El chico que me insultaba, acabo cogiéndome.
Voy a relatar algo que me sucedió en mi adolescencia, que, si bien no fue un incidente demasiado agradable, en un principio, con el pasar del tiempo lo fui asimilando, convirtiéndose en un hito en una etapa de mi vida.
Mi nombre es Ernesto, tenía un amigo llamado Moncho, que vivía a un par de cuadras de mi casa, concurríamos a una escuela técnica en la secundaria, pero en distintas especialidades.
Habitualmente iba a su casa o el venía a la mía, casi pegado a su casa había un taller mecánico, y a veces estaba en la vereda el hijo del dueño, y casi siempre que pasaba algo me decía, “Que rico que estas” “Te rompería el culito” ”Putito, si te agarro te hago mear leche” cosas nada agradables, me sentía como esas chicas que al pasar, algo le dicen, es de aclarar que en esa época no era nada común la homosexualidad, había algunos que se los conocía , pero generalmente no se hablaba demasiado sobre ese tema, pero no tengo dudas que debía de haber bastantes.
Cuando pasaba con mi amigo, saludaba y nada más, no sé si por vergüenza nunca le comenté lo que sucedía con su vecinito.
Era un tipo algo más alto que yo, morocho, bastante morrudo, de 18 años o más, pero a pesar de no ser demasiado agradable, sentía que tenía un cierto poder de atracción, que por supuesto lo fui detectando tiempo después.
A veces me daba temor ir a lo de mi amigo, para evitar ver a este tipo, que tenía un apodo como el Burrito o algo así, aunque su nombre era Andrés, que por mi lado no entendía porque ese seudónimo.
A veces daba vuelta la manzana para no tenerme, que topar con él.
En la época de carnaval iba con mis amigos a bailar al Club del barrio, en uno de esos días, estaba orinando en el baño, con la mala suerte de verlo acceder al verme, me toca el culo, diciéndome algo, obviamente le conteste de mala manera, volviéndose como para pelearme, que era posible que me diese una paliza, cuando entra alguien al recinto calmándose la situación.
Me tenía bastante traumatizada la situación, le conté a otro amigo, que podía hacer, si lo peleaba iba a salir perdedor. Este chico con buen tino, me dice:
“Lo que creo que sería bueno, es que hables con él, intentando aclarar las cosas, llegar a un acuerdo, ver, decirle que te deje de molestar, posiblemente se conmueva y no te joda más”
Posiblemente tenía razón, así que decidí tomar al toro por las aspas y ver que sucedía. Tres o cuatro días después al ir a la casa de mi amigo, estaba en la puerta del taller, se me cerro el estómago al verlo, pero hice trizas corazón, y lo encaré.
“Escúchame, yo no te jodo, ni te digo nada, déjame tranquilo, realmente no sé qué quieres, hasta podríamos ser amigos”
“Es que eres un nene de mama, lindo, todo arregladito, por eso te jodo”
“Puedo hacer algo, para que no sigas”
“Déjate tocar el culo”
Lo miré sorprendido con ganas de mandarlo a la mierda, pero en realidad no afectaba mi integridad, así que solo le dije;
“Con eso solucionamos el problema”
“¿Si, te parece?
“Está bien, tocado si eso te hace feliz”
Y así lo hizo, tocándomelo bastante, dentro de todo, no me agradaba demasiado, pero si eso solucionaba el problema, adelante. De ahí en más, pasaba, nos saludábamos, a veces hacíamos algún comentario, pero por suerte todo marchaba bien.
Una tarde salía de lo de mi amigo y estaba en la puerta, me saluda y me para, diciéndome:
“Escúchame, ven un momento, que quiero decirte algo” Lo mire sorprendido, diciéndole:
“Está bien, decime”
“Déjate tocar el culito”
“Pero ya lo hicimos, y llegamos a un acuerdo”
“Un poquito, no seas malo, no va a pasar nada” Que, a pesar de mi negativa, comenzó a ponerse denso. Eso me llevo a sentir como una morbosidad, que sin pensarlo demasiado accedí, a su intención.
