Capítulo 2
- La historia de Sam
- La historia de Sam II
- La historia de Sam III
Pues bien, en el segundo día de estancia de trabajo, obviamente tuve que asistir a varias reuniones durante la jornada; así que dejé a Sam recostada en la cama, viendo un poco de Tv y disponiéndose a ir a desayunar. Le di un poco de efectivo para que se comprara algo que le llamara la atención y me retiré de la habitación, no sin antes darle un beso apasionado y una manoseada en su delicioso culito.
Con el trajín del trabajo, se me fueron las horas volando y cuando me di cuenta, era la hora del almuerzo. Llamé a Sam para invitarla, pero me dijo que estaba ocupad y que conoció a alguien y ya la habían invitado a almorzar. (“Menuda puta”, pensé).
Me envió una foto de su almuerzo y estaba con una pareja de unos 35 años, de aspecto normal, comiendo algún platillo típico de la región.
Unos minutos después, me llamó y me contó que los conoció mientras daba vueltas en un centro comercial, entablaron plática y le hicieron la invitación para almorzar, intercambiaron números de teléfono para volver a verse mientras ella estaba en la ciudad. Mi mayor sorpresa fue que me dijo que, como tenía un celular con entrada para dos chips, les dio su número alterno (el cual yo desconocía) y retiró ese chip, para que no la interrumpieran (mujer prevenida).
La tarde transcurrió sin novedades y llegó la hora de retirarme a descansar(o al menos, eso pensé).
Al entrar en la habitación, estaba vacía, no encontré a Sam por ninguna parte (mi imaginación voló y pensé que estaría cogiendo con alguna conquista),cuando sonó el teléfono del cuarto y del otro lado estaba ella, esperándome para cenar en el restaurante del hotel. Me quité la corbata y el saco y bajé para encontrarnos, ¡estaba hermosa!, tenía puesto un short de lycra amarillo, un top negro sin nada abajo, unos tenis (zapatillas) y su sonrisa enorme, con unos labios brillantes y antojables.
En la plática, me contó que estuvo casi todo el día paseando, conociendo el lugar y visitó un par de centros comerciales, en uno de ellos conoció al matrimonio con el que almorzó y que resultaron ser del ambiente “liberal”, por eso se atrevieron a abordarla (me confesó que ella ya había tenido un par de experiencias con sus amigas del bachillerato) y en otro, compró algunas “cosillas”.
Transcurrida la cena, subimos a la habitación y como el elevador estaba solo, la besé y ella se colgó de mi cuello, rodeando mi cintura con sus piernas. No estábamos alojados en el último piso, lo cual no importó para hacer que el elevador subiera varias veces desde el lobby, hasta la parte más alta ,lo cual aprovechamos para tener un faje muy intenso. De pronto, el elevador se detuvo y abrió sus puertas, ingresando un par de huéspedes, con lo cual, guardamos la compostura y nos dirigimos a la habitación; pero, a medio pasillo me dijo “mira cómo me tienes, papi” y subió un pie en un cesto de basura, jalando su short y mostrándome una gran mancha de humedad en su entrepierna, la cual dejaba ver que no tenía nada debajo y marcaba sus labios de una manera muy incitante y lujuriosa.
Nada más entrar, me dijo que pasara a la ducha, a refrescarme, lo cual hice de manera inmediata.
Al salir, ella estaba envuelta en una toalla, había junto a la mesita un enfriador y dos botellas de vino. No soporté las ganas y a bocajarro le dije: “Pensé que te habías ido de putita con la pareja”,
A lo cual me contestó con una sonrisa pícara y guiñando un ojo “¿te gustaría?” metiendo una bolsa de compras junto con ella a la ducha, haciendo que mi verga se pusiera en son de guerra de inmediato.
Transcurrió un tiempo que me pareció eterno, cuando abrió un poco la puerta y me pidió que bajara la intensidad de las luces, tras lo cual, salió del baño, vestida como si estuviera salida de una película porno: bata larga transparente, tanga diminuta, medias con línea atrás, zapatillas tipo stilettos con correa al tobillo, con un antifaz de encaje en los ojos, el cabello recogido en una cola de caballo y con una bolsita de terciopelo colgando de una de sus muñecas, maquillada perfectamente, como prostituta de lujo; en un momento de estupidez, pensé “el dinero que le di, no era suficiente para comprar todo eso”, vaya tarado.
Cuando le iba a decir lo zorra que se veía, subió un pie a la cama, puso su dedo índice sobre mis labios, en señal de silencio, metió el otro en su vagina y me dio a probar sus jugos, lo cual provocó que me abalanzara sobre ella, comiendo su boca y su lengua, metiendo mis manos por todas partes, a lo que respondió estimulándome la verga con sus manos y en el momento de que retirarla sobre la cama, se apartó y me pidió descorchar una botella, tras lo cual, me empujó al sillón, encendió su teléfono y con una música propia de antro de striptease, inició un baile que me puso como toro embravecido, rociando su cuerpo con el vino y provocando que la bata se adhiriera a su hermosos senos, su tanga se humedeciera y yo me lanzara como si no hubiera un mañana.
La arrojé en la cama y fui directamente a sus tetas que ya tenían los pezones duros como piedras, los lamí y mordí, arrancando gemidos y palabras que decían “cómeme papi, soy tu puta, hazme tuya para siempre”; bajé hacia su pubis, retiré la tanga y abrí sus piernas, su coño depilado y empapado lucía hermoso y suplicaba ser devorado, lo cual hice de manera bestial, lamidas, mordidas, succiones, mordidas en el clítoris, lengua por todos lados y ella solo se retorcía y gritaba “méteme la verga ya, cógeme, papito cabrón, quiero sentirla adentro”; me aparté y de un solo golpe, metí un dedo, buscando su punto G, el cual encontré después de algunos momentos, se retorcía, gritaba “cabrón, eres un maldito” y yo gozaba como nunca. Metí un dedo más y la estimulé hasta que en un arqueo de su espalda, comenzó a lanzar chorros de líquido vaginal, que me empapó desde el ombligo hasta los pies.
Estaba recuperándose y tomándola del cabello, le dije “limpia todos los jugos que me lanzaste”, con la respiración agitada, comenzó a limpiar viéndome a los ojos, disfrutando y al llegar a mi verga, se la clavé de un solo golpe, provocándole un poco de tos, pero no cedí y continué empujando su cabeza para que entrara hasta la base, cuando estaba a punto de terminar, se dio cuenta y me abrazó, hincada como estaba, para que no le sacara mi pene de la boca, donde terminé con una corrida enorme, tragándose toda mi leche, sin dejar escapar ni una gota.
Nos tumbamos en la cama, extasiados por el momento y le dije “no sabía que hicieras squirt” y me respondió “no sabes muchas otras cosas”