Lobo, mi amante canino

Me llamo Desiré, (19), mido 1,59 m, cuerpo normal, algo menuda, unas tetas apetecibles, pelo castaño largo.

Había terminado el 1er año en la facultad de agronomía, tengo una tía que vive en Tandil, una zona de sierras, muy atractiva, cada tanto suelo ir a su casa, y me quedo unos días.

Dado que había sido un año muy intenso, decidí quedarme varios días, en su casa, que por supuesto se alegró muchísimo que la acompañaría varios días. A la mañana siguiente, la acompañe a hacer las compras, tratando de pasar todo el día con ella, pero mi objetivo era incursionar por las sierras, escalarlas, descubrir lugares, ver animales, y además me gusta ir sola, posiblemente puede ser peligroso, pero durante el día es difícil.

El hecho que salí aquella mañana, algo temprano después de un buen desayuno, llevaba una mochila con una serie de cosas, agua, comida, linterna, unos prismáticos y elementos que podría llegar a necesitar.

Camine bastante, parando cada tanto, disfrutando del panorama. Cuando cerca del mediodía, vi un lobo o así daba la sensación, realmente me asuste, podría haber una jauría cerca, trate de tomar los recaudos necesarios, aunque carecía de elementos para defenderme, solo un bastón, que llevaba, era mi única arma.

Después de una hora, volví a divisar al animal, que se paró para observarme, trate de llamar su atención a pesar que pensé que podría ser peligroso, pero lo volví a perder de vista, cuando minutos después, estaba como a 50 m de mí, pudiendo comprobar que era un perro grande, de unos 40 kg o más, pero de lejos, daba el aspecto, de ser de un lobo.

Lo llamé, temeroso se fue acercando, hasta tenerlo cerca, acariciando su cabezota, y hasta le di algo de agua, y unos restos de comida, que se los devoro inmediatamente, me alegre tenerlo de compañía, le hablaba, acompañándome un buen trecho, hasta que en determinado momento se fue.

Rato después unas nubes negras avecinaban una tormenta, que me empapó bastante, regresando a la casa algo tarde, mi tía me reprendió por haber salido así y regresar tan tarde, me disculpe, pensando por supuesto, en hacerlo lo antes posible.

Al día siguiente, amaneció bastante soleado, comenté que quería conocer unas partes de esas sierras y me quedaría a pasar la noche, que, a pesar de las negaciones de mi tía, preparé todo para hacerlo.

Transité cerca de dos horas, con mi mochila algo pesada, prevista para pasar la noche, cuando estaba cerca de una cueva, lo divisé a Lobo, que así lo había bautizado, que al verme corrió hacia mí, sorprendiéndome su entusiasmo, me saltó tan fuerte, que caí al suelo, lamiendo la cara como tratando de disculparse.

Caminamos hasta una cueva, cuando llegamos acomodé todo mientras me observaba, lo que hacía, cada tanto lo acariciaba, girando a mi alrededor, moviendo la cola, aparentemente contento de mi compañía.

Le di algo de comer, y me encontraba muy a gusto estar en ese lugar, además con la inesperada compañía de Lobo, que después de un rato salimos a caminar, recorriendo esa zona de sierras, piedras y curros, una planta que tiene bastantes espinas, las que en ese recorrido me produjo una serie de heridas.

Apenas llegamos a la cueva, me quite los pantalones, tratando de curar las dañadas piernas, mientras lo hacía le hablaba a Lobo, que observaba mis movimientos, hasta que llego a lamer una de las lastimaduras, produciéndome un cierto ardor, pero más que eso, como una cierta motivación.

Debo confesar que, en mi periodo de ovulación, me siento bastante necesitada de tener sexo, que a veces lo suelo aplacar con alguna masturbación.

Volví a vestirme, sin darle mayor importancia a lo sucedido, salí nuevamente a buscar algo de leña, dado que sabía que, por la noche, podría estar más frio, no fue fácil encontrar, trate de cortar curros, pero me era algo difícil, y no solo me lastime las manos, sino que un chaparrón, me  empapo.

Regrese a la cueva, maldiciendo, más que nada por las heridas recientes, y la mojadura, me quite la ropa, tratando de secarme, por suerte tenía un buzo largo, mientras el resto de la vestimenta lo puse a secar, Lobo me observaba, hasta volvió la lamer mis piernas.

Pero las cosas ocurren cuando uno menos lo piensa, en determinado momento tuve ganas de orinar, dado que llovía, busqué un rincón en la cueva, a pesar de no ser demasiado extensa. Me baje la bombacha, poniéndome en cuclillas, cuando Lobo se acerca, intentando meter su hocico entre mis piernas, me hace perder el equilibrio, cayendo a un costado, aprovechando para darme un par de lamidas, sintiendo, como si mis pezones se erizaran.

