Capítulo 3

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ADORANDO A MARIELA

CHARLINES

TERCER CAPÍTULO

Nos levantamos, nos duchamos y desayunamos. Bajamos a la ciudad con el auto y dimos una vuelta, hasta llegar a la catedral. Allí estaba majestuosa esperándonos, entramos por la puerta de Santa María. para ver el papamoscas, un reloj que cada vez que marca las horas abre la boca. Vimos la capilla del cristo de Burgos, al cual dicen que le crece el pelo y las uñas. La capilla de los condestables de castilla, toda ella de mármol, la escalera dorada, que va a dar a la puerta de pellejería. Pasamos después a ver su interior y resumiré escuetamente lo que nos explicaron.

Su construcción comenzó en 1221, siguiendo patrones góticos franceses. Tuvo importantísimas modificaciones en los siglos xv y xvi: las agujas de la fachada principal, la capilla del Condestable y el cimborrio del crucero, elementos del gótico flamígero que dotan al templo de su perfil inconfundible. Las últimas obras de importancia (la sacristía o la capilla de santa Tecla) pertenecen ya al siglo xviii, siglo en el que también se modificaron las portadas góticas de la fachada principal. La construcción y remodelaciones posteriores se hicieron con piedra caliza extraída de las canteras de la cercana localidad de Hontoria de la Cantera.

Tras ver el impresionante templo, comimos en uno de los muchos restaurantes que hay en sus cercanías y por la tarde fuimos a ver el museo, de la evolución humana.

Brevemente os explico una pequeña parte de lo que aquí se puede observar.

La planta 0 está dedicada a la teoría de la evolución de Charles Darwin y a la historia de la evolución humana. En esta planta se encuentran diez hiperrealistas reproducciones de antepasados del ser humano, realizadas por la escultora francesa Elisabeth Daynès, que corresponden a:

También en esta planta se encuentra la reproducción de la popa del HMS Beagle, barco en el que Darwin hizo su famoso viaje de casi 5 años alrededor del mundo, en el que principalmente visitó las islas Galápagos. En esta planta el visitante puede encontrar las características exclusivas de los humanos entre las que se destaca el cerebro.

La planta 1 expone, desde un punto de vista funcional, por qué somos tan iguales al cazador – recolector de hace 9000 años, y sin embargo, tan diferentes. El acceso a la planta de la cultura se realiza desde las rampas mecánicas. En esta planta se repasan los diferentes hitos de la evolución de la cultura.

Como veréis esto no se puede ver en un solo día, por lo que hicimos un rápido recorrido para poder ver lo más posible. Cuando terminamos la visita, tomamos unos pinchos por el centro de Burgos y volvimos a casa.

  • Me has dado un buen tute y llenado de conocimientos.
  • Espero te haya gustado la experiencia.
  • Me ha encantado, no podría tener mejor guía.

Una vez de vuelta a casa, como aún era pronto, salimos al jardín a tomar una cerveza. La verdad es que había refrescado algo y preferimos sentarnos en el sofá del porche, que cubierto, nos daba más sensación de calidez. Coloqué a Mariela a horcajadas sobre mis piernas, haciendo que su coño embutido en esas finas mayas que usaba para estar más cómoda se pegase a mi polla. Lentamente la incliné un poco hacia atrás para tener mejor acceso a los botones de su camisa.

Mi mano rodeó su mandíbula y dibujó círculos en su cuello, mientras llegaba al primer botón. Lo desabroché mientras mis ojos estaban fijos en los suyos. Pasé al siguiente botón, acariciando ahora con el dorso de mi mano la sueve piel de sus pechos. El tercer botón fue soltado, dejando ver ya la punta de esos tersos y duros pechos. El dorso de mi mano acarició los duros pezones, sacando un gemido de la boca de Mariela. Los botones restantes los desabroché con mayor rapidez, quería comerme esos pechos y chupar esos pezones.

Mariela gemía al sentir el calor de mi aliento sobre su pezón, se restregaba contra la bragueta del pantalón con mimo, con suavidad, con tranquilidad. Mi boca por fin se posó sobre esa tetina que me iba a amamantar, ese pezón que quería ser comido. Lo lamí, lo rodeé con mi lengua, para chuparlo y tirar de el con mis labios. Lamí el pecho entero mientras mi mano apretaba cada vez más fuerte el otro pezón.

