Capítulo 10

Los días fueron pasando y llegamos al domingo, día del señor. Todo el pueblo se reunía en la iglesia para la misa de las doce de la mañana.

Esta semana, dado que se encontraba en periodo de servidumbre como penitencia Doña Carmen no asistiría con su familia, sino que estaría en el reclinatorio de la puerta de la sacristía reservada para la servidumbre del cura párroco.

En el atrio de la iglesia se fueron encontrando los diferentes habitantes de la comarca, dispuestos a cumplir con su ritual semanal.

Por una parte llegó D. José llevando de un brazo a su esposa y justo al lado de ambos los acompañaba Jordana. Detrás de ellos estaban María, el ama de llaves, y los mellizos Marta y Carlos. Marta enseguida divisó a Olga y Lola que venían acompañadas de sus respectivos padres, los Gutiérrez y los Machado, a los que abandonaron en cuanto pudieron para juntarse con Marta. Las tres, como buenas adolescentes escudriñaron a todos los asistentes buscando posibles candidatos a ser sus futuros esposos. En ese momento por la parte baja del atrio comenzaron a llegar los múltiples jornaleros que trabajaban en las fincas de la comarca y que, ese día, no trabajaban y se acercaban al pueblo para cumplir con el precepto religioso y socializar un poco con otros jornaleros.

Marta pronto identificó a Ramón el Manco, su príncipe azul, pero su alegría inicial se tornó decepción y enfado cuando se percató que venía tonteando con una guapa y joven jornalera que le hacía carantoñas y arrumacos ¡menuda pelandrusca pensó! Olga y Lola se percataron al instante del cambio de humor de su amiga, pero no supieron identificar el motivo.

Carlos por su parte se juntó con algunos compañeros del instituto, pero con la mirada buscaba a Margarita que estaba en un lado del atrio acompañada por su padre, D. Venancio, por el maestro D. Fulgencio y por Gertrudis el ama de llaves. El resto de los muchachos se reían abiertamente de las pintas de Margarita, que llevaba una blusa verde y una falda de cuadros que no conjuntaban para nada y que no la favorecían en absoluto, sin embargo Carlos solo podía pensar en ella como amiga y compañera de juegos sexuales, pero no tuvo la valentía de cortar las bromas de sus compañeros. Además al lado se encontraba D. Fulgencio que rápidamente le esbozó una sonrisa siniestra mientras bajaba la mirada hacia el culo de Margarita que estaba a su lado y eso le causó aun mayor desazón.

Por el otro lateral del atrio y, caminando rápido hacia el interior de la iglesia, aparece la otrora habladora y siempre amable Maruja Diosdado, la directora de la institución femenina. Esta cabizbaja y es evidente que no quiere hablar con nadie. Las tres alumnas, Marta Lola y Olga la ven como avergonzada, es muy extraño ¿Qué le pasará?

Maruja mientras entra rápidamente en la iglesia siente un pudor extraño… ¿y si alguien se da cuenta que me han afeitado el pubis? No, no, es imposible se dice para sí misma, pero inconscientemente se ha puesto una compresa, las bragas, los pantys y una faja por debajo del vestido negro para salvaguardar su intimidad y que nadie de ninguna manera pueda notar lo más mínimo. Sin embargo con su actitud recelosa y huidiza está consiguiendo justo lo contrario. ¡Todas han comenzado a comentar que ha entrado por una puerta lateral y si pararse a saludar a nadie!

Talan, talan…

El tañido de las campanas avisa a todos que es hora de entrar en la iglesia donde ya se han ido acomodando las mujeres más mayores para ir ocupando los primeros bancos…el orden de colocación refleja claramente los estratos sociales. Delante las familias más poderosas de la comarca, detrás los trabajadores y al final la gente más humilde y es ahí donde vemos entrar a la flaca y al resto de su familia, padre, madre y cinco hermanos, todos varones y más pequeños que ella.

En esos momentos comenzó una liturgia que, al ser en latín, los asistentes seguían de manera mecánica, recitando como loros las diferentes plegarias. Como siempre D. Gabriel amedrentó a todos con su homilía sobre los peligros de la lujuria, el comunismo, la falta de buenas costumbres y como Dios exigía disciplinar a las pecadoras y las que no ejercían sus actividades de manera cuidadosa. En ese momento Maruja, dándose por aludida, se puso roja como un tomate.

Terminada la liturgia y antes de dar la bendición D. Gabriel aprovechó para recordar que se acercaban las fiestas en honor a la patrona con lo que intensificaría las confesiones de todos y todas las parroquianas a fin de llegar a dichas fechas puros y puras de espíritu. Las mujeres más preponderantes del pueblo agacharon la cabeza, puesto que sabían las consecuencias que para sus traseros tenían esas visitas.

Tras la ceremonia todos los asistentes salieron hacia la plaza del pueblo que estaba presidida por el ayuntamiento a un lado, la iglesia enfrente y a los lados diferentes bares donde tomar un vino.

Los adultos se dirigieron a las terrazas y los más jóvenes comenzaron a pasear y moverse por la plaza, buscando relacionarse entre ellos como era propio de su edad.

