Comenzaré por aclarar que esté relato ya lo había publicado anteriormente en otra plataforma por allá de inicios de 2020, aquí la subo nuevamente con una pequeña revisión de alguna que otra falta de ortografía y gramática, pero en esencia es el mismo relato. Le agregué un par de comentarios de mi Yo actual de 43 años, y los remarcaré en negritas y cursivas, para una mejor y más fácil lectura.

Comenzaré por describirme: soy una mujer que a pesar de que en este momento ya pasa los 30 años –ya tengo 43 y aún me veo FANTÁSTICA– aún levanto una buena cantidad de suspiros por donde paso y aunque no soy “fit”, como suelo hacer ejercicio, salgo a correr y practico artes marciales, me conservo físicamente como una chica de veintitantos –bueno, ahora como si aún estuviera en mis treintas…-, soy blanca pero suelo estar bronceada, de ojos café y cabello negro y chino (desde hace varios años lo uso largo, debajo de los hombros –lo sigo usando así-), de estatura promedio (1,67), de muy buen y firme busto (35B) con pezones y aureolas pequeñas y un trasero firme y paradito, muy respingado (lo considero por mucho, el mejor de mis atributos). Me llamaré Karen, para proteger mi identidad.

Ahora, la motivación y el por qué de que escriba este relato es porque hace poco me reencontré con el ya ahora, hombre de la siguiente historia; quizás por los años que ya pasaron y que él ahora es el hombre que estaba destinado a ser (maduro, divertido, responsable, buen padre y -supongo- gran esposo y amante -Por lo que sé, sigue siendo así-) o porque en el poco tiempo que estuvimos juntos como pareja me dejó muchas de las mejores experiencias sexuales y en general, de la vida, que quise intentar retomar y “robármelo”. Obviamente, siendo como es, de él solo conseguí rechazo muy a pesar de que por ejemplo, me ofrecí a ser su amante y de que a leguas estoy más buena y mejor conservada que su esposa. En fin, me recomendaron escribir todo lo que me perturba, lo que me hace añorarlo y desearlo, para sacarlo de mi sistema -no funcionó muy bien, pero al menos ya dejé de buscarlo- y bien, esta experiencia es una de las que creo que en buena medida me ata al pasado, así que por eso la escribo y por recomendación de una amiga que le gustó mucho, la comparto en este sitio.

Todo paso hace ya mucho tiempo, hace más de 15 años, en ese entonces Yo tenía recién cumplidos los 22 años (ahora tengo 38 –cuando escribí el relato, ahora como lo mencioné, ya tengo 43-) y llevaba poco más de un mes de novia de él, que en ese momento tenía 19 años. Como novio, él se salió del parámetro de mis anteriores y actuales parejas (siempre chicos altos, atléticos y guapos) pues M, como le diré, era sí no lo contrario a esa descripción, sí tenía varias diferencias, pues para nada era alto, más bien diría que era un chaparrito “de complexión mexicana estereotípica” (apenas llegaba a tener 1,55 de altura), eso sí, era atlético, tenía un bien definido six pack, una amplia espalda y unas piernas y bíceps si no voluptuosos, si muy sólidos y bien definidos y aunque no era guapo tampoco era feo, digamos que en ese aspecto era promedio. En cuanto a su “herramienta” no era nada extraordinario pero sus 18cm (para su estatura “calzaba” grande) y sobre todo su grosor, nunca me decepcionaron (he tenido parejas mejor dotadas que francamente fueron desepcionantes en la cama). Del como llegamos a ser pareja; recuerdo que comenzamos a platicar en una fiesta de un amigo en común, planeamos volvernos a vernos poco tiempo después (aún solo siendo amigos) pues coincidíamos en gustos en artes marciales (él y yo practicábamos Aikido), en esa segunda charla por la tarde y con el pretexto de refrescarnos, una cerveza en mi departamento nos llevó de una cosa a otra. Siendo honesta dudé un poco en ser su novia cuando la mañana siguiente despues de hacer el amor toda la noche me lo pidó; sin embargo acepté y no pude haber tomado mejor desición en mi vida, pues todo lo que viví y expermienté con él en poco menos de 4 meses fue de lo mejor. Y al respecto es el tema que hoy atañe este relato que con gusto y mucho morbo comparto con ustedes.