Mariela gemía y movía su cadera sobre mi bragueta, mientras apretaba mi cabeza a su pecho. Yo mientras, mordía, lamía y sorbia el pezón, sin dejar de apretar el otro. Mariela intensificó el movimiento de su cuerpo sin dejar que me separara de mi manjar.

  • Así mi niño, chupa, chupa, te daré de mamar, chupa.

Sus movimientos cada vez más rápidos, cesaron cuando su coño se inundó después de tener un muy agradable y prolongado orgasmo.

  • Si, joder si, aprieta, aprieta, aprieta.

Mariela quedó parada con su pezón en mi boca, resoplando y recuperando la respiración. Lentamente se fue tranquilizando, se levantó y cogiendo mi mano me llevó a la cama. Se desnudó lo poco que le quedaba, me desnudó y sujeta a mi polla, se postró ante mí y lamio mis huevos mientras me pajeaba con extrema lentitud. Subió por mi polla, lamiendo y chupando, llegó a mi capullo y lo introdujo en su boca, hasta dentro, hasta el fondo. Ahí me retuvo unos segundos y volvió a salir. Lamía el frenillo y se comía mi capullo, el placer cada vez era mayor y mi aguante se estaba debilitando.

La levanté, quería follarla y si seguía así me correría en su boca. La coloqué en cuatro sobre la cama y lentamente entre en ella.

  • ¿Me vas a azotar el culito?
  • ¿Lo aguantarás?
  • Tu prueba.

Saqué mi polla lentamente, para volver a entrar de un solo golpe, a la vez que azotaba su culo, lo volví a hacer varias veces, a la vez que Mariela gritaba.

  • ¿No sabes más fuerte?

Esta vez saqué mi polla, con la misma lentitud, pero al entrar en ella con fuerza, mi mano se estalló con todas mis fuerzas sobre su culo.

  • Así, cabrón, así

Fui acelerando el ritmo al son de los azotes, hasta que llegué a tomar tanta fuerza, que me era imposible azotarla. Si no quería que se me escapara, debía sujetarme con fuerza a sus caderas.

  • Toma putita, toma, toma.

Cuando le clavé mi polla en lo más hondo, Mariela salió disparada y quedó tumbada jadeando sobre la cama.

  • Me duele el coño cabrón y el culo.
  • Tú lo pediste.

Mariela sonrió y se dio la vuelta.

  • ¿Qué me harás de cena?
  • Tendré que improvisar.

Preparé unos huevos fritos con algo de jamón y unas patatas fritas. Cenamos tranquilamente, comentando el día y la pena que le daba, que se tenía que ir al día siguiente. La miré fijamente y le dije.

  • ¿Algo tendremos que hacer esta noche?
  • ¿Qué estás pensando cabronazo?
  • Ya te contaré, no te preocupes.

Nos sentamos ante la televisión y estuvimos viendo una serie. Mariela se levantó al baño. Yo me fui al fondo de una habitación y cuando ella salió, empecé a gritar como si me hubieran tapado la boca. Mariela acudió corriendo, pero antes de llegar tapé su cabeza con una capucha. Sujeté con fuerza sus manos y le coloqué una brida alrededor. Con un collar sellé la capucha para que no se saliera.

Mariela gritaba y se retorcía. Había comprado un distorsionador de voz. Y tras darle dos bofetadas le dije.

  • Tranquila, si eres buena no te pasara nada.
  • Sois unos hijos de puta, déjenme en paz.
  • Tranquila putita y se buena.

Mariela se retorcía e intentaba zafarse de sus ataduras. La tumbé sobre la cama, donde había puesto una especie de flotador para levantar su sexo. Até sus manos al cabecero de la cama y sus piernas totalmente abiertas a las patas de la cama. Mariela seguía lanzando improperios e intentando zafarse de sus ataduras.