Mientras esto sucedía, Carmen en la sacristía ayudaba al sacerdote a cambiar los hábitos ceremoniales por su clásica sotana negra de diario.  Primero le retiró la casulla de color verde con bordados en hilo de oro propia del tiempo ordinario doblándola con sumo cuidado y metiéndola en el armario de la sacristía, a continuación le retiró la estola, que al ser tan larga y rectangular la tuvo que doblar en varios tramos. Cuando le estaba soltando el cíngulo, percibió claramente como en la entrepierna del sacerdote había algo que abultaba la tela del Alba, la túnica blanca que protegía su cuerpo desde el cuello a los talones. Carmen no levantó la vista y desabrochó el nudo del cíngulo, dejando que Alba se liberase y disimulase un poco la erección del cura. En ese momento, apoyando su mano en el hombro de Carmen, D. Gabriel presionó el mismo en una clara indicación de que se arrodillase. Carmen dejó que la mano del sacerdote guiase sus movimientos y, una vez completamente de rodillas, él se levantó el Alba, dejando claramente expuesta su verga inhiesta delante de la cara de la mujer. Él puso su mano en la parte de atrás de la cabeza de ella y con un leve empujón la acercó a la misma y le dijo ¡abre la boca y limpiala de impurezas!

Carmen, aun con la mano del sacerdote apoyada en la parte posterior de su cabeza abrió la boca. En ese momento sintió que la presión de la mano se incrementaba y su boca poco a poco iba engullendo el glande del sacerdote. Cuando la mitad de la verga estaba dentro de su boca y la respiración ya empezaba a costarle, Carmen cerró los labios y comenzó a succionar y lamer la polla con fruición. El movimiento acompasado de la mano obligaba a un esfuerzo de la gran señora reconvertida en criada por mantener la verga dentro de la boca, al tiempo que la saliva se iba escapando por la comisura de sus labios y la estancia se llenaba de sonidos ininteligibles procedentes del mete saca de la felación. Y cuando llegó el momento y los movimientos se aceleraron la presión de la mano se hizo tan fuerte que, cuando el viejo sacerdote se derramó en su boca el no le permitió sacar la verga, lo que provocó una sensación de ahogo solo solventada haciendo un movimiento de succión para tragar la leche y que, al mismo tiempo, extraía las últimas gotas de la verga de D. Gabriel que suspiro satisfecho… Carmen nunca se había sentido tan sucia y humillada…por un momento pensó en salir corriendo, pero su veteranía le hizo pensarlo mejor. Enfrentarse al cura eran palabras mayores y temía las consecuencias que para ella y su familia pudieran tener, así que resignada decidió que cumpliría la semana de penitencia fuera lo que fuera lo que D. Gabriel le requiriera…

Lola, Olga y Marta se fueron alejando de la plaza hasta que desparecieron de la vista de sus respectivas familias. Las tres muchachas se fueron a espiar a los jornaleros. Marta porque quería ver a “El Manco” y las otras dos para ver a los muchachos que por allí rondaban. Allí iban felices las tres muchachas con sus vestidos estampados de los domingos por las callejuelas del pueblo hasta que llegaron a la salida del mismo, allí se vieron sorprendidas por un grupo de cuatro hombres, bastante desaliñados que no conocían…tres de los hombres las agarraron uno a cada una y el cuarto mirándolas fijamente, les dio un puñetazo a cada una que las hizo perder el conocimiento.

Un golpe de agua las hizo recobrar el conocimiento, las tres estaban en una especie de establo en ruinas, atadas de pies y manos y amordazadas para que no pudieran gritar…el agua había empapado sus vestidos y sus turgentes pechos juveniles se empezaban a marcar bajo la tela húmeda. Las tres lloraban desconsoladamente. A la primera que cogieron fua a Marta. Tirando de su pelo la llevaron al centro del establo y con una navaja rasgaron las cuerdas, la muchacha hizo ademán de defenderse pero las fuertes manos de uno de los hombres la agarró con tanta fuerza que le hizo daño. Otro de los individuos, el que parecía liderar ese cuarteto le abrió el vestido de un tirón rasgando la tela. La joven quedó desnuda, expuesta para sus asaltantes.

¡Agarradla! Gritó el cabecilla

Uno le agarró las axilas por debajo de los hombros y los otros dos le abrieron las piernas dejándola suspendida en el aire. El cabecilla escupió en su mano, se lubricó la polla y la penetró con todas sus fuerzas

¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO! Gritó ella mientras su himen era reventado con la brutal penetración. Marta estaba siendo violada durante su primera vez…las embestidas del rufián fueron cortas pero muy intensas y se corrió dentro de la joven, a quien en ese momento dejaron caer al suelo lleno de tierra y paja…mientras se arrastraba por el suelo y un hilillo de semen rosado por la sangre se le escapaba entre las piernas, otro de los hombres gritó ¡mi turno! Y tirándose encima de ella como zafio patán comenzó a lamerle la cara mientras le introducía su verga en el coño recién estrenado de la joven…

Nooo, no por favor imploraba Marta ante la aterrada mirada de sus dos amigas, pero el hombre no se detuvo en ningún momento, embistiendo con tanta fuerza que el culo de Marta se rascaba contra la tierra del suelo con cada embestida…este tardó un poco mas que el anterior, pero también derramó su semen en el interior de la joven. El siguiente comentó jocosamente que el coño ya estaba muy usado, así que, dándole la vuelta le escupió en el ojete y la penetró analmente…pero esta vez tuvieron que taparle la boca porque el grito desgarrador de la muchacha se escuchó en varios metros a la redonda ¡AYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!