Me arrincono contra el portón del taller aflojo el cinturón, metiendo su mano por atrás, hasta tocar mi piel.
“No así no, reclame”
“Tranquilo no pasa nada, un ratito solamente”
Creo que me ofusque por lo que me estaba haciendo, pero su mano acariciando la piel de mis glúteos, me altero un poco, que apenas duro un par de minutos. Despidiéndose amigablemente
Mientras caminaba regreso a mi casa, pensaba en lo que había sucedido, que en realidad no era nada deshonesto, pero si bien no lo reconocía en ese momento, presentí una perturbación. Días después lo vuelvo a encontrar en otro lado, me para, diciéndome:
“El otro día te gusto que te tocase, tu rico culito”
“No, para nada, a vos te gusto tocarlo”
“Por supuesto que sí, si quieres lo repetimos”
“No gracias” Saludándolo siguiendo mi camino, que a pesar de no haber habido contacto, volví a sentir algo.
Algo me empujo a pasar más asiduamente por el taller, a veces lo veía otras no, pero me extraño que no me parase, solo algún saludo y algún comentario. Hasta que una noche al verlo me detuve a charlar, estuvimos un buen rato, algo extraño, pero en determinado momento me dice:
“Viniste a que te tocase el culito”
“No para nada” Riéndome, tomando sus palabras como un chiste.
“No me mientas, creo conocerte” Tomándome de un brazo metiéndome en el taller, cerrando el portón, me puse algo nervioso, pero no intenté escapar, mientras desabrochaba el cinturón, bajando el pantalón y los calzoncillos, sintiendo su mano oprimir mis glúteos, tocando mi verga que comenzó a pararse. Delatándose mi estado de excitación, bajándose sus pantalones, tomando mi mano llevándola a su verga que estaba bien parada, que no podía ver por la oscuridad, pero percibía que no era chica, donde relacioné, y comprendí sobre su apodo.
“Tranquilo, hazme la paja mientras te toco, y después te vas, ¿Quieres?” No sé si era una propuesta razonable, pero comencé a masturbarlo, mientras me abrazaba, metiendo su dedo en mi culo, al sentir que se iba profundizando, mi excitación se acrecentó, sin llegar a comprender, porque llegaba a ese estado, agitando apasionadamente su pija.
Sentí que me chupaba el cuello, mientras su dedo friccionaba mi conducto, oyendo sus jadeos de exaltación, mientras me acurrucaba a su cuerpo, llegando a disfrutar la penetración de su dedo.
Al rato, sentí su leche esparcirse en mi mano y parte de mi pelvis, mientras me decía:
“Ahhh!!!!, estuviste bárbaro, poco a poco, nos estamos conociendo” Me levante los pantalones, me despedí, y corrí a mi casa, apenas llegue, fui al baño y me masturbe.
Esa noche, pensaba en lo sucedido, a pesar que intentaba no hacerlo, una cierta atracción sentía, sabía que, de seguir, que podría sucederme, no sé si estaba preparado para eso, pero decidí que lo mejor sería, era no pasar más por ese lugar.
Eso fue lo que hice en los días venideros, traté de evitarlo, esquivarlo y hacer lo imposible por no verlo. Pero sabía que tarde o temprano lo iba a encontrar, excepto que mis padres se mudasen, pero eso, era prácticamente imposible.
Realmente tenía un nuevo conflicto, pensé nuevamente en hablar con él, a pesar de su rudeza, creo que era un tipo comprensivo a pesar de su hostilidad, por lo menos así lo veía. Así que nuevamente apenas lo vi, lo encaré, diciéndole:
“Mira, creo que lo nuestro termina aquí, no me desagrado, pero sigamos como amigos”
“Está bien, tenía algunos planes contigo, pero soy poca cosa pasa vos”
“No nada de eso, es que nunca lo he hecho y…”
“Está bien, no te hagas problemas” Metiéndose en el taller
Creo que eso, fue lo peor que podría hacerme, esperaba algo más, me sentí como defraudado, esperando otra reacción, parecía la gata Flora, “si me la ponen grito y si me la sacan lloro.
