Esto que cuento pasó hace un tiempo, con la chica con la que mejor sexo he tenido.

Se llamaba Clara, de mi edad, teníamos unos 27 años, era manejable como me gustan a mí, delgadita, no muy alta, castaña, ojos marrones, pelo largo y liso hasta la cadera, culo redondo y una de esas sonrisas que te enganchan a la primera.

Con ese físico es esas chicas que parece que se van a romper cuando se la metes y eso me atraía mucho. Solo le faltaba algo de tetas para ser de 10.

Quedábamos muchas tardes y fines de semana básicamente para follar. Siempre empezábamos merendando algo, de charla o viendo una peli y poco a poco empezábamos con cosquillas, abrazos, caricias o acercar la mano a sitios sensibles hasta que no podíamos más y empezábamos a besarnos de manera muy apasionada. Aquella tarde de sábado la conversación nos llevó a hablar de temas algo subidos de tono.

– ¿Sabes? algún día podíamos probar alguna cosa un poco fuera de lo normal, ¿no?, dije yo.

– Miedo me das. A ver, ¿a qué llamas «fuera de lo normal»?

– Pues no sé, por ejemplo, nunca he utilizado ningún consolador y me gustaría probarlo alguna vez.

– Pues a mí es que no me gustan mucho, la verdad

– ¿No?¿Has utilizado alguno alguna vez?

– Sí, tengo uno pero casi no lo uso

– ¿Sí, y cómo es?

– Pues normal, de los rectos que vibran.

– ¿Y por qué no te gustan?

– No se, será por mi educación, siempre me han enseñado que eso solo se usa por vicio y es de chicas ‘poco elegantes’.

– Jajaj, anda que…. ¿Me lo enseñas?

– No sé, me lo pienso y otro día quizá, que me da un poco de vergüenza.

En vista de que no parecía que la fuese a convencer y que la veía un poco avergonzada de verdad, decidí que era mejor dejarlo pasar por ahora y no darle más importancia y para que no se sintiese así quise cambiar el ambiente pasando a la acción.

Me acerqué poniendo una sonrisa picarona, le dije que no se preocupara y empezamos a besarnos y tocarnos, se sentó encima mía y yo recorría su cuerpo con mis manos, la espalda, el cuello, bajaba hasta la cadera, volvía a subir y poco a poco iba tocando y tocando con mis dedos zonas más erógenas.

Pasaba mis manos cerca de sus tetas rodeándolas, volvía a su espalda, cadera, apretaba su culo que podía coger con mi mano que era sitio y redondo acercándola había mi, subía de nuevo hasta el cuello, volvía a bajar y terminaba tocando la zona de alrededor de su coñito y repetía los movimientos cada vez acercándome más a las zonas sensibles y tocándolas con más intensidad.

Me encantaba tocar la zona entre sus piernas porque se mojaba muchísimo y podía notar la humedad y el calor hasta con los vaqueros aún puestos, me imaginaba cómo estaba eso por dentro y me ponía tan cachondo que empapaba mi calzoncillo yo también.

Tras un rato jugando, acariciándonos y subiendo la tensión y la humedad la cogí en brazos para ir a la cama, ella me rodeaba con sus brazos y piernas y su culo hacía tope con mi polla tiesa para no caerse para abajo, la tiré en la cama y empecé a desnudarla.

Primero desnudé la parte de arriba, como he dicho, no tenía unas tetas muy grandes pero cuando se excitaba se endurecían y cogían forma de limón y sus pezones en punta eran una delicia que tenía que chupar. Pasaba desde si boca a su cuello, bajaba hacia los hombros y seguía bajando hasta poder deslizar mi lengua por sus pezones, sus pequeñas tetas cabían en mi boca y yo me recreaba en ello. De vez en cuando mordía si pezón y ella reacciona con un pequeño respingo pero también con un suspiro de placer, abría la boca y yo aprovechaba para subir, comerla la boca, y volver a bajar hacia su otro pezón mientras ella esperaba de nuevo la misma operación excitándose cada vez más.

Ella se dio la vuelta y se puso encima mía restregando su culo en mi polla, ella ponía una sonrisa picarona sabiendo que me tenía super cachondo, se levantó y abrió el armario y de una cajita sacó un vibrador verde de unos 20 cm de largo y bastante grueso y me lo dio mientras me empezó a desnudar.

– Toma,¿no querías conocer a mi amigo?

– Y vaya amigo, ahora me da vergüenza que me desnudes, que no me quejo pero contra eso no puedo competir jaja.

– Qué bobo, bueno, no hagas que me arrepienta de haberlo sacado y enseñame lo que sabes hacer con él.

Aproveché para quitarle los pantalones esperando ver las braguitas brasileñas que siempre llevaba y que me parecían super sexys. No me equivocaba, eran gris claras y se notaba empapada toda la parte alrededor de su coño como había intuido cuando la acariciaba por encima de los vaqueros.