El cuarto hombre ya no quiso a Marta, alegando que ya estaba muy usada y que tenían carne fresca, así que agarró a Lola, la desnudó completamente y le puso una cuerda alrededor del cuello, la llevó a cuatro patas por el establo como si de una perrita se tratara, hasta que llegados a un punto se frenó y le dijo ¡si eres una perrita te follaré como a una perra! Y poniéndose detrás de ella la monto a cuatro patas haciendo que, así como le había pasado a Marta, la muchacha gritase de dolor y humillación al ser desvirgada

¡Dios mío Nooooooooooooooooooooooooo!

Este se tomo su tiempo embistiendo y penetrando a la joven que llegó a un momento en que no sentía nada…el siguió perforando el coño de la muchacha hasta correrse…uffff que pedazo perra eres…

El jefe del grupillo viendo el espectáculo se volvió a poner a tono y primero le acercó la polla a la boca y le dijo ¡lubrícala perra! Lola no lo había hecho nunca, así que con la torpeza de una primeriza le golpeo el glande con los dientes, lo que le valió una sonora bofetada PLAS

Acto seguido se puso detrás de ella y con los restos de saliva de la muchacha en la verga la sodomizó sin contemplaciones… ¡AGGGGGGGGGGGGGGGGGGG! El dolor de la muchacha fue intenso, no solo por ser virgen también por ese agujerito, sino por el grosor de la verga del hombre que la partió por la mitad. Mientras todavía la estaban sodomizando los otros dos hombres agarraron a Olga, le rasgaron el vestido al igual que sus amigas y uno de los hombres se tumbó sobre un montón de paja, el otro le puso a la muchacha encima y este la ensartó, esta vez sin mucha dificultad ¡es ancha de caderas la jodida! Exclamó riéndose mientras la penetraba y en ese preciso instante el otro hombre le metió su polla por el culo, para hacer una doble penetración. El culo no fue tan fácil como la vagina y ofreció mas resistencia, lo que terminó de vencer la resistencia de Olga que no quería darles la satisfacción de gritar cuando las deshonraran, pero no pudo resistir y se pudo oír en todo el viejo establo un grito ¡joderrrrrrrrrrrr nooooooooooooo!

Las embestidas se sucedieron y las tres muchachas fueron violadas en varias ocasiones…hasta el punto de que quedaron con importantes heridas y arrastradas por el suelo del establo…al final de la tarde los tres hombres las cogieron y las ataron a una viga horizontal, quedando las tres desnudas colgadas de la viga boca abajo, con su vientre apoyado y sus pechos, sus culos y sus coños expuestos dejando salir los restos de fluidos de las continuas violaciones…ellos recogieron sus cosas y se fueron.

Ya estaba muy avanzada la tarde y empezaba a anochecer cuando en el viejo establo entró una pareja de la Guardia Civil que al verlas exclamó ¡Dios mío, están aquí! ¡Da el aviso! Que, como era menester en aquella época consistía en tres tiros al aire para indicar que se había encontrado lo que se buscaba. Después de comer, ante la ausencia de las niñas los padres habían organizado una partida de búsqueda por la comarca, en la que estaba participando todo el pueblo.

Los dos Guardia Civiles desataron con cuidado a las muchachas y las bajaron de las vigas tapándolas con sus capotes. Al instante comenzó a llegar la gente que participaba en la búsqueda, pero la Guardia Civil no permitió que nadie pasara hasta que llegara el sargento…

En ese preciso instante Marta abrió los ojos y delante de ella estaba todo el pueblo arremolinado, su padre D. José la tenía agarrada por los hombros y Julia y Jordana la abanicaban…¿Qué ha pasado? Preguntó aún aturdida…

Estábamos tomando un vino después de misa y de pronto apareció Lola gritando, estabais paseando por estas calles con Olga y Lola y tropezaste y te has dado un buen golpe en la cabeza. Sangraba abundantemente. Han ido a llamar al médico pero esta en el pueblo de al lado atendiendo un parto y tu no te despertabas ¡menudo susto nos has dado! No reaccionabas solo decías

¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!

¡AYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!

¡AGGGGGGGGGGGGGGGGGGG!

¡joderrrrrrrrrrrr nooooooooooooo!

¡No se en que soñabas hija mía pero debía ser una pesadilla terrible!

Enfrente estaban sus amigas, pálidas del susto, pero con sus vestidos de los domingos…y Marta resopló aliviada…

¡Ahhh y dale las gracias a este jornalero que sabe un poco de primeros auxilios y te ha cortado la hemorragia!

En frente, con el sol a su espalda marcando su silueta, estaba él…Ramón “el Manco”

 

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