Uno mas uno no siempre son dos
Empezaré mi historia describiendo una imagen:
Imaginaros un salón, el cual bien podría ser el de vuestro propio hogar, y en el mismo tenemos a un varón de unos 48 años con algunas canas, pero bastante bien conservado, con un más bien entrado en kilos y un miembro que muchos jóvenes de 20 años querrían para ellos, sentado en el respaldo de un gran sofá, con las piernas totalmente abiertas y dejando dicho miembro a merced de una chica de 27 años, morena con el pelo largo, y con un cuerpazo de infarto, la cual tiene apoyadas las rodillas en el borde de sofá, intentando tragar todo el semen que dicho personaje anterior está bombeando, cosa que le resulta imposible, dejando caer gran parte del mismo sobre sus duros pechos y el sofá; y le es imposible en parte, porque la cantidad de semen es muy superior a la que ella esperaba para un hombre de su edad, y en parte, porque un tercer personaje, un hombre de unos 29 años, situado de pié, tras ella, la está penetrando analmente con una fuerza desproporcionada, lo cual le ocasiona un movimiento de vaivén que lo hace aún más difícil
Pues bien, ahora imaginaros que el señor de 48 años es vuestro jefe, que la chica imponente es vuestra esposa, y que el tercer personaje sois vosotros, ¿cambia la cosa? En mi caso sí que lo cambió todo!!
Supongamos que mi nombre es Javier.
Trabajo como comercial en una empresa de maquinaria agrícola pesada, desde hace unos 5 años, y la verdad es que me va bastante bien, siempre se me dieron bien los trabajos de cara al público y las técnicas de ventas. Tengo 29 años y llevo felizmente casado unos tres, con mi amada esposa Carolina de 27 años.
Ambos nos conocimos muy jóvenes (desde los 16 años) y empezamos a salir juntos, más tardes como novios y ahora como matrimonio. Son muchos los años pasados junto a mi esposa, a la cual yo creía conocer al 100%, pero como pude comprobar más tarde, no era del todo cierto.
Como ya os comentaba, soy vendedor de maquinaria pesada en una empresa que es líder del sector en que se encuentra.
Mi misión en la empresa es la de buscar clientes potenciales, ofertarles nuestros productos y asesorarlos al respecto, aunque cuando la venta es de una cantidad considerable, es siempre mi jefe el encargado de cerrar la venta.
Este es un detalle que al principio me incomodaba un poco pero, es una norma de la empresa, que siempre se llevó a cabo, y como mi superior (Ángel), era una persona muy afable y comprensiva, todo se hace mucho más fácil.
¿Qué porqué me enrollo dando tantos detalles de mi vida laboral….? Pues muy sencillo: mi jefe es la persona que anteriormente os describí en mi relato!!!
Durante todos los años que llevo en mi empresa, he asistido a diversas comidas y cenas organizadas por Ángel, para fomentar la unidad entre los trabajadores y compañeros de la empresa, y en algunas de estas cenas, era casi obligatoria la asistencia de las respectivas parejas.
En una de estas cenas fue donde por primera vez, Caroli (así es como llamo a mi esposa) conoció a mi jefe.
Desde un principio le cayó muy bien, cosa que es normal, ya que es una persona con la cual se puede hablar casi de todo, y a pesar de su elevada posición social, no lo saca a relucir nunca, en definitiva podríamos decir que es una persona muy llana.
Incluso una vez, mi esposa se atrevió a bromear con él, diciéndole que si no se hubiera casado conmigo, intentaría cazarlo, ya que es un buen partido.
Pues bien, hasta ahí todo normal, pero como veréis la cosa se complicó un poco más, el día en que Ángel me acompañó una tarde para cerrar una venta.
Todo salió muy bien, y como era costumbre, nos tomamos unas copas en un bar, y ya que estábamos cerca de casa le invité a subir para saludar a Caroli y tomarnos algo más si encartaba. Dicho y echo!, llamo a Caroli por teléfono para avisarla y en 5 minutos estábamos allí.
Mi esposa nos abrió la puerta y saludó efusivamente a Ángel, al cual invitó a pasar y sentarse para tomar algo y charlar un rato, ya que hacía bastante tiempo que no lo veía.
Nos tomamos unos aperitivos y unas copas y la charla se alargó más de la cuenta, tuvimos que avisar para decir que ya no volveríamos por la oficina, y mi mujer aprovechó la ocasión para invitar a Ángel a cenar.
Este puso algún reparo, pero ante la insistencia de ambos, finalmente accedió.
Caroli comenzó a preparar algo de cenar en la cocina, mientras mi jefe y yo veíamos la tele en el salón. En cuestión de media hora, la cena estaba casi lista, y nos dispusimos a cenar algo de pasta y carne, acompañada de un buen vino.
Entre bromas y bromas, surgió el tema del sexo, y no sé como llegamos ha hablar de infidelidades, intercambios y fantasías, posiblemente debido a la cantidad de copas que todos llevábamos encima.