Ella sabía que eso me encantaba y se dejaba ver abriendo como sin querer las piernas, yo no me resistí a acercarme, oler todo ese placer y pegar unos mordiscos a las bragas empapadas.

Después también se las quité y acaricié sus labios y alrededores. Me encantaba tocar su coño empapado, me flipa lo super suave que estaba con tanto líquido y la cara de placer que ponía cerrando sus ojos y dejando a su cuerpo disfrutar. Mientras que ella estaba disfrutando de mis tocamientos, encendí el vibrador, ella abrió los ojos con un pequeño susto sabiendo lo que la esperaba, yo la tranquilice, le dije que disfrutara y acerqué la punta a su tripa, fui bajando hacia su clítoris y al llegar arqueó la espalda y abrió mucho los ojos mostrando que iba por buen camino, estaba disfrutando.

Empecé a meter un poco la punta del vibrador y, mientras acariciaba su clítoris llegó el momento en el que empujó mis manos con las suyas y tras unos pocos espasmos recogió las piernas, sacó el consolador y soltó un gran gemido mostrando que se había corrido por primera vez.

Yo me reí ya que me encanta dar placer y no hay nada mejor que saber que ha llegado al clímax y empecé a acariciar su cuerpo y a besarla, me recibió entre con pasión y agradecimiento por aquella corrida.

No tardó mucho en recuperar el aliento, entonces se levantó y comenzó a chuparme la polla mientras me masturbaba. Yo estaba muy excitado de todo aquel juego y cuando noté su lengua recorriendo mi polla, el calor de su boca cuando se la metía, su lengua recorriendo mi glande y esas manitas masturbándome tarde poco en correrme yo también llenándola con mi semen que luego escupió.

Quiso castigarme por eso y me obligó a besarla, recorrió toda mi boca con su lengua empapada de mi fluido, lo que no se esperaba es que me gustase y eso provocó que se empezara a excitar de nuevo.

Ella se levantó un poco y estaba de rodillas frente a mi con su cara de querer continuar, de querer que la penetrara hasta correrse de nuevo, de morbosa y con gesto sexy. A eso no me pude negar, me puse por detrás suya con mi cuerpo pegado para que notase mi polla aunque ahora solo estuviese medio tiesa y aún tuviese que ponerse más dura, cogí el vibrador y, después de jugar otro poco pasándolo por diversas zonas de su cuerpo antes para aumentar su tensión sexual, se lo volví a meter muy despacito.

Hacía movimientos como de penetración, cada vez un poco más profunda hasta que empezó a gemir de nuevo mientras que con la otra mano alternaba entre sus tetas y su clítoris.

Cuando se volvió a poner cachonda empecé a notar como se volvía a mojar hasta que escurría por su pierna mojando la cama.

Mi mano también estaba mojada y Clara, con los ojos cerrados disfrutaba y gemía mucho, yo aproveche a meter mis dedos empapados en su boca para que también notara sus fluidos.

Mis dedos lubricados volvían a su clítoris y entonces me suplicó que se la metiera yo. Mi polla era más pequeña que ese pedazo de vibrador, pero Clara quería sentir mi carne dentro de ella.

Me puso un condón con ansiedad intentando controlar que no se elevara más aún su clímax porque no quería correrse aún, mientras yo seguía con el vibrador y luego la empuje hasta que se quedó en 4 patas, saqué el vibrador y la penetré en esa posición. Intentando suplir a ese pedazo de dildo, la penetraba todo lo profundo que podía mientras que movía mi cadera en círculos para que notara el roce con todas sus paredes vaginales hasta que se corrió de nuevo.

Con lo mojada que estaba, el agujero que había abierto el consolador, la relajación de abrirse por la excitación y que ya me había corrido una primera vez, el rozamiento de mi polla era poco para correrme de nuevo, así que cambiamos de postura para que ella me cabalgará.

Yo la sujetaba de las caderas para atraerla bien hasta mi y penetrarla bien hasta el fondo.

Ella estaba desatada y terminó por correrse de una forma tan intensa, con espasmos en las piernas y en el resto del cuerpo, que tuvo que abrazarme fuerte para que conseguir que parara de follarla un poco y tomar un respiro ya que no podía más.

Tras unos largos segundos pudimos retomar el polvo y cuando estaba yo a punto, la saqué, me quité el condón y me pajeé hasta que me corrí en su culo llegando algunos disparos hacia toda su espalda que terminó también empapada.

Ella se dejó caer encima mío y estuvimos tumbamos abrazados hasta que se sincronizaron nuestras respiraciones.

Decidimos que eso había que repetirlo, como os decía, era el mejor sexo que había tenido nunca.