Capítulo 4
La quedada IV
CHARLINES
Esa noche Pablo la pasó en esa habitación de hotel. A la mañana siguiente se levantó, se vistió y dando un beso a Marta en la frente, le dejó una nota con su número de teléfono.
Al bajar a la calle notó como el sol ya calentaba, era poco más de medio día. Desayunó en uno de los bares que encontró en su camino y tomando un taxi, se encaminó hacia el chalet. Nadie le había avisado, pero su coche estaba estacionado dentro de la casa.
Al parecer la noche había sido movidita, el jardín estaba lleno de vasos y de ropa. Recogió los vasos para que no se rompieran y desnudándose, se metió en la piscina. El agua estaba estupenda. Estuvo nadando tranquilamente hasta que una voz lo sacó de su actividad.
- Buenos días, el más viejo y el más ligón jajajajj ¿dónde estuviste anoche?
- Fue una noche intensa, no puedo decirte más. Pero veo que aquí también hubo juerga.
- Bueno si, al final nos juntamos unos cuantos, y no estuvo mal, ¿me puedo meter al agua contigo?
- Claro, no tengo la exclusiva.
La loba se metió en la piscina y nadó hacia mí. Para empezar a contarme, la noche loca que habían vivido.
Pues mira, las chicas nos reunimos sobre las tres, no habíamos tenido mucha suerte, pero en ese momento aparecieron dos machos altos, corpulentos y bastante agraciados, con Antonio y los siete nos vinimos para aquí. La verdad y no sé por qué, la que menos éxito tuvo, fui yo. Pero bueno, lo que sí te puedo decir es que Antonio y Anka se pegaron un polvo de puta madre, Mar gritaba como una loca y Eva se deshizo entre los brazos de un rubio musculoso. Yo estuve de espectadora voyeur hasta que todo terminó con Eva destrozada en el suelo, Mar doblemente penetrada y Anka gritando como una loca al ser penetrada por el culo.
Mientras, yo me hacía una paja metiéndome todos los dedos que pude. Así que aquí estoy caliente como una brasa, mira, toca.
La loba llevó mi mano a su entrepierna donde pude observar que estaba totalmente empapada.
- Estás empapada, golfa.
- Si joder fóllame que sé que se te da bien.
La miré con lujuria y tirando de su mano, le dije.
- Vamos fuera del agua, el agua no es bueno para follar.
Salimos del agua y nos dirigimos a las hamacas, postré de rodillas a la loba, que ya sabía lo que tenía que hacer. Está me agarro la polla y empezó a chuparla hasta ponerla bien dura. Cuando la tuve bien dura, la levanté por los pelos, la coloqué de rodillas sobre la hamaca y de un solo golpe se la clavé hasta el fondo.
- Ahh cabrón, joder que ganas tenía.
Salía despacio de ese húmedo y cálido coño y volvía a entrar de una.
- Cuenta a ver si llegas a treinta.
La loba contaba y cada vez el sonido de su coño era mayor, sus gritos más intensos y su orgasmo más próximo.
- Vamos cabrón, más fuerte, más fuerte… veinticinco, joder me llega, me llega, me llega… veintinueve y…. treintaaa.
La loba empezó a temblar sobre la hamaca, balbuceaba frases inconexas, gemía gritaba y se corría, se corría como una loca.
- Joder, joder, joder, quiero más, lo quiero todo quiero que me rompas entera.
- Entonces subamos a la habitación, me gusta más sobre la cama- le dije.
La casa estaba totalmente en silencio y procuramos no hacer ruido. Llegamos a la habitación, empujé a “la loba” sobre la cama, está cayó sentada con las piernas abiertas y me lancé entre ellas a por su rosado coño, que ya rezumaba mi blanca espuma, recogí algo con el dedo y se lo di a probar, la loba lo degustó con gula como si de una polla se tratara. Ahora fui yo quien abrió los labios de su coño y empecé a chupar su clítoris. Lo hacía suave y sin prisa, con la punta de mi lengua, rozando casi inapreciablemente ese botón del placer.
La loba gemía mientras sujetaba con fuerza mí cabeza. Yo ahora, me dedicaba a sorber ese clítoris que ya hinchado tendría cerca de dos centímetros. Lo sorbía y pasaba su lengua por él, la loba se retorcía y apretaba sus piernas oprimiendo fuertemente mí cabeza.
