Este trio de sexo ocurrió cuando estaba apenas iniciándome en mi carrera de escort profesional. Aún puedo sentir, el modo en que ella me besaba mis tetas. Su esposo mientras tanto terminaba de hacerse la paja para eyacular en mi boca. Al ver que el semen caía en mis pechos, ella se aproximó a mí. Yo estaba dejando resbalar un poco el semen sobre mi mentón. Es algo que suelo hacer generalmente. Así que ella se lanzó apasionadamente sobre mi boca.
Enseguida recordé que era lo que deseaba. La separé con amabilidad de mí y le di besos en sus labios. Ella mientras tanto abría voluntariamente su boca. En ese instante, permití que de mi boca resbalara el semen de su esposo. Es decir, el semen que estaba combinado con mi saliva.
Con ese trago de semen, Alicia miró a los ojos, y de manera cómplice, a su hombre. Luego realizó un pequeño esfuerzo de tragarse todo ese licor en su boca. El licor que entre él y yo habíamos elaborado para que lo disfrutara. Hernán, aplaudió mientras ella terminó de abrir por completo su boca. Sacó su lengua como una actriz pornográfica. Así, dejó en evidencia que había hecho a la perfección su tarea.
Tanto Hernán como yo empezamos a reírnos y ella no tardó en sumarse. Entonces dijo: “Calientito y delicioso, como me gusta”. Yo le di un beso en la boca a Alicia y nos abrazamos. Después se levantó y buscó en uno de sus armarios un paquete de pañitos húmedos. De ese modo empezamos a limpiarnos del semen restante. El trio de sexo estaba en su punto de mayor placer.
Hoy recuerdo con mucho entusiasmo, lo que ocurrió mientras nos limpiábamos. Mientras yo me pasaba el pañito sobre mis tetas, Alicia se dio un curioso gustico. Ella aprovechó que yo estaba atenta al semen que se había untado en mis pezones. Alicia usó un pañito para limpiar mi culito.
Yo, por instinto, alcancé a asustarme. No me lo esperaba y además lo hizo con toda la intención. Lo hizo como si quisiera penetrarme el pañito con sus dedos. Pero una vez me recuperé del susto, me sentí feliz. Experimenté con gusto el modo en que ella frotaba el pañito en mi culito. Lo hizo con cariño. Alicia era consciente que mi culo había desfogado los deseos de su esposo.
Por entonces yo tenía unos veinte años. Yo era una chica en medio de ellos dos. Las edades de Alicia y Hernán se aproximaban casi a los cuarenta. En cierto momento me sentí como si fuese la hija de ambos. Aunque aún así yo tenía madera suficiente para enseñarles mi experiencia en el sexo.
Aquella aventura ocurrió una tarde de agosto. Cuando recibí la llamada apenas estaba saliendo de una clase de la universidad. La cita sería a eso de las 4:00 p.m. Yo iba segura de que me encontraría con un hombre. Porque fue con Hernán con quien hablé. De hecho, fue él quien me abrió la puerta del apartamento. No tenía la idea de que estaba por disfrutar de un trio de sexo.
Me condujo a la sala y me senté en el sofá, descargando mi bolso. De pronto, escuché el sonido de unos tacones que se aproximaban. En el corredor apareció una mujer hermosa. Estaba vestida con una camisa blanca y un pantalón de tela. Llevaba el cabello negro recogido y apenas me reconoció, me sonrió con toda su alma. Me lanzó una mirada hechizante.
—Hola Kira, mucho gusto—dijo—, mi nombre es Alicia.
Se acercó hasta mí y se sentó a mi lado, en ese amplio sofá. Un sofá bastante cómodo que por cierto era de color rojo. A nuestras espaldas había un ventanal que daba a un balcón. Desde allí se podía apreciar la hermosa ciudad de Medellín.
