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El establo

Fue inútil Julián encendió la ordenadora y empezó a succionar mi verga gentilmente, sentí una oleada de placer, mientras Julián ponía mas melaza en mi culo, así que mientras la ordenadora continuaba extrayéndome la leche de la verga, las vacas seguían hurgando en mi culo con sus leguas tan ásperas sentía que se me doblaban las piernas del placer, de sentir que mi culo era explorado y mi verga era succionada por la ordenadora.