El día que me corrí en el culo de mi prima
Mi prima Bebita tiene un culo despampanante.
Ahora tiene más de cuarenta años y tres hijos pero desde jovencita tenía ese culo.
Y es raro siendo rubia, ese culo empinado es propio de las negras.
A los dieciséis años ya lo tenía, era una muchacha hermosa, de pelo muy claro y largo, sus ojos marrones y sus cejas gruesas perfectas, tenía tetas pequeñas, caderas anchas y piernas bien torneadas, en la raíz de sus muslos se hacía un pliegue que enmarcaba un coño pequeño y cerradito.
Se decía en la familia que tuvo una menarquia algo tardía, seguro por eso desarrolló ese cuerpo robusto.
Nunca me la folle, pero si la vi desnuda algunas veces desde una ventana alta de un baño en la casa de mis abuelos allá por los ochenta del siglo pasado.
En esa época nos llevábamos muy bien porque vivíamos muy cerca y solíamos pasear juntos e incluso ir a bañarnos a la costa en las vacaciones o algún fin de semana.
Ella era o es muy conversadora y alegre. Un día hace casi treinta años me contó que solía dormir como un muerto, que podían caer bombas cerca que no se despertaba. Por ese entonces yo era un adolescente de dieciséis o menos años y tenía las hormonas revueltas, me masturbaba todos los días y varias veces en el día, en mi fantasías ya me había templado a toda la clase y a algunas profesoras, no recuerdo si me masturbé pensando en Bebita, pero seguro que sí. Lo cierto es que yo aún era virgen pero las ganas de estrenarme con una chica me tenían loco.
Un día en el verano mi prima y yo acordamos salir temprano a bañarnos en la playita de dieciséis, hoy es un tugurio de viejos eufóricos pero en esa época estaba muy de moda entre los jóvenes que se reunían a disfrutar de un mar cristalino en los arrecifes, allí no había drogas ni otras calamidades de la sociedad moderna, éramos realmente felices con muy poco.
Así que para no perder tiempo decidimos que se quedará a dormir en mi casa. Yo tenía una habitación para mí solo muy amplia y confortable, pusimos un colchón en el piso y allí durmió Bebita toda la noche.
En la madrugada yo estaba inquieto y excitado, tenía muchas ganas de follarme a mi prima, entonces recordé lo del sueño profundo y las bombas. Mi prima dormía boca abajo, vestía un pullover corto y unas braguitas blancas de algodón que dejaba al descubierto su precioso culo redondo y apretadito.
Me quité toda la ropa de dormir, incluyendo el calzoncillo, tenía la polla a millón, poco a poco bajé mi cara hasta su culo y aspiré profundamente su aroma, era una sensación novedosa, jamás había olido el culo de nadie. Lentamente le baje las braguitas de algodón hasta las rodillas, su culo quedó expuesto tan grande como era, delicioso.
Durante un rato seguí oliendo y acariciando suavemente con mis manos, metí mis dedos entre sus nalgas y con las yemas toque ligeramente sus labios mayores y la rajita de su bollo adolescente.
Tenía el corazón desbocado. Me fui al cuarto de baño y empecé a masturbarme, pero el deseo era más fuerte que el peligro, y ella dormía como un muerto y no se despertaba ni con bombas, así que regrese a la habitación y me arrodillé en su colchón a ambos lados de sus muslos, poco a poco me fue acostando hasta dejar mi polla clavada entre sus gruesas nalgas, era una sensación indescriptible, de pronto mi pene empezó a temblar descontroladamente y soltó un chorro inmenso de semen blanco y viscoso que se coló entre sus nalgas y la embarró toda incluyendo su ano y sus labios mayores que asomaban insinuantes como una promesa bajo su culo.
Yo me quedé sorprendido, nunca había visto brotar mi semen sin tocarme con las manos. Me levanté muy despacio y poco a poco le subí las braguitas que se empaparon con el semen que chorreaba entre sus nalgas. Confíe en que al amanecer todo estaría seco.
Al día siguiente fuimos a la playita como habíamos planeado.
Fue un día maravilloso, todo transcurrió muy normal y hasta hoy no sé si realmente mi prima Bebita no sintió nada.