Con unas tijeras fui cortando la pierna de su pantalón, pasé cortando por su sexo y corté la otra pierna, su sexo ahora estaba expuesto para mí. Colé mi cabeza entre sus piernas y empecé a chuparle el coño. En el forcejeo se me cayó el distorsionador, pero no me di cuenta. Mi lengua recorría el canal aun seco que me ofrecían los labios de su sexo. Poco a poco notaba como se iba mojando sobre todo por mi saliva.

  • ¿Te gusta puta, eh, te gusta?

Ostias, no había distorsión y mi voz salió limpia

  • Eres un hijo de puta, dijo Mariela y se relajó.

Yo no dije nada y seguí a lo mío, ahora sí que ese coño me regalaba sus fluidos, Mariela ahora gemía y buscaba mi boca. Mi lengua entró en un frenético ritmo y Mariela se hizo agua en poco tiempo.

  • Que hijo de puta, menudo orgasmo joder.

Con la tijera hice un agujero en la capucha y le metí mi polla en la boca. Mariela estaba atada, poco podía hacer y se dejaba follar la boca. Yo metía mi polla hasta el final y la mantenía ahí unos segundos. Mariela babeaba y respiraba con dificultad. No podía ver su cara, pero sabía que estaría completamente excitada.

  • ¿Esto querías, ehh putita, esto, que te violaran ehh, esta es tu fantasía?

Le saqué la polla de la boca y le quité la capucha. Corté las ataduras de sus piernas y las de sus manos, sin desatarla. Le puse en cuatro sobre la cama y le clavé mi polla hasta el fondo. Le di unos meneos con mi polla clavada y empecé un fuerte mete y saca que me hizo llevar mis manos a sus pechos, sujetarlos con fuerza y apretar sus largos pezones.

  • Así, dame fuerte cabrón, dame fuerte, vamos

Le di la vuelta y coloqué su cintura sobre los almohadones otra vez. La miré a la cara y entré lento, muy lento en ella, su cara de puta me lo dijo todo. Levanté sus piernas y ahora si le di fuerte, muy fuerte hasta escucharla gritar, a la vez que mi grito llenaba la habitación.

  • Si, si, así, fuerte, muy fuerte.
  • Toma, toma, tomaaa

Caí al lado de Mariela acariciando su pecho.

  • Joder cabrón, medo susto, casi se me corta la digestión.
  • Pues tenía pensado hacerte sufrir más.
  • Así estuvo bien.

Le solté las manos, me besó, se volvió y antes de tener su pecho en mi mano ya estaba dormida.

Este último día, no teníamos que madrugar, pues su avión salía a las diecinueve treinta. Pero al despertar, Mariela no estaba. La escuché llegar sigilosa y me hice el dormido. Retiró las sábanas que a duras penas cubrían mi cuerpo y se lanzó sin escalas a por mí polla. Digamos que estuvo adorándola un tiempo. Tenía el capullo en la boca y solamente movía su lengua, con una gran parsimonia. Bajé mi mano hasta sus turgentes pechos y fui directo a su pezón, lo apretaba y lo acariciaba, cada vez apretaba un poco más. Mariela seguía su ritmo, impertérrita, aunque algún gemido se escapaba de su boca. Lentamente se fue girando hasta poner su coño sobre mi boca.

  • Cómeme el coño, cabrón

Amablemente la obedecí y llevé mi boca hasta su clítoris. Nada más tocarlo, Mariela abrazó con su boca una importante parte de mi polla. La chupaba degustándola, con ganas y vicio y con una enorme lentitud. Mi lengua seguía ahora el ritmo que ella imponía y los dos estábamos disfrutando de una agradable comida. Mi boca poco a poco se iba llenando con los jugos que amablemente me regalaba Mariela.

  • Cabrón, joder cabrón.

Esta se salió del beso de mi boca y se colocó sobre mí, follándome con ganas y corriéndose sobre mi polla, a la vez que yo, le llenaba el coño con mi leche.

Jadeando me levanté y me fui a la ducha. Ese día comimos y después de comer salimos para Madrid. Sobre las seis ya estábamos en el aeropuerto, Mariela facturó su maleta y a eso de las siete entró a la zona de embarque, nos despedimos con un largo beso, esperando que hubiera una próxima vez.

Icharlines54@gmail.com

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