Teníamos ya varia semanas de novios y esa noche de fin de semana él se ofreció a hacerme la cena en mi casa (mi papá me prestaba un departamento así que vivía sola, él era estudiante y vivía aún con sus papás, así que mi casa era el mejor punto de encuentro), llegaría después de salir de la universidad y cocinaría algo delicioso (hoy día ya no recuerdo qué fue) y pues yo no me resistí a eso, de hecho me volvía loca que cocinara para mi (esta no sería la primera vez), sobre todo porque después comíamos el postre y siempre el postre era Yo (para ser honesta, de los mejores encuentros sexuales que llegué a tener en mucho tiempo fueron con M), y por supuesto esta no sería la primera vez que lo hacía en el poco tiempo que llevábamos de novios y ya desde la mañana estaba añorando que llegara la hora de la cena para probar la comida y “comernos” el uno al otro, como en otras ocasiones.

Siguiendo con el relato, después del trabajo me preparé para la noche, me bañé y depilé muy bien mi área del bikini, me vestí provocativamente pero a la vez tierna, llevaba un vestido azul largo y plisado que hacía aún más evidente mis caderas femeninas y mi respingado trasero, unos tacones altos a juego (haciendo memoria al respecto, creo que parte de lo que me atrajo de M es que no se sentía intimidado ante mi altura con tacones, aún cuando así le sacaba casi 20 cm de diferencia –extraño a mi chaparrito :'( -) y una tanga de hilo dental también azul (por el tipo escote de mi vestido, de corazón, no llevaba bra). De él en la cama les diré que era muy intenso y aunque las primeras veces que lo hicimos fue tímido (otra cosa que me atrajo de él, pues no fue el engreído “todas mías” que suelen ser otros machos y todo el tiempo no solo disfrutó de mi cuerpo, creo que disfrutó de mi alma y eso, a las chicas, o por lo menos a mi, nos vuelve locas), ahora ya había agarrado confianza y las últimas veces que lo habíamos hecho habían sido maratónico y muy, muy intenso, todo sin dejar de ser delicado, romántico.

Al llegar a mi departamento me saludó tomándome por la cintura, dándome un intenso beso y una ligera y cariñosa nalgada que me puso a mil, sin embargo aún faltaba lo mejor. En fin, la noche y la cena transcurrieron como en otras ocasiones. Romántico como solo él solía ser, cocinó por como una hora mientras yo observaba desde el sillón, por su parte, él ocasionalmente se acercaba a mi para darme de probar algo y me besaba, jugábamos tal cual novios. Cenamos a la luz de unas velas que prendí ya casi a las 11 de la noche, brindamos varias veces hasta terminarnos una botella de vino tinto que llevó M y de beso en beso que subía de intensidad, olvidamos el helado (postre que yo propuse) y comenzamos a comernos a besos. Las caricias comenzaron a ser más intimas y él recorría cada parte de mi cuerpo… La verdad me había vestido para su goce, pensando en que Yo sería el postre y pues así estaba siendo.