Me sorprendí por lo sucedido, traté de levantarme, cuando su hocico húmedo buscó mi entrepierna, dirigiéndose a mi intimidad, lamiendo el orín que aún permanecía, en parte de mi sexo, tratando de echarlo, ante esa intención.

Me puse la bombacha rápidamente, y deba confesar que eso me produjo cierta motivación, intente de olvidar el suceso, pero cada tanto, mi pensamiento retomaba ese momento.

Ya estaba comenzando a oscurecer, la pequeña fogata ayudaba a iluminar la cueva, Lobo dormía cerca mío, la soledad, hacía que mi mente recrease ese momento, estire el pie y toque a Lobo, continúo durmiendo, volví a repetirlo, esta vez se levantó acercándose, aprovechando en rascar su cabeza.

Me levante el buzo, dejando ver parte de mi bombacha, para ver como reaccionaba, pero no hizo nada, tome su cabeza, acercándola a mi entrepierna, ahí pareció reaccionar, oliendo mi parte, intima, creo que ese leve acto, hizo que llegase a humedecerme, que aparentemente ante su desarrollado olfato, lo debe haber percibido, porque comenzó a lamer la zona estimulada.

Sabía que estaba haciendo algo indebido, pero apartada de la civilización, en ese lugar inhóspito, con un perro desconocido, donde la sensación de sexualidad parece multiplicarse a igual que los pensamientos, si bien no tenía ningún tipo de idea, había algo que me alteraba.

Termine optando por preparar la colchoneta para dormir, acostándome en ella, mientras Lobo comenzaba a explorar la zona, donde ese leve contacto me alteraba segundo a segundo. Me resistía a quitarme la bombacha, pero después de unos minutos, la tentación fue inminente, levantando más el buzo, quitando mi prenda, separando bien mis piernas, dejando libremente mi vagina, acercándose y oliéndomela, percibiendo su frio hocico, pasar por mi entrepierna, comenzando a azotarla con su lengua, produciéndome una aceleración, de la salida de mis flujos, donde mis latidos se iban acrecentando.

Separe bien mis piernas, disfrutando de esa áspera y veloz lengua, que friccionaba mi sexo, alterando mi clítoris y el resto de mi cuerpo, al observar al animal, note que algo rojo asomaba de su genital, asombrándome, que pudiese excitarse conmigo.

El hecho que sus lamidas se hicieron más intensas, estrujando mis tetas, ante ese sexo oral, que me estaba propinando, nada menos que un perro. Arqueando mi cuerpo ante ese excitante momento, donde mi cuerpo parecía estallar de excitación. Su ágil lengua, hacia estragos en mi órgano, gemía con desesperación ante ese impulsivo acoso, estremeciéndose mi cuerpo de una manera incontenible, cuando un placentero orgasmo, invadió mi cuerpo.

Hacía mucho que no había tenido algo similar, ya algo apaciguada, pensé, que había cometido una locura, un perro desconocido, podría transmitirme alguna enfermedad, que por suerte no sucedió. Me quedé dormida, al despertar, el animal no estaba, salí de la cueva para ver si lo divisaba, pero no lo vi, ya estaba amaneciendo, preparé todo regresando a la casa de mi tía. Que mientras desayunábamos le relate lo que me había sucedido, por supuesto que no sobre mi experiencia sexual con el animal.

Dos días después decidí, regresar al lugar e intentar encontrar a Lobo, que, aunque no lo quería reconocer, en mi interior sentía una atracción hacia él. Fui preparando mi mochila, con más cosas, que se hizo bastante pesada, al enterarse mi tía que volvía a esa nueva incursión, volvió otra vez a reprimirme, pero no cambie de idea.

Salí cerca del mediodía, previo almuerzo que me preparo mi tía, camine bastante hasta llegar a la cueva, sin lograr divisar a Lobo, a pesar que tenía esperanzas de hallarlo, una vez que deje las cosas en la cueva, hice una caminata por el lugar, subiendo y bajando cerros.

Regrese al reducto cerca de las 5 pm, estaba cansada, así que prepare la colchoneta y me dormí, al despertar me alegre, al ver a Lobo acompañándome a mi lado, que apenas me vio se acercó para lamer mi cara. Lo observe más detenidamente, se notaba que era un perro cuidado, y bien alimentado, hasta tenia olor a limpiador, o algo así, lo acaricie, volviendo a lamer mi cara, sacando mi lengua, sintiendo el roce de la suya, produciéndome un estremecimiento, bastante sensual.

