Soy padre de familia de tres hijos, el mayor tiene 20 años, se llama Alejandro y las gemelas 13. Mi esposa Yamile, una deliciosa trigueña de 42 años, ojos color miel, pelo negro como la noche, muy bien conservada y con unas curvas que hacen babear a todos a su paso.

En el momento del relato atravesamos por una crisis, producto de un episodio nefasto, culpa totalmente mía, llegué ebrio y al no encontrarla en casa, supuse lo peor y la maltraté, fue mi primera y única vez que me atreví a tratarla de esa manera, hoy me arrepiento con el alma, no me lo ha perdonado.

la relación con mis hijos es muy buena, no hay quejas al respecto. Un poco más con las niñas que con el muchacho, pero no hay roces o malos rollos con ellos. A pesar de todo.

Tengo un grupo de amigos de desorden de viernes, bebida, juegos de mesa, baile, etc, sin involucrar necesariamente a mujeres en el grupo.

Hay uno de ellos, Frank, reconocido por su éxito en el entorno femenino, no se le escapa ninguna, según él. Hace poco, y al calor de la bebida, muy serio me dijo: «Mira Lukas (mi apodo, no mi nombre), tu esposa es muy bella y sé que están mal en estos momento, voy a hacerte una oferta que no podrás rechazar, te voy a dar 4 millones de pesos (moneda colombiana) para que me permitas pasar una noche con ella».

Me ganó la rabia, y le propiné un manotazo que, de no ser por los demás del grupo, hubiese pasado a mayores. Afortunadamente no pasó de ahí.

Por supuesto, ahí terminó nuestra amistad , luego supe que por su cuenta buscó personalmente a Yamile, recibiendo a cambio de su propuesta un merecido y contundente rechazo ¡Hasta a mí me sorprendió!

Ahí cualquiera deduce que es una muy buena mujer, lo que yo no me esperaba se los voy a relatar.

Una mañana de domingo, Yamile se fue a visitar a su mamá, estaba bastante enferma y necesitaba de la ayuda de la hija, me quedé con las niñas, mientras Alejandro iba a jugar fútbol.

En un momento de jugueteo con ellas, y antes del desayuno, vi que las niñas hablaban suavecito entre ellas, no me alarmé, hasta que una de ellas diho: «Yo si le voy a contar!», mientras su hermana buscaba detenerla, en ese punto llamaron mi atención y les indagué acerca de lo que me tenían que decir, Sarita, la de la iniciativa empezó conmigo un diálogo más o menos así:

-Papi, quiero contarte algo…

-Dime princesa..

-Te acuerdas del viernes de la semana pasada que tú llegaste y no estaba mi mami?

-Si, claro que me acuerdo!

-¿Y que mi mami llegó con Alejandro?

-Si, lo recuerdo… Llegaron riéndose mucho…

-Ese día mi mami fue a la U de Alejo, se fue a las 2 de la tarde y viste que llegaron casi a las siete de la noche.

-Si, pero no tiene nada de extraordinario, tu mamí ama mucho a tu hermano,-Claro, pero no es la primera vez que lo hace!

-No importa ¿Qué sucede realmente?

-Es que ese viernes fue el único día que llego tarde, normalmente llega Alejo a las tres y junto con mi mami se encierran en su cuarto, nos piden que no los molestemos porque van a hablar, y no quieren que los interrumpamos.

-Bueno, no pasa nada, habrán cosas de adultos que ellos quieran hablar, que ustedes no tiene por qué saberlo.

-Es que desde ese día, mi mami y Alejo se encierran en el cuarto, oímos que ponen películas y luego se escuchan ruidos raros, como si mi mami estuviera llorando..

En ese punto del relato, recordé que el nacimiento de Alejandro estuvo marcado por los muchos dolres que padeció Yamile, que los médicos le dijeron que ese niño difícilmente pasaría de los dos años y que la cesárea no había impedido que el niño estuviera clínicamente muerto por más de tres minutos, razón por la cuál, mi esposa literalmente adora a su primer hijo, afortunadamente se equivocaron y hoy mi hijo es un muchacho perfectamente sano corpulento, deportista y con notas sobresalientes en sus estudios, las niñas nacieron sin problema alguno.

Absorto en mis recuerdos, Malu la otra gemela, continuó con nuevas revelaciones:

-El lunes pasado no fui a estudiar por los cólicos, ese día Alejo tampoco fue a la U, y vi cuando mi mami se metió al cuarto de él, con una pijama muy corta, se le veían todas las piernas, eran casi las siete y no salió de ahí sino hasta las diez de la mañana…

El corazón se me quería salir del pecho por lo que estaba escuchando, disimulé lo más que pude mi sorpresa, y traté de minimizar lo que las niñas habían visto, aunque con la certeza de que ellas no son bobas.