En este momento de la noche (casi las 12) ya habíamos pasado de la mesa al pequeño sillón de dos plazas que tenia en la sala –sentados la diferencia de estatura no se sentía-, yo seguí bebiendo ocasionalmente vino de una segunda botella que habíamos abierto y lo compartía con él dejando que bebiera de mis labios, por supuesto seguíamos con las caricias y él pronto comenzó a subir su mano por debajo de mi falda, acariciando mi trasero y ocasionalmente, apretándolo. Por el efecto del alcohol estaba completamente desinhibida, le tocaba todo su cuerpo y poco a poco fui desabrochando su camisa. Por su parte y casi sin darme cuenta, con su otra mano me tomaba por detrás del cuello mientras me besaba, la deslizaba por mi espalda y mi cintura y poco a poco bajó mi vestido dejando ver en todo su esplendor mi pecho y mis excitados pezones, cosa que M sabía aprovechar muy bien y comenzó a acariciarlos dándome ligeros pellizcos en los pezones. Pronto dejó de besar mis labios y comenzó a bezar mis pechos por lo que Yo arquee mi espalda para dejarlo hacer lo suyo a libertad, vertió chorritos de vino entre la “V” que forman mis pechos, para de allí beber, apretándolos con una mano para no dejar que escurriera el liquido; eso me estaba volviendo loca. Para este punto de la noche ya estaba muy excitada, así que tal como lo tenía en el sillón, le correspondí terminando de arrancarle la camisa mientras lo empujaba al respaldo del sillón para comerle el tórax y abdomen a besos, bajé a su bragueta dando pequeño besos que él recibió con gusto y mientras seguía besándolo, con mis manos saqué su excitada verga de sus pantalones, tenía un olor fuerte que me embriagó de placer, como pude terminé de medio bajar los pantalones y liberé su miembro para comenzar a besarlo, primero alrededor de su entrepierna, así hasta que me tomó del cabello y me dirigió a la punta de su verga, cosa a la que yo no me resistí y comencé a darle una mamada, primero lamiendo suavemente la cabeza de su pene y luego, metiéndomela en la boca como paleta “Chupa Chups”. Yo creo que estuvimos así unos cuantos minutos, por supuesto él no desaprovecho ni un segundo, pues haciendo uso de sus pies y sin permitir que me distrajera de la mamada que le estaba dando, terminó de quitarme el vestido dejándome solo en tanga y tacones; Yo ya estaba en la nubes y casi desnuda, entonces tomó mi cara; recuerdo que un hilo de baba mezclado con su liquido preseminal escurrió por mis labios, me jaló así e hizo que subiera sobre su cuerpo hasta que quedamos frente a frente, nos volvimos a fundir en un beso, entonces soltó mi cara para sacar un condón de su aún medio puesto pantalón, se lo puso y aún besándonos de frente hizo a un lado mi tanga, sentí la cabeza de su miembro buscar la entrada de mi húmeda vagina, me separé un poco de él y tomando su miembro con mi mano lo guíe hasta la entrada de mi sexo, entró de golpe y profundo, y comenzó a hacerme el amor. Me puse por encima de él y comencé a cabalgarlo, ayudándome del respaldo del sillón para hacer más fuerza al acercarme a él… Tan excitada como estaba muy pronto comencé a sentir el cosquilleo que anuncia el orgasmo, el cual llego tan intenso que no pude contener unos gemidos que estoy segura se escucharon hasta en la calle. Mi entrepierna parecía una piscina y el mete y saca hacían que el bombeo del pene de M sonara intensamente. No pasó mucho de haber tenido mi orgasmo cuando me incorporé en un movimiento un tanto instintivo para intentar recuperar la respiración apoyando mis manos en su pecho, sentada sobre él, con la respiración aún entrecortada y casi a punto de desvanecerme desmayada por la intensidad de mi reciente clímax, atine a darle un par de besos en sus labios.

El sudor corría por mi cuerpo y algunas gotitas que escurrían por mi frente cayeron sobre su cara, lo que hizo que dibujara una sonrisa, se movió un poco, sentí que aún estaba “empalada” en su verga y casi al mismo tiempo sentí como M me tomaba de la cintura, levantándome levemente con su cuerpo y con un movimiento que comenzó frenético, sentí como iniciaba un mete y saca cada vez más rápido. Noté que se estaba cansando al mismo tiempo que me tumbaba en el sillón bocarriba, ahora era él el que escurría de sudor y varias gotas del mismo cayeron sobre mis pechos que de manera juguetona, con el dedo índice, las tomó y las esparció por mi cuerpo mientras sentía como retomaba aire para seguir con sus embestidas, que ahora variaban y sentía me llegaba al fondo porque colocando su cara sobre mi pecho, deslizó sus manos hacía atrás para tomar mi trasero y hacer más profunda la penetración. Yo arqué mi espalda y aventé mi cabeza hacía atrás, mis ojos se perdieron, veía puras estrellas cuando en esta posición llegué a un segundo orgasmo casi al mismo tiempo que él dio unas últimas estocadas mismas que anunciaron su clímax.

