Ya les he contado antes la historia de mi funda para el pene, con ella mi pene adquiere una dimensión de diecinueve centímetros de largo y duplica su grosor.
Es un instrumento para dar placer a mi pareja, porque en realidad limita mi capacidad de sentir el roce de la vagina en mi pene, así que todo el placer que siento es por el morbo de disfrutar del orgasmo femenino.
Cuando la he usado observó detenidamente a mi amante, veo el placer en su cara o los gestos de dolor si la penetro bruscamente, observo sus pezones pararse, siento la presión de sus manos en mis nalgas cuando quieren más o el rechazo en mi ingle cuando no pueden con tanto.
Observar a las mujeres durante el sexo, es una experiencia inigualable; un día les contaré mi faceta de voyeur, de jovencito tuve la oportunidad de observar a escondidas al menos cuatro parejas heterosexuales teniendo sexo.
Después de mi fascinante experiencia con Liz, mi esposa, he usado la funda con tres amantes.
La primera fue Ida, una amante de veinticinco años que disfruté unos ocho o nueve meses. Ida era de mediana estatura, delgada, con brazos y piernas fuertes por el ejercicio, tenía el pelo largo y negro y le gustaba que la follara duro en cuatro patas, mientras le alaba la melena como si fuera la crin de una yegua; además le gustaba que le diera nalgadas duras mientras le cogía el culo en esa pose.
Durante el orgasmo gritaba con una voz aguda y arañaba mi espalda sin llegar a dañarme. Ida fue un regalo en mi vida, yo le llevo más de quince años, así que nunca faltó la viagra en nuestros encuentros.
El día que lleve la funda la penetre con fuerza en su coño, estábamos en la posición del misionero, su coño era pequeño y depilado, no abultado como el de otras amantes o el de mi esposa que es un delicioso coño regordete, pero al ser tan joven tenía una vagina muy lubricada y con poderosos músculos que atraparon mis diecinueve centímetros, fue tan delicioso que me corrí dentro de la funda.
Está vez sus gritos fueron más altos y agudos…
De Mia ya les conté sobre su boca lujuriosa capaz de comerme la polla y hacerme venir en su boca en pocos minutos.
Ella es adicta al sexo, me ha contado que con su esposo hacia el amor dos y tres veces diarias; también les mencioné en otra historia que le encanta el sexo anal, de hecho es el que prefiere.
Tiene un culo muy rico con unas nalgas blancas que se separan fácilmente descubriendo un ano muy entrenado que se traga la polla con mucha facilidad.
Un día me contó de su fantasía de una doble penetración, así que le traje mi funda para que hiciera de segundo hombre, de modo que no me la puse en la polla sino que la coloqué sobre un tubo plástico para darle firmeza y se la metí en el coño mientras yo gozaba de su culo.
Tuvo un buen orgasmo, pero noté en su mirada que aún sueña con dos pollas naturales para ella sola.
La última amante en probar mi funda ha sido Jude, de ella les he contado ampliamente en otros relatos.
Ahora Jude conoce mi identidad secreta y está esta Web, así que no me dejará mentir. Es una amante fuera de serie, se lo pueden decir directamente con sus comentarios; de hecho le mostré esta Web y mis relatos porque ahora forman parte de nuestro imaginario erótico.
Se leyó El sexo con Jude y la Historia de mi funda para el pene frente a mi; yo la observaba encantado, a veces sonreía discreta o arrugaba la frente, ponía su mano en la boca, se tocaba los pechos y suspiraba mientras leía, apretaba los muslos para estimular su clítoris; todo esto de forma inconsciente mientras leía.
Al final me miró con una sonrisa entré pícara y asombrada, tenía las mejillas muy rojas, suspiró nuevamente y me dijo: ¡Ay, estoy toda mojada! ¿Por qué no me vuelves a traer esa funda para el pene?