Entonces tomó con su mano derecha una de las mías y me la llevó hasta sus senos. Introdujo mi mano hacía el interior de su camisa. Luego empezó a manosearme y a tocarme mi entrepierna. Evidentemente gozaba con el manoseo. Yo realmente estaba un poco confusa. Pero al mismo tiempo intuía que estaba por disfrutar un trio de sexo.
Alicia empezó a darme besos en mis mejillas. Cuando veía la oportunidad me daba uno que otro en mi boca. En ese momento me atreví a observar el rostro de Hernán. Entonces percibí que su sonrisa me estaba insinuando a que cediera.
—Tranquila—dijo—, mi esposo y yo accedimos a contratarte.
Me dio otro beso y acto seguido se levantó para buscar su bolso. El bolso se ubicaba en una de las sillas del comedor. Al volver, traía en sus manos una buena cantidad de billetes colombianos. Saltaba a la vista que el valor total era superior a los $100 dólares. Ni siquiera los conté, ella misma abrió mi bolso y los guardó. Lo que menos me preocupaba en ese momento era el dinero.
Me sentía confusa. Era la primera vez que iba tener relaciones sexuales con una pareja de esposos. Era notable que ella experimentaba atracción hacía las mujeres. Si me habían contratado era porque sabían a la perfección sobre mi condición bisexual. Es algo que esta revelado en el catálogo de escort profesionales al que pertenezco.
—No te quisimos decir nada porque queríamos darte la sorpresa—dijo Hernán—. Ya te pagamos la mitad haciéndote la transferencia a tu cuenta bancaria. Eso ya lo comprobaste antes de venir. ¡Ahora tienes en efectivo la otra parte!
—Así es—agregó Alicia—. ¡Ahora vamos a gozar bien rico los tres!
—De acuerdo, con gusto lo haré.
—Eso sí, quiero que me des un sperm swap. ¿Sabes lo que es o te enseño un videíto?
Yo asentí con una sonrisa cómplice. Una sonrisa que delataba la emoción que me asaltó ante lo que acababan de sugerirme. ¡Cómo no iba a saber yo lo que era un sperm swap! Sí. Es uno de los sucesos más excitantes al final de una escena pornográfica. Hoy en día se habla de “el beso blanco”. Consiste en recibir la carga de semen de un hombre y transferirlo a otra persona. Y esta segunda persona se lo pasará a otra. O bueno, en caso de que se trate de una orgía. La persona que recibe el semen combinado con saliva decide tragárselo. Eso es un beso blanco, un sperm swap.
En ese momento, sentados en la sala yo cambié la expresión de sonrisita cómplice. Dejé que una gota blanca de saliva se asomara entre mis labios. Y yo, para romper el hielo, tomé las mejillas de Alicia entre mis manos. Luego, tras arrodillarme sobre el sofá, hice que la gota de saliva cayera suavemente. Alicia, comprendiendo lo que yo hacía, alcanzó a abrir su boca para recibir esa gota. Ella la saboreó como si fuese un postre. Ahora todo estaba claro.
Hernán se levantó de su asiento, mientras se quitaba con rapidez su correa. Y se dirigió a la habitación. Alicia y yo nos alcanzamos a dar un beso de treinta segundos. Esto estimuló aún más lo que yo acababa de hacerle. Luego me tomó de una de mis manos.
Nos levantamos y me condujo hacía el interior de aquel apartamento. Llegamos a la cama matrimonial, donde estaba su esposo. Ahora él se encontraba desnudo, masturbándose. Así dejaba en exhibición que estaba dotado de una buena polla. Su esposa y yo tardamos unos segundos en desnudarnos. Y como dos mujeres hambrientas de sexo nos lanzamos hacía él. Alicia se apoderó de su verga y se la clavó en su vagina. Mientras tanto, yo me fui directo hacía su boca. Así mis labios vaginales hicieron contacto con su lengua.
En esas posiciones permanecimos durante un buen rato. Yo sentía las lamidas de ese hombre como si fuese un dios. Devoraba mi vagina y succionaba mis labios como si fuese un manantial. Un manantial capaz de saciar toda su sed. Detrás de mí, comencé a escuchar los gemidos de Alicia. Ella me animaba diciéndome: “Vamos, Kira, disfruta”.