Pasaron unos segundos, quizás unos minutos, no sé, después de un orgasmo siempre pierdo la noción del tiempo y esta vez no fue la excepción, en fin, después de unos momentos, comencé a sentir que el invasor de mi intimidad regresaba a su estado relajado –es #teamsangre– y se “retiraba”, así que por temor a que el semen se saliera del condón y antes de que me relajara por completo empuje a M de sobre mi y entre risas y besos caímos del sillón. Nos quedamos acostados, abrazados en cucharita en la alfombra, como estaba extasiada por la intensidad de mis orgasmos estaba perdiendo lentamente el conocimiento, dormitaba y estaba a punto de quedarme dormida sin embargo no creo que pasara mucho tiempo, y aunque ya casi estaba dormida, sentí que M comenzó a acariciarme nuevamente… Yo tenía su mano derecha “prisionera”, pues me abrazaba por debajo de mi cuello; con ella comenzó a tocar y acariciar mis pechos, los estrujaba, acariciaba y de vez en cuando pellizcaba mis pezones. A la par, con su mano izquierda, la que le quedaba con libertad de movimiento, recorría mi cuerpo desde los hombros hasta mis nalgas, a veces abriéndolas ligeramente, en otras rondas, solo recorriendo en círculos toda el área de mi trasero, pero siempre después de algo de eso, desviándose a mi pubis para jugar con mi clítoris. Como muestra de consentimiento abrí mis piernas para permitirle seguir mientras al oído me decía, mientras me mordía amorosamente el lóbulo de la oreja, lo mucho que le gustaba acariciar mi piel o que le volvía loco verme/sentirme toda depiladita; así continuamos unos minutos, el sueño y el letargo provocado por el alcohol y el cansancio ya habían cambiado nuevamente a excitación.

Yo ya estaba muy mojada, tanto por nuestro anterior encuentro, como por las caricias que estaba recibiendo en ese momento, y nuevamente ya tenía una “alberca” entre las piernas, él lo sentía y eso me excitaba más, incluso en un arrebato de lujuria tome su mano e hice que me metiera sus dedos en mi vagina, controlando parte de sus movimientos le permití ingresar 3 dedos, después de uno segundos saque su mano y la lleve a mi boca para probar mis propios jugos, luego él hizo lo mismo, introdujo sus tres dedos en mi mojada vagina y probó de mis jugos una vez, dos veces, tres veces más y luego, en la cuarta ocasión que introducía sus dedos en mi entrepierna, ayudada por la fuerza de mis piernas trate de retener sus dedos en mi interior, él no opuso resistencia y cautivo comenzó a jugar con las paredes de mi excitada vagina… Así de excitados y aún acostados en cucharita, yo le correspondía y agradecía tremenda noche emitiendo gemidos de placer, retorciéndome en sus brazos y arqueando mi espalda, poniendo mis pompas paraditas contra él, recargadas cuidadosamente sobre su verga (no quería ser penetrada sin condón, por aquello de los embarazos), que en este momento ya había recuperado la dureza y tamaño de hace unos minutos.

Las caricias siguieron, liberé la mano de M de entre mis piernas pues yo ya deseaba sentirme suya otra vez, así que como pude me estire a dónde estaban sus pantalones esperando encontrar un condón, y justo en ese momento, por la posición en la que quedaron sus dedos y mi propio movimiento tuve mi tercer orgasmos de la noche, tuve espasmos de placer mientras al mismo tiempo dejaba salir liquido que baño la mano de M, mi entrepierna, por en medio de mis pompis y por supuesto, todo mi sexo… Caí casi desmayada del placer, terminé de sacar el condón como pude, pues aún deseaba tenerlo dentro de mi, lo alcé por sobre mi cabeza agarrándolo con dos de mis dedos y él me lo arrebató casi de inmediato, entendiendo que ya deseaba sentirlo en mi interior.

Aún con mis sentidos perturbados por el orgasmo logre sentir como M se apartó de mi para ponerse el condón. M era un muy buen amante (de los mejores que he tenido), y estaba a punto de demostrar que me podía llevar a un nuevo nivel de placer, algo que hasta ese momento no había experimentado nunca; sí M hubiera sido otro estoy segura que me hubiera penetrado así como estaba, no le hubiera costado nada de trabajo pues yo no hubiera puesto resistencia alguna a ser poseída nuevamente por su miembro, posiblemente desmayada como estaba me hubiera recostado y le hubiera pedido que terminara haciéndome el amor de misionero o boca abajo, regalándome un orgasmo más, y esta historia estaría por llegar a su fin. Pero M siempre fue especial, él sabía como complacerme, él sabía que me tenía en el momento idóneo para dar rienda suelta a su deseo y así lo iba a hacer, por otro lado yo no tenía ni idea de lo que me esperaba.

