Tras la campana, él me pinza contra la pizarra: embiste, dicta, borra mi nombre con cada golpe. El orgasmo estalla incompleto; mi “MARY” queda roto, su promesa de terminarlo en el escritorio ya me arde entre piernas.
Esta es la historia de una seducción distinta. Al principio hubo un flechazo entre ambos y el sexo fue lo que los unió salvajemente. Pero luego aprendieron a compartir otras cosas y lograron un equilibrio entre ellos que les brindó la felicidad a ambos!!!
Mi cuñado me tenía agarrada fuerte por las caderas y empezó a penetrarme con todas sus ganas. Yo me puse loca y juro que lo sentí todo muy rico.