En vez de sentirme aliviado, me sentí frustrado, como que no iba a tener lo que intentaba eludir. Eso me fue llevando a tener pensamientos más obscenos y hasta sueños eróticos con ese chico.
Pasaron unos días, si bien no resolvía mi conflicto, comencé a pasar más seguido, era evidente deseaba poder verlo, hasta que lo encontré, parándome a charlar. Diciéndome al rato:
“Sabía que volverías, por eso te trate así”
“No lo que sucede es que…”
“No digas nada, estas caliente y algún día te cogeré, y lo sabes, pero no tengo apuro, te estoy preparando “No sabía que contestarle, solo, balbucee, diciendo:
“No estas equivocado, vine para …”
“Está bien, entiendo, pero si te digo que te desnudes lo haces”
“No para nada, no lo hago”
Continuamos con la charla, estaba empezando a anochecer, paso su padre, le dijo algo, y me saludo. Prosiguiendo con nuestra, digamos cuestión. Cuando acaricia mi cara, tomándome del hombro, comenzando a desabrochar mi camisa, tocando mis tetillas, diciéndome:
“Que rico, que estas, y encima calentito” Mirándolo algo sorprendido, terminando de desabrochar mi camisa, sacándola, aflojando el cinturón, cayendo mis pantalones, hasta dejarme solo con mis calzoncillos.
Se sentó en un banco, haciendo que me acercase, tendiendo a quitarme los zapatos, sacando mi única prenda, hasta quedar desnudo frente a él, no entendía realmente mi actitud, pero obedecía como un autómata, sin chistar, comenzando a acariciar mi cuerpo, produciéndome una leve erección.
“Que rico culito, tienes” Me dice, haciéndome acostar sobre sus rodillas, tocando mi culo, apretando mis glúteos, volviendo a introducir su dedo en mi recto, entrándolo y sacando, para luego repetirlo con dos, produciéndome algo de malestar, pero realmente me agradaba.
Pero lo más sorprendente fue, la intensidad de sus palmadas en mis glúteos, algo que, a pesar del padecimiento, me excitaba, comenzando a incrementar la erección, luego beso mis posaderas, quitándose su ropa, parándose a mi lado, obligándome o más bien ordenándome que se la mamara.
Me arrodille como una adoratriz pagana, comenzando con algo de recelo a chupar esa prodigiosa verga, lamiéndola sutilmente, atrayéndome cada vez más a medida que la besaba o la introducía en mi boca, No podía creer como iba creciendo mi apetito sexual ante semejante aparato. Besaba sus huevos, trataba de introducirlos en mi boca, lamiendo ese tronco, donde la punta de mi lengua recorrió su glande,
Era algo alucinante, mi estado de éxtasis se iba incrementando ante la adoración a ese falo, no dejaba de sorprenderme la atracción que ejercía sobre mí. Fui tratando de prolongar ese sexo oral, suponía como sería el desenlace, mientras su mano acariciaba mi cabello. Algo sorprendido al notar que permanecía estático, disfrutando de mi felatio.
Presentía que se estaría por venir en cualquier momento, no sabía bien que hacer, me daba algo de aversión que acabase en mi boca, además de no saber cómo sería el sabor del semen, conociéndome que soy bastante fastidioso con los sabores.
Al sentir que su respiración se entrecortaba, supuse que estaba por eyacular, intentando quitar mi boca, pero me detuvo en mi intensión, sintiendo varios chorritos que se evacuaban a mi boca, que, al detectar su sabor, succioné su verga, y hasta tragar, gran parte de ese seductor flujo. Permanecí varios minutos más chupándosela, hasta dejársela totalmente libre de esperma.