Fueron días enteros de insomnio, de no rendir en mi trabajo, de no poder averiguar con Yamile, no me habla, me ignora y en la cama soy una almohada más, no me ha vuelto a buscar en el sexo como era su costumbre.

Pero me propuse salir de la duda, con Alejo tenemos un trato cordial, pero sin llegar a la amistad o confianza, por ese lado no era, entonces le propuse a las niñas que grabaran con disimulo lo que más pudieran, quedando como un trato entre los tres.

Fue muy poco lo que lograron, salvo unas pocas nalgadas de Alejo a la mamá, unos besos «normales», una que otra mano de mi hijo recorriendo la cintura y las nalgas de mi esposa, siendo lo más comprometedor, una mañana que Yamile ingresó al cuarto de su hijo, en un short que le queda hermoso, y salir unos diez minutos más tarde, seguida de nuestro hijo envuelto apenas en una toalla de la cintura para abajo, buscando el baño.

Pero la serpiente de los celos ya se me había enredado en el corazón, y cavilé miles de formas de espiarlos, no quería seguir involucrando a las niñas, y les pedí que dejaran quieto el asunto, ese ya era embrollo mío.

Y he aquí, que entra en juego la Diosa Fortuna, tan esquiva y tan propicia en ocasiones.

En una de sus rutinas de gimnasio, a Alejandro se le estropeó el móvil con una barra de ejercicios, le sugerí que conozco a alguien que se lo podría revisar y de ser posible, lo reparaba a muy buen precio. Ni siquiera lo pensó, lo extrajo del cajón de su mesita de noche y me lo entregó, el corazón me palpitaba a dos mil revoluciones por minuto, sin pensarlo mucho, saqué mi motocicleta y me dirigí al otro extremo de la ciudad, con ese tesoro en mis manos, presentía que ahí estaba la respuesta a mis sospechas.

El técnico no estaba y al parecer tardaba en llegar, yo no me podía devolver con el móvil, máxie cuando veo insistentes llamadas de Yamile, es obvio que alho había ahí.

Nuevamente la Diosa hizo su aparición, en el instante en que me iba a buscar otro técnico, apareció el indicado, solo habíamos hablado un par de veces, pero era un excelente profesional.

-Amigo Carlos, traigo este equipo para revisión y reparación, le pido encarecidamente que cada archivo, de lo que vea, chats, correos, mensajes, sea transferido a una memoria externa y luego proceda a formatearlo.

-Con mucho gusto, así se hará.

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Dos días después, me llegó una llamada, el técnico había hecho un excelente trabajo, dejando el móvil como nuevo, y los archivos a salvo en una USB.

Procedo a llamar a mi esposa, para que me comunicara con Alejandro…

-Hola hijo…

-Hla pa. ¿Ya estuvo arreglado mi celu?

-Si, pero es necesario que lo formateen para que se pueda entregar con todas las garantías.

-Si pa, por favor, que lo formateen, mucho mejor!

Sentí un suspiro de alivio al otro lado de la línea, pero en mí se aumentó la ansiedad.

-En la tarde te lo llevo

-Okis pa, no importa, lo importante es que quede bueno…

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La mañana siguiente, con esa memoria USB quemando mis bolsillos, culminé mi jornada y pedí una oficina vacía con laptop libre, lo que había en esa memoria era mi obsesión.

Capturas de pantalla, chats bastante atrevidos de Alejandro con la madre, correos, y en multimedia…

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Conozco esas manos blancas, pequeñas y bien cuidadas, uñas perfectamente arregladas, dedos pequeños y gorditos, reconozco esa voz de niña mimada cuando está ardiente, esa risa que me enloquece, he disfrutado de esos mismos movimientos cuando me masturba, en cambio no reconozco esa enorme polla que ella pajea con tanta sapiencia, pero la voz de Alejandro me saca de inmediato de la incógnita, luego el hermoso par de ojos miel aparecen en escena, justo en el momento en que recibe una copiosa descarga de líquido masculino, que la obliga a cerrarlos y a explotar en una risita casi infantil para luego aprisionar con sus carnosos labios la cabeza de esa enorme y gruesa verga para escurrir hasta la última gota de leche.

Veo sus dedos apoderarse del par de enormes huevos y mimarlos como a la cosa más delicada del universo…

Siempre supe que Yamile es demasiado bella, pero verla abriendo los sonrosados labios de su pequeño, estrecho y húmedo coño, reafirmaron esa opinión.

Muchísimas fotos en distintas poses, de a perrito, con sus bellas y prístinas piernas abiertas de par en par, su trasero carnoso y firme, sus tetas todavía erguidas y con el pezón apuntando al techo, y ¡oh sorpresa! ese monte de Venus completamente depilado, le agregan un plus extra de sensualidad a la de por si hermosa Yamile. Es fácil deducir que disfruta siendo la modelo de su propio hijo.