Al rato cambiamos de posición. Entonces me correspondió a mí realizar la tarea de cabalgadora. Disfruté con gusto de esa verga rica, gorda y con experiencia. Al rato Hernán se agotó de lamerle la vagina a su esposa. Entonces ella se acostó a un lado.
Empezaron a besarse como un par de novios. Miré con envidia cómo Alicia le daba besos en sus tetillas. A veces se tomaba momentos para lanzarme miradas de complicidad. Así me animaba a que siguiera cabalgando. En esos momentos yo pensaba en el momento en que acontecería el beso blanco, el sperm swap.
No sé si Hernán había tomado viagra esa tarde o cualquier tipo de calmante. Tal vez era simplemente un experto en contenerse. Por más que cabalgamos y se la chupamos, él se enfocó en contenerse. Lo estábamos tratando como un rey. No tardé en intuir que lo hacía con otra intención. La de proporcionarle el sperm swap que había solicitado su esposa.
Tras unos quince minutos de estar cabalgando sobre su pene, no pude contenerme más. Me sentí derrotada. Por más que me esforzará en darle placer, él se mantuvo firme. Eso que provocó que mi vagina expulsara un delicioso caldo de squirt. Al darse cuenta de ello, Alicia se acercó hasta mí. Me dio un beso en la boca. Luego se lanzó sobre mi vagina que aun permanecía clavada en el pene de Hernán. De ese modo, ella pudo degustar un poco de mi licor vaginal.
Ella se había colocado en una posición similar a la de un 69. Así que su esposo siguió dándole chupadas a su vagina. El trio sexo inesperado continuaba su rumbo, manteniéndose ardiente e intenso, a un ritmo muy cercano a lo frenético. Ella besándome mi vagina y yo saltando sobre ese pene erecto y fuerte. Al cabo de un rato, ella se levantó y se aproximó a su esposo para besarlo. Hernán se levantó y fue a sentarse en una silla al lado de la cama. Desde ahí estuvo viéndonos a ambas jugar con nuestros cuerpos.
Realmente lo disfruté mucho. Y no solo era por tener la oportunidad de acostarme con una mujer. Una mujer que era mayor que yo. La excitación también provenía del morbo que le imprimía ese hombre al vernos. Hernán se masajeaba suavemente su verga pero sin estimularla.
Contar la historia completa de todo lo que sucedió esa tarde haría muchísimo más largo este relato caliente. Pero para resumirlo lo que aún falta, diré que hubo un momento de descanso. Hernán trajo un paquete de cervezas que ayudaron a refrigerar el ambiente. Sí, ese ambiente caliente y sexualmente activo. La excitación reinaba en aquella espaciosa habitación.
Luego continuamos haciendo variaciones y distintas posiciones. Nos dejábamos llevar locamente por la pasión que nos invadía. La pose final de aquel encuentro consistió en una donde Alicia se mantuvo recostada en la cama, mientras yo permanecía encima de ella. De ese modo, ambas estuvimos besándonos la boca. Mientras tanto la polla de Hernán se hacía cargo de penetrarla vaginalmente a ella.
Al cabo de un rato, el turno de las penetradas fue para mí. Aunque no tuvimos que cambiar de pose, ya que se trataba de sexo anal. Fue algo que pude gozar intensamente. Tengo una gran experiencia en este terreno. Además, siempre suelo aplicarme gel anal con anticipación.
Luego, cuando ya todo estaba dado, Hernán accedió entonces a eyacular el líquido seminal: el semen que durante tanto tiempo había retenido. Es aquí donde el chorro de semen cae sobre mi boca y segundos más tarde escupo en la boca de Alicia. Así se completaba el famoso y esperado beso blanco. Aquella fue una tarde de no olvidar. Esa fue la primera de muchas que pude divertirme con esta pareja de esposos.