Sujetó con fuerza a sus piernas, empecé un rápido baile con mi lengua sobre el clítoris de la loba, que llevó a esta a un orgasmo largo e intenso.
- Para, para, joder, me matas, para por favor, joder, joder.
La loba se retorcía sobre mi lengua que aún se movía frenética buscando todos los orgasmos posibles.
- Fóllame, fóllame por favor, fóllame.
Ella misma se puso al borde de la cama a cuatro patas y meneando su culo, buscaba ser penetrada.
- Tranquila niña, tranquila, ahora te follaré despacito, quiero sentirte y sentir como te deshaces.
Coloqué con mimo las almohadas en la cama, tumbando a la loba sobre su cintura encima de ellas, esto le hacía tener el sexo más alto, la verdad es que ya no era un chaval y necesitaba todos los trucos, para ayudarme en la penetración.
Asiéndola por las caderas, la fui penetrando muy lentamente, notando el roce de sus paredes y como mi polla, cual ariete, iba conquistando esa húmeda cueva. Entraba en ella muy despacio, para sentir como se abrazaba a mi polla, como lentamente gemía y alzaba sus piernas, buscando una penetración más profunda. Ella sujeta a mi cuello, buscaba mi boca para fundirse conmigo, para sentir mi lengua en su boca. Lentamente fui acelerando el ritmo, levanté sus caderas y dejé que enroscara sus piernas en mi cintura. La miré a los ojos y empecé a darle con todas mis fuerzas.
El bamboleo de sus pechos moviéndose como flanes me tenía hechizado y los aullidos cada vez más altos de la loba, me llevaban en volandas a un orgasmo que llegaba con toda la fuerza. Estallé dentro de la loba clavando mi polla en lo más hondo de su coño, a la vez que esta gritaba de satisfacción.
- Joder, cabrón, joder, si, si, que bueno joder.
Terminé cayendo sobre la loba exhausto, esa mujer me había dejado totalmente deshecho.
A mi lado la loba sonreía poderosa, sabía que esa partida la había ganado y su satisfacción era grande.
Se empezaron a escuchar ruidos por la casa y bajamos. En la piscina estaban todos, las tres chicas y Antonio, junto con los dos chicos nuevos. Me presente a todos y estos continuaron tirados al sol sobre las hamacas. Ese día era nuestro último día, como no entraba nadie tras nosotros, habíamos conseguido poder salir a las seis de la tarde, siempre que dejáramos todo en perfecto estado de revista.
La una del mediodía se situaba en los relojes, cuando el chico rubio se zambulló en el agua. Tras él fueron Eva, Anka y Antonio. Estos empezaron a jugar en el agua e hicieron que se les unieran todos los demás. El chico moreno se lanzó a por la loba, sujetándola por las caderas.
- Sabes que me das miedo, así tan poderosa y tan espectacular.
- De verdad y eso que aún no sabes lo que es bueno.
Anka fue a refugiarse entre mis brazos y se me pegó como una lapa.
- ¿Me vas a proteger?
- Claro preciosa
El muchacho rubio se encaminó hacia Eva, la abrazó y fue con ella hasta el fondo de la piscina. Por el camino no dejó de acariciar sus pechos y apretar sus pezones. Al salir de nuevo a la superficie, Eva quiso decir algo, pero el chaval selló sus bocas en un fogoso beso.
Por su parte Mar se había acercado a Antonio y ahora sujetaba su polla en la mano, notando como esta crecía por momentos.
Anka se había sentado sobre mis rodillas y mantenía sus piernas abiertas, Mientras yo acariciaba sus pechos y ambos mirábamos como se desarrollaba todo a nuestro alrededor, desde nuestra privilegiada atalaya observábamos cómo unos y otras se enzarzaban en lentos bailes acuáticos.
La loba rodeaba con sus brazos el cuello del moreno mientras con sus piernas se enroscaba en su cintura, sus bocas no se separaban ni para respirar. El moreno sujetó su polla y dejó que la loba se fuera empalando lentamente, esta abría su boca buscando la del chaval.
Mientras una de mis manos pellizcaba un pezón de Anka, cuando la otra más osada, acariciaba los labios de su sexo.
El rubio había sentado a Eva en el borde de la piscina y degustaba con ansias su coño. Eva gozaba y se retorcía sobre esa incansable boca.
Antonio y Mar sobre el césped practicaban un caníbal sesenta y nueve y ambos se devoraban sin compasión.