Aparecen en escena el par de amantes en lo que parece ser la habitación de un motel, la cámara del celular apunta estratégicamente a la cama adornada con una sábana roja, empieza el toqueteo, las caricias, unos besos que ni yo recuerdo haberlos disfrutado, se despojan de sus ropas en movimientos torpes, parece que llevan prisa, lo confieso sin tapujos, era maravilloso ver el contraste de la piel blanca y suave de mi esposa,vs. la corpulencia y el tono color canela fuerte de la piel de mi hijo ¡Digno de la mejor pintura! La boca hambrienta de Yamile toma con ardor el enorme miembro de su hijo, lo succiona con verdadera pasión, mi hijo se retuerce de placer ante la embestida oral de su propia madre, unos minutos así y ahora el turno de ella, abre completamente el compás de sus níveas piernas y nuestro hijo desesperado bebe el agua abundante de esa fuente sonrosada, los gritos, gemidos y las uñas clavadas en los hombros de su filial amante dan a entender que lo disfruta sin medida, un chorro sale de su estrecho agujero, lavando el rostro de Alejandro, el orgasmo estuvo poderoso…!

Ambos jadean, pero el espectáculo estaba lejos de culminar, apenas unos minutos después, Yamile mima el enorme miembro de su hijo hasta asegurarse que tuviera la suficiente firmeza, y de un rápido movimiento, trepa encima de su amante y lentamente introduce, pulgada tras pulgada, el trozo de carne varonil cuando ya se hubo acostumbrado al tamaño y dureza, empieza la más frenética de las cabalgatas, gime, jadea, grita, llora, un sonido gutural escapa de su garganta cuando presiente que va a tocar el cielo…¡Jamás me cabalgó a mí de esa manera!

Se corre una vez tras otra, en sucesivos orgasmos, hasta que, rendida por el esfuerzo, cae en el poderoso pecho de su hijo-amante y lo besa con auténtica pasión.

Alejandro la levanta como una frágil pluma, la deposita en el lecho, le abre las piernas al máximo y la penetra de golpe, los gemidos eran propios de la más elaborada cinta xxx, dolorosamente excitantes, el martilleo del hijo en el coño de su propia madre era una tortura para mis ojos, pero los quejidos de placer eran música para mis oídos. Estaba siendo testigo de un maremagnum de piernas, brazos, manos al aire, bocas masculinas en pechos femeninos, jadeos, gritos, murmullos, besos ardientes, gemidos de hembra en celo… ¡Gemía muy rico!

Apenas unos movimientos más, y el turno de la corrida fue para Alejandro, literalmente inundó la tierna vagina de su propia madre con una desaforada descarga de su elíxir de macho.

Como si presintieran que yo iba a ver esa escena, mi hijo toma el teléfono móvil y lo acerca a la dilatada y chorreante chocha de Yamile, en medio de las risitas nerviosas de ella y los comentarios enamorados de él; ahora la cámara del móvil apunta hacia el bello rostro de Yamile, sus ojos se ven aún más brillantes y claros que de costumbre, están inundados de lágrimas, pero no de dolor o arrepentimiento, sino de placer desahogado de pasión saciada, Yamile exclama un tierno «¡Gracias mi amor!» y con un apasionado beso, sellaron lo que parecía ser el comienzo de un romance prohibido.

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No tuve el valor de volver a la casa, tres horas después, y luego de haber visto docenas de fotos y videos y escuchado audios enamorados, me fui para una cantina, la mezcla de dolor, rabia y, por qué no decirlo, excitación, ameritaban que esa frustración fuera ahogada en litros de alcohol…

Amanecí en los brazos de una trabajadora sexual flaquita, piel morena, bastante joven, a lo sumo 20 años, y con las huellas en su piel de maltrato y varios partos, ahí supe que había tocado fondo.

Me presenté en mi trabajo, escribí una lánguida carta de renuncia, no encontré ni una sola llamada o mensaje de mi esposa, razón suficiente para entender que en mi casa ya no hacía falta.

Escribí un último whatsapp, le agradecí por tantos años de felicidad, pedí perdón por mis incontables errores, y por colofón: «Perdón por no darme cuenta que tuve en mis brazos a toda una modelo erótica, y maravillosa actriz de películas para adultos ¡De lo que me perdí…! Un par de fotos de las que extraje y un video hecho en la sala de nuestra casa en posición en cuatro, dieron por terminado mi turno con Yamile. Ahora era el turno de Alejandro. Apagué el móvil cuando en el whatsapp apareció la notificación de «Yamile Amor está escribiendo…»

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Me parece ver el chip de mi móvil nadando en las sucias aguas del sumidero, ahí va una buena parte de mi vida. Emprendo el camino hacía ningún lugar, el aeropuerto atestado me trae algo de calma, una última mirada a mi ciudad y me duermo…¡Hasta nunca amores de mi vida!

FIN