Así pues, ya con el condón puesto M volvió a pegar su cuerpo contra mi espalda y deslizo su mano por debajo de mi cuello para volver a abrazarme y seguir con las caricias. Giré mi cabeza y voltee para besarlo, nos fundimos en un intenso beso mientras esperaba ser penetrada; me retorcía de placer, necesitaba ser suya, deseaba sentir toda su masculinidad entrando en mi cuerpo, él debía saberlo, no eran nada sutiles los ruidos que emitía, las forma en que lo besaba, los movimientos de mis caderas y pompis debián mostrar mi deseo por ser penetrada, pero él no lo hacia, en los siguientes segundos (que me parecieron horas), con una de sus manos solo siguió jugando con uno de mis pechos, mi cuello se cansó por estar semivolteada besándolo por lo que volví a acostarme de lado mientras el continuaba besando mi espalda y con su otra mano acariciaba mi trasero dibujando círculos y apretando mis glúteos.

No soportaba más, yo le correspondía retorciéndome de placer, le ofrecí mi sexo arqueando aún más mi espalda, con mi mano izquierda jalé y levante mi pierna en señal de que era toda suya; estaba decidida a sentirlo ya, así tomaría las cosas por mi cuenta y moviendo mis caderas y nalgas coloqué su pene justo en la entrada de mi vagina. Sentí la cabeza de su pene rozando lo labios de mi vagina, por toda la lubricación se movía sin problemas pero por la posición en la que estábamos no lograba hacer que entrara; él ya tenía el último movimiento en sus “manos”, debía ser él el que diera último paso para penetrarme, pero no lo hizo, solo deslizó su pene poniéndolo entre mis nalgas, así que medio decepcionada solté mi glúteo que estaba jalando para aprisionar su herramienta entre mis pompis, me sentí en el cielo pero aún deseaba más.

Él siguió besándome y acariciando mi cuerpo y ahora con su pene «prisionero» entre mis pompis, perfectamente lubricado como había quedado con todos mis jugos, comenzó a moverse frotándolo de arriba para abajo sin nada de dificultad (a pesar del condón). No niego que eso me gustó, pero me gusta como juego previo, y yo ya estaba “en mi punto”; loca por el deseo y entregada a mis instintos, mi mente y mi cuerpo ya se encontraban totalmente a su merced, y lo único que pedía era ser penetrada; así que con la voz más melosa y sexy que una mujer en mi estado tiene, le dije que lo hiciera, que entrará en mi, que me hiciera suya, pero parecía no escucharme. Seguíamos acostados de cucharita, puso otra vez su mano en mi pubis y metió dos dedos en mi vagina haciendo que arqueara mi espalda y parara aún más mis nalgas contra él; inevitablemente me arrancó unos gemidos, pero no era suficiente, quería sentirlo a él, aunque en este momento y con casi nada ya estaba a punto de llegar a un nuevo orgasmo, en otro momento hubiera tomado la situación en “mis manos” me hubiera incorporado y lo hubiera cabalgado pero desmayada como estaba por los orgasmos anteriores no podía más que estar disponible a lo que M me estaba haciendo. En ese momento lo sentí, mi mente regresó brevemente por un sentimiento de ligero de temor que recorrió mi cuerpo. Ayudado por su mano izquierda y sin sacar sus dedos de su mano derecha de mi vagina, puso la cabeza de su pene en la entrada de mi ano. Lubricada y excitada como estaba mi esfínter cedió sin que yo pudiera oponer resistencia y había permitido que entrara casi sin resistencia lo que imagino era la punta de su pene; entonces sentí algo que nunca había experimentado, una sensación mezcla de un leve dolor y de placer recorrió todo mi cuerpo e hizo que me sobresaltara y al mismo tiempo estremeció con todo mi cuerpo; el último lugar virgen que resguardaba celosamente estaba siendo invadido y no oponía resistencia (ya antes otro ex novio trató, torpemente, de hacerme sexo anal, pero esa vez no logró introducir ni una pequeña fracción de su pene pues mi esfínter no cedió ni un milímetro y mi miedo al dolor hizo que me levantara, medio enojada de la cama, impidiendo siquiera que lo volviera a intentar). Con su pene en el borde de la entrada de mi ano, lubricada como estaba y con mi esfínter cediendo y dilatándose M me tenía a su merced… Entonces me susurró al oido

-¿Me dejas seguir?

Rápidamente le respondí entre gemidos que no lo hiciera, que mejor me hiciera el amor y él me dijo:

-Por eso, te voy a hacer el amor como nunca antes alguien te lo han hecho (por una platica de cama de hace días, él sabía que nunca había hecho sexo anal).

