerza pero pausadamente, sabía que iba a terminar pues podía sentir las contracciones de su verga en mi. Mis gemidos eran cada vez más intensos que terminaron cuando sentí todo el semen caliente que me había dejado adentro.

Inevitablemente cuando saco su verga se vino gran parte de ese líquido. Casi al instante el chico negro me volteo con fuerza y sin esperar nada con su mano acomodo su verga directamente a mi culo. Era tan grande y gruesa que me preocupaba el daño que me iba a dejar. Me tomo de cuello con su enorme mano y me dijo al oído “¿te gusta que te cojan como un puta?” Solo atine a asentir con la cabeza. Su verga era increíblemente grande, podía sentir como mi ano se abría aún más, la metió hasta lo más profundo de mi intestino, su mano apretaba mi cuello con fuerza, pensé que iba a perder el conocimiento, sin embargo, no quería que parara.

De pronto sentí como si me hubiera orinado, mis pezones se habían endurecido que dolían, mi respiración aun mas entrecortada y mi cuerpo se estremeció como nunca antes, sabía que había tenido el orgasmo más grande de mi vida. El se vino casi junto conmigo, igual que el anterior sentí las contracciones de su verga, solo que con este las sentí más fuertes, supongo que por el tamaño. Sentí como dejaba una gran cantidad de su semen dentro de mí, muy caliente. Saco su verga que aunque había perdido su erección fácilmente podía seguir penetrándome así, aún se veía muy grande. Con él no se salió nada de semen, pensé que estaba muy dentro de mí. Mi esposo se levanto y tomo el plug para ponerlo de nuevo. “Que no se te salga nada, eso es mío” me dijo.

Nos retiramos del bar, cuando salimos el coche ya nos esperaba. Seguimos por la avenida principal hasta llegar a un Motel, entramos directo a la habitación. Al entrar, me tomó por detrás, se puso de rodillas de tal forma que su cara quedaba justo en mi culo. Me subió la mini falda y saco el plug, empezó a beber directamente de mi ano toda ese semen que traía.

– Te gusta, bebé – le dije mientras apretaba su cara dentro de mis nalgas – tómatela todita, déjame bien limpia – mi ano estaba tan abierto que sentía como entraba su lengua dentro de él.

En ese momento tocaron a la puerta, mi esposo se levanto a abrir. Cuál fue mi sorpresa cuando entro el chico negro completamente desnudo y con esa verga grande y gruesa que ya conocía. Me asuste por un momento, pensé en cómo iba a quedar mi ano de destrozado.

Me puse de rodillas y empecé a mamársela a los dos, tenía que abrir mucho la boca para que me cupiera esa verga negra, casi me asfixia. Esa noche no era la esposa de nadie, era una puta que habían contratado en la esquina. ¡Y eso me gustaba!

Mi esposo me tomó de la mano y me llevó a la cama, el chico negro se acostó y yo me monte en el, con mi mano tome su verga y la apuntale en mi vagina. No había reparado, pero era la primera vez en esa noche que era penetrada por ahí.

No me entraba ni la mitad de su verga, solo sentía como se abría paso por mi vagina bien lubricada, salía de ella una baba cristalina y espesa.

Mi esposo estaba recostado en un sillón que estaba ahí, se masturbaba, hasta que tomó la iniciativa. Se acerco a mí y metió su verga en mi culo. Era increíble la sensación, solté un gemido fuerte que no pude contener.

Era increíble cómo se sentía cuando las dos vergas dentro de mí se rozaban. Me vine de inmediato, pero esta vez fue diferente, mi vagina y mi ano se contraían rápidamente como si no quisiera dejar salir esos falos que tenía dentro, esta vez de mí emanaba un flujo más espeso y cristalino que la primera vez que me vine en el bar. Era tanto que la sabana quedo muy manchada.

Fue en ese momento cuando el chico negro se vino en mi vagina, mis contracciones vaginales junto con las contracciones de su verga acompañada de la sensación de su semen caliente me hicieron venir una vez más.

Me levante y su leche empezó a escurrir de mi vagina, mi esposo se acostó y yo me subí en su cara para que bebiera de ella. El aún tenía la verga bien parada. Mire hacia atrás y mi sorpresa fue ver al chico negro mamándosela a mi esposo con tanta fuerza que termino eyaculando todo su semen en la boca del chico. Me quite y fui a besarlo, quería tomar del semen de mi esposo.

El chico salió de la habitación completamente desnudo, mi esposo seguía acostado en la cama y yo por mi parte me levanté a tomar un baño, había mucho que lavarme. Me asuste un poco, al momento de lavarme el culo sentí como casi toda mi mano entraba en el. Quise saber qué tan abierto estaba y casi me entran los cuatro dedos. Me fui a acostar junta a mi esposo y así los dos nos quedamos dormidos.