Comencé a tocarlo más puntualmente, era como que me agradaba sentirlo, algo esquiva toqué sus genitales, notando su reacción, al surgir la punta roja de su pene, pensé que me estaba extralimitando, aunque no podía negar la atracción que me producía el animal.

Si bien intente contenerme, aparentemente mi perfume vaginal, delataba mi estado, supuestamente Lobo, lo debía de captar, a raíz de su desarrollado olfato, que, ante esos vestigios, su hocico, comenzó a buscar entre mis piernas.

Creo que eso me altero más, estaba sola, que podría suceder, repetiría lo de la vez anterior, me saque los pantalones, jugueteando con el animal, en escasos minutos, mi quite las bragas, abriendo mis piernas, para repetir ese sexo oral-animal.

Nuevamente mi cuerpo comenzó a revolucionarse, ante ese contacto morboso, que me llevaba a un estado de total arrobamiento, emanando mis jugos vaginales, alterando posiblemente, a mi factible amante canino.

Ese juego previo, me sentía dominado por Lobo, su punta roja parecía haber aumentado, pero mi libido estaba cada vez más alterada, no tarde en quitarme el resto de mi ropa, quedando desnuda ante Lobo, que parecía entender sobre lo que sucedería,

Me erizaba la piel, al sentir sobre ella, el pelaje del animal, lo abrazaba, en un juego lleno de erotismo, lamio mi cara, y sin rechazarlo, saque mi lengua poniendo en contacto con la suya, esos roces me alteraban cada vez más.

Si bien no terminaba de comprender como podía estar en este estado frente a un animal, parecía dominarme, sus lamidas entre mis piernas me subyugaban, termine diciéndole:

“¿Me deseas verdad, quieres que me entregue a ti?” como comprendiendo mis palabras, me respondió con una lamida a mi barbilla y labios, sacando mi lengua para entrar en contacto con la suya, apreciando, que parecía ser respondida por un beso, me sentía ardiente de sus cariños, sin haberlo siquiera en incitarlo, me lamió mis pechos, sintiéndome su pareja.

Nunca pensé que podría llegar a esta situación, algo tan indecoroso y aberrante, pero era una atracción imposible de rechazar. Continúe manteniendo ese contacto con nuestras lenguas, algo que comenzó a erizar mi piel. Mantuve el juego con el animal, observando que comenzaba a surgir su verga roja, algo que me altero.

Retome mi atención al perro, como su sumisa hembra, sin más preámbulos, me puse en cuatro, y después de lamer de una manera vehemente mis dos cavidades, me montó con sumo agilidad, sabiendo que buscaba, que después de sólo tres o cuatro embates, centró mi útero y me penetró, grité y gemí solo del placer, al sentir su puntiagudo pene, taladrando mi cavidad vaginal en forma salvaje y bestial, como solo un macho alfa podría hacerlo, me encabrité arqueando mi espalda, contrayendo mi vagina.

Sus patas delanteras me apresaron, fuertemente, como para evitar de escaparme, mientras mis gemidos se acrecentaban ante ese coito zoófilo, mi pequeño cuerpo estaba totalmente tomado por Lobo, como si fuese un parasito, adosado a mi cuerpo.

Su bola se estrellaba contra mis gruesos labios haciéndome chillar, me atenazo fuertemente con sus patas y empujo finalmente toda su bola dentro de mi cavidad, provocándome uno de tantos orgasmos, que se irían sucedieron.

Estoy una vez más en el paraíso terrenal, él me domina, aplacando su necesidad sexual, me tiene a su merced, estoy abotonada a él y su frenesí es fornicarme llenándome de su copioso y cálido semen. Su arrebato, con ese bombeo exaltado y impetuoso, donde mis tetas se agitaban ante esa intensa copulación animal.

Esa mezcla de sexo y morbo es atrapante, sentirme apareada por un animal, tiene algo que es difícil de explicar, creo que te termina dominando, lo deseas, te trata como su perra, esa inmoralidad te excita, el hecho de sentirte humillada, desnuda, concediendo tu cuerpo a una bestia. Pero creo que esas sensaciones hacen enardecerte, te estimulas, te arrastras hacia él, capaz de hacer cualquier cosa, al punto de llegar a mamar su miembro, mientras el animal disfruta de lo que le estas proporcionando. Pero esa sensación de degradación, te atrapa, no deja de transportarte a un estado de paroxismo total.

Después de tanto tiempo sin conocer esta sensación incomparable, sentí un poco de dolor, me sentí muy estrecha, para sus dimensiones, me colmaba mi útero, no comprendía como esa especie canina puede desencadenar un sinfín de efectos que te sobrepasan, esa verga caliente y trepidante en mi interior termino enloqueciéndome.