Y apretó un poquito, solo un poquito más su pene contra mi ano mientras me decía tiernamente al oído que me dejara llevar por el momento, que no pusiera resistencia para que lo disfrutará. Mi cuerpo traicionaba a mi mente y sentí como palpitaba mi ano pidiendo más de ese invasor, sin embargo mi boca, en su último rastro de temor/conciencia le pidió a M que me hiciera el amor por mi vagina, se lo supliqué; él respondió nuevamente apretando la punta de su pene contra mi esfínter, diciéndome al oído que eso iba a hacer, pero que quería intentar hacérmelo por atrás. Embriagada como estaba de lujuria y deseo, le dije una vez más, con una voz entrecortada por la excitación, que mejor entrara por mi vagina. Entonces él se retiró de mi y sentí que lo poco que había entrado de su pene en mi ano se salió dejando salir un ruido de “chapoteo” y traicionando mi pensamiento, sentí que mi ano quería volver a sentirlo en mi interior, mi deseo cambió y quería que me hiciera el amor, ya no por mi vagina, sino por mi ano; así que entre un gemido y con mi voz aún más sexy y melosa le supliqué, le pedí que regresara, ya no aguantaba más y quería, deseaba tenerlo dentro de mi. M respondió susurrándome al oido mientras hacia nuevamente presión sobre mi ano.

-Pero si ya estaba dentro de ti, estaba aquí…

Introduciéndose quizás un milímetro más que la última vez, otra vez y casi sin resistencia por parte de mi esfínter y con toda la facilidad que toda la lubricación que de mi vagina escurría, introdujo la cabeza de su pene en mi ano; recuerdo haber pensado en un momento de estúpida lucidez que, aunque con muy poco de su pene en mi interior, definitivamente en ese momento ya no era virgen de esa parte tan intima de mi ser y casi de inmediato, regresé a la sensación de placer, pues el invasor provocó que nuevamente recorriera por mi espalda ese escalofrío de excitación haciendo que arqueara mi espalda. Entonces casi involuntariamente comencé a contraer mi ano, tanteando si sentía dolor, acción que hizo que “palpitara” sobre la cabeza del pene de M; por supuesto él lo sintió, y lo pude confirmar pues me dijo al oído que siguiera con eso. Ya no iba a esperar y aunque nunca había tenido sexo anal ni mucho menos se me había ocurrido, estaba tan caliente que lo impensado hasta ese momento salió de mi boca y le dije, tratando de ocultar mi deseo (por orgullo) pero sin poderlo hacer por los gemidos que emitía, con la mente casi en blanco por el placer, que entrara por donde sea pero que lo hiciera ya…

Supongo que él estaba tan concentrado en no meterse más de lo que ya se había metido, esperando mi reacción y envuelto en el placer que mis contracciones le causaban, la vista de mi espalda desnuda y mis nalgas sometidas a su deseo que no me escuchó bien, por lo que me dijo.

– ¿Qué?

Y entonces ya desesperada y un poco “molesta” le grité casi suplicantemente lo que nunca había pensado siquiera decir.

– Que entres, ¡entra por donde sea pero entra ya por favor!

Y entonces, sentí como M empujaba su cuerpo contra el mio, mientras su verga se abría paso por primera vez por mi esfínter, llegando casi en su totalidad y casi sin resistencia al interior de mis entrañas… Abrí los ojos a más no poder, aguanté la respiración y di un respingo, sentí como era invadida, como entregaba mi último lugar virgen y me encantó. Los primero segundos no se movió, supongo que me dio tiempo a procesar esa nueva sensación, para acostumbrarme, por mi parte no podía creerlo, tanto tiempo negada a probar el sexo anal por miedo al dolor y ahora que lo probaba y lo sentía tan bien, lo quería todo; así que con la mano hacía atrás, tanteando su pene y mis nalgas, corroboré que aún quedaban unos centímetros de fuera, imaginé que sí así me estaba gustando, tenerlo por completo dentro de mi me iba a encantar, así que empujé mi cadera hacia atrás mientras abría mi nalga con la mano, de esta forma fui Yo la que terminé de empalarme en su pene permitiendo que entrara por completo en mi interior.