Regrese a mi casa, entrando directamente al baño, para desencadenar mi excitación y dolor testicular. Cuando me senté para cenar, mi padre, bastante intuitivo, me dice:
“¿A vos, de pasa algo?”
“No, porque, papa”
“No sé, estas muy extraño, como perdido”
Me toque disimuladamente, pensando que habría algo que me delataba, pero no detecté nada, que podría descubrir mi desliz.
Al día siguiente fui a verlo, jamás me imaginé que esto podría afectarme de esa manera, apenas lo vi a la noche, le digo:
“Quieres que hagamos algo? Pregunté con algo de timidez
“Acá no, mañana, tengo un lugar para ir, si cogemos que sea en un lugar cómodo ¿Puedes quedarte toda la noche?
“No sé, hasta tarde si” No volví a preguntarle más nada, solo concretar para el día siguiente.
Camino a ese encuentro, pensaba que íbamos a coger, o más bien que me iba a coger, no comprendía demasiado, como alguien que me insultaba, iba para que me penetrase. Nunca había tenido una atracción hacia algún chico, y ahora caminaba al encuentro de alguien, prácticamente un desconocido, que me haría suyo.
Pero al llegar al lugar se aceleró mi corazón, Andrés abrió la puerta y después de tomar una cerveza, cada uno, me conduce al dormitorio, donde estaba la cama “nupcial”, comenzando a desnudarme, dándome unos chirlos en los glúteos, diciéndome:
“Que delicado y blanquito que eres, y tu culito es una pera, delicioso” Me sonreía, ante esos halagos de mi cuerpo, cuando comenzó a quitar su ropa, y lograr ver con mayor detenimiento su verga, algo oscura, bastante gruesa y un largo apreciable, parecía que estaba desproporcionada, con respeto al cuerpo de mi “amigo”.
Creo que en ese momento dude que estaba haciendo ahí, estaba algo dubitativo, al punto que carecía de erección, cuando trato de besarme lo rechacé, que no fue mucho de su grado.
Andrés se percató de mi estado, me acostó sobre el lecho, que, muy hábilmente, comenzó a acariciarme, chupando los dedos de mis pies, besando mis piernas hasta llegar a mi ingle, lamiendo la zona, y hasta mamando de mi pija, que ya parecía entrar en acción,
Me coloco en cuatro, lamiendo mi ano, punto donde mi excitación comenzó a evolucionar, continuo un rato más, alterándome, donde mi incertidumbre persistía.
Trate de impedir la penetración, aunque supongo que no había vuelta atrás, además podría reaccionar de una manera violenta, optando por dejar las cosas, al libre albedrio.
Continúo incitándome, succionando mis tetillas, y volviendo a mamar mi verga, cuando con su dedo embardunado de una crema, los introduzca en mi ano, que, sin pérdida de tiempo, su glande ya estaba depositado en mí abertura. Sintiendo cierta molestia al intentar introducirlo, pareciendo oprimir mis órganos, a medida que iba enterrando su verga por mi recto, comenzando a gemir, no sé si por placer o por dolor, hasta que su pelvis quedo adherida a mis glúteos. Diciendo:
“Vaya, que estrechito que eres, nunca creí que llegaría a cogerte”
No hice ningún comentario, solo que me cautivó, percibir como su aparato sexual, ocupaba su volumen totalmente en mi recto, parecía que se iba amoldando a ese tamaño, me sentí totalmente poseído por Andrés, llegándolo a besar desesperadamente en su boca, hasta introducir mi lengua en la suya, en los labios, entrelazándose, en esa comunión anal.
Mordisqueaba mi cuello, intentándolo volver a besar, me transportaba en ese coito antinatural, me encantaba la manera en que me estaba cogiendo, era algo brutal, entregándome sin ningún tipo de fingimientos. Eso parecía enardecerlo, aumentando la intensidad de sus bombeos, acompasado por mis gemidos de placer. Diciéndome:
“Voy a destrozar tu lindo culo”
En ese instante, volví a pensar, como pude, involucrarme sexualmente con este tipo, mientras que sus frenéticos bombeos, me apasionaban, hasta sentir como su leche era vertida en mi interior, manteniendo su verga en mi intimidad, mientras no dejaba de masturbarme.