Sinceramente os diré que me daba muchísimo morbo hablar de ello, e imaginar a mi esposa manteniendo algún tipo de sexo con otro hombre que no fuera yo, es algo que creo que internamente a muchísimos maridos les gustaría ver, pero no están dispuestos a reconocer!!. Y mucho menos podía imaginar que a Caroli no le molestara aquello, pero….
Entre bromas y risas, Caroli dijo que Ángel le parecía atractivo, y este contesto: «pues si te parezco atractivo vestido, tendrías que verme sin ropa».
Hubo un instante de silencio y todos echamos a reír a carcajadas, y Caroli (no se si en broma), le animó a desnudarse. Ante nuestra sorpresa, él comenzó a hacerlo.
La situación era algo surrealista Mi jefe sin camisa y casi sin pantalones, desnudándose delante mía .y de mi mujer, y no parecía cortarse para nada.
Antes de quitarse los pantalones hizo un alto, tal vez buscando un gesto que, o bien lo detuviera, o bien lo animara a seguir.
Más bien fue lo segundo, animado por Caroli, él me miró y yo , no se porqué, asentí.
Viendo esto, se despojó del pantalón y le preguntó a Caroli si le gustaba lo que veía, y esta asintió, pero argumentó que se tenía que quitar todo. Me sorprendió muchísimo esta respuesta, pero era todo tan raro que no dije nada.
Ángel se despojó de los boxer que aún le quedaban, y dejó ver su miembro, el cual era más grande de lo que hubiéramos podido esperar. Caroli comenzó a aplaudir entre risas, y entonces…. Me preguntó:
«¿puedo tocársela?» Yo estaba estupefacto, aunque si soy sincero, la idea me excitaba, y solo me salió un: «¿cómo?», a lo que ella repitió: «me gustaría tocársela, ¿puedo?» Mi respuesta fue la siguiente: «si es lo que deseas, hazlo, pero después se consecuente»
No sé como lo interpretó, pero sea como fuere, se levantó de la mesa, fue hacia é y le agarró el miembro con una de sus manos, mientras con la otra le sujetaba por debajo los testículos. Ángel no esperaba esta reacción y se quedó un poco cortado, pero viendo que yo no me oponía, no tardó en volver a la situación, la cual se había puesto «muy dura», debido al masaje que Caroli le estaba realizando. Subía y bajaba su mano, realizándole una masturbación muy lenta, cosa que parecía gustarle, ¿cómo no!!?.
Cuando me quise dar cuenta, yo también estaba excitado, y mi pantalón me apretaba más de lo normal. Entonces sucedió todo muy rápido: Caroli se arrodilló delante de Ángel, y mirándome fijamente buscó mi permiso, y como no me moví, se decidió.
Se introdujo el miembro de mi jefe lentamente en su boca, y comenzó a hacerle una mamada, como sólo ella sabía hacerla (tengo que decir a su favor, que es impresionantemente buena haciendo esto). Ángel introdujo una de sus manos por el escote buscando uno de sus pechos, pero esto le estaba costando más trabajo del que se esperaba.
En ese momento, sólo tenía dos opciones: o cortaba por lo sano con sus consecuencias, o entraba en escena, y opté por lo segundo: me acerqué a mi esposa, y le comencé a desabrochar la blusa, ella me ayudó a ello, y también a desprenderse del sujetador, todo ello sin sacarse la verga de Ángel de su boca.
Una vez hecho esto, mi jefe tenía el camino libre para poder coger los pechos de Caroli, cosa que había intentado anteriormente si ningún éxito.
Mientras el se deleitaba con mi mujer, yo seguí quitándole la ropa a ella, despojándola de la falda y dejándola tan solo con un tanga negro y las sandalias de tacón. Pude comprobar que ella estaba totalmente empapada, y también que a mí me iba a reventar el pantalón, así que procedí a quitármelo. Para entonces mi verga estaba tan dura como la de Ángel o más aun si cabe!!.
Como la posición era algo incómoda, acordamos pasar al sofá, para lo cual ayudé a mi esposa a levantarse, y ella aprovechó para decirme muy suavemente al oído, que si le molestaba esto lo dejábamos, a lo cual le respondí que por nada en el mundo iba a parar aquello, mientras introducía uno de mis dedos en su húmeda vagina. Ángel se sentó en el sofá, pero fue Caroli quien lo invitó a sentarse en el respaldo del mismo, para que los tres tuviéramos cabida en él, y así lo hizo.
Ella aprovechó para ponerse de rodillas en el sofá y comenzar de nuevo a comerle con ganas su miembro, ofreciéndome a mí una vista inmejorable de su culo, totalmente descubierto debido a lo pequeño del tanga. Así que no me lo pensé dos veces, e inmediatamente se lo quité, dejándola tan sólo con los tacones.
Como ella seguía con su particular misión, yo me decidí a pasar lentamente mi lengua por su clítoris, lo que produjo un repentino jadeo por su parte, al que siguió una risa, apagada en seguida por la entrada súbita del miembro de mi jefe.