Al sentir que mi espalda y mi trasero ya no podían ir más allá, que mi ano se comía toda la verga de M y sus testículos tocaban mis nalgas, voltee mi cara buscando sus labios. Por la altura de M nos costó un poco de trabajo pero apoyándose en mis caderas al mismo tiempo que arqueaba en “S” mi espalda dejando paradas mis nalgas al 100%, logró posicionarse de tal forma que nos permitió fusionarnos en un romántico beso, luego, sin dejar de besarnos M comenzó a moverse y comenzó a bombearme…

Sentí puro placer con su, al principio, ligero movimiento de mete y saca, pero pronto estuve pérdida en el placer que me estaba provocando y el movimiento se hizo más frenético lo que me llevó a disfrutar como poseída. Al poco rato dejamos de besarnos y me puso por completo boca abajo empujando mi espalda poco a poco, aprovechando que estaba a su completa disposición y acostados de esta forma, él metió sus manos por debajo de mi cuerpo, sujetando mis pechos mientras siguió con el mete y saca. En esta posición abrio mis piernas ayudándose se las suyas y en un movimiento rápido, me tomo por la cintura eh hizo que me pusiera en 4 patas mientras el se hincaba, así siguió cogiendome mientras yo me perdia en un mar de nuevas sensaciones. Esta posición no la pude mantener mucho tiempo pues dejando mis pompis al aire, recosté mi torso para poder acariciar mis pechos y rozar mi clítoris y meterme un par de dedos en mi húmeda vagina. Por la intensidad de sus movimientos me estaba llevando al cielo, sentía el palpitar de su verga en mis intestinos y justo en este momento comencé a sentir que estaba un poquito más caliente; sabía que podía obtener un poco más, pues al incorporarnos la penetración había perdido un poco de profundidad pues mis pompis (nalgona y apretada como soy) le restaban un par de centímetros a su pene, así que usando mi cabeza de apoyo, usé mis manos para abrir por completo mi trasero y separar mis pompis para permitir que la verga de M volviera a entrar por completo, hasta sentir que sus testículos rebotaban en las paredes de mi vagina. Solo de recordarlo me estremezco, mi vagina se humedece y mi ano palpita como extrañando esa sensación, pues de esta forma obtuve mi primer orgasmo anal y el placer inundó todo mi cuerpo. Me vine de tal forma que tuve un squirting mientras mi ano palpitaba intermitentemente al compas de los chorritos de liquido que salían de mi vagina… Al momento que deje de venirme mi cuerpo perdió su fuerza y ahora si me «desmaye» al 100% con él aún taladrando en mi interior, como notó esto, rápidamente se estiró al sillón y tomó un cojín que puso en mi vientre para dejarme de pompas paradas pues mis extremidades perdieron el tono muscular y yo me dejé caer al piso, aunque no tardaría mucho en esta posición cuando sentí que comenzaba a eyacular y un líquido llenaba mis entrañas, se había venido ¡En mi interior! Se había roto el condón y como las manga de su camisa, el condón lo tenía todo enrollado en la base de su pene (por eso sentí que incrementaba el calor de su pene minutos atrás). No me importó y por el contrario, agradecí que fuera así pues así experimenté al 100% esta experiencia y bueno, por embarazos no debía preocuparme. –¡Por el ano, no hay enano!

Finalmente su cuerpo cayó sobre mi, también estaba agotado, entonces M tomó mi cabello y como si de una cola de caballo se tratara lo jaló hacía arriba mientras besaba mi cuello. Al poco rato sentí como el invasor que me había llevado al cielo perdía volumen y salía de mi interior dejando salir un estruendoso pedo mezclado con su eyaculación. Me dieron unas ganas intensas de ir al baño, así que me incorporé y corrí al baño. Sentada en la taza deje salir un estruendoso pedo con todo el semen de M que minutos atrás había depositado en mi interior, era la primera vez que alguien se había venido en mi interior y lo había hecho en mis entrañas. Al regresar con M a la sala, lo lleve de la mano a mi habitación donde dormimos abrazados hasta la mañana siguiente, bueno, no del todo, pero esa es otra historia… Y bien, de esta forma fue la primera vez que tuve sexo anal y cómo a partir de esta experiencia disfruto más seguido de lo que admito las sesiones de sexo anal porque he de decir, me encanta.

Espero les gustara este relato, si tienen dudas del mismo o quieren saber más, soy toda suya, muy pronto regresaré con más de mis experiencias con M y con otros amantes. Besos