Mis manos seguían esculpiendo ese precioso cuerpo que tenía ante mí. Mi polla dura como hacía años pugnaba por entrar dentro de Anka. Está viendo mi dura erección, la sujetó con su mano y la dejó ir dentro de ella hasta el fondo. Sin movernos, mi polla temblaba y su coño me apretaba, mientras mi dedo circundaba su húmedo clítoris.
La loba ahora fuera del agua era sujetada por las caderas por el moreno, mientras le daba con todas sus fuerzas, esta no aguantó mucho, ya estaba muy caliente y se corrió sobre la polla agarrada con fuerza a su cuello.
Mar y Antonio seguían con su comida incansable, Mar se había separado de la polla para respirar, mientras Antonio con ella encima, no paraba de sorber, lamer y chupar. Mar elevó su cuerpo, se clavó sobre la boca de Antonio y se corrió chillando como si fuera su primera vez. Tras unos segundos de tregua se lanzó a por la polla de Antonio, clavando ahora sus rodillas sobre la hierba.
El rubio había subido al jardín en un misionero rudo y rápido, se estaba follando a Eva como si no hubiera un mañana. Eva gritaba y pedía clemencia, una clemencia que no sería concedida. El rubio se clavó en ella levantando a ambos en vuelo, mientras la llenaba con su esperma. Eva al sentir la primera descarga, se fue con él. Ambos terminaron tumbados sobre la hierba.
Anka había empezado un lentísimo sube y baja que dejaba que mi polla recibiera todas las sensaciones, de ese húmedo y estrecho coño y gemía muy suave mientras mantenía su lento ritmo.
Vimos como el moreno se colocaba entre las piernas de Mar, que seguía su trepidante felación. El moreno le untó bien el culo con saliva y lentamente fue entrando en ella.
- Despacio cabrón, despacio que me partes, tranquilo.
El moreno paró y volvió a escupir sobre su polla, un poquito más y Mar gritó
- Despacio, despacio, joder.
El moreno empezó a salir y entrar muy lento, mientras Mar con su boca marcaba el mismo ritmo. Poco a poco vimos desaparecer la polla dentro del culo de Mar.
En el momento que la polla tocó fondo, Anka me dijo
- Apriétame los pezones, fuerte, muy fuerte.
Yo le apreté los pezones y al momento noté un río entre mis piernas y unos espasmos de placer por parte de Anka, que siguió su lento sube y baja ahora con mis dedos apretando sus pezones.
Mar se comía la polla de Antonio entera mientras recibía otra polla por su culo.
- Antonio, méteme tu polla en el coño, vamos a que esperas.
Antonio se deslizó bajo el cuerpo de Mar hasta llegar a su sexo, sujetó su polla y se la fue clavando lentamente hasta que sus huevos hicieron tope.
- Así cabrones, así llenarme entera, romperme entera, si, no paréis, sí.
El moreno que era el que mejor lo tenía, empezó a aumentar el ritmo, mientras Antonio levantaba su pelvis y hacia lo que podía, Mar se dejaba hacer.
- Suéltame los pezones y acarícialos- me dijo Anka.
Lo hice y al soltar, Anka profirió un largo quejido que se convirtió en suspiro y después en grito, mientras volvía a descargar sus jugos sobre mis piernas. Ahora sí que paró y buscó mi boca con ahínco. Tras el beso mantuvo su quietud, mientras su cuerpo temblaba ligeramente.
Mar recibía gozosa esas dos pollas que le estaban volviendo loca, había perdido la cuenta de los orgasmos. Cuando los dos chicos se separaron de ella y empezaron a pajearse sobre su cara. El primero en descargar fue Antonio, aunque segundos después lo hizo el moreno. Entre los dos blanquearon la cara y los pechos de Mar, está satisfecha, los miró sonriente, recogió un poco de lo depositado en su cara y lo chupó con verdadera gula.
Anka se volvió hacia mí y me dijo.
- Fóllame, fóllame muy fuerte, muy fuerte.
Sujetando sus glúteos, la levanté un poco y empecé un rapidísimo mete y saca que con mi excitación no fue muy largo, pero al parecer, sí suficiente, pues los dos terminamos clavados el uno en el otro.
Recogimos el chalet, nos duchamos tras vestirnos y nos despedimos. Los chicos los dejamos en el pueblo, las chicas fueron a su destino, yo dejé a Antonio en Córdoba y me volví hacia mi casa con tranquilidad.
Fin