El animal martillaba mis carnes sensualmente, me administraba mucho goce, un placer único y muy placentero, su pene ensanchaba todo el interior de mi vulva, copaba cada ángulo y recoveco, su bola sellaba mi matriz, preparándome para ser inseminada con su simiente, me tenía totalmente anudada y comenzó a vaciar sus acuosas simientes en lo profundo de mi ser, como tratando de llenarme de futuros cachorritos.

Cada nervio sensible de mi útero, vibraba en consonancia a sus embates que ahora más que nada eran ligeros empujones de bombeo de su semen, sintiendo mis tetas agitarse al unísono de esos empujones.

Al estar con la cabeza tocando el suelo, sus patas se apoyaron en mis hombros, sin quitar su aparato de mis entrañas, como en una postura de total predominio.

Desde que comenzó a evacuar sus flujos en mí, ahí comenzaron mis convulsiones orgásmicas y no había forma que se detuvieran, estaba exhausta, sin fuerzas, pero mi cuerpo funcionaba automáticamente en respuesta a las provocaciones de la poderosa verga de este animal.

Mi capacidad cerebral había sido anulada, todo mi ser reaccionaba a las presiones que me imprimía este macho, su verga todavía presentaba chorritos de semen, pero se sentía que su bulbo comenzaba a empequeñecerse, mientras esto sucedía, algo escapaban de mi hueco, humedeciendo mis muslos y piernas, luego toda su bola resbaló fuera de mí, comenzando a evacuar el resto de esos líquidos.

Me derrumbé sin energías, el animal vino a husmear mí encharcada vagina procurándome temblores y otro maravilloso orgasmo, me quedé allí por un largo rato con mis ojos fijos en la enorme polla que se balanceaba bajo el vientre de mí galán, él se acomodó en un rincón de la cueva, y procedió a lamer su imponente órgano sexual.

Luego de esto un sopor me llevó a quedar dormida por unos minutos, que al despertar ya no estaba. Salí de esa cueva, pero no lo pude divisar, estaba refrescando así que me vestí, continuando la espera, sin determinar si regresaba o no, a pesar de estar oscureciendo.

Me desperté al alba, hacia algo de frio, por suerte estaba bastante abrigada, busqué algo para desayunar, mientras no dejaba de divisar, si Lobo aparecía, recordando lo sucedido al atardecer.

Apenas salió el sol, comenzó a calentar el ambiente, no estaba dispuesta a regresar a casa de mi tía, tenía aun algo de provisiones, suficientes para un día más.

Traté de arreglar las cosas en la cueva, y salí a recorrer la zona, tras casi una hora de caminar, vi a un arriero a caballo, que enfilaba hacia donde estaba.

Después de saludarnos, me pregunto qué hacía por esos lugares, le explique que me encantaba hacer ese tipo de excursiones, y aproveche para decirle:

“Por casualidad no vio a un perro, que se parece a un lobo”

“No lo he visto, pero lo conozco, es de una mujer que tiene una granja por acá cerca. En realidad, tiene varios perros”

“Ah, ¿qué bien, es cerca?”

“Si, a una media hora a pie” Señalándome la ubicación. Eso me entusiasmo, podría llegar a encontrarlo, así que camine sobre un suelo bastante agreste, al llegar no lo pude ver, no quería acercarme demasiado, solo estuve un rato observando, pensé en ese momento, que no podía ser tan obsecuente y obstinada en encontrarlo, así que regrese a la cueva, estaba bastante agotada, dormite un rato, recuperando energías, para regresar a casa de mi tía.

Esa noche, tuve fiebre, en donde surgía Lobo, teniendo una serie de sueños, llenos de lujuria, despertándome empapada, y además muy mojada entre las piernas., si bien la fiebre había desaparecido, mi alteración, permanecía. Pensé en ir hasta la cueva, pero estaba algo mareada, además mi tía no iba a querer que saliese.

Esa breve abstinencia, creo que elevo mi estado de excitación, así que traté de recuperarme, y hacerlo, apenas me sintiese bien, no comente mi estado a mi tía, para no preocuparla, y sabiendo que me impediría salir. Pero prepare la mochila agregando algunas cosas más.

A la mañana siguiente, amaneció bastante soleado, comenté que quería conocer otras partes de esas sierras y me quedaría a pasar la noche, que mi tia se oponía a que lo hiciese, preparé todo para hacerlo.

Después de una larga caminata, llegue a la cueva, estaba todo como lo había dejado, solo me llamó la atención que había ciertas pisadas, aparentemente de Lobo, no soy muy experta en eso.

Estaba muy impaciente, la espera me alteraba, mas, cuando veo a lo lejos a Lobo, le grite, que al oírme comenzó a correr hacia un nuevo encuentro.