Continué comiéndola a placer durante unos minutos, hasta que ella misma volteo la cabeza y buscó mi polla con la mirada y a continuación mis ojos, como diciendo: «¿a que estas esperando?» Fue tan sólo un instante, ya que estaba muy entregada a dar placer a Ángel, pero fue suficiente para hacerme recordar que yo estaba en el mismo derecho o más que ellos de dar rienda suelta a mis antojos.
Así que me levanté, y comencé a penetrarla muy lentamente, hasta ir subiendo poco a poco el ritmo y las fuerzas con las que lo hacía, provocando unos golpes muy secos de mis genitales sobre su hermoso culo.
No satisfecho con ello, saqué mi pene y mojando dos de mis dedos en sus propios fluidos, los introduje en su ano, cosa que no me costó mucho trabajo. Anteriormente, y sobre todo en los días en que ella tenía el periodo, era muy habitual entre ambos el coito anal, y sorprendentemente ella disfrutaba muchísimo con esta practica, cosa que a mi me sorprendía, pero por supuesto esto no era lo mismo.
Cuando ví que su esfínter estaba bien dilatado, escupí un poco de saliva sobre él, y le introduje mi pene lentamente, pero sin pausa, hasta llegar al final, y allí estábamos los tres, en una situación imposible de imaginar horas antes. Los empujones que yo le daba a Caroli, eran aprovechados por ella para introducirse el pene de Ángel en su boca, el cual estaba totalmente sumido en un éxtasis soberbio.
Imaginé que él no aguantaría mucho más la situación, y que estaba a punto de descargar su semen en mi mujer, lo cual, tan sólo imaginarlo, me excitaba aún más, y me animaba a empujar con más ganas a mi esposa, la cual parecía disfrutar como nunca.
Tal y como pensaba, Ángel empezó a gemir con más frecuencia de lo habitual, diciéndole a mi mujer que no aguantaba más, que se corría, a lo que ella respondió aumentando el ritmo de su mamada, y sorbiendo con más fuerza aún si cabía, mientras yo me sentía también cada vez más cerca de la eyaculación.
De repente, mi jefe soltó un alarido, y pude ver como la cara de Caroli, cambió por un momento, estaba recibiendo la blanca, caliente y espesa carga que con tanta ansia intentó sacar durante tanto tiempo, y por fin, allí estaba!! La imagen que os comenté al principio de mi relato.
Ella intentaba tragar todo el semen que le era posible, pero parte de él, le resbalaba por sus labios y garganta, llegando a caer en sus pechos, debido a la gran cantidad, y no lo olvidemos, a que yo la estaba penetrando con fuerza, provocando el lógico vaivén de su cuerpo, con lo cual esto era más difícil aún.
Ninguno esperábamos que Ángel descargara tal cantidad de semen, el cual ya había llegado incluso al sofá, pero su mayor parte estaba siendo tragado por mi esposa, la cual hacía todo lo que podía, intentando retenerlo incluso con las manos. Cuando mi jefe paró de emanar semen, ella siguió mamando su miembro, como si todo aquello le hubiera sabido a poco, sorbiendo con más fuerza aún, dejando limpio su prepucio, y con suaves lametones, retiraba los restos que chorrearon a lo largo de su verga y que había ido a parar a sus testículos.
Aquella imagen fue el colmo para mí, notaba como el estaba a punto de eyacular, pero mi sorprendente esposa, que se dio cuenta de ello, apresuradamente se apartó, dándose la vuelta y dejando que le descargara mi semen en su boca, no quería que su marido fuera menos , pero debido a la rapidez y a lo poco controlable de la situación, le descargué la gran mayoría del semen en la cara, lo cual me excitó aún más.
Cuando me repuse de esto último, ella, todavía sentada en el sofá, me limpió a mi también, con el mismo esmero del que hizo acopio con mi jefe.
La escena final, os la podéis imaginar: los tres medio tirados en el sofá, exhaustos, algo bebidos, y envueltos en un ambiente con mezcla de aromas genitales, vino y mucha relajación. Los momentos siguientes los recuerdo llenos de nerviosismo e incertidumbre, nos vestimos todos y tomamos un café, para «espabilarnos» un poco, y la verdad es que apenas hablamos más del tema.
Me encantaría deciros que todo fue muy bien, que mi jefe se marchó de casa muy satisfecho (esto no lo dudo), y que me subió el sueldo, que Caroli y yo tuvimos más encuentros de este tipo y que todos fuimos felices y comimos perdices, pero….. la vida real no es así, como os podeis imaginar!!
Posteriormente a este evento, y al poco tiempo dejé mi trabajo, y Carolina y yo actualmente estamos divorciados, no por este suceso en concreto, pero si por diferencias personales, que tal vez afloraron tras el mismo o a causa de él, pero…. Así es la vida real!!! Y la verdad es que fue bonito mientras duró, y por lo menos me queda el recuerdo de una fantasía vivida!!
Y ya lo sabeis, uno mas uno no siempre suman dos!!