Antes de la hora, creo, comenzó a tocarme nuevamente, separando mis glúteos hasta comenzar a introducir su dedo en mi ano, donde mi respiración entrecortada, se fue incrementando, introduciendo sus dedos en mi esfínter, desplazándose, con la ayuda del gel que me había vertido anteriormente.
La penetración con sus dedos, era cada vez más excitante, percibiendo como se iban enterrando, gracias a su habilidad y la lubricación previa, mi verga estaba nuevamente erguida, más que erguida, al punto que no pude contenerme, comenzando a pajearme cada vez más.
Saco los dedos, metiéndome su pija, rápidamente, volviendo a follarme, mientras me pajeaba, su pelvis chocaba contra mis glúteos, produciendo ese sonido especial en el encuentro de carnes. Cuando su verga tocó fondo en mí y sentí claramente cómo sus tibios jugos, iban regando mis intestinos, el temblaba, se retorcía apretando mis pechos y pellizcando mis pezones, se convulsionaba y temblaba como un poseído, gruñendo con cada disparo que salía de su verga, y de pronto se desplomó sobre mi espalda, abrazándome exhausto y sudoroso, pero sin sacar su miembro de mi adolorida funda.
Prácticamente acabamos juntos, nos quedamos remoloneando un rato, me insistió en que me quedara, pero era cerca de las tres de la mañana.
Mientras iba a mi casa, pensaba en lo que había hecho, si bien estaba bastante apaciguado, cuando iba por arribar mi hogar, a pesar que me dolía la parte afectada, desee tenerlo otra vez en mi interior, comprendí, que era como si fuese una droga,
Dos días después al salir de la casa de mi amigo, me quede cerca del taller, hasta que lo vi, me acerque, tomándome de la mano, haciéndome entrar, nos besamos, intentando sacar mi ropa, trate de impedirlo, pero ante su insistencia fui cediendo. Le dije:
“Podemos hacerlo otro día en mi casa”
“Quiero cogerte ahora, lindo” Respondió, mientras continuaba quitándome la ropa, no deteniéndose hasta dejarme desnudo, saco su verga, colocándome en posición de perrito, para introducir su erecta pija, llenándome de placer, con el temor de que apareciese su padre, donde la adrenalina se fusionaba con mi excitación, acabando en contados minutos.
Mientras me vestía, le comenté que mis padres, ese sábado se iban a una fiesta, si quería venir a verme, aceptando inmediatamente.
Cerca de la 9 de la noche del día previsto llego, estaba perfumado, no sabía bien que ponerme para recibirlo, optando a último momento, ponerme una camisola larga de mi madre, tomamos una cerveza, que no terminamos, pues al ver que tenía solo esa prenda, me la quito.
Para sentarme sobre la mesa, elevando mis piernas, apoyándolas sobre su hombro, insertando ansiosamente su erecta verga, hasta quedar totalmente en mi interior, gritando, pero soportando esa impetuosa y sorpréndete penetración. Besándonos mientras eyaculaba en mi interior.
Finalizamos la cerveza inconclusa, preguntándome:
“Nunca lo habías hecho, ¿verdad?”
“No, nunca”
“Te ha agradado?
“Que crees, estarías acá de no gustarme. ¿Y tú lo has hecho con otros?”
“Si, con varios, algunos ricos pendejitos”
“¿Me llama la atención, como haces para cogértelos?”
“Algo similar a lo tuyo, supongo que es una especie de atracción, en tu caso, hacía rato que deseaba cogerte, creo que en ese momento tendrías quince o dieciséis, pero paso bastante tiempo hasta que te atrape. Caíste justo, al dejarte tocar el culo, sabía que terminarías entregando todo”
Después de esta charla, me hizo flexionar sobre la mesa, separando mis piernas para nuevamente penetrarme vorazmente.